2- ¿Destino?

Traté de no pensar en lo idiota que fuí.

Cuando llegué a la facultad mis compañeras me estaban esperando afuera, había llegado justo a la hora del recreo; así que entré, acomodé mis cosas y salí para reunirme con ellas.

—¿Cómo estuvo la clase? — pregunté mientras prendía un cigarrillo y me sentaba en el suelo fresco del patio.

—Tan aburrida como siempre — dijo Aylana.

—Evolutiva es una linda materia, pero la profesora es realmente aburrida — agregó Luana.

—Es cierto, creo que la adolescencia es una de las mejores etapas de la vida y quizás la más interesante —  dije dejando escapar el humo por mi boca.

—¿Por cierto, por qué llegaste tan tarde? — me preguntó un poco enojada Anahí — No creo que sea porque estuviste hasta tarde estudiando.

—No pongas esa cara que das miedo- y sonreí — Perdón, pero solo me quedé dormida.

—Yo de verdad creo que eres idiota.

—Si mi hermana, de nacimiento — y las cuatro nos reímos.

—Vamos, el recreo ha terminado, allá va la profe de Seminario — nos avisó Aylana.

Las cuatro nos dirigimos hacia el curso, pero cuando pasamos por uno de los cursos sentí que alguien nos estaba mirando, pero cuando giré no había nadie; y le resté importancia.

Las clases de Seminario son tan aburridas que todos los días me pregunto porqué tenemos materias tan absurdas que no nos sirven para nada en la carrera.

Me encontraba mirando cómo la profesora movía los labios para hablar, porque realmente no estaba entendiendo nada de lo que decía, cuando su sonrisa apareció. Me exalté pero traté de controlarme.

¿Por qué habrá venido ese recuerdo a mi conciencia? Es cierto que es muy bello, que fue muy amable al ayudarme a recoger mis cosas y que yo fui una desconsiderada por darle un simple “gracias” y salir corriendo, pero eso era todo, no había necesidad de recordarlo y ponerme tan nerviosa. Sólo quería que terminara la clase para salir a tomar agua fresca.

La hora se hizo eterna, estuve todo el tiempo distraída y no participé de las técnicas, y lo peor era que mis amigas lo estaban notando y eso sí sería un problema; seguramente si se enteraban no dejarían de molestarme hasta que terminara le año.

Por fin llegó el recreo y salí casi corriendo a buscar agua. En secretaría sólo conseguí el vaso porque el dispenser no tenía agua, por lo que tuve que ir al piso de arriba, porque el de nuestro pasillo tampoco tenía.

Cuando subí y presioné el botón, al ver salir el agua  todo mi cuerpo se refrescó, saqué el vaso lleno y tragué toda el agua como si hubiera estado en un desierto; cerré los ojos por un instante y dejé que el agua se llevara todos los nervios.

Abrí los ojos y luego de cargar un poco más de agua me di la vuelta y no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Cuando me di vuelta ahí estaba él, con esa hermosa sonrisa.

—De seguro debe ser cosa del destino — dije casi tartamudeando — Quería disculparme apropiadamente por lo de esta mañana — su rostro era perfecto, su sonrisa amplia y brillante.

Ahora que podía verlo mejor noté que tenía algunos aros en la oreja y eso me pareció que lo hizo más sexy.

—¿Y si te digo que este encuentro no fue obra del destino, que dirías? — y en ese momento me quedé atónita, mientras que él no dejaba de sonreír, y lentamente acortaba la distancia entre nosotros.

—Disculpa pero me tengo que ir — dije mientras tiraba a la basura el vaso temblando; y nuevamente salí corriendo.

Quería desaparecer del mundo, y entonces escuché a lo lejos…

—Sé que te volveré a encontrar Milena — y mi nombre retumbaba en cada parte de mi cuerpo.

¿Quién sería ese chico?

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