† 24 †
-Tengo que admitir que la última clase no estuvo tan aburrida.- comentó Tacio. Por hoy habían salido temprano, en la escuela había una reunión de funcionarios públicos y dejaron a los estudiantes salir antes, porque tenían que arreglar el campus para que todo saliera perfecto.
-Sí, ni estuvo tan mal.- aceptó Astrid con una sonrisa de lado- ¿Se quedan en mi casa?- preguntó animada.
-¿En serio nos lo estás preguntando? ¡Qué ofensa, Hofferson!- recriminó el rubio cruzándose de brazos y volteándole la cara fingiendo estar ofendido. La mencionada sólo rodó los ojos, ya estaba acostumbrada a los episodios de drama de su amigo.
-¿Qué tal tu entrenamiento con Heather y su séquito de porristas brujas?- intervino la gemela sin ocultar su desdén en su voz.
-Horrible, es muy mandona. Eso y que le dije sus verdades.- respondió la chica como si nada.
-¡Oh, Loki! ¿En serio?- el gemelo volvió a mirarla de nuevo sorprendido y con una gran sonrisa dibujada en sus labios, la misma que su hermana también llevaba.
-¡Por todos los dioses, se enojó tanto!- comentó Astrid en medio de una risa al recordar la cara que puso la ojiverde.
-Wow, sólo Astrid Hofferson tiene la valentía suficiente para encarar a esa caprichosa.- comentó su amiga con una sonrisa orgullosa- Por eso eres mi hermana.- añadió antes de codearla amistosamente y ella le correspondió con una sonrisa.
-Cierto, ¿cómo vas con Eret?- cuestionó con interés, mientras Brutacio metía su dedo índice a su boca, sacando la lengua y poniendo sus ojos en blanco. Brutilda les había contado lo de su nueva relación, poniéndo a su mejor amiga feliz al instante, pero a su hermano no le agradó mucho la idea, pues estaba algo celeso que ahora otro chico tenga su atención y pase menos tiempo con él.
-Excelente, de hecho hoy en la noche vamos al cine.- respondió sonriente.
-¡¿Qué?!- exclamó su gemelo indignado- ¡Ya ni siquiera te atreves a invitarme a tus planes! ¡Te desconozco, hermana, te desconozco!- reclamó caminando más rápido para dejarlas solo unos pasos detrás de él.
De todas maneras tuvo que esperar a que Astrid llegue a la puerta de su casa, porque era ella quien tenía las llaves y, sin hacer ruido, abrió la puerta, pero los tres rubios empezaron a oír unos ruidos particulares: gemidos.
-Ast, ¿se supone que estás sola?- preguntó la otra chica, mientras s encogía de hombros y miraba la expresión de asco de su hermano.
-Se supone.- contestó ella en un susurro y silenciosamente se acercaron a donde los gemidos los guiaban.
Lo que vieron los dejó sorprendidos.
-¿Qué mier…?- Hofferson le tapó la boca a la Thorton, no lo podía creer: Su madre con un hombre. Claro, pero eso no era lo peor.
Salieron en silencio y lo más rápido posible de la casa, en la cara de Astrid se podía notar odio profundo al verla allí, en la cama junto a un hombre, sin que ella lo supiera. Varias preguntas se formaron en su cabeza. ¿Acaso ese viaje fue para el trabajo? O si no, ¿para qué? ¿Estar con él? Los golpes de Brutilda la sacaron de sus pensamientos.
-Gracias.- le murmuró ella cuando al fin captó su atención- ¡¿Pero qué mierda era eso?! Tú mama teniendo…- no pudo terminar su oración, cuando la mirada asesina de su amiga la mandó a callar.
-¡Cállate! No lo digas, me dijo que iría a trabajar.- gruñó entre dientes frustrada y enojada.
-¡Duh! Pues está claro que te mintió.- intervino el muchacho con tono obvio, eso no ayudaba, solo empeoraba- Alguien sale, ¡al árbol!- tomó a ambas de sus brazos y las jaló.
Corrieron, se ocultaron detrás de un árbol rodeado por unos arbustos y se dieron cuenta de que el hombre que estaba con la mamá de la ojiazul salía, como si nada hubiese pasado, se dieron un beso final y él se fue en su lujosa limosina. Astrid entrecerró los ojos al observar el vehículo, tuvo la corazonada de que era el mismo que la siguió en la mañana.
-¿Quieres que nos quedemos, Hoff?- preguntó su amigo.
-No.- respondió seriamente la chica- Quiero hablar a solas con ella.- añadió.
-Está bien, sabes que cualquier cosa, cuentas con nosotros.- los gemelos dieron un último vistazo a la casa de su mejor amiga y se marcharon preocupados por ella.
† † †
-Ya llegué.- dijo Astrid con voz normal, esperaba que ella le dijera todo lo que había pasado. Sin embargo, tal parece que las cosas no serían así.
-Llegaste, qué bueno.- habló seriamente su mamá, confundiéndola- Siéntate, tenemos que hablar.- le indicó Lagertha señalando el sofá de la sala, su hija sólo alzó una ceja, pero no sé sentó, prefería estar de pie para lo que se venía.
-¿Ahora que sucede?- cuestionó frunciendo el entrecejo.
-Ya me puedes dar una explicación.- exigió la adulta colocando sus manos en sus caderas.
-¿Explicación? ¿De qué?- volvió a preguntar la menor.
-De esto.- le extendió su teléfono y mostró una foto, esa foto- ¡No me dijiste que tenías novio!- exclamó furiosa.
-No puede ser…- musitó por lo bajo, mientras abría sus ojos como platos- ¿Quién carajos te envío esto?- interrogó cambiando su expresión a una enojada y confundida.
-¡TU AMIGA BRUTILDA!- gritó la mujer harta de situación y a Astrid se le había roto el corazón en ese momento; Brutilda, su mejor amiga, la había traicionado- ASTRID HOFFERSON, ¡ESTO NO LO PUEDO ACEPTAR! ¡SALES CON UN PANDILLERO!... Escúchame bien, jovencita; no quiero verte nunca más con ese chico. ¡¿ME OÍSTE?!- ordenó y la tomó de las manos con fuerza, para su sorpresa, su hija cambió su cara. Ahora sólo había enojo en su joven y bello rostro.
-¡¿Y TU QUÉ?!- gritó soltándose de su agarre- NO TE HAGAS LA SANTA MADRE, ¿QUIÉN ERA ESE HOMBRE?- siguió gritando.
-¿Qué hombre?- trató de fingir- No inventes tonterías y no cambies de tema.- Lagertha la señaló con su dedo.
-¡Te vi mama! ¡Teniendo… Argh…Relaciones con él!- reveló y ma mayor llevó sus manos a su boca para ahogar su grito de sorpresa- Llegué temprano y vine directamente a la casa, y ahí estabas tú, gimiendo de placer por lo que ví.- informó.
-Astrid, hija...- lágrimas empezaron a salir.
-No me llames así. Me mentiste, dijiste que ibas a trabajar, pero por lo que veo, te quedaste disfrutando.- acusó arrugando la nariz- ¿Y tú viaje de trabajo? ¿Acaso fue otra mentira?- interrogó con sospecha.
-Sí, lo fue.- admitió su madre derrotada- Todo ese tiempo estuve con Drago, no trabajo.- reveló apenada mirando hacia abajom
-Traicionaste mi confianza, creía en ti.- bramó entre dientes, con una gran decepción reflejándose en su voz.
-¡Tú también lo hiciste! ¡¿Por qué no me dijiste lo de tu novio?!- contraatacó la mayor.
-¡Porque no me dabas permiso para tenerlo! ¡Lo amo! ¡No quería que nos separaras!- respondió en unos últimos gritos. Dispuesta a no continuar con la discusión, abrió la puerta y se fue corriendo.
-¡Astrid!- gritó Lagertha desesperada.
† † †
La lluvia empezó, el cielo estaba completamente gris y, por la fuerza del viento, se podía decir que muy pronto comenzaría una tormenta. No le importaba, sólo corría y corría, desde su casa hasta la ciudad la distancia era larga; ya estaba mojada, y si seguía así muy pronto se terminaría enfermando. Se sentía miserable, traicionada. ¿Cómo su día tan genial pudo haberse convertido en un infierno? Ahora sabía cómo se sintió Hiccup cuando había escapado: enojado, con ira en su interior, traicionado, todo menos felicidad. Su teléfono empezó a sonar, no quería contestar, pero al ver de quién se trataba, no dudó en hacerlo.
-¡Ast! ¿Dónde estás? Tu mamá me llamó para…- Brutilda habló, pero fue interrumpida rápidamente.
-¡Tú!- bramó con rabia- Traidora de mierda. ¡¿Cómo te atreviste?! ¡Creí que eras mi mejor amiga!- acusó molesta y dolida.
-¿De qué hablas?- cuestionó totalmente desconcertada.
-No te hagas la estúpida, mi mamá me contó.- dijo ella sin detener su caminar.
-¿Contar? ¿Qué cosa?- la gemela en realidad estaba más que confundida.
-Mejor dicho, me mostró la foto que TÚ le enviaste. Sabías perfectamente que no se podía enterar de mi relación con Hiccup.- informó.
-Yo no le envié nada.- negó de inmediato la otra chica.
-No mientas, era tú número. Confié en ti y me traicionaste. Te odio, Brutilda, eres la peor persona que pude haber conocido- declaró con todo el odio posible para ocultar su dolor tras sus palabras y colgó.
Más llanto mostraba, cada vez más adolorida. La noche llegó y, gracias a los dioses, la tormenta se había acabado. No tenía a dónde ir ni comida, estaba sola. Recordó que por ahí se encontraban los callejones por donde vive su ojiverde y, con las pocas fuerzas que le quedaban, corrió hasta llegar.
-¡Astrid!- exclamó asustado Haddock al verla. Ella corrió a abrazarlo.
-Prométeme que no me dejarás, por favor.- le pidió y lo abrazó con mucha más fuerza, ocultando su rostro lleno de lágrimas en el lugar más seguro para ella, su pecho.
-Jamás podría dejarte, Mi Lady.- el castaño le correspondió al abrazo, envolviendo con su brazo derecho su espalda de forma protectora y con su otro brazo envolvió su cabezaboara acariciar suavemente sus cabellos con sus dedos-¿Qué pasó? Tienes que estar en casa, aquí es muy peligroso y lo sabes.- le dijo, antes de depositar un rápido beso en su cabello.
-No quiero volver.- dijo ella. Hiccup estaba confundido, pero decidió dejar que se desahogara.
-Tranquila, todo estará bien. Estoy contigo.- aseguró y sintió que temblaba, al no tener sábana cerca, no le quedó más que quitarse el polo, aún mojado, esperaba que sirviera. Ella solo se acurrucó más en su pecho, aún llorando, mientras él con sus brazos la hacía entrar en calor.
En ese tormentoso día, Astrid confirmó que Hiccup siempre sería su refugio.
¡Hola hola, genteeeeeeee!
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. ❤️🔥
¿Esperaban tremenda pelea entre las Hofferson? ¿Esperaban que Astrid cometiera el mismo acto que Hiccup cometió hace 7 años? ¿Ella ahora vivirá con él en las calles?
Todo eso ya lo veremos en los siguientes capítulos 😉.
Y me veo en la obligación de decirles que, a partir de aquí, se viene muchísimo drama, hasta que llegue la finalización de esta historia tan linda que amo escribir por las cosas nuevas y diferentes que vamos probando.
¿Están ansiosos por lo que se viene?
Bueno, eso es todo por hoy...
¡Nos leemos pronto! ❣️
A_Hiccstrid
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