¿Vamos por un café?

Light y Elle se miran de reojo de manera fugaz mientras escuchan al hombre sentado al otro lado del escritorio. Los dos se levantan de las butacas individuales y le agradecen al director del instituto, para luego agregar casi al unísono un «lo siento, créanme que haré lo posible para que esto no se repita»

Salen de la oficina, Light se alisa con las manos su impecable saco, luciendo imponente con su postura y cada hebra de su cabello perfectamente peinado. Elle, por el contrario, lleva una coleta mal hecha, dejando que varios mechones aún le caigan en la cara, y ni hablar de las camisa floja y pantalones de mezclilla, ambas prendas flojas y manchadas de pintura.

En la recepción los recibe la secretaria con una sonrisa, pero no es la única en el lugar. En las sillas cercanas a la puerta, están dos muchachos de brazos cruzados con cara de pocos amigos. Los jóvenes son una copia y pega de los adultos que acaban de salir de la oficina del director.

Light acelera el paso para llegar hasta ellos, pero su mirada se dirige hacia el adolescente de cabello borgoña artificial.

—¡Es la tercera vez que me llaman este mes, Kira! —le dice entre dientes, no queriendo hacer un escándalo ahí pero tampoco deseando quedarse con el coraje atorado— Vas a regresar a clase y en la tarde hablaremos.

Kira se pone de pie de manera brusca, y poniendo los ojos en blanco da media vuelta para irse.

—Tú también, Beyond. —Ordena Elle, de manera más relajada corporalmente hablando, pero su voz va cargada de seriedad.

—¡Pero, papá, esta vez...!

—Cualquier explicación —interrumpe—, o mejor dicho, excusa, la discutimos en la casa.

El joven de cabello negro hace un puchero y al igual que su archirival da media vuelta para salir de ahí.

Light suelta un suspiro y relaja los hombros, Elle le da un par de palmadas en la espalda.

—¿Vamos por nuestro café?

El castaño menea la cabeza sonriendo, encuentra hilarante que sus hijos se detesten tanto que para ellos ya se haya vuelto una costumbre ir por una taza de cabeza cada vez que los llaman del colegio para ponerles queja.

—¿Por qué no? —Responde Light encogiendo los hombros. Si bien no le gusta ausentarse mucho de su trabajo, siempre calcula que estará fuera más tiempo del que realmente puede tomar una reunión, pero es que nunca sabe cuál será el motivo esa vez, teme que un día los llamen para decirles que esos dos incendiaron el colegio por una pelea.

Caminan juntos hacia el parqueo pero pasan de largo, por suerte hace unas semanas encontraron una cafetería que está justo a una cuadra. Tomando en cuenta que uno de ellos siempre va en auto y otro en bicicleta, la ubicación de esa cafetería es perfecta.

—¿Fue mi Impresión o tu hijo se pintó el pelo? —Pregunta Elle, caminando de manera despreocupada con las manos en los bolsillos traseros del pantalón.

Light suelta una breve risa. —Sí, el fin de semana. Dice que está buscando su identidad, ¿quieres apostar que tu hijo se burló de su cabello y por eso fue la riña esta vez?

—No es necesario apostar —menea la cabeza, encogiendo los hombros—. Conozco a mi hijo.

—Y yo al mío. —Asiente Light, empujando la puerta de la cafetería y manteniéndola abierta para Elle.

—Que amable.

Entran y toman asiento en la mesa de siempre, una butaca al lado de un amplio ventanal con vista a la calle. Son las dos de la tarde de un lunes, si bien no está vacío, tampoco está lleno, así que esa mesa casi siempre está disponible.

La mesera les toma la orden, Elle siempre pide un frappé con mucha crema batida y una porción de pastel, Light un latte con leche de almendra sin azúcar.

—Lo único que le agradezco al monstruito de mi hijo es que he podido conocerte en estos meses. —Comenta Elle, flexionando una pierna para subirla al asiento y ponerse cómodo.

Light niega con la cabeza, manteniendo las manos entrelazadas sobre la mesa. —¿Crees que sea la edad? Digo, no sé si alguna vez se han caído bien pero el curso pasado no me llamaban tanto para presentarme por algo que hizo.

—Los dieciséis son difíciles —encoge los hombros, y los ojos se le iluminan cuando ve llegar su frappé con un volcán considerable de crema batida, al cual rápido le pasa un dedo para tomar un poco—. A lo mejor son nuestro karma.

—Lo dudo —niega con la cabeza, agradeciéndole luego a la mesera cuando le deja el café sobre la mesa—. Yo nunca le di problema a mis padres, en cambio Kira... —Suspira, llevándose un par de dedos al puente de la nariz.

—¿Ves? Por eso yo solo tuve uno. Imagínate me salía el otro igual que Beyond...

—Ah, no, no —sacude las manos—, mi chiquito Nate es un amor. Es Kira el que se esfuerza en intentar sacarme canas. De por sí estoy a unos meses de tener cuarenta, admito que no soy el mejor asimilando ese dato, pero Kira pareciera que quiere acelerar cualquier envejecimiento.

Elle ríe mientras se pasa la mano abierta desde la nariz a la barbilla, sintiendo los pequeños vellos de su barba de un día sin rasurarse.

—No sé cómo tomar tu comentario, tomando en cuenta que tengo cuarenta y cuatro.

Light se sonroja y de inmediato niega con la cabeza.

—¡No, no, no! ¡No lo dije en ese sentido!

El de cabello negro vuelve a reír a la vez que agita una mano de arriba a abajo.

—Solo bromeo. A mí realmente no me importa la edad —encoge los hombros y se lleva las manos al cabello, volviendo a tomar la mayor cantidad posible en una coleta mal hecha al inicio de su nuca. Lleva tres semanas diciendo que lo va a recortar un poco—. Pero hay gente a la que sí, y si todos se vieran la mitad de bien de lo que tú te ves, creo que nadie le temería a los cuarenta.

El castaño entrecierra los ojos, llevando la taza hasta sus labios sin apartarle la mirada.

—¿Sabes? A veces yo tampoco sé cómo tomar tus comentarios.

—Por lo que son, ¿no? Cumplidos.

—Oh, es solo que a veces pareciera que... —suelta una breve risa—, olvídalo.

—¿Que estoy coqueteando contigo? —Pregunta con una sonrisa ladina mientras se inclina sobre la mesa.

Light se sonroja ante lo directo que es Elle pero mantiene su temple.

—Sí, me dio la impresión. —Responde como si nada, dándole otro sorbo a su café.

—¿Y eso te molesta?

—¿Qué?

—Anda, no me intentes cambiar el tema que está respuesta sí me interesa... —pide haciendo un puchero como lo haría un niño pequeño intentando lograr algo.

Light vuelve a sentir las mejillas calientes, está seguro que está sonrojado. De nuevo su corazón se acelera, como lo ha hecho en otras ocasiones que han compartido un café juntos, la diferencia que en ocasiones anteriores todo había sido producto de su cabeza según él, nunca algo tan directo como ésto.

—Para nada, de todas formas fue el motivo por el que mi matrimonio terminó. —Dice de un tirón antes de llevarse la taza de nuevo a los labios, pero era decirlo así o no tener el valor para decirlo.

Elle no puede evitar sonreír, sin embargo la respuesta también llama su atención.

—Ahora que lo mencionas, nunca hemos hablado de por qué nuestros matrimonios fracasaron. ¿Crees que sea muy pronto?

El castaño se muerde el labio inferior, meditando. —Es complicado...

—No me digas, infidelidad, ¿cierto?

—¿¡Qué!? ¡No! —contesta de inmediato, casi llevándose una mano al pecho indignado. A pesar de que nunca amó a Misa, jamás le hubiera hecho algo así— No funcionábamos juntos. Ella se la pasaba trabajando por su carrera de actriz y modelo, y yo... yo no la quería tanto...

Dice lo último desviando la cabeza hacia la taza vacía. Si bien ha trabajado en terapia los motivos de su divorcio y ha aprendido a perdonarse a sí mismo por el daño que se hizo al reprimirse, no se siente listo para decir en voz alta que su orientación sexual nunca se inclinó hacia las mujeres. Por suerte, en lo poco que lleva conociendo a Elle, parece un hombre muy inteligente y centrado, al que no le hacen falta tantas palabras para entender el mensaje.

—No te preocupes —comenta el de cabello negro, sorbiendo fuerte por la pajilla para aspirar con el fondo de la copa—. Esos casos son bastante comunes.

—¿Te pasó a ti? —Pregunta enarcando una ceja, un deje de preocupación y curiosidad en su voz.

—Oh, no, a mí sí me engañaron.

—Perdón, no quise... —Se remueve en el asiento incómodo, creyendo que metió la pata. No obstante, Elle sacude una mano de arriba a abajo restándole importancia.

—Ya no me importa. Además, imagina, el tipo se apellida Pember, ¿qué clase de apellido es ese? Trabaja para el FBI o algo así —dice arrugando la nariz y poniendo los ojos en blanco en una mueca de burla—. Lo último que dijo es que ella era mucha cosa para un pintor fracasado.

Light abre la boca de la impresión y sin dudarlo desliza la mano sobre la mesa y entrelaza los dedos entre los delgados y largos dedos del contrario. —No creo que seas un pintor fracasado. Ya me has mostrado fotos de tus obras y creo que eres muy bueno.

Elle traga saliva, si bien es muy seguro de sí mismo, no esperaba dicho contacto, así que no puede evitar desviar la mirada por unos segundos hacía el gesto de Light.

—Meh... —encoge los hombros, recuperando su aura relajado—, de haber sabido que me tomarías la mano te lo habría contado hace mucho.

Esta vez es el castaño quien traga saliva y de inmediato se endereza, escondiendo las manos debajo de la puerta. Entreabre los labios para decir algo, una excusa, cambiar de tema, o lo que sea, sin embargo en ese momento el celular de Elle comienza a sonar.

—¿Qué se te ofrece, Mello? ¿Molesto? ¿Por llamarme hasta esta hora para felicitarme? —Light frunce levemente el ceño al escuchar lo último— Para nada, podrías haberme llamado hasta mañana, no hay prisa... ¿qué? ¿Un regalo? Ni te preocupes, tu lindo sobrino ya me dio mi regalo con otra llamada de la dirección... Ah, sí, sí... lo mismo de siempre. ¿Te cuento después? Ahora estoy un poco ocupado... —susurra, buscando con su mirada los ojos color miel de enfrente.

Termina la llamada despidiéndose, prometiéndole que le llamará una vez esté en casa. Light se ha mantenido callado por respeto, pero también por no querer perderse ni una palabra.

—¿Es tu cumpleaños? —Le pregunta tan pronto lo ve guardar el móvil.

—¿Eh? —parpadea, pero no es necesario que el otro repita la pregunta para que su cerebro lo procese— Ah, sí, supongo. El calendario marca treinta y uno de octubre así que sí.

—¿Y por qué no lo dijiste?

—Bueno, nadie va por la vida con un cartel para anunciar su cumpleaños.

—Pues deberíamos... —murmura mientras se retira ligeramente el saco de la muñeca para descubrir su rolex y ver la hora—... oye, me siento muy apenado de no haberte felicitado como es propio...

—No te preocupes por eso —menea la cabeza—, no es....

—...quisiera hacerte una pequeña celebración pero ahora mismo ya no tengo tiempo, ¿te parece si te invito a cenar el sábado?

Elle balbucea, como si su cerebro se hubiera desconectado por un segundo. —Retiro lo dicho, si deberías sentirte muy apenado. Sábado a las siete estoy libre.

—Entonces sábado a las siete será. —Afirma, deslizándose por el asiento para ponerse de pie.

—¿Es una cita? —Pregunta tras repetir las acciones del otro.

Light sonríe meneando la cabeza. Una parte de él le dice que no debe olvidar sus prioridades: sus hijos; divorciarse de Misa no fue con el objetivo de rehacer su vida con alguien más, sino para darle a ella y a sí mismo la libertad que no tenían.

—No he dicho que lo sea. —Responde con cierta coquetería, porque otra parte de él le dice: «¿qué tendría de malo intentarlo?»

—Entonces tendré que esforzarme hasta que se convierta en una. —Asegura Elle, guiñandole un ojo antes de verlo partir. 

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