Capítulo 2
Al llegar al gimnasio del Colegio Red Moon, nos encontramos con muchos autos allí mismo. Además de ver a cientos de chicas con vestidos hermosos y chicos que se veían simplemente espectaculares. No quise fijarme en nadie más que en Trevor Bonneville. Miré por encima de las cabezas de todas las personas que estaban allí reunidas. No estaba ahí, no había ni rastros de él o Nicole. Seguro estaban teniendo sexo en ese instante. No podía pensar que Nicole me hubiera hecho eso. Entendía que tanto ella como Elizabeth le hubieran correspondido el beso; es todo un Adonis. Lo que me costaba trabajo creer, era que Nicole hubiera tenido el descaro de besarlo y salir con él, a sabiendas de todos mis sentimientos por él.
—Ya deja de pensar en él y vamos a bailar, no solo es un baile: es el evento más grande del año en el tan prestigiado Colegio, ánimo —Caroline me intentó persuadir y me hizo distraerme de mi acongojamiento al llevarme a la pista de baile donde sonaba una canción que fue bastante popular a la mitad de la década de los dos mil diez; una canción de una chica rubia y de ojos azules—. ¡Sacúdete, sacúdete, Freddy! —me sacudí al ritmo de la música, bailé como nunca antes había bailado antes, y cuando pude haberme percatado, ya estaba en medio de la pista de baile. Todo el mundo me miraba y ahí estaban, viéndome fijamente mientras ocultaban unas ganas de reírse de mí y lo que hacía. Ahí estaban Nicole Edwards y Trevor Bonneville, ¿por qué la vida me odiaba tanto y en qué momento llegaron?
Recibí aplausos y vítores por parte de mi público presente; incluyendo a Nicole Edwards y a Trevor Bonneville. Me sentí bien al recibir tanto por algo tan poco que había dado (al menos, yo lo consideraba poco). Pero tuve que decir que el show había acabado, me sentí humillado por hacer algo tan ridículo frente a Trevor Bonneville. Y decir humillado era muy poco a comparación de cómo me sentía realmente, «¿de verdad tuviste que hacer eso, Freddy?» Me dije a mí mismo, ¿tanto me costaba no dejarme llevar por la canción y actuar como actuaba todo el mundo dentro del gimnasio? Salí del gimnasio, al estacionamiento del colegio, para poder pensar con más claridad.
Intentaba no sobrepensar las cosas, pero me fue un tanto imposible, debido a que yo soñaba con tener, y poder iniciar, una bonita relación con Trevor Bonneville. Lo único malo fue que él decidió empezar una relación con Nicole, ¿por qué Nicole eligió hacerme esto? ¿Por qué tan poco tiempo antes del Baile Navideño en el instituto? Lo cierto era que me enamoré de él, al final solo éramos él y yo contra el mundo. En mi mundo así era, un mundo en el que Trevor estaba conmigo y no me dejaba solo. Un mundo en el que existía “Treddy” (los nombres combinados de ambos), ese era mi mundo ideal y perfecto.
—¿Por qué te avergonzaste después de bailar esa canción con tanta emoción? —Trevor llegó a preguntarme y yo apenas di un respingo. ¿Cómo me encontró?—. Lo hiciste muy bien, mi niño, no tendrías por qué estar avergonzado.
—Me vio el chico que me gusta —«y ese chico eres tú» dije para mis adentros—. Tal vez piensa que lo hice mal o que yo solo me humillé, me percaté de que se rio de mí.
—Si él de verdad cree eso, tal vez deberías replantearte si de verdad te gusta y si de verdad lo quieres en tu vida tanto a corto como a largo plazo —apuntó cuidadosamente y eligiendo bien sus palabras—. Sé que no soy yo el chico que te gusta, no sabes, ni él sabe, lo afortunado que es, porque para mí lo hiciste espectacular, créeme. Es un idiota si cree que te humillaste. Tranquilo, Fred. Tú intentaste verte único y sensacional, pero en los ojos correctos, tú ya eres muy especial —lo recitó como un poema. ¡Trevor Bonneville me estaba recitando un poema!—. Yo me reí por una broma que contó Nicole, pero estoy seguro de no haber visto a nadie reírse de ti.
—Tal vez tengas razón, Trevor —volteé a verlo y le lancé una sonrisa pícara y coqueta—. Si piensa que me humillé, es un idiota. Al igual que cualquier persona que lo piense.
—¿Ya quieres pasar adentro? —en cuanto había entrado de vuelta al gimnasio de la escuela, me encontré con Nicole en medio del gimnasio con una hoja que me lucía un tanto familiar.
—Fred Rummage —Nicole me apuntó con su dedo índice para atraer las miradas de todo el mundo—. Qué bueno que estás aquí, me da mucho gusto verte, en serio, y estoy feliz por ti. Pero ¿recuerdas cómo me llamaste el otro día, cuando te confesé que iba a tener una cita con Trevor Bonneville? ¿No? No te apures, yo te recuerdo, me dijiste que soy una zorra por salir con él ¿y adivina qué? Estoy a punto de devolverte el favor —desdobló la hoja de papel y fue entonces cuando la reconocí, ¡ERA LA CARTA EN DONDE ESTABAN TODOS MIS SENTIMIENTOS POR TREVOR BONNEVILLE! ¿Cómo la había obtenido? Mira a Alison y al resto de mis amigas por encima del hombro, Elizabeth solo gesticuló que lo sentía.
»Trevor Bonneville:
Me enamoré de ti, al verte pasar por aquel umbral, no me quise alejar de ti. Me sonreíste, sin saber que esa sonrisa me mataría por dentro por lo hermosa que era. Una sonrisa sincera, fue especial. Al verte por ahí, solo me enamoraba más de ti, he perdido la cuenta de cuántos años han sido los que me he mantenido enamorado de ti.
Algún día me verás y sonreirás, me verás siendo feliz y la felicidad será causada por ti. ¿Debería olvidarme de esto que siento por ti? ¿Deberías alejarte de mí? No.
Lo siento mucho por las veces en las que no te respondí las sonrisas que me lanzabas cuando nos encontrábamos en el colegio. A la vez, no lo siento tanto, sé que no me hace nada bien desearte tanto, porque tal vez tú ni siquiera me ves con los mismos ojos con los que yo te veo. Estoy tan cansado de estar triste, harto de sobrepensar las cosas. Me pondré un candado. Un candado en el corazón, para así poderte dejar de amar sin razón. Porque sí, yo te amo, eres una de las mejores personas que he conocido, ¿qué harás cuando alguien me esté tratando mal? ¿Me defenderías? ¿Serías mi superhéroe si yo te necesitara? Ojalá esto fuera una película, yo sería tu mejor amigo del que tú te enamorarías, al final estaríamos riendo mientras miramos la puesta de sol. ¿Por qué no te puedo llamar «mi amor»? Si te muestro todos mis demonios, ¿me querrías aun así? Para combatirlos, ¿me ayudarías?
Tu mirada me hechizó por completo desde el segundo en que la vi, espero que, algún día, yo sea el motivo por el cual sonríes y…
—¡Suficiente, Nicole! —me aproximé hacia ella e intenté arrebatarle la carta de las manos, ella lo impidió—. ¿Por qué tienes que ser tan mala? ¿Me haces esto por llamarte zorra el otro día? Tú sabías lo mucho que me gusta Trevor, ¿y aun así tuviste el valor de quitarle la carta a Elizabeth, esperarme hasta que volviera del estacionamiento, tras la sesión de baile que hice, y poder humillarme?
—Lo malo de Alison , Caroline y Elizabeth, es que no tienen mucho cuidado ni con sus cosas y mucho menos con las cosas ajenas, la encontré tirada por ahí, la levanté y me encontré con esta joya —señaló la carta, intenté tomarla, pero ella se la dio a Billy Hatman. ¿Se había terminado la tregua y volvería a molestarme?
—Billy, por favor, devuélveme la carta —al borde de las lágrimas, le pedí que me la devolviera, él no me la devolvió. Como sí de verdad creyera que fuera a hacerlo—. Quería ser yo quien le entregara la carta, o se la leyera, cuando nos graduaramos, pero ya ni siquiera estoy seguro de que pueda terminar el año aquí. Me iré a España. Creo que mis planes se estropearon por culpa de Nicole.
No quería voltear a ver a Trevor por nada, ni siquiera si me pagaban, seguro él estaba muerto de risa por lo que acababa de pasar.
—Gracias, Nicole —y corrí hecho un mar de lágrimas, al punto más alejado del gimnasio, me senté en el piso con la espalda apoyada contra el muro y abracé mis rodillas. Continué llorando, cada vez un poco más. Las personas no se acercaba a mí (yo las alejaba), mucho menos Trevor Bonneville.
Miré en una ocasión a Trevor, él estaba pasmado, se congeló, se paralizó y no hizo ni dijo una sola palabra después tras haber escuchado la carta que le escribí. Mi vida era fantástica en verdad: una de mis mejores amigas me había humillado públicamente frente a toda la escuela unas semanas antes de irme a España, el chico del que estaba completamente enamorado ya sabía acerca de mis sentimientos hacia él y no dijo nada. A lo lejos pude ver a Nicole tomar por los hombros a Trevor Bonneville mientras bailaban una pieza lenta. No lloré tanto al ver esa escena, pero sí sentí como que me habían quitado algo que nunca me perteneció. Algo que era muy importante para mí. La peor parte de todo esto fue que se debió a una de mis mejores amigas la que me había arrebatado algo tan importante para mí y ella sabía exactamente que hablaba de Trevor Bonneville.
No me dolía tanto que Trevor no estuviera conmigo (me dolía, mas no me mataba), la cosa que sí me dolía bastante era que había usado mi mayor secreto que compartí con ella para humillarme frente a toda la escuela. Eso sí me mataba por dentro, ya no era el muñequito de bodas elegante, guapo y sofisticado. Me convertí en un torbellino de emociones deprimentes que estaba dando lástima a toda persona que me viera ahí sentado y deprimido. La pizca de blush que Caroline me había colocado ya empezaba a borrarse por las lágrimas derramadas.
—¿Me concedes esta pieza, guapo? —una mano extendida y una voz fueron las que me obligaron a levantar la cabeza y mirar de soslayo al individuo que me invitaba a bailar—. Es de muy mala educación dejar a la gente con la mano estirada, en especial si te están invitando a bailar una canción de amor.
—¿Tú no piensas que soy un ridículo con pensamientos de puberto?
—¿Por qué habría de pensarlo? —Trevor seguía con su mano extendida hacia mí—. Fuiste muy valiente al escribir lo que sientes por mí y fuiste aún más valiente al querer quedarte aquí en el baile, después de lo que Nicole hizo. Simplemente es admirable.
—¿De verdad lo crees? —¿Trevor Bonneville diciendo que era admirable por no irme corriendo del gimnasio?—. Me vine aquí a ocultar y no dejé que Nicole terminara de leer la carta.
—¿Hablas de esta carta, Freddy? —Nicole llegó de sorpresa, me tendió la carta y no supe si iba a levantar su mano en cuanto intentara tomarla—. Ten, es tuya.
—¿Por qué lo hiciste, Nicole?
—Te lo explicará Trevor, yo debo irme a bailar con un galanazo al otro lado del gimnasio —puso la carta en mi mano y cerró mi puño cuando la hubo colocado ahí—. Debo irme, mi galán espera.
—Pensé que salía contigo —«la insulté en vano» quise decir.
—Te prometo que te lo explicaré, pero en una canción. ¿Quieres concederme esta pieza, guapo? —volvió a extender su mano, esperando a que yo la tomara y me levantara del piso del gimnasio.
—Debes estar loco en verdad —tomé su mano—. Pero claro que acepto bailar contigo y no solo esta pieza, podría bailar contigo toda la noche, si me dejas hacerlo.
—Estoy loco de remate como un zorro —volvió a sonreírme con esa sonrisa tan seductora—. Pero recuerda que estoy loco por ti —la expresión en mi cara pasó a ser una de sorpresa total. Una sorpresa genuina, y no me esperaba eso.
—Un segundo, ¿qué fue lo que acabas de decirme? —dejé de bailar con él, nos detuvimos a media canción.
—¿Cómo te explico? Nicole no es ninguna zorra, sí, admito que la besé, pero fue porque quería un motivo para hablar contigo. Mi plan inicial era hablar con ella para acercarme a ti mediante tu grupo de amigas, mi plan se fue a la mierda porque te alejaste de ella. Eso me lo comentó la misma Nicole. Empezaron rumores de que ella y yo salíamos, pero lo cierto es que ni ella ni yo desmentimos nada, porque queríamos ver hasta dónde podían llegar los rumores. Lo cierto es que me gustas desde hace un par de años, luego de verte varias veces en el instituto. Me considero bisexual, la bisexualidad sí existe. Nicole no quería que te sintieras humillado hoy, ella siempre quiso ayudarnos a ambos para que pudiéramos decirnos lo que sentíamos, la carta ni siquiera estaba contemplada en el plan de hoy. Eso fue pura suerte y un alivio haberla encontrado —con mucho cuidado, explicó todo su plan, con tantos detalles que me hizo creer que no era una broma.
—¿No podías decírmelo antes de que me fuera a España, Trevor? —maldije por lo bajo—. Pensaba darte la carta el día de la graduación, tal vez era esperar mucho tiempo.
—No sabía que te irías a España. Y yo pensaba lo mismo, después besé a Nicole estando ebrio en la fiesta de Lisa y se me ocurrió ese ingenioso plan maestro. ¿Me creerías si te dijera que soy una mente maestra?
—Sí te creería, pero ojalá me hubieras dicho todo antes…
—Tenemos dos semanas para irte a España, ¿no es cierto? Pues hay que aprovecharlas al máximo tú y yo juntos. ¿Quieres ser mi novio al menos por las próximas dos semanas? —me habló mirándome a los ojos, en ningún momento apartó la vista de los míos (esto hizo que me sonrojara y quisiera apartar la vista de sus bellos ojos grises; Trevor Bonneville me había flechado).
Me besó profundamente, todo el mundo en el baile empezó a gritar y a grabar y a aplaudir el espectáculo que estábamos dando. Ni yo me creía que algo así fuera capaz de pasarme a mí.
De repente, ya no estábamos en el gimnasio del Colegio Red Moon, ahora estaba caminando por un prado repleto de hierbas altas que se abrían con cada paso que daba. Mi lugar favorito en el mundo. Solo viajaba hasta allá con momentos de felicidad absoluta. Cuando papá me compró mi auto o cuando fui a ver a Louis Gerald Train a uno de sus conciertos. Siempre quise dos cosas en esta vida: besar a Trevor Bonneville y conocer personalmente a Louis Gerald Train. Se había cumplido la primera y de una forma que jamás me imaginaría, ahora solo restaba cumplir la segunda. Lo malo era que Louis Gerald Train estaba en México y yo un poquito más arriba, en un pequeño pueblo a las afueras de Chicago, en Itaville. Lugar donde nació y creció Louis Gerald Train. Y después me iría a España durante seis meses.
Recargué mi espalda contra el árbol en medio del bosque, escuché el ulular de los búhos y el canto de los grillos en la noche de estrellas que había. Me alejé de Trevor al pedirle que me diera un pequeño espacio de quince minutos para reflexionar y analizar todo lo que me acababa de pasar esta noche.
~Trevor me besó.
~Trevor estaba enamorado de mí.
~Me iría a España en un par de semanas.
~Suspendería todo el año escolar y tendría que repetirlo.
~Aprovecharía todo el tiempo que me quedaba en Itaville para estar con Trevor.
«—Y todo en una noche, eres el mejor, Freddy —dije para mí mismo en un comentario que sonó victorioso—. No puedo evitarlo, tengo que admitir que soy adorable». Tal vez soy un poco prepotente, pero era verdad y no podía evitarlo.
Tras un rato de estar pensando recargado en el árbol, Trevor apareció como por arte de magia y me acorraló contra el árbol. Abrazándome por la cintura, no creía que esto me estuviera pasando de verdad.
—Si hubiera sabido que tú también sentías lo mismo por mí que yo por ti… Créeme que hubiera buscado una forma de acercarme más a ti.
—La escuela entera lo sabía, Trevor —dije por lo bajo—. Me sorprende, de verdad, que tú no lo supieras y no sabes lo mucho que te agradezco por defenderme de Hatman ese día.
—Tenía que hacerlo, no me gusta que se metan con los míos y menos aun con la persona de la que estoy enamorado profundamente —hubo chispas en sus ojos, chispas que se encendían como los fuegos artificiales del 4 de julio. Esas chispas—. Jamás me hubiera perdonado que ese imbécil te hubiera hecho algún daño con gravedad si yo hubiera podido evitarlo.
—Solo espero que, a partir de este momento, me cuides toda la vida, Trevor —sonreí.
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