Encuentro


Reki entró por la puerta de la escuela como lo haría un ratón asustado a una cocina. Todo tembloroso y aterrado, pero decidido a no salir de ahí sin lograr su cometido.

Lo primero era presentarse en la dirección, lo cual le tranquilizó un poco, en Japón, Argentina o Canadá, la rutina para un transferido era la misma. Tal vez no seria tan malo.

Una vez pasado el primer susto, fue conducido por la secretaria hasta la puerta de su nuevo salón. Dentro se podía escuchar al profesor dictando clase y a los alumnos murmurar y deslizar el bolígrafo tomando notas. Reki respiró profundo, muy decidido a dar una buena primera impresión. Oliver le había aconsejado que fuera espontáneo y no pensara mucho en que decir, que fuera el mismo.

Pero claro, era fácil decir aquello cuando eres un hombre interesante y guapo.

Sus nudillos se estrellaron contra la puerta y la voz del profesor indicándole pasar lo hizo estremecer.

Reki abrió la puerta y a paso rápido se aproximó hasta el escritorio para entregarle al maestro su hoja de registro.

―Así que tú eres nuestro alumno transferido ―comentó el maestro suavizando su mirada, como si deseara mostrar que no iba a atacar a Reki. Luego se puso de pie y presentó con voz clara y firme. ―Jóvenes, Reki Kyan será parte de esta clase a partir de hoy, viene desde Japón, así que les ruego lo hagan sentir bienvenido.

La avalancha de comentarios no se hizo esperar, las voces en inglés hablando a una velocidad inverosímil prácticamente golpearon la psique del pobre Reki.

―¿Te gustaría compartir algo de ti, Reki? ―el profesor lo dejo opcional por si no se sentía en confianza de permanecer mucho tiempo al frente.

Reki sonrió tan radiante como el sol, porque Oliver le había hecho repetir varias veces su presentación y la sabía de memoria.

―Veamos ―dijo en perfecto inglés mirando hacia el techo como si pensara. ―En Okinawa practicaba skate, aunque ¿aquí no se si lo conozcan? Tengo tres preciosas hermanas y aún estoy esperando que por algún milagro alguien sepa hablar japonés porque mi inglés es terrible.

Varias risas femeninas se hicieron escuchar, lo cual Reki festejó internamente.

Lo hice Oliver-san, festejó Reki mientras caminaba rumbo al asiento designado para él por el profesor. Ya quería llegar a Big Kicker a contarle su día y escuchar felicitaciones por parte de su héroe.

La clase continúo con normalidad después de eso, el profesor hizo un esfuerzo por hablar más despacio, todo sin la necesidad de preguntarle a Reki, lo cual fue muy amable y atento de su parte.

―¿En qué parte de Japón vivías? ―preguntó la chica que se sentaba al frente girándose para verlo cara a cara. Tenía el cabello castaño claro hasta los hombros y una muy agradable sonrisa.

Estaban en el cambio de materia y Reki de verdad estaba agradecido de que ella se hubiera tomado la molestia de hablarle. En Okinawa nunca fue del todo popular, más que nada por la errónea creencia de que el skate era solo practicado por delincuentes y muchos lo evitaban para no terminar metidos en algo peligroso.

―Okinawa ―respondió sencillamente para no meter la pata.

―Es una isla, ¿verdad? ―se agregó a la conversación el chico rubio de ojos verdes que ocupaba el lugar a la derecha de ella.

―Sí. Es muy caliente ―Reki se mordió la lengua enrojeciendo de la pena, había querido decir cálido o caluroso, pero las conjugaciones eran demasiado para él.

―Dijiste que te gusta el skate, eso es andar en patineta ―comentó otro chico evitando que se pusiera nervioso por su desliz mientras lo miraba con mucho interés. Reki asintió con la cabeza antes de que su compañero continuara hablando. ―Aquí son raros los meses en que no tenemos nieve, así que supongo que bien podrías cambiarlo por el snowboard.

―Shssssss, shsssss ―chistó la chica llevándose un dedo a los labios en un gesto de que guardara silencio que Reki comprendió muy bien. ―Que Langa no escuche, porque va a molestarse.

―¿Langa? ―preguntó Reki muy curioso.

―El dueño de ese pupitre ―señalaron los tres al mismo tiempo la banca a un costado de Reki.

―Su padre es así como un profesional en el deporte, él también ha ganado un par de torneos y le molesta escuchar que hablen del snowboard como si fuera un juego.

―¿Él ha dicho eso? ―preguntó Reki haciendo un gran esfuerzo por hilar las palabras.

―Él casi no habla ―respondió la chica.

―En realidad saluda a todos y es muy educado, pero no parece interesado en interactuar con nadie en particular.

―Interactuar ―repitió la palabra en inglés Reki al tiempo en que sus mejillas se coloreaban de carmín porque no la había comprendido y tenía que solicitar la cambiaran por otra palabra más simple.

―Que no tengo amigos ―especificó Langa en japonés sorprendiendo a todos, muy en especial a Reki.

Los dos chicos regresaron a sus lugares y la chica se giró para mirar de nuevo al frente.

―Tu japonés es mejor que mi inglés ―alabó Reki sinceramente. ―Hermano, vas a ser mi salvación durante las clases ―y sonrió con verdadera alegría.

Langa solo resopló, sin negar ni agregar absolutamente nada.

Durante ese primer día Reki comprendió muy bien esa falta de interactuar que habían mencionado. Langa salía del salón cada cambio de maestro como un fantasma, todas las chicas y algunos chicos lo seguían con la mirada, pero nadie le dirigía la palabra.

―¡Oh! traes tu propio almuerzo ―dijo la chica castaña del frente viéndose de verdad impresionada. ―La escuela tiene una cafetería y una tienda. La mayoría compramos ahí los alimentos. ¡Ah! por cierto soy Lila.

―Gracias Lila, pero...

―Sí, mira prueba esto ―y un emparedado fue puesto frente a su rostro antes de que pudiera declinar la oferta.

―Gracias...

Reki juraría que jamás comió tanto en tan corto tiempo. Era extraño que se sintiera incómodo y algo solo, siendo en cierto modo el centro de atracción, aunque en realidad dijo muy poco porque ellos hablaban sin cesar. Las clases siguientes Reki intentó centrarse y no pensar en la caja de almuerzo sin tocar. Le dolía regresar la comida, pero ni por un momento pensó en tirarla.

Apenas la campana anunciando el final del día se escuchó Reki caminó a paso rápido para salir del salón y en general de la escuela, tenía apenas cuarenta minutos para llegar a Big Kicker o Anna se molestaría.


*****


El segundo día fue un poco mejor, Mathew, Barry y Lila no dudaron en intentar arrastrarlo a su círculo de amistades, los cuales eran agradables, pero parecían hablar de cosas que sinceramente no le interesaban a Reki, por lo que la mayor parte del tiempo garabateaba cosas en las esquinas de su cuaderno o intentaba ocultar su incomodidad cada que alguno miraba de reojo su caja de almuerzo. En Japón era normal, pero aquí en Canadá parecía que los estudiantes estaban más acostumbrados a solo comprar las cosas.

Reki siempre añoró ser aceptado por sus compañeros, se imaginaba teniendo muchos amigos y siendo super popular en la escuela, y ahora que iba por ese camino se sentía... vacío. Aun así, Reki les sonreía y de vez en cuando hablaba solo lo estrictamente necesario. Intentó hablarles de skate, un tema que pasó por una idea divertida pero intrascendente, y cuando cambió a snowboard, alguien, ya no recuerda quien dijo algo como; No vayas a terminar tan obsesionado como Langa.

Un comentario que no le agradó nada a Reki y le hizo darse cuenta que tal vez no eran el tipo correcto de personas para él. Incluso considero que debería resignarse a estar tan solo aquí como lo estuvo en Okinawa.

Reki negó con la cabeza, no estaba solo, tenía a su héroe, a Oliver, y con ese pensamiento se animó el resto del día impaciente por correr a Big Kicker.

Apenas llegar, empujó la puerta y las ya familiares campanillas de la tienda se dejaron escuchar, Anna salió de la trastienda.

―Reeeekiiii ―gimió ella lanzándose a los brazos del adolescente. ―Tienes que ayudarme.

Reki tensó cada parte de su cuerpo, asintió con la cabeza y se preparó mentalmente para enfrentar cualquier problema que estuviera mortificando a Anna, aún si eso significaba tener que enfrentar malhechores como los que le habían atacado.

Anna perceptiva de la disposición de Reki le entregó siete boletos antes de agregar, ―te esperan en Snowball dentro de diez minutos, intenta que no te maten ―concluyó ella guiñándole un ojo.

Reki miró los tickets, era para dar una clase de principiantes a...

―Siete niños ―jadeo Reki. Ok tenía hermanas pequeñas, y por eso sabía mejor que nadie lo difícil que era hacer que se mantuvieran quietos o acataran las reglas y recomendaciones.

―Oliver se tomó el día libre, así que tendrás que hacerlo tu.

―Pero Anna, ellos... dime al menos que tienen más de diez años.

Anna le sonrió perversamente antes de responder. ―Todos menos de siete.

Cada uno de los siete descensos de la montaña tenían nombre según su nivel de dificultad.

Snowball, o bola de nieve era el más fácil, los niños y los principiantes la usaban para aprender a pararse sobre las tablas. Luego seguía Glaciar, Iceberg, Antártica, Ventisca, Alud y Edén. cada una diseñada para representar un reto, siendo Edén la más peligrosa y por lo tanto, solo usada por los profesionales.

Reki había tenido la oportunidad de ver a Oliver descender Edén, y simplemente lo dejo sin palabras. Era tan grandioso y su rostro lleno de felicidad le hizo desear a Reki ser tan bueno para poder seguirlo. Pero por ahora estaba atrapado con los siete enanitos que jugaban de forma tosca halándose de los cabellos o empujándose entre ellos.

―Que Kami-sama me ampare ―rezo Reki mientras se acercaba a los niños.


*******


Al día siguiente, el tercer día de clases, Reki estaba desparramado en su escritorio, la clase aun no comenzaba, pero él estaba muerto. El día de ayer esos diablillos le habían pedido a sus padres pagaran dos horas más de instrucción, no porque les gustara el snowboard, sino porque habían encontrado divertido hacer caer a Reki de la tabla una y otra, y otra vez.

Sus hermanitas eran muy activas y rara la vez se quedaban quietas como no fuera para ver una película de princesas, pero nunca, jamás le hicieron maldades de ese tipo. Ni siquiera Koyomi, quien según los estándares debería fastidiarlo.

Algunos compañeros lo saludaron, otros se atrevieron a preguntarle casi en broma si tuvo mala noche.

Reki gimoteo en inglés que estaba bien, y luego agrego solo para sí mismo en japonés, que el snowboard debería negársele a los chiquillos mal educados.

―Yo creo que puedes disfrutarlo a cualquier edad ―comentó Langa a su derecha mientras descansaba su mochila sobre la silla, provocándole un susto porque no lo había visto.

―Sí, sí tienes razón ―se apresuró a aceptar Reki. ―Es solo que ayer tuve algunos problemas con enseñarle a unos niños y...

―¿Practicas snowboard? ―preguntó sinceramente interesado Langa.

Los demás que estaban escuchando la conversación en japonés, a pesar de no entender nada, captaron la palabra snowboard y pusieron los ojos en blanco mientras compadecían al pobre Reki.

―En realidad alguien se ofreció a enseñarme y... ―confesó con tanta felicidad al recordar a Oliver que sus mejillas se le tiñeron de carmín.

―Debe ser bueno ―dijo Langa recomponiendo su postura ahora que el maestro acababa de entrar.

―No es solo bueno, es el mejor, él es perfecto... ―susurró Reki ablandando la mirada. Un detalle que Langa noto de inmediato y le hizo pensar que a Reki le gustaba el snowboard tanto como a él.

Las primeras tres horas del día habían pasado rápido, tanto que sin apenas notarlo Langa estaba en su asiento mirando discretamente a Reki con toda la intención, aunque sin saber cómo, de invitarlo a comer con él. Quería seguir hablando con él sobre snowboard, saber su nivel, cuál de los descensos ya había probado o si le gustaría en algún momento que le enseñara uno o dos trucos que mejorarían su velocidad y maniobrabilidad.

La campana anunciando el receso para el almuerzo sonó, y Langa se armó de valor para girarse y hacer su oferta, sin embargo cuando estuvo listo para dejar salir las palabras que tantas veces ensayó en su cabeza, Reki ya estaba siendo llevado fuera del salón por los tres chicos que se suponían eran sus amigos.

Quizás a la salida, se dijo Langa mirando el emparedado que su madre había preparado para él. Por primera vez desde que tiene memoria, el receso se sintió solitario.

Lo que restó del día Langa se mentalizó porque esta vez no tenía la intención de dimitir, iba a preguntarle a Reki si quiere hacer algo después de clases, y por algo se refiere a snowboard. Pero una vez más la campana suena y él se mueve demasiado lento para un Reki burbujeante de energía que se ha marchado corriendo.

―Tal vez si está ocupado después de clases ―se dice Langa recogiendo sus útiles.


Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top