Desastre familiar



Oliver soltó una estruendosa carcajada mientras Nanako hacía pucheros.

―Te conté lo sucedido esta mañana para que me dieras consuelo, no para que te burlaras de mí ―reprochó ella. Estaba angustiada de haber hecho algo indebido. ―Ellos parecían estar llegando a algo y yo... ¡Oliver! ―chillo ella cubriéndose la cara con las manos.

El reloj de pared de la cocina marcaba la cinco de la tarde, desde el termino de su turno y mientras compraba los alimentos, llegaba a casa y preparaba el estofado que en ese momento hervía sobre la estufa, no había podido sacar de su cabeza la estampa de Langa y Reki rojos como remolachas.

Y aunque Langa al final se había quedado a hacerle compañía a Reki, Nanako seguía nerviosa por su intromisión.

―Tranquila, no creo que sea para tanto... ―demerito Oliver deseando calmarla, por eso extendió sus manos sobre la mesa del pequeño comedor hasta sujetar las de ella.

―Pero y si lo fue... Langa nunca me perdonará por arruinar su oportunidad y...

Oliver sonrió tiernamente antes de correr su silla lo suficiente para poder abrazarla.

―Van a estar bien, ellos.... solo necesitan tiempo para sentirse cómodos el uno con el otro. Y lo que debería preocuparte es que hemos sido invitados a cenar con los Kyan.

―¿Qué? ¿Cuándo fue eso? ―se mortificó Nanako escapando de los brazos de su esposo para levantarse de un salto y comenzar a dar vueltas por el comedor.

―Bueno, Toshio no dijo fecha, sus palabras fueron, para cuando Reki se sienta mejor ―recitó Oliver pensativo. ―¿Supongo que vamos a tener que preguntar?

―¡NO! ―exclamó Nanako casi elevando las manos al cielo como si hubiera escuchado la mayor barbaridad. Luego recobrando algo de compostura agregó. ―No. Esperaremos a que ellos lo mencionen de nuevo.

Oliver asintió.

―Y debemos ir considerando lo que vamos a llevar como presente.

―La última vez Langa iba a llevar fruta ―mencionó Oliver con cierto miedo por la reacción de su esposa.

―Eso estaba bien para una visita no programada, pero nos están invitando como familia, van a conocernos Oliver, somos los padres de su futuro yerno. Es nuestra obligación dejar una muy buena impresión, de esa manera cuando Langa se presente frente a ellos como pretendiente no van a poder rechazarlo, y puede que estén tan complacidos que decidan fijar fecha para un compromiso formal en corto plazo.

Oliver parpadeo un par de veces, porque en algún punto se había perdido. ¿Cómo pasó de visitar a Reki por su salida del hospital, a casi pedir la mano del chico en matrimonio?

―No, voy a tener que ir de compras, quizás pueda adquirir un par de pendientes no muy caros para su madre, un reloj... un cinturón sería menos costoso, pero una prenda de ese tipo requiere confianza... y ¿Tiene hermanos? Oliver, no sabemos si tiene hermanos.... ¿Qué tal si son celosos con su hermanito menor? ¿Qué tal si empiezan a hacerle la vida difícil a Langa cuando sepan de sus intenciones? Peor aún, que tal si sus padres son homofóbicos y desprecian a nuestro niño. Si corren de la casa a Reki. Oliver, vamos a tener que adecuar la habitación de Langa, porque no voy a permitir que Reki duerma en el sofá. El pobre la va a tener difícil y tenemos que hacerlo sentir parte de la familia, él debe saber que tienen todo nuestro apoyo y amor.

Oliver suspiró profundamente antes de ponerse de pie y sujetar a Nanako que asemejaba una fiera enjaulada dando vueltas y estaba comenzando a hablar incoherencias.

―En primer lugar, Toshio Kyan parece ser un hombre muy amable, Reki es igual, por lo tanto la madre y las hermanas creo que deben caer en el mismo estándar. En segundo, estas yendo muy lejos, Langa aún está explorando sus sentimientos por Reki, no es como si ya nos hubiera confirmado que lo ama. Puede que al final sea algo platónico, o simplemente se le pase rápido.

―Oliver, mírame a los ojos y repite lo último ―retó Nanako cruzando los brazos sobre su pecho mientras afilaba la mirada.

Oliver puso los ojos en blanco antes de resoplar y aflojar toda su postura en derrota.

―Ok, Langa está perdido por ese chico y esto es amor de verdad. ¿Feliz?

―Bien, estábamos en que tenemos que llevar regalos... ―continuó Nanako asintiendo con la cabeza y de mejor humor.

Oliver sólo resopló, esa iba a ser una tarde larga, muy larga, así que solo para sus adentros gimió algo parecido a ¡Langa vuelve a casa pronto!



Langa miraba con ojos brillantes la forma en que las dos niñas de apenas cinco años jugaban con su hermano mayor, era completamente entrañable la forma en que ellas parecían moverse sobre la cama con tanto cuidado, como si pensaran que Reki era de cristal. Y aún más el cariño que él demostraba en cada gesto dirigido a ellas. Sus regordetas manos acariciaban el rostro de Reki y le besaban los vendajes mientras hablaban sobre como todo iba a estar bien y que ellas iban a cuidarlo mucho en cuanto estuviera en casa.

―Entonces... ¿Qué relación tienes con mi hermano? ―preguntó Koyomi a Langa tomando asiento a su lado y con los ojos fijos en él.

―Somos amigos ―dijo simplemente irguiendo su postura bajo su escrutadora mirada.

―¿En serio? ―preguntó ella colocando mayor presión haciendo sudar a Langa, porque casi podía escucharla pensando, sé que hay algo más.

―Koyomi, deja en paz al chico ―amonestó Masae quien en ese momento sujetaba a una de las gemelas para bajarla con cuidado del regazo de Reki, y luego hizo lo mismo con la otra. La hora de visita estaba llegando a su fin y debían retirarse. ―El doctor ha dicho que mañana temprano te darán el alta así que no estarás más tiempo lejos de nosotros. Sé que no te gusta dormir en lugares ajenos, pero intenta descansar cariño, lo necesitas ―comentó ella sonriéndole a su hijo.

―Lo haré mamá ―respondió Reki inclinándose inconscientemente hacia el toque de la mano de su madre que se paseó por sus cabellos.

―Langa te agradezco mucho lo que haces por Reki. Pero no te quedes muy noche o tus papás van a preocuparse.

Langa solo respondió con un sonido afirmativo porque aún estaba repitiendo en su cabeza la forma en que Reki se entregaba al cariño, como si nunca tuviera suficiente, y considerando si estaría bien que él le acariciara la cabeza.

―Bien, entonces vamos niñas ―indicó Masae sujetando las manos de las gemelas que con cierta tristeza dijeron adiós a su hermano con un: nos vemos en casa.

Koyomi fue la última en despedirse de Reki con un abrazo que dejó al chico más rojo que una bengala pues le había susurrado algo al oído, después y sin remordimiento caminó tranquilamente tras su madre.

Reki se cubrió con la manta completamente, esa niña algún día iba a matarlo con sus ideas, ¿de dónde había sacado que él y Langa? No pienses en eso Reki, no pienses en eso, se dijo mentalmente pateando lejos la palabra NOVIO.

―Reki. ¿Todo bien? ―cuestionó Langa.

―Todo bien ―respondió Reki asomando solo sus ojos dorados.



Habían pasado apenas dos días desde su alta y Toshio Kyan no había tardado más para reiterar la invitación a cenar a los Hasegawa.

Así que por eso Nanako estaba ahí mirándose al espejo, sus ojos escudriñaban a conciencia cada parte de su atuendo para luego negar con la cabeza y rebuscar de nuevo en su guardarropa en busca de algo más apropiado. Este ritual estaba comenzando a molestar a Oliver, porque actualmente pasaba al sexto cambio de ropa y no parecía que fuera a quedarse conforme con lo que eligió.

―Cariño, es solo una cena ―le recordó Oliver.

―No es solo una cena ―retó ella sin mirarlo. ―Es la primera impresión que daremos a los Kyan. Por lo tanto, debemos esforzarnos.

Oliver puso los ojos en blanco, esta pelea estaba perdida, por lo cual resignadamente se fue a sentar a la sala para esperar a su esposa. Con paso lento llegó ahí y se desplomó en el primer sofá que tuvo a su alcance. Nunca se imaginó que iba a pasar por esto. Bien, cuando Langa nació muchas cosas le pasaron por la cabeza, entre ellas que cuando tuviera su primera novia iba a ser divertido molestarlo, meterse con Langa había sido su mayor afición desde que lo sostuvo entre sus brazos. Pero para ser sinceros nunca imaginó que Nanako iba a enloquecer. Cuanto menos que tendrían que pasar por la aprobación de los padres mucho antes de que Langa lograra un noviazgo.

Y como que las cosas estaban yendo demasiado rápido. Es decir, Oliver tuvo al menos tres novias más o menos serias y cuantiosas amistades femeninas antes de comprometerse con Nanako. Esas relaciones le ayudaron a saber que buscaba en la que sería su compañera y hacerse una muy buena idea de lo difícil que eran las relaciones. Langa por el contrario estaba navegando a ciegas y...

―No es bueno entregarse a la primera persona que llega a tu vida ―se lamentó Oliver en voz baja mirando al techo.

―¿Sin importar que sea la correcta? ―preguntó Langa apersonándose junto al respaldo del sofá.

―Langa ―jadeó Oliver irguiendo medio cuerpo, muy desconcertado. Porque nunca fue su intención que su hijo escuchara ese pensamiento en específico.

Ambos se quedaron mirando, Langa suplicando una respuesta y Oliver rogando porque lo siguiente que saliera de su boca fuera acertado.

―¿Y como sabrás que es la persona correcta, si no te has permitido experimentar?

El planteamiento era razonable se dijo Langa mientras los engranes de su cerebro se movilizaban para encontrar una defensa.

―La mayoría de las cosas correctas se sienten bien, si se siente bien entonces es correcto ―reto Langa.

Oliver meneó la cabeza negando.

―Un delincuente puede sentirse bien robando, y no por eso es correcto.

―Pero un robo es una acción inmoral, una acción que repercute y daña a un tercero. Por lo tanto, no es un ejemplo aceptable. El cariño, el afecto y el amor no son cosas morales, a menos que... ―y Langa se mordió la lengua antes de agregar lo siguiente. ―Desapruebes la diversidad sexual.

Oliver abrió los ojos tan grandes como le fue posible, ¿acaso Langa estaba diciéndole indirectamente que estaba dispuesto a todo por el cariño que estaba sintiendo?

―Langa, tu... ¿has pensado en eso?

Langa encogió los hombros restándole importancia.

―Fue prácticamente una unidad en la clase de biología. Creo que el tema era comportamiento y supervivencia de las especies. Luego volvimos a hablar de eso en Sociales. Pero... ¿Por qué estás pensando en eso papá? Es raro en ti darle importancia a ese tipo de temas como no se relacionen con mamá.

Y Oliver se dejó caer de nuevo sobre el sofá al comprender que Langa solo había respondido a su comentario de manera casual, sin llegar a relacionarlo con nada personal.

―Estoy lista, podemos irnos ―dijo Nanako saliendo de la habitación vistiendo el primer conjunto de ropa que se probo hace como dos horas.

Ya arriba del auto Nanako en el asiento del copiloto se mostraba bastante feliz, de hecho era como ver a una niña a la que llevan a un parque de diversiones, Langa en la parte de atrás se retorcía las manos nervioso mientras se ajustaba una y otra vez la ropa, y Oliver con las manos firmes en el volante rogaba porque la cena y lo que restaba de la noche se desarrollara sin contratiempos.

―Estamos llegando ―anuncio Oliver después de apenas quince minutos mientras buscaba con la mirada un lugar adecuado para estacionar el coche. Una vez hecho dejó salir un suspiro.

―Genial ―dijo Nanako apretando entre sus manos el regalo que había adquirido para la ocasión, un bonito juego de recipientes de porcelana.

Langa respiró profundo, y volvió a alizar su ropa comprobando que no tuviera arrugas.

El edificio era apenas aceptable, no se veía derruido, sin embargo cualquiera diría que las paredes agradecerían una nueva capa de pintura como mínimo. Subieron hasta el tercer piso por las escaleras porque el ascensor no servía y tocaron la puerta del fondo.

Los tres Hasegawa estaban nerviosos por diferentes razones y en muy distintos niveles, así que cuando la puerta se abrió también lo hicieron sus inseguridades.

Koyomi fue la encargada de abrir la puerta y se sorprendió un poco al ver la incomodidad en los rostros de sus invitados, una imagen que le dio la idea equivocada de su sentir, pues ella pensó que se debía al estado de su vivienda. Pues por el tipo de ropa y lo poco que les había contado Reki de ellos, los Hasegawa eran una familia con buena solvencia económica.

Pero guardando las apariencias los recibió de la mejor manera y los hizo pasar, no sin sentirse un poco avergonzada a su muy modesta sala, que habían tenido que adaptar para que también funcionara como comedor, porque en el suyo no iban a entrar.

Toshio estaba en ese momento acomodando los platos y cubiertos, por lo que al entrar les sonrió agradablemente, antes de indicarles con la mano que podían ir tomando asiento. Normalmente se esperaba que pasaran a la estancia, sala de estar o salón del té para mantener una conversación agradable, pero en ese pequeño departamento no tenían el espacio suficiente, por lo que a pesar de ser un tanto descortés sentarlos a la mesa de inmediato, como si desearan terminar con la velada lo antes posible, no había de otra.

Toshio se inclinó frente a los Hasegawa agradeciendo sinceramente una vez más toda su ayuda y bondad a su hijo, quien solo hablaba maravillas de ellos. Y aunque lo decía en serio, una parte de Toshio se sentía abrumada por el tipo de personas con las que Reki tan fácilmente se relacionaba y un tanto avergonzado por recibir a alguien como Oliver, un hombre que ha sabido darle a su familia estabilidad mientras que él...

―Reki es un sol ―se apresuró a contestar Oliver, ―y nos ha brindado muchas alegrías desde que lo conocimos, es un chico maravilloso ―aseguró.

―¡Oh! Es bueno saberlo, ¿verdad Reki? ―dijo Masae apersonándose en la estancia ayudando a Reki a llegar a su puesto en la mesa.

A Reki le brillaban los ojos y se le colorearon las mejillas, Oliver, su héroe acababa de llamarlo un sol frente a su familia. Y si alguien hubiera tenido cuidado con los detalles habría notado que ese fue el principio del desastre porque Nanako y Masae con su increíble sentido maternal se percataron de la reacción de Reki, y en menor medida todos los demás.

Masae pensó algo así como; espero que sea solo platónico.

Lo de Nanako fue más como; Dios, que no sea lo que estoy imaginando.

Toshio desvió la mirada porque se sentía muy mal de solo considerar que Reki admiraba más a Oliver como hombre que a él.

Koyomi abrió la boca y dibujo con los labios una "o" pues ella fue la única que no se enfrascó en la reacción de Reki, sino que tuvo el tino para girar en dirección a Langa para saber cómo lo había tomado.

Y Langa, Langa parecía en shock, el color se le había ido del rostro y todo él estaba tan rígido que Koyomi pensó que si lo golpeaba se desquebrajaría como cristal templado.

De los presentes los únicos ajenos a todo eran las gemelas que jugaban sin permitirse inmutarse por la repentina tención en el ambiente, y Oliver que con su suave y cálida sonrisa miraba la forma en la que Reki reaccionaba tímido a su halago, logrando únicamente hacerlo ruborizar aun más.

El té fue servido, pero contrario a lo que cualquiera imaginó o esperó, estaba resultando ser muy incómodo, por lo que Reki enemigo del silencio se lanzó por el único tema que le pareció seguro.

―La nieve pronto desaparecerá, pero Anna me contó que esta a nada de un torneo Oliver-san ―dijo y la saliva se le atoró en la garganta cuando tuvo que agregar un honorifico al nombre, porque no acostumbraba a usarlo en Big Kicker, pero en presencia de sus padres esa familiaridad se sentía mal.

―No solo yo, Langa también participará en la categoría Jr. ―comentó feliz Oliver por dejar atrás la incomodidad. ―Es un fiero competidor ―agregó orgulloso, mientras con la mirada buscaba apoyo de su hijo sin encontrarla, porque Langa estaba mirando su taza como si en el líquido que contenía estuviera la respuesta del origen de la vida. ―El año pasado quedamos en segundo y primer lugar respectivamente ―continuó hablando Oliver sin entender porque Langa estaba tan apagado, era él quien deseaba acercarse a Reki, quien debería estar haciendo lo posible por encajar. Contrario a eso, si Oliver tuviera que intentar adivinar lo que deseaba entonces... quiere irse, se dijo mordiéndose el labio inferior por dentro. Una revelación que le hizo doler el corazón.

Y como Langa era la persona más importante de su vida, el único al que protegería por sobre cualquier cosa, por sobre cualquiera, entonces disimuladamente escribió en su teléfono un mensaje que envío a su hijo.

(si quieres que nos retiremos, puedo inventar una buena excusa)

Langa leyó el mensaje y solo hasta entonces elevó la mirada para observar a su padre, ese hombre al que amaba tanto y que sin saberlo tenía lo que él deseaba. Y una parte de él quería irse, salir corriendo de ahí, y la otra, una muy grande, la competitiva que vibraba únicamente en los torneos, ahora rugía dentro de él reclamando pelear. Si huía estaría prácticamente admitiendo su derrota.

Por eso con determinación negó con la cabeza.

―¿Tal vez te gustaría vernos practicar? ―se forzó a decir Langa sintiendo como su rostro se pintaba de rosa cuando sus ojos se clavaron en Reki.

―Es una gran idea ―apoyó Oliver. ―Aunque quizás esta semana sean solo ustedes dos ―agregó con un gesto pensativo, aunque por dentro estaba festejando el hecho de que la invitación había venido de la iniciativa de Langa. ―Anna va a estar fuera y tengo que encargarme del inventario de Big Kicker antes del descanso de verano.

―Sí es por eso yo podría... ―ofreció Reki con los ojos brillantes y una dulce sonrisa ilusionada acompañando su ofrecimiento.

Y como si el mundo, no, no el mundo, la realidad. Como si la realidad se estrellara en su rostro, Oliver por fin entendió lo que estaba sucediendo, pero manteniendo la esperanza de estar equivocado porque entonces no sabría resolver este enredo.

―Reki, eres muy JOVEN ―dijo remarcando la última palabra, ―deberías divertirte. Además, con esas heridas no vas a poder trabajar por al menos otra semana ―argumentó Oliver buscando apoyo de Toshio.

―Oliver-san tiene razón ―apoyó el padre de Reki. ―Dejaste el skate porque te arrastre hasta aquí, pero si el snowboard puede regresarte algo de felicidad...

―Oh, papá, tú no tienes la culpa ―replicó Reki sujetando por sobre la mesa la mano de su padre.

Toshio afirmó con la cabeza sin atreverse a mirarlo, no quería ver el gesto de condescendencia que seguramente le estaba dedicando.

―Pero sigo estando de acuerdo con Oliver-san, debes darte un tiempo para ti.

Masae se levantó de la mesa discretamente para ir por la cena a la cocina sin percatarse que Nanako la había seguido.

Al llegar dejó salir un suspiro, esto no estaba saliendo como lo planeo y...

―Puedo ayudar ―ofreció Nanako sobresaltando a Masae. ―No quise asustarla, yo solo... creí que estaría bien que yo...

―Está bien querida, solo... no te sentí llegar.

Con una coordinación que solo las madres podrían tener Nanako comenzó a moverse de la cocina a la mesa, buscando en su mente alguna forma de entablar una conversación con Masae, porque no podía solo decir... ha notado que su hijo le está coqueteando a mi marido, aunque en realidad no estaba haciendo eso, Reki simplemente estaba tan deslumbrado por Oliver como un adolescente con alguna estrella de Rock. Lo miraba hacia arriba sin la intención de trepar para alcanzarlo, solo resignado a verlo, y eso no era malo. Y luego estaba Langa... ¡Dios! su niño debía estar deseando irse de ahí.

Apenas entrar al comedor Nanako sintió su corazón romperse, Reki reía de algún comentario que Oliver había hecho o quizás alguna anécdota que ambos compartieron durante el turno del muchacho en Big Kicker, mientras Langa miraba completamente excluido.

―Cierto, y luego empujó aquella caja y todo se vino abajo ―agregó Reki haciendo gestos exagerados con las manos.

―Sí, y aun no puedo creer que corrieras intentando salvarla ―y Oliver se rio con fuerza. ―Tu cara toda sucia e inconforme era para enmarcarla.

Nanako no podía negar que Reki era un buen chico y que de ninguna manera buscaba entrometerse en la vida de Oliver de manera romántica, pero esta situación era menos que ideal y no iba a permitir que Langa pasara por todo esto. Así que armándose de valor y para ser sincera consigo misma también de enojo, dejó el recipiente con los alimentos en la mesa y con una sonrisa demasiado forzada como para no notarla, se disculpó porque acababa de recibir un mensaje del hospital y debía marcharse.

―¿Langa, cariño puedes llevarme? ―preguntó Nanako.

Langa asintió con la cabeza, se puso de pie y camino rumbo a la salida sin ver a nadie. Oliver lo imitó, porque no pensaba quedarse ahí mientras su familia se retiraba.

Reki y Toshio los acompañaron a la puerta, el término de la velada fue demasiado brusco y rápido para que cualquiera de los Kyan pudiera intentar persuadirlos de quedarse.

―Lamento que no podamos quedarnos, y gracias por su hospitalidad y que tengan buena noche ―dijo Oliver antes de salir.

Reki al ver la puerta cerrarse sintió un enorme pesar mientras se preguntaba que había salido mal. ¿Había hecho algo para ofender o molestar a la esposa de Oliver? Pensó que todo iba bien y luego...

―Reki ―llamó Masae con los ojos amorosos y las manos extendidas.

―Mamá, ¿hicimos algo mal?

Masae quería darle un suave coscorrón mientras lo llamaba niño tonto, como cuando apenas le llegaba a las caderas y corría por la casa quitándose la ropa porque era divertido. Sin embargo, se contentó con abrazarlo y susurrarle que todo estaría bien.

Koyomi unos pasos atrás no estaba tan segura de que eso fuera cierto.

continuará...

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