21
Laia iba a llegar en poco tiempo, por lo que me había dicho llegaría en menos de diez minutos.
No es la primera vez que venía mi casa así que no me preocupe porque no sepa como llegar, ha venido un par de ocasiones en épocas de navidad con mis padres.
Abdel no estaba, tuvo que salir por algo de su trabajo y no sé en cuánto tiempo va a llegar, solo me dijo "me tengo que ir por algo del trabajo. Suerte" y ya, así que no creo que esté aquí para recibir a mi hermana conmigo.
Me la pase haciendo limpieza toda la mañana y acomodando el cuarto de huéspedes para que Laia pueda sentirse cómoda y en su casa. Aunque ella sabe que ésta es su segunda casa.
Cuando terminé de ducharme y de arreglarme camine a la sala para ver televisión. No me arreglé tanto porque sé que no es necesario.
Pasó un largo rato hasta que escuché que tocaron la puerta.
—Llegó la pizza —dijo Laia imitando la voz de un hombre.
Reí, siempre sale con alguna locura. Me levanté rápidamente para abrir la puerta.
—Yo no pedí pizza, disculpe —contesté haciendo una mueca de duda, siguiéndole el juego.
Aunque de verdad trae una caja pizza.
—Es gratis tiene que aprovechar —dijo moviendo los hombros locamente a los lados mientras reía.
—Entonces con todo el gusto del mundo aceptaré —asentí con la cabeza mientras me hacía a un lado para que ella pudiera entrar.
—Te extrañe tanto —me abrazó con un solo brazo porque en el otro cargaba la pizza. Que no sé si es solo la caja.
—Y yo más —respondí mientras le correspondía el abrazo. La apreté tan fuerte que ella soltó un quejido, fue que la solté.
—Demore un poco más porque me dio hambre y pase por pizza —explicó mientras entraba a la sala. La ayude con sus maletas cuando dejó la pizza en la pequeña mesa de la sala.
—Que bueno porque no hice comida —hice un gesto de frustración. Sé cocinar lo malo es que soy demasiado perezosa.
—Ni lo harás. Tú no sabes cocinar —dijo burlona mente mientras me miraba. ¡Claro que sé cocinar!
—Lo dice la chef de la familia —traté de atacar mirándola detenidamente.
—Al menos sí sé cocinar —alzó la cabeza con orgullo.
—¿Y yo no? —pregunté ofendida.
—No —sacó la lengua de forma infantil.
—Ya ya vamos a comer —dije cortando el tema.
Nos sentamos en el sofá para platicar.
—Laia tienes que conocer a Abdel —dije cuando terminó de contar el porque de su llegada.
—Me intriga saber quién le robó el corazón a mi hermana —hizo una cara de estar pensando.
—Es muy guapo —admití sonriendo bobamente mientras en mi mente se veía la imagen de él y su sonrisa.
—No creo que sea algo que no haya visto —dijo frunciendo el ceño.
—Es que él es diferente
—Mientras no sea un asesino en serie oculto en un empresario, todo bien —puso su cara de asustada y se llevó una mano a su pecho.
—Mensa no —reí sarcástica—. Él es un amor de persona. Es perfecto —suspiré.
—Cuándo uno se enamora dice que la persona que ama es perfecta —hizo una cara de asco. Ella no es fan del amor.
—¿Y tú cómo sabes? Si nunca te has enamorado —dije mirándola interrogativa.
—Sola basta con observar a las personas —volteó los ojos—. Por ejemplo, tú —me señaló.
Después ella me contaba de como iba en la universidad y el cómo nuestros padres no la querían ayudar porque decidió estudiar una carrera artística, todo lo que tuvo que pelear por su derecho como hija. No sabía que había pasado por ese problema, si me hubiera enterado antes la hubiera ayudado. Me molestó que hasta ahora me haya enterado del problema y de que ni ella ni mis padres tuvieron la intención de decirme nada.
Como dije somos muy diferentes, yo estudié para estar en empresas y ella estudia para estar en arte, dos mundos diferentes. Supongo que por eso fue el pleito, papá dice que los artistas no sirven. Prácticamente me obligó a estudiar para empresas y lo hice, para tener un buen trabajo y ayudar a mamá.
Estábamos comiendo y riendo cuando tocaron, otra vez, la puerta. Sospechaba quien era. Me levanté para ir a abrir la puerta, debe sacar una copia de la llave, pensé.
—Hola amor —saludé cuando abrí la puerta.
—Hola cariño —me dio un beso en la frente. No me conforme con eso, así que agarre su cara con mis manos y deposite un pequeño beso en sus labios.
—Te dije que si iba a hacer mal tercio —habló Laia cuando me separe de Abdel. Él la volteó a ver.
—No digas eso, amor te presento a mi hermana Laia y Laia te presento a mi prometido Abdel —dije señalándola a ella y después a él
—Mucho gusto —él se acercó a ella y estiró su mano en su dirección.
—Igualmente —respondió ella estrechando su mano de él.
Se quedaron así unos segundos, viéndose y agarrados de las manos.
—No nos parecemos en nada, ¿verdad amor? —hablé de nuevo y ellos separaron sus manos.
—No claro que no cariño —no dejó de mirar a Laia ni ella a él.
—¿Quieres comer pizza? Compre cuando venía para acá —dijo ella y señaló la mesa donde reposa la pizza.
—Si me invitan si —contestó sonriendo.
—Bien voy por tu plato amor —caminé a la cocina para buscar un plato y un vaso para que coma Abdel con nosotras.
Cuando regrese ellos estaban platicando muy cómodamente en el sofá.
—Lo sé es lo mejor del mundo —oí que Laia comentó mientras servía su porción de Abdel
—¡Exacto! Es un sabor agridulce muy satisfactorio —contestó él sonriendo. Le di su plato, me agradeció con una leve sonrisa.
—A Gemma no le gusta por eso compré la mitad de pepperoni y la otra mitad hawaiana
—¿De qué cosa? —pregunté con duda.
—De la pizza, no te gusta la pizza hawaiana —Abdel alzó una de sus bonitas cejas.
—¿No te gusta? —pregunto Abdel mirándome ofendido.
—En mi defensa, no es mi culpa que no a todos nos guste lo mismo —respondí mientras me encogí de hombros. Me senté en el otro sofá.
—¡La pizza hawaiana es lo mejor del mundo! —gritó Laia a todo pulmón. Abdel asintió mientras sonreía viendo a Laia.
Fue una gran noche. Laia y Abdel se llevaron bien.
Me alegra saber que mis dos grandes amores se agraden.
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