17

Me encuentro hablando por teléfono con Laia, le contaba lo que sucedió en la noche con Abdel. Todo había sido raro, Abdel me despertó en la noche y despueś se fue. Ni sé a que hora regresó en la madrugada, mucho menos sabía a donde había ido.
Aproveché mientras fue a comprar el desayuno para hablar con mi hermana.


*Flashback*

Nos acostamos a dormir porque según ibamos a salir temprano a realizar la despensa. Estaba durmiendo cómodamente cuando...

¡No! A ella déjala, ¡no!

Me desperté asustada cuando vi que Abdel estaba sudando y su rostro tenía una mueca de dolor mientras negaba con su cabeza, me asusté de inmediato. Jamás había pasado algo como eso.

Abdel, amor despierta —traté de despertarlo moviendo su brazo repetidas veces. Parece que no funciona.

—¡No! —gritó de nuevo pero más fuerte.

¡Abdel! —grité también en un intento de que despertara.

¡Déjame! —gritó y se sentó de golpe en la cama. Me alejé asustada de él y de su comportamiento.

Amor solo fue un sueño —susurré tratando de tranquilizarlo mientras me volvía a acercar lentamente a él.

Lo siento, no fue mi intención despertartehabló cuando su respiración se calmó mientras cubría su rostro con ambas manos.

¿Puedo ayudarte en algo?susurré de nuevo.

No —respondió seco. Se levantó de la cama.

¿A dónde vas? —pregunté asustada al ver que caminaba a la puerta de la habitación.

Necesito estar solocontestó y se salió del cuarto

Se fue dejandome así sin más, muy asustada y confundida.

*Fin flashback*

—Hermana, entiéndelo es feo pasar por eso —habló Laia cuando terminé de explicarle todo.

—Lo sé por eso te pregunto qué hacer —recargue mi cabeza en mi mano izquierda.

Me encuentro en la cocina, esperando a que llegue Abdel.

—Dale su tiempo, no es nada fácil pasar por eso —volvió a insistir. Ella dice que no le pregunte nada a Abdel porque es lo mejor, yo solo quiero saber que le pasó.

—¿Tu crees que deba tomar alguna pastilla o algo así? —dije cuando se me ocurrió la idea. Tal vez eso lo pueda ayudar, pensé.

—No lo sé, no sabemos qué es lo que tiene —suspiró. Me dijo que no pudo dormir y se está muriendo de sueño. Aún así está hablando conmigo en vez de dormir, adoro a mi hermana.

—Es que se veía muy asustado —dije recordando su rostro. Esa imagen no se puede borrar de mi mente.

—Lo sé, solo no lo presiones él sabrá qué hacer ante su situación. Tu responsabilidad es apoyarlo como su pareja —explicó delicadamente. Tiene toda la razón.

—Es que quiero ayudarlo, se veía muy mal —mi voz sonó triste. Me duele no poder ayudarlo.

—¿Qué hacías cuando me pasaba a mi? —dijo suavemente. Sé que no le gusta tocar ese tema.

—Me acostaba a tu lado y te cantaba para que pudieras dormir de nuevo —sonreí ante el recuerdo. A Laia siempre la calmaba así y yo siempre estaba encantada de poder cantarle. Nos quedaban la dormidas abrazadas.

—Pues hazlo mismo con él —respondió de manera obvia.

—¿Le tengo que cantar también a él? —pregunté extrañada mientras fruncí el ceño. ¿Cantarle a Abdel? Una cosa es que lo hiciera con ella de niña, cantarle a Abdel es otra cosa.

—No mensa, solo quédate con él sin llenarlo de preguntas, así como hacías conmigo —lo dijo en forma de regaño, ay ¿por qué me regañan?

—Entonces, ¿solo lo distraigo? ¿No? —dije lentamente mientras procesaba la información.

—Exacto, lo peor que puedes hacer es llenarlo de preguntas, es un fastidio cuándo hacen eso —chasqueo la lengua.

—Lo sé —dije suspirando. Siento una enorme impotencia al no ayudar a Abdel.

—Ya sabes que hacer —respondió entre un enorme bostezo. Ay mi niña está realmente cansada.

Iba a contestarle cuando oí el sonido de la puerta.

—Laia acaba de llegar Abdel te hablo después, adiós —dije susurrando y colgué, ni tiempo de responder le di a la pobre. Pero sé que se acostará a dormir así que no se molestará, creo.

—Ya llegué —escuche que gritó Abdel. Grita como si estuviera sorda.

—Voooy —respondí mientras llegaba hacia su lado.

—¿Puedes creer que una bebé me estaba coqueteando? —soltó riendo mientras me daba un cálido beso en la cabeza. Me encanta que siempre haga eso.

—Con que tengo competencia, ¿he? —dije mientras agarraba la bolsa que tenía en sus manos. Él soltó una leve risa.

Adivinen que íbamos a desayunar... ¡Donas y café! Que raro ¿no?

A este paso voy a engordar mucho. Me da igual, son lo más delicioso en la vida.

—Que te puedo decir tengo mis encantos —respondió con arrogancia mientras nos dirigimos a la cocina. Repito, se está juntando mucho con Aina. A veces siento que es Aina en versión hombre.

—No lo negare —puse las donas en platos. 

Empezamos a desayunar en silencio, después de un tiempo se acostumbra uno.

—Amor —dije para llamar su atención

—¿Qué pasó? —contestó mientras dejaba de masticar.

—Gracias por estar conmigo —solté como si fuera un gran secreto.

—Sabes que no tienes que agradecer —sonrió enormemente.

—Te amo —no pude evitar decirlo. Siempre tengo que decirle eso.

—Lo siento por lo de anoche, no tenías porque haberme aguantado —agachó la cabeza. Su voz sonó cansada.

—No tienes de que preocuparte —me encogí de hombros, siguiendo el consejo de Laia

—Es que estabas tan asustada —se ve arrepentido. No tiene que estar arrepentido, no es su culpa.

—A mi hermana también le pasaba, así que sé que hacer —al decir eso traté de hacerlo sentir mejor.

—¿De verdad? —preguntó alzando la mirada y vi como sus ojos brillaron esperanzados.

—Si, de niña siempre tenía pesadillas —expliqué volviendo a recordar viejos tiempos.

—¿Pesadillas? —preguntó confundido.

—Si, ¿de qué hablabas tú? —lo miré extrañada.

—No, no nada, sigamos desayunando —continuó comiendo mientras agachó la mirada pensativo.

Luego de eso no volvimos a hablar del tema. No insistí como quise hacerlo porque como dijo Laia, es incómodo que te llenen de preguntas. Sé que cuando Abdel me quiera decir que pasó lo hará porque porque sale de él hacerlo.

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