16
Ha pasado un largo mes.
El mes que Abdel me pidió.
Todo seguía igual como cuando lo conocí, solo que ahora éramos pareja oficialmente, me hizo la pregunta en la cafetería. Dijo que ese lugar era nuestro sello personal, fue muy lindo ese día. Fuera de eso nada nuevo. Ahora somos la sensación en la oficina, todas dicen que soy una zorra porque solo lo quiero por su dinero, ay... Si supieran que es lo que menos veo en él, igual no le tomo mucha importancia porque se que es la envidia la que habla. Ahora nuestra confianza creció y todo se siente bien entre nosotros.
A veces salía con Abdel a cenar, en otras ocasiones salía con Aina de compras, hablaba con mi mamá por teléfono y con mi hermana cada fin de semana. Eran raras las veces que hablaba con mi papá, él es muy reservado por lo tanto no hablamos mucho pero él dice que siempre está al pendiente de mi, los extraño mucho. Que más quisiera que tenerlos aquí conmigo.
Hoy es el día en el que dejaré de estar sola.
Lo que hacía emocionante y especial este día, era que Abdel iba a mudarse a mi casa.
Iba a vivir conmigo. Al fin todos los santos a los que les rece me escucharon.
Sólo estaba esperando, ansiosa, por su llegada.
Y como por arte de magia el timbre sonó, indicando que había terminado mi tiempo espera.
—Hola amor —saludé haciéndome a un lado para que pueda entrar, lo mire rápidamente.
—Hola cariño —habló entrando con sus maletas y colocándolas en el suelo, una vez que entró cerré la puerta.
—¿Tuviste problema al agarrar taxi?—pregunté, se había tardado mucho más de lo que me había dicho.
—No, lo que pasa es que me retrase un poco porque ayude a un niño con sus compras —comentó al mismo tiempo que se sentaba en el sofá. Él ya se siente como en su casa, no hubo problema en adaptarse. De hecho se la pasaba más tiempo aquí que en el hotel donde dormía.
—Ay amor, tu siempre de generoso —dije mirándolo con mucho amor y ternura mientras caminaba hacia él.
—No es nada —respondió restandole importancia. Me acerqué y lo besé mientras me sentaba en sus piernas. Sé que le gusta que yo tome la iniciativa.
—Cariño— me detuvo. Lo volví a besar para que dejara de hablar e interrumpiera el momento como siempre hacía—. Tengo que hacer las maletas —susurro mientras me alejaba lentamente y señalaba las maletas. Desde que estoy con él mantengo mi vida sexual muy activa.
Observé las maletas por unos segundos pensando en que hacer. En realidad no hay nada que hacer.
—Amor tenemos todo el tiempo del mundo —le respondí volviéndolo a besar con más intensidad mientras le quitaba la playera de paso.
***
Era de noche, nos encontramos en el lindo restaurante donde me invitó a cenar por primera vez.
Era como una pequeña celebración porque ahora vivimos juntos. Está vez a él se le ocurrió que saliéramos. Eso me hizo más feliz, ¿vieron que si es un amor?
—Amor, ¿tú tienes la idea de casarte algún día? —pregunté de la nada.
Se atragantó y empezó a toser mucho al mismo tiempo que se ponía rojo como un tomate, me puse de pie rápido para caminar hacia su lado, él hizo por agarrar un vaso de agua y beberlo, le di repetidas palmadas en su espalda hasta que dejó de toser, joder que susto me dio. Me dirigí a mi asiento de nuevo. No era la reacción que esperaba. Más bien no esperaba que se ahogara por mi culpa.
—Pues no lo he pensado aún —respondió después de unos minutos mientras se limpiaba los restos de comida con una servilleta y regresaba a su color normal. Ay mi bebé.
—¿No te gustaría? —volví a insistir con más calma.
—La verdad no está en mis planes —hizo una mueca de ¿frustración?
—Lo sé, lo sé —dije asintiendo—. Yo solo te estoy preguntando si no te gustaría casarte —dije con la esperanza de que diga que si.
—Bueno tienes razón. No lo habia pensado pero si, sí me gustaría casarme —miro su plato de comida.
—¿De verdad? —pregunté esperanzada. Él no vio que me alegró su respuesta.
—Si, digo a quien no le gustaría tener un familia —se encogió de hombros.
—Entonces, ¿si te gustaría casarte conmigo? —la pregunta salió rápido de mis labios que al reacciones abrí los ojos lo más que pude.
—Aún es pronto cariño —me miró, no pude descifrar su expresión.
—Lo sé, no digo que nos casemos ahora, puede ser más adelante —hable apenada por lo que pregunté.
—Bien, veamos como va todo —sonrió con dulzura.
—¿Entonces en un si? —la emoción volvió a aparecer.
—Creo que eso lo debía de preguntar yo —contestó burlón. Si, se había juntado con Aina también. Últimamente se han estado llevando bien.
—¿Qué cosa? —pregunté confundida por su respuesta.
—El que si te gustaría casarte conmigo —respondió sin quitar su sonrisa burlona.
—Estamos en el Siglo XXI da igual —¿excuse me? Él sigue pensando a la antigua. Que bueno por que yo también.
—Para mi no es así —respondió muy serio ¿se volvió a molestar? A veces no entiendo sus cambios de humor.
—Abdel —ije observandolo seriamente así como él me mira.
—¿Si? —no cambio su mirada. Creo que estamos teniendo una guerra de batallas en estos momentos.
—Me gustas mucho —su semblante cambio a uno sorprendido y después de unos segundos sonrió. Ja ¡gané!
—También me gustas cariño —mi semblante cambio a uno de ternura para también sonreír.
Continuamos cenando y platicando sobre temas irrelevantes. Seguimos haciendo guerra de miradas como niños pequeños porque él no superaba que le ganara, incluso algunas personas nos veían raro. Es un muy mal perdedor. Aún así para mi es perfecto.
Una vez que terminamos de cenar y de jugar nos dirigimos a nuestro hogar.
Nuestro.
Me gusta como se oye. Suena muy bien.
Mi sonrisa se agrando mientras lo observaba hablando sobre la cena.
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