15
Desperté con muchos ánimos y eso era algo bueno para mi, desde que conocí a Abdel me he sentido muy feliz. Sería la mujer más feliz del mundo si tuviera en mi casa a Abdel, a mi mamá, papá y s mi hermosa hermana. Creo que ese es mi nuevo sueño por cumplir.
Me puse bonita, hasta me maquille y peine, estuve decidiendo un buen rato qué hacer con mi cabello hasta que opté por hacer una trenza francesa, pero como mi cabello era largo me llevo un largo tiempo. Siempre me gustó tener el cabello largo, mi hermana Laia siempre lo mantenía corto y yo largo.
Me miré en el espejo y sonreí al ver mi reflejo. El delineado me quedo bien para ser primera vez haciéndolo. Mis labios se ven muchos más gruesos y mis pestañas se ven más largas.
Me veo bien.
Últimamente estaba sonriendo mucho y eso me gustaba.
Me gusta como se ve mi reflejo, me veía feliz, por primera vez me sentía viva, alegre.
Temprano le marqué a Abdel, necesitaba que estuviera conmigo el mayor tiempo posible así que le dije que me pase a buscar.
Por lo tanto Abdel pasó a buscarme para que fuéramos juntos a la oficina. Pasamos como de costumbre a la cafetería y de ahí nos dirigimos a la oficina tomando nuestro café. Ya era rutina diaria esto así que nadie se sorprendía al vernos juntos o eso pensaba yo.
Estaba trabajando cuando vi que Aina venía hacia mi escritorio, me preparé mentalmente para lo que venía, no habíamos vuelto a hablar desde que se fue de mi casa y sé que ella me dirá muchas cosas, más bien me regañara. Y es que la entiendo, si la situación fuera al revés yo haría hasta lo imposible para que no siga viendo a ningún hombre y que no la hagan sufrir, sin embargo la situación no es así.
—Amigaaa —dijo en forma de saludo cuando se sentó en el escritorio.
—Hola —dije evitando su mirada. Sé que si la miro a los ojos le pediré perdón por todo lo que la he hecho pasar.
—Entonces, ¿es un sí? —alzó una de sus bonitas cejas cafés.
—Ahora sí —sonreí y la mire orgullosa. Creí que me gritaría o algo así, me alegro saber que ella me apoya.
—Ya era hora —puso una mueca de fastidio.
—Supongo, en realidad eso es lo que quiero —hable con total sinceridad.
—Ahora eres la envidia de la oficina —dijo dando un leve golpe en el hombro.
—No me importan los demás —me encogí de hombros.
—Eso es todo, cuida bien a tu hombre —sonrió coqueta.
—No digas eso —aunque me gustó lo que había dicho. "Mi hombre" suena lindo.
—Sabes que es así, no te hagas la desinteresada —se cruzó de brazos.
—No es mi hombre —dije con fastidio—. Aún... —susurré para mi misma pero el susurro salió más alto de lo que esperaba.
—¡Eso es todo! —dijo alzando su mano haciendo un puño.
—Aina —dije mirándola seriamente.
—¿Qué fue? —dijo cambiando su cara a una seria al ver mi expresión.
—Abdel es el amor de mi vida —hable con confianza, estoy muy segura de eso.
—Lo sé cariño, se nota que babeas por él —siento que lo dijo burlonamente pero su rostro no lo demuestra.
—Oye —dije en forma de reproche.
—Sabes que es la verdad —ahora si sonrió burlona.
—No, no es así —dije molesta, creo que más bien ofendida.
—Ajá, te creo —no quitó la expresión de burla.
—Solo un poco —murmurre rindiendome.
—Si amiga, si —dijo revirando los ojos.
—Ya Aina —dije frunciendo el ceño. Me chivea que diga eso.
—¿Qué? No estoy haciendo nada —ijo pestañeando varias veces, pareciendo inocente. Esa mujer de inocente no tiene ni un pelo.
—Amiga, estoy muy feliz —dije recondardo lo que le quería decir.
—Lo sé cariño, me alegro que sea así —me regalo una sonrisa sincera. Sé que está feliz por mi.
Seguí platicando con Aina un rato más hasta que vino nuestro jefe a buscarla para que siguiera trabajando y amenazarla de que si se volvía a escapar la iba a despedir.
¿Ella que hizo? Reírse en su cara.
¿Que respondió ella? "que ni él se lo creía".
Definitivamente tienen algo y pronto lo voy a averiguar.
***
Ya era de noche así que sin más por hacer me dirigí a la salida de la oficina para estar con Abdel. Quien ya estaba esperando por mi en la salida del edificio. Me puedo acostumbrar a esto por el resto de mi vida.
—Buenas noches —dijo cuando llegue a su lado. Siempre tan respetuoso.
—Buenas —le di un corto beso en la mejilla. Mi intención era besarlo como si no hubiera mañana pero no lo hice porque habían personas saliendo de la empresa.
—¿Te dejo en tu casa? —ladeó un poco su cabeza.
—Si quieres te puedes quedar para cenar —dije para que vuelva a quedarse en mi casa a dormir, no para otra cosa. Hay dios mío el juntarme mucho con Aina me está afectando.
—Pues entonces vamos de una vez —asintió con una enorme sonrisa.
Empezamos a caminar, estábamos hablando del trabajo de lo típico, hasta que de la nada le dije:
—Oye, ¿por qué no te vienes a vivir conmigo? —hablé sin pensar lo que dije
—¿He? —detuvo su andar para mirarme confundido. Rayos, no debí de haber dicho nada.
—Lo que oíste, digo te ahorrarías el dinero del hospedaje y te queda más cerca la oficina —dije cuando analicé las ventajas de que se venga a vivir conmigo.
—Pues estoy bien en el hotel —agachó la mirada.
—Ou entiendo, solo quise ser amable —hice una mueca.
—Tranquila está bien, entonces espera al fin de mes que se vence el pago —volvió a caminar, hice lo mismo.
—Si esta bien, sabes que por ti esperaria toda la vida —dije recargando mi cabeza en su hombro
Sé que es muy rápido, demasiado.
Es que siento esa necesidad de que este conmigo que ni yo misma lo entiendo y el hecho de que, de alguna manera, haya aceptado me puso contenta.
Por ahora estaba logrando lo que queria.
Tenerlo conmigo era mi objetivo principal.
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