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Arabella se durmió tras la charla con su gata. Más bien fue después de haber llorado en silencio para evitar que la gente se asomara.

De todas las razones que tenía para detestar viajar en el transporte público, no llorar con desenfreno era una. No es que lo hiciera seguido, pero más de una vez le sucedió que las lágrimas desbordaron en pleno viaje en auto.

Extrañaba mucho su viejo Volkswagen escarabajo. Solía usarlo muy seguido, y se había encargado personalmente en buscar aquel color rosa viejo para que le hicieran la chapa nueva.

O era que extrañaba esa parte de su vida en donde fingía ser una humana común y corriente. Para ese entonces, en los años sesenta no debía correr por su vida, más bien corría por diversión. Por Manhattan con esos suecos altos y su cabello cubierto de flores gracias a la moda hippie.

De alguna manera era feliz.

Fingía ser una estudiante, y cuando no deseaba serlo más, se montaba en su coche y recorría largos caminos, junto a su familiar. Ahora dormía en un colectivo, y buscaba la manera de evitar que el mundo de acabé.

De nuevo.

Llegado a su destino, Galaga la despertó. Pero antes dudó en hacerlo. Se veía como un ángel con los ojos hinchados, y deseaba dejarla dormí. Solo que no soportaría los resultados negativos de su broma. Si algo sabía bien de ella, es que no se tomaba muy bien esos chistes.

—Despierta.— dijo moviéndola con suavidad.—No querrás seguir hasta el próximo pueblo.

Fue allí que Arabella reacciono. Debía hacerlo, en efecto terminaría lejos de su destino.

Bajaron y se encontraron con Hisirdoux. Estaban un poco perdido. Con algo de suerte y paciencia un lugareño les dio indicaciones de cómo se debía llegar.

Aún debían caminar para llegar a La Cumbrecita. Según tenían entendido, a la ciudad no se podía acceder con auto. Eran quizás unas cuadras por calle de tierra.

Sin perder más tiempo comenzaron su nuevo camino.

El paisaje del lugar era increíble. El bosque se abría verde y vibrante a los costados, dejando ver algunas casa de tejas rojas entre los árboles. El día estaba a su favor, sin una nube en cielo y la temperatura ideal para correr sin deshidratarse bajos los rayos del sol.

—Vaya, siento que estoy en algún pueblo de Alemania.— comentó Galaga.

—Aca dice que fue fundado por alemanes.— dijo Hisirdoux.

Mientras ellos hablaban de la información que sacaban de internet, Arabella iba leyendo el diario de su madre. Entre líneas descubrió que debían buscar a alguien de la zona.

—Escuchen, debemos hallar a una tal.— se freno para leer bien el nombre.—Amaru Buena ... Buenavista.

—Lindo nombre.— dijo el pelinegro.

—Hay otros más difíciles de pronunciar.— dijo Galaga, y le hecho una mirada.—Como Hisirdoux Casperan, solo tú te puedes llamar así.

El mago rodó los ojos y le dio una palmada a un costado de la cabeza.

—Mejor mueve, Galaga Primero.— dijo a modo de burla.

Arabella quien quería seguir luciendo enojada aguanto la risa de verlos tontear.

—Manos a la obra muchachos.— exclamó.

En cuanto llegaron al centro del pueblo comenzaron a preguntar por esa persona.

Cada tanto frenaba para comer algo. Trataban de no distraerse con cada pequeña artesanía que los regionales le ofrecían pero les era imposible. La gente allí los veía con cierta extrañeza. No siempre llegaba una rubia con una gata blanca en su hombro. Un pelinegro vestido de igual color con un gato en sintonía que lo seguía a todos lados, y un castaño que llevaba sobre sus hombros una serpiente de tamaño mediano. Al menos Nenet, de escamosa piel azul, iba en juego con la remera roja del hechicero.

Sin embargo, y pese a ser unos extraños visitantes, los trataban con amabilidad. Sobretodo a Arabella que iba regalando risas y sonrisa por cada cosa que les ofrecía.

Unas horas más tarde, entraron a un último local. Era un hostal, algo que necesitaban, pronto la noche iba a llegar.

—Hola.— saludo Arabella.—Busco a una tal Amaru Buenavista ¿Sabe dónde la puedo encontrar?

El muchacho que la recibió se cruzó de brazos, y alzó una ceja. Arabella reparo mejor en él y noto que este cargaba con una excéntrica belleza. Su piel tostada, rasgados ojos verdes y ese escandaloso cabello rubio con alguna franjas violetas, había llamado su atención.

Más aún su profunda voz que sono a reproche.

—Yo soy Amaru.— dijo este.

Pese a ser una equivocación inocente, Arabella se sonrojó. Sin entender bien la razón.

—Me imaginó que vienen por la piedra verde.— continuó hablando.

Ahora eso le interesaba más que la belleza de aquel muchacho.

—¿Cómo supiste?— pregunto tratando de no sonar tan sorprendida

—La tierra habla.— respondió.—Pero no podrá ser hoy que hagan la prueba.

Ante la falta de palabras, tanto Hisirdoux como Galaga se acercaron a ellos.

—¿Qué prueba?— preguntaron los tres al mismo tiempo.

Amaru rió, y Arabella sonrió anonadada por el sonido de su risa. E Hisirdoux rodó los ojos al notarlo. Era como si se rodeará de un aura rosada como cuando algo le gustaba mucho.

—¿De que prueba hablas?— pregunto Hisirdoux interrumpiendo la risa y miradas intensas.

Amaru lo vio, y solo pudo provoca en el pelinegro lo mismo que en la rubia.

—En nuestro bosque habita una pequeña deidad. Lule, es quien hace brotar la vegetación.— contó.—A ella se le encargó cuidar la piedra mente, y si son dignos ...

—¿Nos la debemos ganar?— pregunto Galaga.—Pero el mundo podría acabar pronto, no estamos para juegos.

Lo siento gringo, pero yo no hice la reglas.— respondió Amaru.—Ella tampoco, no le gusta esa tarea pero así le tocó.

Galaga desarmo su postura, y por muy mal que se le hiciera, acepto el juego.

—Bien, llévanos con ella.— pidio tratando de no sonar grosero.

—No, tiene que ser en el amanecer.— dijo Amaru.

Contuvo la risa por la expresión de irritación de Galaga. Sabía que era de la Comisión Mágica. Era algo que se notaba a lo lejos pese a no llevar ninguna insignia.

—Pueden pasar la noche acá.— dijo.—Aun queda lugar.— añadió y le guiño un ojo a Arabella.

Este le hizo señas para que le siguieran, y ella, con una gran sonrisa, no dudó en ir tras él.

Al ver eso, Hisirdoux no siento más que celos. Una de esas sensaciones que hacía arder su pecho y llegaba a nublar la mente. Le molestaba sentirse así, y peor aún no poder decir nada. Aún menos luego del desplante que le había hecho en Camelot.

Por otro lado, Galaga lo noto. Estaba seguro que podía cocinar algo con el calor que el mago emanaba.

—¿Qué pasó entre ustedes?— preguntó curioso.—Pensé que estaban bien.

—¿Nos ves bien?— pregunto Hisirdoux.

Galaga le dio unas palmadas en la espalda, llevándose la atención del pelinegro.

—No soy quien para dar esta clase de consejos.— dijo, e Hisirdoux alzó una ceja.—Pero a veces lo mejor es dar un paso al costado.

—¿Qué?— pregunto indignado.

—Si, abrirse.— sonrió.—Veras todo de manera diferente, y así querrás volver a ser su amigo. Es que ¿No lo eran antes de todo? ¿No extrañas eso?

Si lo hacía. Cada día que pasaba y no se podían ni ver, el sentimiento se hacía muy grande. Extrañaba verla reír de lo que sea, y hablar de cualquier tontería. Pero más que nada extrañaba sentirse bien estando con ella, y que sea algo compartido.

—¿Cómo hiciste?

—¿Qué cosa?— preguntó confundido.—¿Hablas de superarla?— Hisirdoux asintió.—Bien, no fue fácil. Pero me di cuenta que no era ni mí mejor versión y ella tampoco.

Hisirdoux dio una carcajada, haciéndo que Galaga se cruzará de brazos y lo vea con enfadó.

—Idiota, hablo estando con ella.— exclamó.—Con ella era diferente al resto, y no lo quería. Y bueno, que Arabella se haya tornado odiosa ayudo un poco.

—¿Son amigos?

—Es más fácil que ser novio.— respondió tratando de no reír.—Mas bien somos frenemies.

Juntos subieron las escaleras, y antes de llegará al primer piso Hisirdoux detuvo la marcha.

—¿Alguna vez dejaste de confiar en ella?

Galaga se tomó una pausa para responder aquello.

—Nunca deje de confiar.— respondió seguro.—A veces lo hacía más, otras menos. Pero siempre confiaba en Arabella, por muy estúpida que sea la idea o lo que fuera que hiciera.

—Pero ella ha mentido mucho, huido ¿Cómo es que se guarda algo de confianza?

—Bueno, primero porque yo tampoco era el más limpio de los dos.— respondió.—Creo que estaba ciego. Y cuando cortamos la confianza, o lo que sea, fue algo diferente.

Hisirdoux parecía no comprender aquello. Por un lado sentía que tenía razones para desconfiar, pero no dejaba de sentirse culpable por eso.

—Oye, el pasado quedó atrás. Hasta lo ocurrido hace diez años quedó atrás.— dijo dando una sonrisa.—Ella sigue aquí, enojada y conqueteando con alguien más, pero está aca y debes aprovechar.

Llegaron al segundo piso, y la vieron hablando con Amaru, y sonreía. Y le sonrió a Hisirdoux en cuanto lo vio, pese a su último conversación. Aunque este reconocía esa sonrisa que cargaba con algo de pena, disfrutaba verla.

Quizás Galaga tenía razón y debía caminar a su lado. Volver a ser lo que una vez fueron. Cerrando lo que sea que sean ahora.

Arabella se apartó de Amaru, e Hisirdoux dejo atrás a Galaga.

—¿Podemos hablar?— preguntaron al unísono.

—Claro.— respondió Hisirdoux.

Salieron a un pequeño balcón. Entre ellos solo había silencio. Les costaba verse a las caras, porque estaban seguros que no aguantarían las lágrimas. Ambos sabían que nada estaba bien, pese a lo mucho que se extrañaban.

Hasta cuándo fingieron estar bien, algo que para ambos se sintió real hasta que duro, sabían que no lo estaban. Y les dolía.

Ambos se engañaban y no querían seguir así. Pues también conocían el resultado de comenzar mal una relación. El pasado que compartían les había dotado de experiencia, y algunas no querían repetir.

—¿Lo puedo decir yo?— habló Hisirdoux.—Es que siento que va a doler menos a que me lo digas tú.

Corrió su mirada al frente. Donde el sol se ocultaba tras la montaña, y dejaba un rastro rojizo bajo un manto oscuro.

—Douxie.— tomo su mano y le sonrió con calidez.—Siempre habrá un lugar para ti en mí corazón. Solo que ahora …

—Ahora no es momento de ocupar ese lugar.— continuó.

Arabella sonrió, mientras fruncía el ceño, y con fuerza aguantaba las lágrimas.

—Quiero que estemos bien, si eso significa no estar a tu lado.— dijo, y la vio.

Tomo una suave bocanada de aire, que largo en forma de suspiro, y sonrió.

—Extraño estar bien contigo, y no me importa si para lograrlo solo debamos ser amigos.— añadió.

—También quiero ser tu amiga.— dijo con voz entrecortada.

—Quiero dejar de ser un extraño a tu lado.— murmuró, dejando sentir un leve temblor en su voz.

Aunque sintiera lo mismo, y eso fuese lo mejor para ambos no negaría que dolía solo ser su amiga. Lo abrazó con fuerza, aún así, el armonioso latido de su corazón lograba calmarla.

Se quedaron por unos minutos unidos por un abrazo, mientras veían como la noche se hacía con todo el cielo. Las estrellas se veían como pequeños puntos resplandecientes e invadían el firmamento oscuro. Hasta se notaban las luciérnagas entre los árboles, pese a la lejanía con el balcón.

Había paz, pese al extraño contexto.

—Este lugar es bonito.— dijo Arabella.

—Creo que deberíamos entrar.— dijo Hisirdoux.

Se apartaron, para verse por un momento, y solo pudieron sonreír.

—Si, tengo hambre.

—Yo igual.— sonrió.—¿Qué se podrá comer?

—Vamos a averiguar.

★★★

*Suena Amigos Simplemente de fondo*

Hola mis duendes de navidad ¿Cómo les va? Espero que mejor que a estos que cortaron, pero son amigos 👀

Wey, ellos no pueden ser novios si no pueden ser amiguis antes, así que bueno.

No fue un capítulo intenso, solo de aprendizaje, y por ahí tiene algo de trama 😂

En fin, espero que les haya gustado. Que hoy la pasen lindo, y comen de rico. Es navidad, y a medio no me importa, solo la comida u.u

Felices fiestas ✨Besitos besitos, chau chau✨

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