✨ Destinados✨

Unos meses después.

Hisirdoux se removió en su lugar por culpa del frío. Lo malo de ese departamento es que con solo destaparse el invierno se coloca con rapidez, y todavía estaban en otoño. Con lentitud abrió los ojos y se encontró con la nada misma. Nadie ocupaba el otro lado, y nada le cubría la mitad del cuerpo.

Se sentó, y mientras se estiraba ponía atención al lugar. Esperaba escuchar algo pero solo había el silencio que una mañana fresca le podría brindar. Tomo la coleta roja que había jurado tirar por lo vieja que estaba, ato su cabello y salió de la cama.

Antes de encender el celular, reparo en esa nota que tenía encuadrada. La letra garabateada en color rojo que decía en grande te amo, y una fecha ilegible, le hizo sonreír. Cada vez que la leí le hacía sonreír, porque le recordaban la seriedad con que Galaga le pidió que sean mejores amigos, y que ninguna otra persona se iba interponer entre ellos.

Era un cálido recuerdo que se mantenía latente en su mente, más que nada gracias a esa nota en una servilleta.

Listo para el desayuno o para encontrarse con alguien fue a la cocina, y la desolación del lugar solo le hizo estar más confundido. Aún había suave perfume invadiendo el lugar, pero no era más que eso.

—No importa.— murmuró.

Mientras se hacía el café, con toda la desazón de la mañana otoñal, una suave voz se oía acercase. El alivio recorrió cada hebra de su cuerpo, y se apuro a la puerta. La abrió, antes que pudiera abrirla del otro lado, y se encontró con su sonrisa. Con esa que veía todas las mañanas, y que justo esa se perdió.

Tomo su mano y jalo su cuerpo hacia de dentro. Dejando a su paso una melódica risa. Y sin dar tantas vueltas, plantó un suave beso en sus labios maquillados con algo de brillo. Lo prolongó por minuto que no la vio desde que despertó, y saboreo sin premura sus labios, como si nunca antes, en las últimas mañana hubiera tocado la dulzura de su boca.

Nunca creyó estar viviendo algo así con ella. Y eso era digno de darle besos en cualquier momento del día.

—Es que dormías tan tranquilo que no quise despertarte.— susurró Arabella en sus labios.—Duermes tan lindo que me da envidia.

—Lo se, soy un ángel.— dijo burlón.—Lo siento es que aveces tengo miedo y otras te extraño.

Arabella se apartó, y le entrego una sonrisa. Un poco feliz, otro poco de pena. Le dolía que aún siguiera tan frágil. Quería usar su magia para agregarle todo el caos en su mente. Pero estaba segura que eso no haría mas más caos. Confía en el proceso, se repetía cada día.

Él ya sanará.

Tomo sus mejillas con las manos frías, y espero a sentir algo de calor bajo estas.

—¿Hoy que sentiste?— pregunto.

—Solo te extrañe un poco.— respondió.

—¿No tuviste miedo?

Él negó, mordiendo su sonrisa coqueta, y Arabella se sintió afortunada, por tercera vez en la mañana.

—Es que ya no tengo miedo a que te vayas.— añadió.—Porque se que estamos a salvo.

Había pasado al rededor de un mes desde que tuvo la sensación que pronto el mundo se iría al carajo. Esa mañana el suelo no paraba de temblar y solo esperaba que ningún edificio se le cayera encima.

  Ahora le preocupaba el frío del otoño que se iba y que podía cocinar para poder quitárselo de encima.

Pese a los últimos acontecimientos, se mantenía tranquilo. Pues le habían dicho que su mejor amiga volvió, y que sólo necesitaba algo de tiempo para recomponerse.

—Ella dijo que luce como un monstruo, y que por eso no quiere que la veas así.— le comunico Zoe, en cuanto fue a Camelot para verla.

Era claro que él nunca la vería así, pero prefirió respetar el espacio que pidió. Para evitar que se sintiera aún más mal.

A unos paso de ingresar al departamento sintió otra presencia.

Cortó la llamada, y busco con la mirada quién era que le provocaba esa sensación. Y a punto de cruzar la calle la vio. Parada sobre una gruesa botas, con lo que no podía entender como hacia para caminar con ese peso. Sus piernas, lo único que se podía ver con claridad además de su brillante mirada, lucían muy delgadas y conservaba un poco largo su cabello.

Quedó paralizado al verla caminar. Era una sombra de lo que supo ser, aún así no encontraba ese monstruo que ella dijo.

Olivia sonreía bajo la gruesa bufanda, y estaba segura que sus ojos brillaban mas que otras veces. Con cierta lentitud y cuidado cruzó la calle. Le pedía a sus piernas que no la abandonen, quería llegará al otro lado sin la ayuda más que la suya.

El último mes que pasó bajo los estrictos cuidados de todos, extraño hacer lo que sea por su cuenta. Pero tampoco podía culpar a nadie por la ayuda que le brindaban. Realmente no podía hacer nada sin sentir el dolor de volver a tener su cuerpo.

Maltratado pero suyo al fin.

Cuando al fin llegó hasta su amigo, este la sostuvo con un claro miedo en su mirada gris. Ella rio, no era el único que la veía como si se fuera a romper por lo frágil que se veía.

—Si eres un monstruo, entonces eres el más hermoso de todo.— murmuró Marius.

Olivia bajo su bufanda, dejando ver una sonrisa de pena color rojo, y subió su mano hasta la mejilla sonrojada de quien tenía en frente.

—Bajo todo este abrigo lo soy, tengo marcas hasta el en cabello que no me atrevo a cortar.— dijo con un hilo en voz.—¿No importa?

Con cuidado, con miedo a que se rompiera si lloraba o lo que fuera, la envolvió en un cálido abrazo. Respiró su perfume, uno dulce que no sentía desde la noche en que se fue. Noche en que estaba dispuesto a terminar su amistad con tal de empezar algo nuevo con ella.

—No importa, porque ahora estás a salvo.— respondió.

Olivia tomo aire hasta donde le alcanzó los pulmones, y se aferró a su cuello con fuerza. Ahora era ella quien sentía que se derrumbaria si se hacía a un lado. Paso su mano por sus rizos, y sintió la suavidad bajo sus yemas, como uno de los pocos recuerdos que la mantuvo en vilo cuando más sintió que se perdía para siempre.

Se apartaron, y ambos rieron como si se hubiesen dicho algo en silencio. Olivia se estiró apenas un poco, y plantó un cortó beso, en sus cálidos labios. No ese beso extravagante que Galaga le dijo que fuera. Sino uno suave que le recordaba todo el cariño que le tenía.

  Busco su mano, y aferrada a esta con suavidad, entraron al departamento.

—Estaba por hacer sopa, este frío está terrible ¿Quieres?— pregunto Marius.

—¿Si mejor pedimos pizza? Hace un mes que solo tomo sopa.— respondió.

—Me parece una mejor idea.— sonrió.

Un año y medio más tarde.

Arabella no hacia más que renegar con el cabello de Galaga. Era muy suave y escurridizo. Este le había pedido un nuevo corte y ella accedió olvidando lo complicado que podía llegar a ser.

—¿Sabes que? Ya me cansaste.— exclamó.—Te dije que no soy peluquera ¿Quieres un nuevo peinado? Ve a uno.

Se apartó de él, y fue en busca de sus pertenencias. Pero Galaga no se quedó quieto, y corrió hasta ella para atraparla por la cintura. La hizo girar, y reír, haciendo que el departamento fuera sonoro otra vez.

—Bajame, me harás vomitar.— pidió entre risas.

La puso el suelo, acomodo algunos cabellos que obstruian su mirada marrón, y le dio un par de toques sobre la cabeza, como su hubiese arreglado algo.

—Este corte es un buen trabajo.— dijo dando una sonrisa un tanto rara.—Pero tienes razón, no eres peluquera.

—Bien, no me ofendo.— dijo Arabella.—Se hace tarde, aún debo vestirme, y obligar a Douxie a que lo haga.

Le dio un beso en la mejilla, corrió a la puerta y se detuvo en esta. Volteó a verlo, y lo señaló.

—Ve a vestirte, toda la tarde haciendo nada.— le regaño.

Salió, y corrió escalera abajo. Llegó hasta su viejo auto. O lo que quedaba de ese y que se dedicó a renovar para que quedara como nuevo. Era chatarra que funcionaba sin hacerla renegar y eso le bastaba. Y por suerte pudo conseguir esa pintura rosa claro que tanto le gustaba.

Sonrió al ver a White dormir atrás. El sol le daba como en un cuento de hadas, y está se veía como un pequeño gato de Alicia en el País de las Maravillas.

Antes de hacer arrancar a su escarabajo, atendió su celular.

—Lindo.— sonrió.

—¿Ya vienes? Estoy casi listo.— hablo del otro lado.

—¿De verdad lo dices? Si, estoy saliendo para allá.

—Claro que lo digo de verdad ¿No confiabas en mis habilidades? Recuerda que soy un maestro hechicero lindura.

—Bien, en lo que terminas de pavonearte, saca mí vestido, y no le toque nada.

Del otro lado se oyó un suspiro, y Arabella negó con la cabeza. Quedaron en silencio, sin ánimos de corta. Por alguna razón, justo en ese día, la boda de Clara y Jim, había entre ellos esos cálidos silencios.

Tengo tu vestido justo acá.— hablo luego de unos minutos.—Es hermoso, justo como la dueña.

—Bueno, yo tengo una sonrisa justo acá, y es tan hermosa como quien la provoca.— dijo Arabella.—Ya llegó.

Cortaron al mismo tiempo, y puso a andar el auto. Tras haber pasado por una farmacia para comprar el esmalte que le faltaba llego al departamento.

Hisirdoux la esperaba con un té de hierbas y frambuesas, y algunas tostadas con mermelada de frutos rojos. Después de tanto tiempo, aún tenía esos detalles que le hacia latir el corazón con fuerza, y le provocaba cosquillas en todas partes.

—¿Le hiciste algo raro en su pelo?— cuestionó yendo a ella.

—Lo de siempre.— respondió.

Extendió sus brazos y se dejó abrazar. No sé había ido mucho tiempo, pero ese día, por alguna razón, más allá de la boda, se les hacía necesario esas muestras de afecto.

—¿Lo mandaste al peluquero?— murmuró.

—Le dije que no cortaría más su cabello.— respondió con una sonrisa.—Que rico hueles.

—Si, me confundí y use tu shampoo.— dijo.

Recorrió el largo de su espalda, y sintió el mismo perfume que ella tenía en su cabello. Era a vainilla y alguna fruta o flores. Hisirdoux sostuvo, desde casi siempre, que así deberían oler todas las hadas, y seres de ensueño.

—Me gusta, creo que podríamos ahorrar un montón solo comprando ese.— dijo Arabella.

—No. Solo tú debería oler asi.— dijo y se apartó.

Arabella le sonrió, y dio un leve bostezo. Era el efecto de sus caricias, más cuando el día era largo y aún no terminaba.

—Mejor comamos algo así me visto.— dijo.

Paso a su lado y se detuvo. Giro sobre si y lo vio con atención. El reencuentro había sido tan acaparador, que no había notado su traje. Estaba claro que no iba a usar saco o zapatos, pero más formal y misterioso no se podía ver.

—Luces tan ...— dio un suspiro, y cubrió su boca.

El traje, un pantalón negro, camisa gris oscuro y un chaleco a juego, era lo que ella llamaba un delicia para sus ojos.

—Comamos que ya me dio hambre.— sonrió.

La ceremonia hizo llorar a más de uno. Clara estaba hermosa en ese vestido blanco con bordados dorados, y Jim era todo un caballero. Arabella estaba feliz por ellos, se merecían eso, y no les creyó el día que había dicho que ha no era novios.

La paso como nunca antes, porque siempre le fue difícil que le invitaran a un boda con el propósito de pasarla bien. Comió junto con sus amigas, se sacó fotos con Galaga, y hablo hasta el cansancio sobre algún futuro cercano con su novio.

Casi nunca era bien recibida en eventos así, y ahora podía notar de lo que se perdió por años.

Ahora se encontraba con Zoe, hablando de su hijo y de Lucero.

—Son muy unidos.— dijo Zoe.—Estoy feliz por ello, y porque no les tengo que dar más clases.

—Si, Nenet hace un buen trabajo.— sostuvo Arabella.

Continuaron la charla sobre los estudios mágicos, hasta que vieron llegar a Olivia junto con Marius. Esta venía frotando la boca de sus estómago, y algo le decía a su novio.

Se frenaron frente a ella, y Olivia puso cara de disgusto.

—No se me hace justo que la comida me caiga así de mal.— sostuvo.

—Veo que es oficial.— sonrió Arabella.

Se vieron, y compartieron miradas de alegría, sin ocultar sus risillas.

—Si.— dijeron al unísono.

—Aun no le dije nada a papá.— añadió Olivia.

—Y decidimos que es mejor hacerlo con mucha gente al rededor.— sostuvo Marius.

Arabella rió por ello, y le dio un fuerte abrazo. Aún no terminaba de comprender que clase de pareja eran, pero les gustaba verlo bien.

—Pero saben que no deben casarse ya.— dijo en cuanto se apartó.—Por suerte no solo los 90s.

—No habíamos pensado en eso.— dijo Olivia.—Primero veamos cómo manejamos esto, y luego hablaremos de una boda.

Le tomo la mano a Marius, y le pidió a Zoe que fuera detrás de ellos. Esta no se negó, pues quería ver la cara de Hisirdoux cuando supiera de la nueva noticia.

Arabella se quedo viendo. Y rió cuando ya estuvieron junto con Hisirdoux, Galaga, Circe y Peggy. Estos últimos se apartó un poco del pelinegro, dando a entender que algo sabían.

Aunque todo era un escenario cómico, y más aún por la cara de su pareja al saber la noticia, Arabella lo aprecio como algo que nunca antes vivió. Era tan nuevo y bueno, que no se imaginaba siendo parte.

Nunca.

Hisirdoux, tras la noticia, gritó, luego lloro, y antes de alejarse de su hija y su novio, los abrazó con mucha alegría. Era algo que no se esperaba, o al menos no tan pronto. Lo que realmente lo hacía una sorpresa. Más aún sabiendo por todo lo que pasó Olivia.

Luego de unos minutos lo dejaron solo. Este giro en dirección a la bruja, y antes de ir a ella, la vio con atención. Lucia tan hermosa. O al menos para él era así. Siempre era así. Si usaba un camisón bueno y lleno de agujeros, o el vestido más elegante de su vida. Con el cabello lleno de frizz, y sin una gota de maquillaje, o hasta con los dientes sin lavar.

Era hermosa.

—Ey, ya sabían esto.— dijo al ver la rubia sonreír.

—No, solo que soy buena leyendo a las personas.— se defendió.

Lo recibió con los brazos abiertos, y este la tomo de la cintura. Con la música de fondo, comenzaron a moverse a su mismo compás. No hacian más que verse a los ojos, como si fuera el mejor de los paisajes. Y para ellos así era. Allí encontraban la paz que siempre les falta, y el amor que buscaron por mucho tiempo. Ya no escapaban, ni corrían, ni buscaban lastimarse para estar al lado del otro.

Ahora eran lo que persiguieron y se negaron por miedo del uno al otro.

—Te amo ¿Lo sabes?— le pregunto Hisirdoux.

Ella sonrió, lo sabía, pero no le molestaba que se lo recordaran. Oirlo casa vez que podía le hacía sentir más viva de lo que ya estaba.

Y eso le agradaba.

—Lo se, y también te amo.— sonrió.

✨✨✨

Procede a gritar.

Es que no les iba a dar el peor final del todo. Aunque si me gustó, lo siento. Debía jugar con el límite tanto de los personajes, como el de ustedes.

O sea quería que fuera un poco más oscura y ciertamente profunda, y según mí criterio así fue.

Emmmmm gracias por llegar hasta gracias fanfictioner67 por prestarme tus personajes, y al resto de mis bellas y bellos lectores por aguantar este trago tan amargo que le llamó el final de la saga Destino 😭

Aún quedan dos partes más. Una es las curiosidades y algo más 👀 y bueno. Eso

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