|•47•|
Su abrazo me quita parte del dolor, pero siento sus lágrimas en mi cabeza, me apego más a él, tengo miedo, no quiero morir, no quiero dejarle solo, no quiero abandonarlo, a nadie, no quiero irme aún, es demasiado pronto.
Silencio mis sollozos, JungKook nos mantiene ocultos a la vista al habernos hecho invisibles, pero el ruido sigue siendo un problema. No quiero separarme de él, no quiero, no quiero, no quiero.
—Aysel, por favor, tenemos que continuar, no podemos quedarnos aquí. — su voz es un susurro doloroso al que no puedo responder, levanto mi cabeza ycon mis manos ensangrentadas, sujeto sus mejillas entre mis manos, le miro a los ojos, tengo miedo, tanto miedo... pero no puedo permitir que él muera junto a mí, no puedo.
Sus ojos están negros, tanto como la noche, su rostro enrojecido por las lágrimas y la mueca de dolor de sus labios me duelen más que la herida de mi costado, soy consciente de que, mientras toco su cara con mis manos le estoy manchando de mi sangre.
Me acerco a él, a su rostro y le beso la frente; No quiero irme.
Le beso los parpados; No quiero perderte.
Le beso la nariz; Te necesito.
Le beso las mejillas; Te quiero.
Le beso en los labios; lento, es mi despedida, él lo sabe, pero, aunque intenta alejarse de mí no le dejo, quiero sentirle contra mis labios una vez más, una última vez.
—Te amo. — susurro contra sus labios, con la voz rota y estrangulada por el llanto. —Te amo JungKook.
—Aysel, no, por favor, no es una despedida, tienes que venir conmigo. — su rostro se contrae bajo mi mirada, niego con la cabeza, es más que una despedida, es mucho más que eso.
—Ve a la zona, — cojo aire, lo mejor que puedo, pero cuando vuelvo a hablar la voz se me rompe. — vuelve a la aldea y... cuida de mi familia, cuida del pequeño que a ambos nos hizo ilusión para la imaginación de un futuro juntos, dile que le quiero, no le he abandonado, que no los he abandonado, porfavor, cuida a mi familia también como lo han echo desde que les prometí lo que no cumplí. — me abraza con fuerza, le escucho sollozar y le doy un último beso. —Te amo JungKook.
—Aysel... — me separo de él y le empujo antes de mirarle una última vez, quiero memorizar sus rasgos, quiero recordar como es antes de morir, quiero recordarlo todo, absolutamente todo antes de morir.
Tomo mi forma animal y corro como puedo hacia el grupo de humanos armados y lobos, tengo demasiado miedo de morir, tengo demasiado dolor en mi alma, la imagen de Ans despidiéndose de mí hace tres días asalta mi mente, necesito luchar, enterrar al miedo en lo más profundo de mi ser, debo conseguir tiempo para que JungKook llegue a la zona cuanto antes.
Me planto frente al gran grupo frente a mí, ninguno hace movimiento alguno, cosa que me sorprende, aunque me alegra por una parte, así podré intentar defenderme a mí, a JungKook, a los Alfas, a mi familia, a la aldea.
De entre todos aparece SoYun, que sonríe con sorna en su forma humana, la sangre sigue en su cabeza, pero ésta vez seca, a su lado aparece su hijo y ambos caminan con diversión hasta llegar a mí.
—Veo que te han abandonado... — se burla, tengo ganas de matarle.
—Ni si quiera eres una Alfa, no eres nada, beta, omega, nada, — la voz del menor me enfurece. —no me extraña que te hayan dejado aquí, pero tranquila, nosotros te pondremos en tu lugar, luego podremos ir por ellos. — veo cómo su mano se acerca a mi hocico, quiere tratarme como un perro, no me lo creo.
Espero a que su mano esté lo suficientemente cerca de mi mandíbula, me niego a vivir como ellos, con ellos, moriré antes de aceptar eso. Muerdo su mano con fuerza y tiro hasta escuchar un grito completamente doloroso y angustiado, un chorro de sangre me empapa la cara y escupo la mitad de la mano que le he arrancado al Alfa más pequeño.
<"Ahora.">
<"Ahora.">
Sonrío, le dejo el control a mi loba, no pienso resistirme, mucho menos ahora que están todos en shock por lo que acabo de hacer, me abalanzo sobre SoYun y sin meditarlo demasiado le arranco la garganta, la lluvia vuelve a aparecer, al igual que el viento, escucho los gritos de auxilio de algunos humanos y lobos mientras los árboles golpean sus cabezas, me acerco al Alfa menor y aplasto su pecho antes de desgarrar todo su estómago, escucho los pasos acelerados de muchas más personas.
Mi loba no siente remordimiento por el Alfa pequeño, no es un niño, no se arrepiente, es una copia de su padre, un adolescente sin causa.
Me abalanzo uno a uno sobre todos los humanos y lobos que se lanzan sobre mí, intento acabar con todos los que puedo, pero los humanos son cobarde que no dejan de dispararme mientras intento usar los cuerpos de los fallecidos para protegerme de las balas, aunque no consigo evitarlas todas, mi pata derecha, costado y estómago arden por culpa de las balas, siento la sangre salir de mi cuerpo en cantidades cada vez mayores, los árboles se mueven cada vez con menos fuerza, al igual que yo, la lluvia va cesando y el viento disminuyendo, mis fuerzas se agitan demasiado rápido.
Un último disparo me hace caer al suelo, no puedo moverme, la espalda me arde, veo a los humanos acercarse cada vez más, comienzo a ver demasiado borroso, los ojos comienzan a llorarme, no quiero morir, pero a llegado la hora, ha llegado el momento y no quiero que sea así.
Cierro mis ojos, estoy cansada y el cuerpo me duele mucho menos cuando los cierro, aún siento la sangre, aún siento el dolor y los golpes que me dan, pero es mucho mejor no verlo. Frente a mí veo a Ansel, su pelaje cobrizo de tres colores mezclados, manchado de un poco de sangre por los abusones que le golpean, su alegría cuando me conoció por fin, el cariño y lo mucho que compartí con él, al igual que él conmigo.
El recuento de mi familia, quien me recibió con los brazos abiertos sin importar nada, sin reclamarme, solo refugiándome en su calor, en su protección, no importa los secretos que me hayan guardado, no importa nada.
Veo a los siete Alfas, ayudándome, sonriéndome, haciéndome aprender a vivir en manada, Jimin, con su sonrisa y su Eyesmile, siempre acompañado de esa sensación de cariño y apoyo, TaeHyung con sus bromas y su peculiar sonrisa, siempre intentando hacerme reír cuando me estresaba o me agobiaba, YoonGi, sus sonrisas ocultas y su ayuda, sus pequeños actos de apoyo que parecía que nadie veía nunca, HoSeok, con su sonrisa de corazón y su continúa euforia, siempre dándome ánimos para continuar, siempre apoyándome incluso en lo más ridículo, Jin, su constante mirada de cariño y preocupación, él realmente parecía una madre, una buena madre, alimentándonos siempre que quería, NamJoon, sus hoyuelos, su vergüenza cuando se ponía nervioso o no sabía que decir, lo mucho que discutimos y lo mucho que me apoyó cuando más miedo tuve y JungKook, él, simplemente él.
Él, a quien odié las primeras semanas, a quien quise alejar de mí y que, sin embargo, se adentró en mi corazón, al único que he amado y que amaré, quien más miedo me dio, quien más confianza y seguridad me hizo sentir, me gustaría estar con él, entre sus brazos otra vez, sentir sus labios sobre los míos, sentirle junta, desearía que me repitiese una y otra vez que no me pasará nada, que volveré con él a casa, que podremos vivir como si nada hubiese pasado, como si ésto solo fuese una mala pesadilla, pero no lo es, es tan real como los golpes y pinchazos que siento, como las lágrimas que recorren mi rostro humano, porque no puedo ocultarme más bajo mi aspecto animal, no tengo fuerzas.
No escucho a mi loba, no le siento, al igual que ya no siento las manos ni los pies, solo siento el dolor de mi cuerpo disminuir conforme me cuesta respirar, ya no soy capaz de abrir los ojos, ya no soy capaz de mover mis labios y entonces le escucho, a él.
—Estoy con ellos, dime que estás bien, ¿Aysel? — dejo escapar un sollozo, sé que todos se han ido, sólo estoy yo y los cuerpos inertes a mi alrededor, quiero contestarle, quiero decirle que estaré bien, que volveré, pero sé que eso es imposible, no podré volver, no podré verle de nuevo, no podré ver a nadie más de nuevo.
—Adiós, JungKook... — mi voz es irreconocible. —Te amo. — el oxígeno deja de llenar mis pulmones, la sangre deja de bombear mi corazón, deja de correr por mis venas, dejo de respirar, dejo de sentir y sólo veo imágenes a demasiada velocidad aún con mis ojos cerrados....
—Aysel, ten cuidado con tu hermano, ya sabes que es muy débil. — es la voz de mi madre, le hecho tanto de menos...
—Lo sé mamá, pero sólo estoy jugando con él. — veo negar a mi madre, su pelaje meciéndose con el viento.
Sigo jugando con mi hermano, él está enfermo, nació así y mamá se culpa muchas veces por ello, sin embargo papá y yo siempre le aseguramos que cuidaremos LiBae, no me molesta que mi hermano a penas pueda caminar por su dolor, a mí me gusta cargarle en la espalda mientras nos movemos en busca de un lugar más cálido para la manada cada vez que llega el invierno.
Huelo el peculiar aroma de mi padre antes incluso de saludar a mi madre, cuando le saluda se acerca a mí y me rodea entre sus brazos fuertes, aún soy muy pequeña y no puedo transformarme en humana, aunque... les he escuchado hablar algunas noches, ellos tienen miedo de que yo también esté enferma, mis ojos son de color gris y eso no suele ser normal, ellos me asustan a veces.
Lamo la mejilla amoratada de mi padre antes de que me suelte y salude a LiBae, él y yo jugamos cada vez que nieva a las escondidas, aunque es un poco tramposo, mi padre puede esconderse bien a pesar de ser su pelaje muy distintivo y ser un lobo de gran tamaño, mi hermanito puede esconderse fácilmente por su pelaje blanco, al igual que el mío, por lo que aveces es difícil encontrarnos entre nosotros, aunque siempre nos deja ganar.
—¿Has descubierto algo nuevo hoy? — mi padre siempre me pregunta eso cuando vuelve de la caza, aunque siempre vuelve con golpes, ¿A caso los animales le pegan?, asiento emocionada con mi cabeza.
—He descubierto que hay muchas mariposas en un bosque a varias millas de aquí, dicen que es el bosque de las mariposas y que es muy famoso, además cuenta con un lago mágico que cura todas las enfermedades. — muevo con alegría mi cola, mi madre siempre me cuenta historias y me enseña cosas nuevas, algunas me las creo y otras no, sin embargo se me hace imposible no creer en ese bosque.
—Debe ser muy bonito, algún día iremos. — me sonríe y puedo ver uno de sus colmillos roto. —Cariño, ¿Puedes avisar a la aldea de lo que te he comentado antes? — mi madre se levanta y camina sobre sus cuatro patas hasta la manada, que está un poco alejada de nosotros, nunca he entendido porqué dormimos tan alejados de ellos, siempre nos movemos, no tenemos un territorio para nosotros, somos una manada ambulante.
Estamos corriendo por el bosque, toda la manada, escucho muchos gritos y el olor a sangre me marea bastante, miro a mi padre, que corre detrás de mí, con mi hermanito en su espalda, miro a mi madre a mi derecha que no deja de mirar a mi padre, sus ojos están llenos de lágrimas que no dejan de salir, ¿Porqué me mienten? no me gusta saber que me han mentido, hace más de media hora que me dijeron que toda la manada jugaría a las escondidas, que los padres serían los que nos tenían que pillar y que si lo hacían, nos subirían a sus espaldas.
Miro hacia atrás y entonces lo entiendo, entre las patas de mi padre veo a un montón de humanos correr detrás de nosotros, tienen armas que hacen daño a mis amigos, mi madre me coje con su hocico y me sube a su espalda, corre muy deprisa, igual que papá, miro hacia atrás y veo a muchos lobos pelear contra los humanos, las lágrimas surcan mi pequeña carita, les veo sangrar y jadear de dolor, algunos ni si quiera hacen ruido, sólo caen y manchan la nieve de rojo, veo a mis amigos morir, Seung, Chui, Cheol, Hochan, todos caen al suelo con sus padres, me aferro más a mamá al mismo tiempo que nos escondemos tras unos árboles, cerca de una colina, junto a nosotros se esconden varios lobos más, amigos de mis padres.
—Huid en dirección al Este, buscad una nueva manada. — ¿Porqué papá está diciendo eso mientras le da su amigo a mi hermanito? —Te quiero Haneul. — juntan sus hocicos, no me gusta lo que creo que va a hacer mi padre, le veo correr en dirección a los humanos, mi madre me baja de su lomo, al mismo tiempo que se acerca al cuerpo inerte de mi hermanito, no respira.
—LiBae... — le llamo, muevo su patita pero está igual de fría que la nieve. —Despierta... tenemos que jugar a las escondidas... — pero mi hermanito no abre los ojos.
Miro a mi mamá, que contiene el llanto al mismo tiempo que mira hacia los lobos que nos rodean.
Mi hermanito mayor me mira a mí, como si esperara que fuera la siguiente, que me fuera junto con LiBae, no tengo palabras, no puedo moverme y solo puedo escuchar las palabras lejanas de algunos lobos de la manada como si no estuvieran rodeándonos.
—Señora Haneul... lo lamento mucho. — escucho las palabras del amigo de mi padre.
—No podría haber sobrevivido al siguiente invierno... — la voz de mi madre está completamente rota. —Corred, id al norte, ahora. — mi madre ordena y los demás lobos salen corriendo, después me mira y mientras una lágrima surca su hocico me lame la cara. —Volveré a por tí, ¿De acuerdo?
—M-mamá n-no. — no sé qué decir y sin saber por qué, siento un empujón por su parte, veo su rostro y a su lado mi hermano mayor sosteniéndola, caigo por una pequeña ladera, los músculos me duelen mientras choco con raíces y piedras, la caída se me hace increíblemente corta, pero el dolor en mi cuello es fuerte, tanto que mis ojos se cierran y no veo nada más.
Mi cuerpo tiembla mientras ese recuerdo llega a mi mente tan dolorosamente como si aún estuviera ahí, nunca hemos podido ser felices, siempre hemos sufrido, siempre nos han odidado, siempre nos han lastimado y aunque hemos logrado salir vivos de cada uno, esta vez no parece ser así, pero agradezco ser esta vez yo, uno de mis hermanos fue quien pago el precio la primera vez, la segunda salimos ilesos, pero está tercera, seré yo quien toma el sacrificio por todo.
Mis ojos cerrados y ya no soy capaz de ver nada más, esta vez, no volveré a ver a nadie más, amigos, familia, nada.
Una fuerte luz en el final del camino y junto con ella, un hermoso lobo blanco como si de mi copia se tratará de pie en ella y me siento en paz, porque me doy cuenta de que no me arrepiento de nada en absoluto, ni si quiera de morir por aquellos a quien amo.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top