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A pasado ya un mes, que se me ha hecho realmente corto, la época escolar está a punto de empezar y con ello, que Ansel valla por primera vez a la escuela. Tanto sus padres como sus abuelos han estado emocionados, mi madre no ha dejado de comprar monerias escolares que me ponen a pensar si serán para ella o realmente se las dará al cachorro.

JungKook me ayudó, hace unas semanas, a explicarle a Ansel con cuidado y detalle sobre nuestra relación, el omega estuvo algo apartado de ambos durante unos días, pues según él rompí mi promesa, sin embargo tras haber hablado con Namjoon creo que entendió que no he roto mi promesa en ningún momento.

Primero porque no le echo ninguna sobre no tener una relación o algo parecido, así como no soy su propiedad, que tengo amor para todos, puedo darle mi atención a todos y que debe compartir, no solo a mí.

Sin embargo aún no le he hablado sobre mi partida del mes que viene y temo hacerlo, pues aún no he tenido tiempo de hablar con la Señora Yon para preguntarle si podría cuidar de mi sobrino durante mi ausencia, he tenido que llevar al omega de compras, pues ha crecido bastante en este mes, además de tener que comprarle su propia mochila y los materiales escolares, no he tenido tiempo a penas y aunque me han dado unos días de vacaciones en el trabajo sigo sintiéndome ahogada, aun me quedan demasiadas cosas por hacer y el agobio es extremo.

YoonSeok y Lia dijeron ayudarme con la señora Yon, no dejarán a su hijo a la deriva, pero mi loba a tomado una protección hacia el pequeño, de cuidarlo como si fuera nuestro cachorro, ambas estamos consientes que no lo es, pero aún así, no puedo evitar preocuparme más que sus padres.

Temo que quiero todo perfecto y en orden cuando a veces no puede decir, sin contar, que lo perfecto no existe.

En el trabajo me han separado de mis compañeros, Namjoon, Jin y Yoongi me han estado explicando con detalles lo que sucederá, cómo debo comportarme y sobre todo, han estado entrenándome física y mentalmente, cosa que me tiene desgastada, cuando entré en la aldea no imaginé que me vería tan agobiada.

(...)

Ansel tira de mí en dirección al orfanato, he decidido aprovechar que es sábado para acercarme y mientras el pequeño juega con sus antiguos amigos yo hablaré con la Señora Yon, por suerte cuando le he comentado a Ansel de hacerles una visita a sus antiguos amigos no a puesto problemas, de hecho se veía realmente emocionado. 

Llegamos a las puertas desgastadas del edificio, entramos y lo primero que veo es a una mujer que camina hacia mí, con una sonrisa realmente hermosa, Ansel se aferra más fuerte a mi mano y temo que algo le preocupa, miro en su dirección, pero su rostro es completamente inexpresivo.

—Buenas tardes, ¿Puedo ayudarte en algo? — la mujer solo me mira a mí, olvidándose por completo de mi sobrino, que se encuentra totalmente tenso.

La chica parece no pasar de los veintitrés o los veinticuatro años, con el pelo recogido en un moño y de complexión delgada, aunque el extraño aroma que desprende no es demasiado agradable para mi olfato, agradezco llevar el cubrebocas, pues si no sería diez veces peor. Nuestras miradas chocan y soy capaz de vislumbrar un destello verde.

Beta.

—Vengo a ver a la Señora Yon y él, —  señalo al peque, que alza la cabeza en mi dirección. —viene a ver a sus antiguos amigos. — la mujer asiente con un una sonrisa coqueta.

¿A caso no se ha enterado del reto que hubo el mes pasado y en el que yo empecé a salir con JungKook?

Nos guía a lo largo del pasillo principal y aunque me asegura que puedo ir directamente al despacho de Yon me niego a dejar solo a Ansel con alguien que, al parecer, no le agrada por lo que, aun cogida de la mano por el omega, llegamos al patio, en el que están los demás lobos, que no tardan en venir corriendo al notar el dulce aroma del pequeño.

—Vendré a por tí en un rato. — saludo con cariño a los demás lobeznos y le doy un beso en la frente al omega, que sale corriendo hacia sus amigos en cuanto me separo, no tarda en tomar su forma animal, sonrío y me pongo en camino hacia el despacho de la Señora Yon, aún con la pesada y coqueta mirada de la chica detrás de mí.

—Mi nombre es Ah Ro, ¿El tuyo? — su coqueteo deja mucho que desear.   

—Aysel. — me encierro en mí misma y mientras camino me centro todo lo que puedo en escuchar a Ansel hablar con sus amigos, me sorprende cuando le escucho decir que le he enseñado a ser consciente de su alrededor solo con sus orejas. Es demasiado adorable.  

—No tienes el aroma de ningún alfa... bueno de hecho no tienes ningún aroma. — la voz de la castaña evita que pueda terminar de escuchar las palabras de Ansel, a veces me alegro de haber aumentado mi rango de audición, siendo capaz de escuchar casi cualquier cosa a tres o cuatro kilómetros, pero en otras ocasiones, justo como ahora, desearía estar sorda. 

—Sé directa. ¿Qué quieres? — de mi garganta escapa un gruñido y soy capaz de oler las feromonas sexuales que expulsa la beta.

—Me atraes. ¿Qué te parecería una noche las dos juntas? —  su tono de voz es demasiado sugestivo, sin embargo niego con la cabeza, dejando escapar una débil carcajada.

—Tengo pareja, de primeras. — comienzo a explicar, llegando por fin a la puerta de la Señora Yon. —Y, aunque no la tuviese, no soy un Alfa para marcarte ni nada por el estilo.—  la cara de la beta se desfigura, mostrando completa aversión.

—¿Entonces que coño eres? Tienes demasiadas características de un Alfa. — su voz a dejado de ser coqueta, ahora es repulsiva y las feromonas sexuales son cambiadas por feromonas de repulsión, que no me afectan en nada, al  igual que las sexuales.

—No te interesa descubrir lo que soy o dejo de ser. — abro la puerta del despacho y saludo a la Señora Yon, disculpándome por no haber llamado antes.

—Qué alegría verte, Aysel. — la mujer se levanta alegre de su cómodo sillón, caminando hacia mi con sus dos brazos abiertos, invitándome a un abrazo que no soy capaz de negar.

Sus brazos se sienten tan bien, tan cariñosos como los de mi madre, sin negar que estos ultimos son mis favoritos, por unos minutos soy capaz de olvidarme un poco de todo lo que me agobia y sentirme bien, ambas no separamos y sonrío a la mujer, que me peina de lado algunas hebras de cabello en mi mejilla, la sonrisa en su rostro parece rejuvenecedora y sanador pues me siento bien cada vez que la veo sonreír, siendo acompañada de esos hoyuelos.

Realmente me ha llegado a pensar si la señora Yon podría ser una hermana pérdida de mi madre, porque se parecen mucho.

—También tenía ganas de verte. — aún no soy capaz de acostumbrarme a hablarla sin honoríficos, la mujer me invita a sentarme mientras me sirve un café idéntico al suyo, sin leche ni azúcar, completamente negro y amargo. Me sorprendo un poco saber que a la omega dulce frente a mí puede tener el mismo gusto en el café que yo, pero sonrió alegre por eso.

—Bueno Aysel, ¿Qué te trae por aquí? — pregunta sentándose en su silla, mi mirada se pasea por todo el despacho, que está rodeado de estanterías y casilleros en los que tiene toda la información sobre los cachorros que están aquí.

Recuerdo cuando vine por segunda vez para poder dejar claro en aquellos documentos (en mí respecta innecesarios) que Ansel es completamente mi sobrino y todos en la familia lo corroboran.

—Necesito pedirle un favor. —  mi voz suena débil y veo cómo la sonrisa de la mujer frente a mí desaparee para ser sustituida con una mueca de preocupación. —El mes que viene tendré que salir con los Alfas y no puedo llevar a Ansel conmigo. — suspira aliviada, sus feromonas no dejan de colarse por mi olfato, me agrada su olor, me es bastante familiar. —Me preguntaba si podría venir a mi casa y cuidar de Ansel mientras yo no estoy, he intentado hablar con algunos amigos para no tener que molestarte, pero ninguno puede y necesito que alguien cuide del pequeño. Si le traigo aquí pensará que me voy sin volver y no quiero que eso pase.

» —Tampoco es una opción para mí, dejarlo con familias "sustitutas" temporalmente, ya sabe que pienso al respecto de eso y que no todos lo tratarán como parte de la familia y doy gracias a los dioses que ya falta poco para que eso se acabe... Además, quizás ya sabrá que el resto de la familia, estará fuera de la aldea por recados del líder Namjoon, solo sus abuelos quedarán y se que cuidarán de él, pero necesitan ayuda para cuando no puedan darle su completa atención que requiere el pequeño. — acabo por hacer un vómito verbal, que deja pensativa a la mujer durante unos minutos.

—Entiendo lo que dices y puedes estar tranquila, yo cuidaré de él hasta que todos vuelvan, pero debo preguntarte algo. ¿Se lo han dicho ya? —  su voz es comprensiva y tal vez ella no lo sepa, pero acaba de quitarme un peso de encima.

Niego con la cabeza ante su pregunta.

—Esta noche Namjoon-Ah ha organizado una cena con los siete Alfas, Ansel y yo, se lo explicaremos todo ahí. Sus padres ya le dijeron que saldrán por su trabajo, pero no le hemos dicho que yo también me iré. — doy un trago a mi café y suspiro, sintiéndome un poco mejor que antes. —Muchas gracias por tu ayuda Yon, te debo una. —  la mujer se ríe y niega con la cabeza.

—No me debes nada, te ayudo porque creo que te lo mereces, se nota que estás preocupada por el omega y eso es lo más importante para mí.

La conversación se alarga por casi una hora más, hablamos de cómo nos ha estado yendo hasta ahora y de cómo a crecido Ansel, de lo entusiasmado que está de comenzar la escuela y de lo mucho que vamos a tener que esforzarnos todos durante los nueve meses que dura el curso siendo esté el primer curso donde el omega necesitará un poco más de ayuda para que siga acostumbrándose a estar con otros y sentirse seguro, en especial de que su miedo a que lo dejen y abandone se le quite.

Me despido de la mujer, avisándola de que tal vez me quede un rato con los lobeznos, pues hace mucho que no les veo a lo que la mujer me sonríe alegre y me desea suerte con tanto lobeznos.

Camino por el gran pasillo hasta el patio en el que se encuentran todos, con una sonrisa surcando mis labios, no sé por qué, pero estar con la Señora Yon, hablar con ella e incluso tomarme un simple café junto a su persona me hace sentir cómoda y agusto. La considero una gran amiga y parte de la familia, ella cuido y se aseguró del bienestar, seguridad y felicidad del pequeño, mientras sus padres o abuelos estaban ausente y yo andaba en mis andas por el bosque rompiendo mis promesas.

Llego a la puerta y la abro, camino un par de pasos y guardo mi cubrebocas en la mochila que llevo a mi espalda y que dejo en una esquina antes de tomar mi forma animal, por suerte al parecer aquí ya me conocen por lo que solo me sonríen y siguen caminando, vigilando que los lobeznos no líen ninguna.

Los huesos crujen y mi piel se desagarra, segundos después estoy a cuatro patas, cubierta de un frondoso pelaje blanco, miro por el lugar, pero no encuentro a Ansel, ni logro captar su olor, me preocupo durante unos minutos mientras busco con mi mirada por todo el patio. A unos metros de mí escucho las pisadas cuidadosas de dos o tres lobeznos que se dirigen hacia mí, la suave brisa va a su favor y por eso no soy capaz de distinguir sus aromas.

Tres lobeznos se lanzan sobre mí justo en el momento en el que giro a mirarles, encontrándome a Ansel  junto a otros dos lobeznos más, un Alfa y un Beta. Los tres se sorprenden cuando me agacho y me saltan sin querer por haberse lanzado con demasiada fuerza, resbalan unos centímetros en hierba mientras me río.

—¿Cómo has sabido que estábamos ahí? — pregunta el Alfa, que corre hacia mí igual que el omega y el beta, me río y siento al omega acurrucarse entre mis patas delanteras mientras me siento al igual que los tres lobeznos. —El viento estaba a nuestro favor y no podías vernos...

—Les he escuchado, vuestras patitas son algo ruidosas. — el Alfa se sorprende, al igual que el beta.

—Se los he dicho, ¡Noona es capaz de escuchar hasta el caminar de las hormigas!—  pongo mi pata sobre la cobriza cabecita del lobezno, creando un gran contraste con el color de ambos pelajes, le despeino levemente y Ansel se ríe igual que yo.

—¿Puedes enseñarnos a escuchar tan bien cómo tú Aysel-Noona? — me pregunta el beta y por primera vez me fijo en su pelaje, que es de un color cobrizo anaranjado bastante bonito, el pelaje del Alfa es similar, pero algo más oscuro.  

—Hmmm... —  finjo pensármelo durante unos segundos, pero el Alfa me interrumpe.

—Por favor... quiero ser capaz de escuchar muy bien, para así poder cazar para mi futuro omega. —  me pide, acercándose a mí.

—Está bien. —  asiento y al instante escucho tres gritos de alegría y emoción que llaman la atención de los demás lobeznos del lugar que se acercan y preguntan que es lo que pasa.

—Aysel-Noona nos va a enseñar a escuchar tan bien como ella. — todos los lobeznos exclaman sorprendidos, sentándose en fila, esperando a mis indicaciones, la verdad me sorprende todo esto y miro a Ansel, que sigue entre mis patas delanteras, me devuelve la mirada, moviendo su colita con alegría, suspiro resignada y divertida por la situación. 

—Bien, les enseñaré, pero deben estar todos en completo silencio. — escucho varios "Sí" y prosigo. —Lo primero que tienen que hacer es cerrar vuestros ojos. — veo cómo algunos lobeznos hacen caso a mis palabras, pero es el Alfa con el que Ansel estaba jugando el que rompe el silencio que he pedido.

—Noona, tú lo haces con los ojos abiertos. — dice, algo dudoso de sus palabras y de mi reacción al haber roto el silencio.

—Conlleva mucha práctica y tiempo, si haces lo que les digo durante muchos meses acabarás siendo incluso mejor que yo. —  el Alfa agita su anaranjada cola con entusiasmo y por fin, cierra sus ojitos, al igual que los lobeznos que aún los mantenían abiertos.

Voy dándoles algunas pistas para lograr escuchar todo lo que ellos quieran escuchar durante un largo rato, manteniendo a los lobeznos ocupados y a las mujeres que les cuidan algo sorprendidas por tener a todos los lobeznos quietos, con los ojos cerrados y en completo silencio.

Escucho algunas risitas provenientes de los lobos más pequeños y algunas exclamaciones de los más mayores al haber escuchado algo nuevo o que parce bastante lejano.
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