❤️Capítulo 34❤️

Al bajar a la cocina mi madre y Branly están muy bien. No veo sangre, no veo a Branly descuartizado, todo está en orden. Tal y apreciará que se llevan de lo mejor. Una sonrisa aparece en mi rostro, me alegra que mi madre esté tomando todo de una forma muy diferente a como yo tenía en mente.

—Mi bebé.—lanza una mirada hacia la escalera donde me encontraba mirando la escena. —Ven, ven a comer.

Me acerco hacia ellos y por un segundo desee aún más que todo esto no fuera una mentira, desee que realmente Branly estuviera conmigo por algo más que un estúpido contrato así que la sonrisa que deslumbraba en mi cara desapareció como una estrella fugaz y el nudo en la garganta se hizo presente.

—¿Estas bien?—Branly se percata de mi cambio y me agarra la mano.

—Si todo bien.—trago saliva, respiro profundo y para evitar pensar en esto comienzo a hablar con mi madre sobre todo este tiempo que hemos estado alejadas.

La verdad la tarde fue de maravilla, mi madre y Branly cada vez están más juntos. Brian y Milena se ven tan monos tratando de disimular que se mueren el uno por el otro, no quiero hacer de cupido pero me va a tocar abrirles los ojos a ambos para que se den cuenta de que los dos quieren lo mismo.

Respeto a mi padrastro, todo bien. Resulta ser que adoran a Branly, el muy imbécil se da a querer y es muy carismático, conversador y sobre todo adulador, ya se ha ganado a toda mi familia.

—Buenas noches mamá, que descanses.—me despido con un beso en la frente.

—Descansa mi niña, mañana saldremos temprano. —me da un abrazo.—Estoy tan feliz por ti, de que encontraras a un hombre que te ame y te llene de alegría.

Le devuelvo el abrazo pero no digo nada.

Al entrar a la habitación veo a Milena mirando fijamente al techo.

—Esa mirada perdida tiene nombre y apellido: Brian Ruscher.—comento mientras cierro la puerta detrás de mí.

—Hay amiga, estoy muy confundida. —niego.

—No es confusión, es miedo. —afirmo.

—Es mi jefe, tiene su mujer y un hijo y...

—Y es el que te gusta. —la interrumpo.—Lucha por él, dale a entender lo que sientes y estoy más que segura que tú también le gustas. Si las cosas no se dan como tú esperas no pasa nada aquí estaré para brindarte mi hombre y llores como desquiciada.

—Eres increíble. —se ríe.—Con esos ánimos que me das ni ganas de intentar tengo, no quiero sufrir.

—El amor es dolor, pero que seríamos sin él. Es mejor arriesgarse que quedarse siempre con la duda del qué hubiera sido.

—Tienes razón.

—Obvio more, siempre tengo que tener la razón —ambas reímos a carcajadas.

—Entonces...

—¿Entonces qué?

—Ve y lucha por tu hombre tigresa.

—¿Ahora? —asiento.

—Es ahora o nunca lo harás. —le jalo la pierna.—Anda, levántate.

—¿Y qué hago con Branly?

—Dile que yo lo mandé a buscar —sonrío.—Y te aconsejo que te demores un poco por aya porque esto se va a poner interesante por aquí.

—Eres una zorra.—le tiro una almohada.

—No es ser zorra, es aprovechar los momentos. Deberías aprender de mi.—le guiño el ojo.

Apenas sale por la puerta empiezo a desnudarme, quiero ver su reacción al entrar y verme desnuda.

Siento unos pequeños golpes en la puerta.

—Pasa.

—Waoo-su boca se queda abierta y el medio bobo mirándome desnuda tumbada en la cama.

—¿Vienes o que? —le pregunto risueña.—Limpiate la baba.

No dice nada pero comienza a acercarse mientras se quita la camisa que traía dejándola en el suelo.

Sus labios y los míos hacen contacto rápidamente.

—Naciste para mí.—susurra mientras me mira fijamente a los ojos.

No me da tiempo a decir nada, porque vuelve a estampar sus labios sobre los míos y puedo notar en la intensidad con que me toca que está deseándolo. Baja rápidamente hasta mis otros labios, y comienza a pasar su lengua lentamente sobre mi clítoris. Es inevitable que no me sienta en las nubes, mi cuerpo se mueve y se retuerce por las sensaciones que me causa. Una de sus manos acariciando uno de mis senos y la otra se encuentra apretando mi muslo.

Ahora es mi turno, es mi turno de acariciar con mis manos su erecto pene, deslizó mis labios sobre su glande y esto hace que el apriete su mano. Comienzo a introducirlo dentro de mi boca y hacer movimientos con esta de arriba hacia abajo cubriendo de saliva todo su miembro.

Cuando sentí que ya era el momento, di un ultimo beso suavemente en la punta de su glande y lo mire directamente a los ojos mientras me subía encima de él.

Me dejé caer de un tirón mientras toda su verga se hacía paso en mi vagina, su reacción hizo que me mojara aún más. Me encanta su cara cuando lo hacemos. Comienzo a mover mi cuerpo y unos pequeños jadeos hacen compañía a nuestras miradas. El coloca sus manos en mis nalgas y me aprieta bien fuerte.

Creo que es la primera vez que me deja tener el control totalmente. Empiezo a intensificar mis movimientos mientras lo agarro del cuello y dejo una cachetada en su rostro y puedo ver en su cara risueña que le está encantando, me suelto un poco más y me acaricio con mis propias manos mis senos.

Es tan excitante ver su rostro, esos gestos.

—¿Te gusta?—susurro acercándome a su oído pero sin dejar de moverme.

—Me encantas.—respondió agarrando mi seno derecho con su boca y pasando su lengua por mi pezón.

(...)

No pasó mucho tiempo en el que ambos nos vinimos. Y puedo decir que esta vez fue diferente. Me dejó tomar las riendas y ser yo quien se lo hiciera a él. Es que por lo que todos sabemos el tiene ese afán de grandeza y de ser el mejor y siempre era él quien de una manera u otra terminaba siendo el que hacía todo pero conmigo no es así, a mi también me gusta dominar y tiene que ser igual para ambas partes.

Después de eso hablamos un rato sobre literalmente boberías y cuando vine a percatarme de un momento a otro ya se había quedado dormido.

Para ser sincera esta es la sensación más linda del mundo, estar acostada junto a la persona que amas, mientras sus cuerpos desnudos rozan y sientes el calor de la otra persona, es realmente incomparable y te sientes segura, protegida como si nada en esta tierra fuera a salir mal, como si no tuvieras nada que temer.

Miro sus labios por un momento y dejo un pequeño beso en ellos.

—Buenas noches imbécil.—susurro mientras me pegó más a él y cierro los ojos.

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