💙Capítulo 25💙

El viaje a casa fue mucho más tranquilo. El auto nos llevó hasta los departamentos. Subimos en el ascensor en silencio.

—Nos vemos luego.—la dejo frente a su puerta.

—Nos vemos.—me sonríe.

Sigo mi camino y atravieso my puerta cojeando, me dejó caer en el sofá dejando salir un gran suspiro, realmente me estaba latiendo fuerte.

—Hola.—escucho una voz a mis espaldas y miro rápidamente.

—Brian, hermano.—lo saludo.

Este se acerca y me mira el pies.

—¿Por qué no avisasteis del accidente?—niego.

—No queríamos preocuparlos.

—Estuve hablando con Milena justo hace un momento y estaba histérica al saber que su amiga había tenido un accidente. —lo miro raro.

—¿Qué hacías hablando con ella, a solas?

—No entiendo tu pregunta.

—Vamos Brian se que te gusta, que lo hace desde hace tiempo pero por mantener esa falsa felicidad familiar que tienes no te atreves a decirle.—le suelto en su cara, realmente me molesta que siga con su esposa por su hijo.

—No sigas por ese camino.—se acomoda el traje.—Vas bien hablame del terreno.

—Todo está en orden. —comento.—Luego hago el documento y autorizo oficialmente la obra.

—Bien.

—Ya encontré esposa. —me mira sorprendido.

—¿No eras tú el que me ha reprochado lo del casamiento toda la vida?—pregunta sarcástico.

—Es diferente.

—¿Te has enamorado?—me pregunta esta vez más como entendiéndolo él.

Realmente no estoy seguro de lo que es enamorarse pero si es cierto que siento algo nuevo.

—No.

—¿Seguro?

—Es un casamiento por contrato, ambos seguiremos siendo libres.—suelto y me mira confuso.

—¿Quién es la afortunada?

—La vecina.

—¡La secretaria!—exclama. —Sabia que había algo entre ustedes.

—No hay nada entre nosotros.

—Branly.—me mira fijamente.—¿No te la has follado?

—Si pero...

—No lo niegues más, si hay algo entre ustedes que desde lejos se nota. —suelta.—Desde la primera vez que los vi en mi despacho sabía que esto acabaría así.

—¡Qué no pasa nada entre nosotros!—repito soldando la voz.

—Ok ok.—alsa las manos y se pone de pie.—Dejemoslo así, espero me invites a la cena.

—Por supuesto y trae a mi sobrino.—este asiente y abre la puerta.

Ahí estaba el conserje con mis maletas.

—Adelante—le ordeno.

—Cuidate y has reposo.—me indica Brian antes de perderlo de vista.

—Muchas gracias.—agradezco al conserje.

Al tener ya mis maletas las ruedo hasta mi habitación, no pensaba acomodarlo ni de coña necesito descansar así que me di una ducha con cuidado de no lastimar mis puntos y luego me acosté en la cama sin secarme bien, solamente pasé la talla por mi cuerpo y así como Dios me trajo al mundo me acosté.

—Ada.—susurro a su oído. Puedo notar su respiración agitada.—Te amo.

—Branly, yo también te amo.—la beso.

Luego la agarro bien fuerte y la jalo hasta que nuestros cuerpos quedan totalmente pegados.

—Te estuve esperando.—comenta aún dejando pequeños besos en mis labios.—Es un placer ser tu esposa.

¡Joder! Si, era un maldito sueño.

Me paso la mano por la cara y me siento en la cama. Miro mi polla desnuda y está duro.

Maldita Ada, tanto poder tienes sobre mi.

Niego y me levanto para tomar algo de agua. Miro hacia afuera y noto la oscuridad de la noche hacer presencia. ¿Cuánto habré dormido?

Agarro el baso de agua y me doy un buche, mientras camino de regreso a mi habitación voy a vestirme para salir un rato a la azotea.

—Branly.—una voz en mi sala hace que camine hacia ella.

—¿Qué haces aquí?—le pregunto a Ada quien me está mirando con los ojos bien grandes.

—Puedes vestirte o al menos tapar tu polla.—sonrío, lo olvidé por completo.

Agarro un cojín del sofá y me lo coloco tapando mi pene.

—Ahora si. ¿Qué haces aquí?

—Venia a traerte esto.—me muestra unas ojas.

—¿Qué es?

—Mi lista de condiciones para el tratamiento.—sonrío

—Voy a vestirme, espérame y las debatimos.—esta asiente.

Me saco el cojín dejando nuevamente mi polla al aire pero ya eso no estaba en su vista si no mi trasero y juraría que la vi morderse el labio.

Me visto con una pantaloneta solamente, no iba a ponerme bóxer realmente no quería y me molestaba tener que buscarlos, así que agarré la pantaloneta y me la coloqué. Aún mi mente quedaba suelto y se notaba a la perfección. No me malinterpreten esa no era mi intención pero ya que se dió.

Sonrío pícaramente de mis propios pensamientos mientras vea mi pene moverse libremente al caminar.

Al llegar a la sala ella estaba sentada en unos de los sofás. Veo que me mira de arriba a abajo mientras me acercaba.

—¿Dónde está la lista?—voy al tema, ya quiero ver qué ha puesto.

Mis condiciones:

1° No necesariamente tenemos que dormir juntos y si no es posible habitaciones diferentes, colocaremos almohadas de por medio.

—Esta me parece bien.—also los hombros al leerla.

2° Soy libre y dueña de mi, me seguiré vistiendo, comiendo y saliendo de fiesta cuando quiera.

—Esta también me párese bien.—la miro.—Es justamente lo que yo quiero.

—Me alegro.—se acomoda.

3° Nada de sexo ni intimar entre nosotros, es solo pura fachada nada más.

—Esta no me agrada mucho.—río.

—Son mis condiciones.—me alza una ceja.

—¿Pero y si eres tú la que me lo pide?—rueda sus ojos.

—No lo haré.

—No puedes estar segura de eso.

—Si lo estoy. —veo que empieza a mirarme con mala cara así que dejo el tema, de igual forma se que me lo pedirá.

—Bien, tu ganas.

4° Podemos liarnos con quién queramos siempre y cuando los demás no se enteren. (no queremos aparecer como cornudos)

—Perfecta.—digo al ver que era la última de sus cláusulas.

—¿De acuerdo?—me pregunta.

—Si.

—Entonces ya está. —asiente.

—Me avisas cuando vallas a invitar a cenar a tu padre.

—Si claro, estará muy contento.

—Vale, me voy entonces.

—Ada.—la detengo. —¿Quieres quedarte un rato?

Se me queda mirando por unos segundos no muy largos y niega.

—Mile me está esperando tengo mucho que contarle.—asiento.—Ademas ya tengo que empezar a buscar vestido.

—¿Buscarás vestido?

—Por supuesto si voy a casarme que sea como Dios manda. —sonrío.

—Pues perfecto, yo me encargo de los anillos. —esta asiente y se va.

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