Cap. 39: La boda
Todos en la iglesia tenían la mirada fija en la radiante pelirroja que entraba hermosamente vestida de novia, con una flor color lila en sus cabellos rojizos y una sonrisa de oreja a oreja, del brazo de su padre y mirando embelesada a su novio, que esperaba por ella en el altar sonriendo de la misma manera, sabiendo que estaba apunto de unirse para la eternidad con el amor de su vida.
Bueno, todos excepto uno, el que mantenía su mirada perdida en cierta castaña sentada casi al otro extremo de la iglesia, pero desde ahí podía ver claramente lo hermosa que se veía en ese vestido dorado de seda y como ese idiota sonriente la rodeaba con su brazo cariñosamente y cada cierto tiempo besaba su cabeza, como si estuviera jactándose de tener a su lado a la mujer más hermosa del lugar.
Y aunque Koga le había dicho que ella iría acompañada y él también tenía a alguien más a su lado, no pudo evitar sentir como se secó su boca y se revolvió su estómago cuando la castaña se giró a ver al hombre a su lado, le sonrió de vuelta y lo besó amorosamente en sus labios.
- Se ve linda. Aunque el vestido es bastante... Simple. - Escuchó la voz de la mujer a su lado que lo distrajo de sus pensamientos, refiriéndose a la novia.
Él hizo caso omiso a su comentario, pero fijó por un corto segundo la mirada en Koga.
Se veía feliz.
Después de esa conmovedora ceremonia religiosa en la que Koga y Ayame sellaron su matrimonio y se declararon su amor, se dirigieron todos al lugar donde sería la recepción de la boda.
Rin se sintió aliviada al notar que la habían sentado junto al doctor, Kagome, Inuyasha, Kohaku y otras personas.
Mientras que el peliblanco quedó en otra mesa con Sofía, Bankotsu y colegas de la empresa.
Después de la agradable y divertida cena, llegó el momento de los juegos y lanzar el ramo de flores, que deliberadamente y, obvio, planeado de ante mano, cayó en las manos de Kagome.
- Espero que Inuyasha capte esta poco sutil indirecta. - Dijo la azabache en voz baja a su amiga. Rin no pudo evitar carcajearse al escucharla y en eso llegó Ayame hasta ellos.
- ¡Doctor! ¡Kagome! - Los llamó emocionada. - Vengan, los colegas del hospital los esperan, quieren hacer un brindis.
Suikotsu miró a Rin, en busca de aprobación, haciendo reír a la castaña.
- Anda tranquilo doctor. - Dijo besando su mejilla, cuando Koga los interrumpió.
- Si, tú y Kohaku vendrán conmigo. - Dijo el moreno. - con Bankotsu los necesitamos.
Rin se giró a ver la mesa donde estaba Bankotsu y le habló a su amigo.
- Anda tú Kohaku, yo me quedaré aquí con Inuyasha.
- Inuyasha también viene con nosotros, vamos Rin, soy el novio, no me puedes decir que no.
La castaña asintió resignada entre risas y caminaron tras Koga hasta llegar a la mesa de sus ex colegas, donde saludaron a todos de forma general. Rin se sentó junto a Kohaku y Koga dejó dos vasos llenos frente a los dos.
- ¿Y esto? - Preguntó la castaña. - Gracias Koga, pero yo ya tengo mi vaso.
- Eso es para mi regalo de bodas.
- No entiendo. - Koga y Bankotsu se miraron y Rin entrecerró sus ojos. - ¿Qué están tramando?
- Hace un tiempo con Bankotsu apostamos por quién de ustedes dos se tomaría un vaso más rápido. Y ahora como regalo de bodas quiero poder terminar con esa apuesta.
- Pero no es justo, Kohaku es mucho más grande que Rin, es obvio que él lo terminará primero. - Dijo la rubia.
- Eso es lo que digo yo, Sofía. - Dijo Bankotsu. - Pero Koga insiste en que Rin le ganaría...
- ¡Qué poca fé me tienes Koga! - Le recriminó el pecoso.
- No importa Kohaku, será entretenido verlo perder una apuesta el día de su boda.
- No va a perder ni una apuesta. - Dijo la castaña riendo por sus comentarios.
- ¡Así se habla, Kimura! - Animó el novio.
- Porque no vamos a hacer tal cosa. - Terminó de decir. Koga rodó sus ojos.
- Vamos Rin, acabo de casarme, no me puedes negar este regalo, llevamos más de un año esperando este día.
- Jajajajaja ¡Qué exagerado! Es mejor que lo olviden, no voy a competir con mi mejor amigo.
- ¿Tienes miedo de perder? - Le preguntó Kohaku y la castaña lo miró entrecerrando los ojos.
- Bien, hagámoslo.
Koga y Bankotsu celebraron al escucharla, hicieron la cuenta regresiva y ambos tomaron sus vasos. Rápidamente la castaña dejó su vaso vacío sobre la mesa, seguida varios segundos más tarde por su amigo.
Koga saltó feliz y abrazó a Rin mientras le gritaba perdedor a Bankotsu. El peliblanco no pudo evitar dejar escapar una leve risa nasal ante el espectáculo, llamando la atención de su novia. La rubia estaba completamente segura de que era la primera vez que lo veía reír, aunque casi imperceptible, pero pudo notarlo y se sintió más extrañada aún de que fuera por algo tan... Tonto.
- Vamos, paga perdedor. - Le dijo Koga a Bankotsu.
- No es justo, tú lo sabías. - Koga negó. - ¡Doble o nada!
- ¿Y qué quieres apostar ahora?
- Tú y yo, misma apuesta.
- Si quieres seguir perdiendo, bien por mi.
Kohaku les entregó los vasos a ambos mientras el peliblanco buscaba a Rin con la mirada, seguro de que ella estaba haciendo todo lo posible por evitar cruzar su mirada con la de él.
Los dos terminaron sus vasos casi al mismo tiempo, aunque Koga ganó por unos segundos de diferencia y la castaña se carcajeaba en la mesa al ver la expresión derrotada de Bankotsu, cuando sintió que alguien apoyó sus manos en sus hombros.
- Hola a todos - Saludó cordialmente el doctor.
- ¡Inuyasha, vamos a bailar! - Dijo Kagome acercándose a la mesa. Él asintió y siguió a su novia a la pista de baile.
- ¿Quieres bailar princesa? - Le preguntó Suikotsu.
- ¡Claro! Vamos. - Respondió tomando su brazo y siguiéndolo.
Sesshomaru no pudo hacer más que seguirla con la mirada. Es que realmente se veía hermosa en ese vestido largo con un corte en la pierna, pronunciado escote y sin espalda. Lo tenía al borde de la locura. Y peor aún, al ver como ese idiota la rodeaba con sus brazos acercándose a ella y poniendo sus indeseables manos sobre su Rin... Y pudo ver claramente como le dijo algo al oído, haciéndola reír y sonrojar a la vez.
Maldito.
Estaba luchando contra sus ganas de partirle la cara y borrarle esa odiosa sonrisa, quería ir y gritarle que le sacara sus malditas manos de encima... Y la única razón por la que no lo hacía, era porque Rin lo odiaría... Y porque además, ella se veía feliz.
Tenía que comenzar a aceptar que Rin ya no era suya, que ahora era feliz con alguien más...
Lo odiaba.
Pero se odiaba más a él, porque tenía muy claro que si no hubiese sido por su idiotez, Rin estaría a su lado ahora y sería él y nadie más quien la hiciera sonrojar, quien pudiera disfrutar de sus atenciones, sus cariños, sus sonrisas y de sus adictivos besos...
Pero ahora todo eso era de alguien más.
Tenía que aceptarlo...
Pero no podía.
- ¿Qué miras tanto? - Preguntó la rubia. - ¿Tú también quieres bailar?
Él negó con su cabeza.
- Quiero salir un momento.
- ¿Te acompaño?
- Iré a fumar.
- Mmmh, sabes que no me gusta ese olor, me quedaré aquí.
El peliblanco se paró y junto con él, el novio. Koga se acercó a hablarle a su oído discretamente antes de salir en busca de su ahora esposa.
- Podrías al menos intentar no ser tan evidente...
Sesshomaru sin decir nada, siguió su camino hasta la salida.
- ¿Me esperas un segundo? Tengo calor, quiero algo para beber. - Dijo la castaña acercándose a una mesa para tomar un vaso de champaña.
- ¿No crees que ya has bebido suficiente, princesa?
- ¿Me estás controlando, doctor?
- jajaja no, lo siento...
- ¡Oye Suikotsu! - Lo llamaron dos hombres desde una mesa. - ¡Vengan con nosotros!
- Anda - Le dijo Rin sonriendo. - yo necesito algo de aire fresco, aún tengo calor.
- Bueno, te esperaré con ellos. - La besó en su mejilla y Rin asintió.
Caminó hasta salir del lugar, cuando se dio cuenta de quien estaba afuera apoyado contra la pared fumando.
- Lo siento, no sabía que estabas aquí - Dijo secamente antes de girarse para volver por donde vino.
- Rin... - Todo el cuerpo de la castaña se tensó nuevamente al oír su voz. - ¿Por qué me estás evitando?
- No lo hago...
- No me mientas. - Dijo apagando el cigarrillo y acercándose a ella.
- Es sólo que... Olvidé algo adentro.
- Quédate - Le pidió. - Además... Me lo debes.
- ¿Disculpa?
- ¿Creíste que un whisky caro era suficiente para hacerme olvidar que me manipulaste? - La castaña dejó escapar una leve risa y negó con su cabeza. - Eres la primera en hacerlo.
- No es mi culpa... Al parecer los años le están pasando la cuenta, señor Taisho...
Él la miró con sus ojos entrecerrados.
- ¿Me dijiste viejo? Qué insolente.
Rin volvió a reír y no pudo evitar mirarlo por un breve momento. Quizás era el alcohol hablando, pero pasó por su mente el fugaz pensamiento de que con el pelo largo se veía aún más guapo que antes, como si fuera posible...
Rápidamente cerró sus ojos al darse cuenta de lo que estaba pensando. Tenía que salir de ahí...
- Lo siento, tengo que volver... - Dijo girando sobre sus talones cuando sus pies le jugaron una mala pasada, pero antes de poder tropezar, sintió las grandes manos del peliblanco agarrarla con firmeza de la cintura.
- Y tú sigues siendo una pequeña borracha.
- No soy pequeña... Ni borracha... - Dijo en casi un susurro con la voz entrecortada por el nerviosismo y esa maldita electricidad que recorrió su cuerpo al sentir sus manos sobre ella. - Y estoy bien... Ya puedes soltarme.
Rin sintió como él la recorrió con su mirada lentamente de pies a cabeza, pudo ver cómo se detuvo por algunos segundos en sus labios, haciéndola sonrojar y luego siguió subiendo hasta clavar su mirada dorada en sus ojos, traspasándola.
- Eres perfecta. - Lo escuchó susurrar.
La castaña sintió que su corazón se detuvo en ese momento y bruscamente volvió a la realidad al escuchar otra voz cerca de ellos.
- Rin...
Sesshomaru la soltó a regañadientes y Rin se giró a ver a quién los miraba con el ceño fruncido.
- Kagome te necesita. - Le dijo Inuyasha.
La castaña pensó en decir algo para justificar la situación en que la encontró, pero prefirió callar. Simplemente asintió y pasó caminando por su lado con la cabeza agachada, mientras Sesshomaru la veía desaparecer por la puerta.
- ¿Tienes algo que decir, que te quedas ahí parado como imbécil? - Le preguntó a su medio hermano que seguía mirándolo fijamente con cara de molestia.
- No será necesario que diga algo, puedo ver como la miras, ya lo estás pasando suficientemente mal... - Respondió el menor antes de entrar nuevamente por la misma puerta.
- Tsk.
A los pocos minutos después entró también el peliblanco, buscando insistentemente con su mirada a la castaña, sin encontrarla por ni un lugar.
Finalmente se rindió y buscó a su acompañante para salir de ahí.
Se subieron al auto manejado por Jaken y viajaron en silencio hasta que el auto se estacionó justo afuera del edificio de la rubia, la que se sintió extrañada al ver que su novio no tenía intenciones de moverse.
- ¿No vas a bajar?
- No...
- Ya, no son sólo ideas mías, llevas días evitándome ¿Qué ocurre? ¿Es por lo que te dije el otro día? Si consideras que aún es muy pronto para que nos mudemos juntos, tan solo tienes que decirlo...
- Quiero estar solo...
- ¿Qué significa eso, Sesshomaru? - Él la miró sin responder. - No, ¿Sabes? Mejor hablémoslo en otro momento, con más calma. Ya es tarde, deberíamos descansar o seguramente terminarás diciendo algo de lo que te podrías arrepentir.
- Sofía...
- Buenas noches cariño. - Lo besó. - Nos vemos.
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