CAPÍTULO 75

¿Se puede saber qué significa esto, señor Ministro?-preguntó Minerva seriamente.

- Esto significa que vamos a sacar a todos los estudiantes de aquí.-respondió Umbridge.-Ahora son propiedad de nuestro señor.

- ¿Pero porqué?-preguntó Peeves.

- Seamos sinceros.-respondió Cornelius Fudge.-¿Acaso íbamos a salir ilesos de la guerra? Por lo menos así podemos sobrevivir cuando el Señor Oscuro venza.

Umbridge se acercó a Minerva, se miraban fijamente, ninguna quería apartar la mirada. Se retaban...

- ¡Petrificus totalus!-dijo una voz a sus espaldas. Umbridge quedó petrificada. Minerva observaba como Sirius Black se levantaba tambaleándose. Cornelius sacó su varita, pero los estudiantes le apuntaron. Estaba rodeado...

Nagini se acercaba rauda hacia su presa. Nadie la sentía, ni siquiera escuchaban su siseo furioso, avisando que cada vez se acercaba más a sus presas. Nadie la veía reptar rápidamente...excepto Hermione Granger, que por un breve instante, captó por su rabillo del ojo el movimiento de algo arrastrarse rápidamente hacia donde estaba Rodolphus. Automáticamente, dejó de luchar contra Barty y vió con horror como Nagini cada vez estaba más cerca de su objetivo.

- ¡Bombarda!-chilló Hermione. Nagini abrió su boca a tan sólo unos milímetros de la piel de Rodolphus Lestrange, cuando la maldición enviada por Hermione la dió de lleno. Rodolphus, Evan y Regulus giraron sus cabezas para ver el origen del hechizo. Barty miró a Hermione, después, bajó su varita.

No, no quería luchar contra ella.

Pero ella le devolvió la mirada, asintió con la cabeza y le instó a continuar su lucha.

- ¡Sectumsempra!

El hechizo golpeó a Hermione y ni siquiera tuvo tiempo de localizar a su agresor. ¡La había atacado por la espalda y sin avisar! La maldición cortaba su piel y miles de llagas empezaban a sangrar por todo su cuerpo. Chilló con dolor, con horror. Estaba exhausta y cansada, adolorida, agotada.

El grito resonó; Theodore miró como su novia se desangraba en el suelo y chillaba de dolor. Dejó de combatir contra Dolohov y se dirigió rápidamente hacia ella, sin importarle las miradas de estupor que recibía de los demás mortífagos.

Barty se mordió los labios y miró con furia al agresor de Granger. Ronald Weasley. El muchacho que, aún tambaleándose, había sido capaz de reunir todo el rencor necesario para hacer una maldición de ese calibre. ¡Maldito Weasley!

- Jajaja, Potter.-reía Lord Voldemort.-¿Te ha gustado el espectáculo?

- Maldito seas.-dijo Harry levantándose con muchísimo esfuerzo.

- Hazlo de nuevo, Ronald.-dijo Voldemort. Weasley alzó la varita, apuntó a Hermione con ella.

- ¡Silencius!-gritó Barty apuntando a Ron.-¡Crucio!

- ¿Te atreves a desafiarme, Crouch?-preguntó Voldemort. Estaba furioso, demasiado furioso, el castigo para ese mortífago sería ejemplar.

- Y no es el único.-intervino Rodolphus. Evan y Regulus le secundaron. Voldemort abrió los ojos y los miró con sorpresa. Theodore llegó a donde estaba Hermione, Draco, Pansy, Blaise y Luna también se acercaron a ella, pero decidieron quedarse a una distancia prudente para darles más privacidad. Silenciosas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, mientras veían como Theodore cogía una de las manos de Hermione entre las suyas, mientras con la otra la acariciaba el rostro intentando reanimarla.

- Hermione...-decía Theodore.-...Hermione, háblame, porfavor, ¡dime algo!

- ¿Pero cómo?-siseó Voldemort ignorando a la sangre sucia moribunda que se desangraba en el suelo.-Os condené a la peor muerte que se puede tener. ¡Os dieron el beso del dementor delante de mí!

- Correcto.-dijo Evan. Un graznido se escuchó en el cielo y el fénix de Dumbledore, se dirigió hacia Potter, llevando consigo el Sombrero Seleccionador.

- Me alegro de volver a verte, muchacho.-dijo el Sombrero.-Saca lo que llevo dentro.

Harry metió la mano dentro del sombrero y sacó la espada de Gryffindor. Nagini, aunque estaba exhausta, todavía tenía fuerzas para moverse, por lo que, al divisar a la Sangre Sucia tirada en el suelo, se dirigió rauda hacia ella. Harry corría lo más rápido que podía. Tenía que alcanzar a esa serpiente como fuese, tenía que destruirla, para hacer a Voldemort débil y así poder matarlo.

- Theodore...-susurraba Hermione.

- Estoy aquí, Hermione.-dijo Theodore acariciándola la cara mientras un par de lágrimas se escapaban de su retina.-Shh, tranquila, te vas a poner bien.

- Estoy muy cansada.-dijo Hermione. Tosió y escupió un poco de sangre. Theodore frunció el ceño y los demás la miraron con preocupación.

- Resiste.-decía Theodore.-Hermione...

Pero cada vez escuchaba su voz más lejana, cada vez se sentía más cansada. Cerró los ojos, rindiéndose a la oscuridad. Sintió como su cuerpo se relajaba, y después, no sintió más dolor. En cambio, podía notar como alguien la agarraba la mano y no se separaba de ella, la estrechaba fuerte. Estaba segurísima de que era Theodore. Aún podía escucharle, aunque su voz apenas era un débil susurro.

- Hermione...-repetía Theodore.-Hermione...-agarró su mano con fuerza. No, no la soltaría por nada del mundo. Alguien le puso una mano sobre el hombro, giró la cabeza y vió como Draco Malfoy lloraba por primera vez en mucho tiempo, y no sólo ellos, sino también Pansy, Blaise, Luna...miró a Harry. Los ojos verdes del Niño que Vivió habían perdido todo su brillo, su mirada era opaca y con gran cantidad de ira. Los mortífagos...la mayoría de ellos estaban indiferentes, al igual que el ED, sin embargo, Severus Snape apretaba fuertemente los puños y se mordía el labio inferior con desesperación, en su mirada se podía ver tristeza. Barty Crouch Jr, se acercó a Hermione y se quedó varios minutos contemplándola; aunque Rookwood, Dolohov, los hermanos Lestrange, Rosier y Black estaban algo tristes por la muerte de Granger, Crouch era el que no hacía nada por disimularlo. Con cuidado, agarró la mano que la quedaba libre.

- Granger...-dijo Barty.-...resiste. Eres más fuerte que todo esto.

Pero la chica no respondía. Estaba fría e inerte. Aún así, Crouch detectó su pulso; tal vez no fuera nada y terminara reponiéndose en el hospital. Él prefirió pensar que sí. No es que le importase, era, simplemente, que por alguna razón había cogido algo de cariño a Granger, porque, a pesar de ser una sangre sucia inmunda, les había ayudado, había salvado la vida de Rodolphus varias veces, y eso sin contar la profunda adoración que la brindaba desde que la conoció durante El Torneo de los Tres Magos.

Una serpiente atrapada en el cuerpo de una leona.

Una leona enjaulada luchando por salir.

- Granger...despierta-volvió a decir Crouch, esta vez más alto, más...¿desesperado? No, desesperado no, pero sí con un poco más de miedo. Miedo por no verla despertar, porque ese fuese el final de su vida. ¡No! Granger no debía morir así, a manos de un cobarde. Si Granger tenía que morir, debía hacerlo en una pelea con un adversario digno, no con un maldito traidor, embustero y violador, no a manos de ese maldito pobretón. Con la ira brillando en sus ojos, Crouch se levantó depositando con cuidado la mano de Granger sobre la hierba, empuñó su varita con destreza y dió un par de pasos hacia Weasley.-¡COBARDE!

- Sólo he librado al mundo de una maldita Sangre Sucia.-dijo Ronald mirándolo con odio. De repente sintió una oleada de dolor invadirle el cuerpo. Cayó de bruces al suelo.-¿Pero...qué..?

- ¿Es que nadie te ha enseñado a respetar a las presas de otros?-preguntó Dolohov adelantándose. Otra oleada de dolor volvió a invadir el cuerpo de Ronald, sólo que esta vez, más intensamente.-¿Acaso nadie te ha dicho que he querido batirme en duelo con esa muchacha desde que osó desafiarme el año pasado?

El cuerpo de Weasley se llenó de heridas.

- ¿Es qué acaso no te han dicho que no debes atacar a las damas por la espalda?-preguntó Rodolphus.-Y mucho menos si salvan la vida de un mortífago.

En aquel momento, Voldemort se sintió débil. Su sonrisa desapareció de su rostro y se sintió muy cansado. Miró a Nagini...estaba muerta a los pies de su archienemigo. Harry Potter lo desafiaba con la mirada.

- Ahora...ya eres mortal.-dijo El Niño que Vivió.

- ¡Avada Kedavra!-gritaron Potter y el Innombrable al unísono. Pero, cuando la maldición estaba a punto de alcanzar a Harry, el Patronus de un ciervo lo apartó. Potter miró agradecido como una figura que conocía perfectamente, caminaba hasta él.

- ¿Papá?-preguntó Harry. James Potter sonreía. En ese momento, los estudiantes de Hogwarts salieron del castillo. Los Slytherins se dirigieron a sus familiares, mientras que los demás, permanecían a una distancia considerable. Sirius localizó a Regulus y se dirigió a él, pero...

- ¿James?-preguntó Remus dirigiéndose hacia Cornamenta.

- ¡Cornamenta!-gritó Sirius.

Harry había derrotado a Voldemort.

Los mortífagos habían perdido.

Se suponía que todos deberían sentirse felices, pero Hermione...Theodore se negaba a soltarla la mano, mientras la susurraba cosas dulces al oído.

- Hay que llevarla a San Mungo.-dijo Blaise.

- Pero está muy lejos, no llegaremos a tiempo.-dijo Pansy limpiándose las lágrimas con el dorso de su mano.

- Entonces, llevémosla a la enfermería.-propuso Luna. Theodore asintió y cogió el cuerpo de Hermione en brazos.

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