CAPÍTULO 74
Voldemort y Harry, varitas en mano, se miraban fijamente. Hermione comenzó a luchar contra Barty y el resto de los mortífagos avanzaron hacia el castillo. Los Dementores siguieron su ejemplo.
Fenrir arremetió contra Rodolphus y lo tiró al suelo, Evan y Regulus utilizaron sus varitas para socorrer a su amigo. El Licántropo gruñía, y lanzaba improperios contra los mortífagos, pero ellos decidieron ignorarle.
Barty simulaba estar luchando contra Hermione, pero en realidad, no se estaba aplicando del todo. Granger no le caía del todo mal y quería que saliese viva de esa batalla, al fin y al cabo, si ella moría, todos irían a Azkaban. Y eso no podía permitirlo...
Por su parte, Theodore estaba buscando a Nagini, pero al parecer, la serpiente estaba muy bien escondida.
- ¿Buscas algo, Nott?-preguntó Dolohov apuntándole con la varita.
- A Nagini.-respondió Theodore calmadamente, pero aún así, se puso en posición de defensa.-¿La has visto?
- Hace poco estaba por aquí.-respondió Dolohov lanzando su primera maldición hacia el joven Slytherin. Theodore la esquivó, tampoco es que le costase mucho hacerlo, porque en el fondo sabía que la maldición no iba dirigida a él.-¿Porqué la buscas?
- Hay que destruirla.-contestó Theodore enviando una maldición a Antonin. El mortífago la rechazó con un protego no verbal y continuó atacándole, mientras intentaba localizar a la serpiente de Su Señor.
En los alrededores de Hogwarts lo único que se podía escuchar eran los gritos y el ruido que hacían los hechizos al colisionar; pero aún así, Nagini observaba la guerra desde la entrada del Bosque Prohibido. Siguiendo las órdenes de su amo, debía permanecer alejada de la batalla.
Ya podía olerlo, la sangre se empezaba a derramar. Las maldiciones cortantes estaban siendo empleadas por los mortífagos. Pero al estar tan cerca del Bosque Prohibido, Nagini podía ver perfectamente que Greyback estaba siendo vencido por esos tres asquerosos traidores. Black, Lestrange y Rosier. ¡Esos malditos que habían osado desafiar a su amo!
Siseó. Estaba furiosa...y hambrienta. Sus ojos adquirieron un brillo depredador, astuto...y sin dudarlo, reptó hacia ellos.
Por otro lado, Myrttle y Peeves atravesaron las puertas del Gran Comedor. Escucharon los sollozos de los estudiantes, sus quejas y su desesperación. Remus y Sirius se estaban tambaleando, exhaustos, al parecer, Dumbledore había estado combatiendo con ellos. El anciano director se dirigió a Sirius y le puso la varita en el cuello, Canuto le escupió a la cara y Albus hizo el amago de agarrarle del cuello, pero nunca hizo contacto con el animago, porque Peeves cogió a Black de su túnica y lo levitó para alejarlo de Dumbledore.
- ¿En serio crees que eso le servirá de algo?-preguntó Dumbledore. Remus se acercó con sigilo al director, pero Albus lo previno y le envió una maldición no verbal. Del impacto, el licántropo se dirigió raudo hacia la ventana, pero Myrttle intervino y, antes de que pudiese romper el cristal, lo cogió de un brazo y lo depositó en el suelo con cuidado.-Eso ha sido muy noble por tu parte, Myrttle. Pero el señor Lupin y el Señor Black, tienen las horas contadas.
- Se equivoca, Dumbledore.-dijo Nick casi decapitado acompañado por el Barón Sanguinario.-Es usted quien va a morir.
El ejército de Dumbledore combatía fieramente contra los mortífagos. Pero aún no estaban lo suficientemente entrenados. ¡Los mortífagos sólo estaban jugando con ellos! Ginny Weasley, vió que Hermione Granger seguía viva y que estaba luchando contra Crouch.
"No puede ser que esté viva". pensó la pelirroja. "Yo ví su cadáver."
Rabastan Lestrange, su oponente, captó la mirada de la chica Weasley. Al parecer, la Weasley tenía la intención de atacar a Granger cuando la oportunidad se le presentase, pero eso era algo que no podía permitir, por lo que apenas la daba tiempo para contraatacar entre hechizo y hechizo.
Cho Chang luchaba contra Augustus Rookwood. El mortífago se estaba divirtiendo a más no poder. Esa cría no era rival para él. ¡Por Merlín! Lo estaba intentando atacar con unos hechizos que eran demasiado básicos para él.
- ¡CHO!-gritó Ginny antes de que su propio grito de dolor, provocado por un cruciatus, se escuchase por los alrededores. Pero ya era tarde, la asiática giró la cabeza para ver que Ginny la indicaba, como podía, la dirección donde estaba Hermione. Antes de que Chang pudiese ver a la castaña, Augustus la envió un Setumsempra. La Ravenclaw se retorció de dolor mientras su piel se rasgaba provocaando heridas sangrantes. El mortífago sonrió con diversión.
El dolor le provocaba placer.
- Sé a la perfección que Ronald Weasley no está muerto.-dijo Voldemort. Harry apretó los puños.-Pero no te preocupes, voy a llamarlo para que se reuna aquí contigo. Me imagino que querrás el apoyo de "tu más fiel amigo" cuando termine con tu asquerosa vida.-rió y Harry sentía como su cicatriz le dolía. El dolor era demasiado intenso, tanto, que le nublaba la visión. Se sentía exhausto y, sin darse cuenta, soltó su varita y se desplomó en el suelo gritando. La risa de Voldemort resonó más fuerte. Hermione paró de luchar contra Barty y miró por una fracción de segundo a su examigo chillando de dolor.-¡RONALD WEASLEY!
Ronald Weasley estaba incosciente por la maldición que le había lanzado Draco, sin embargo, su Señor le reclamaba. La Marca Tenebrosa le estaba empezando a sacar de su estupor. Su brazo le ardía igual que el fuego, le dolía cada vez más. El dolor era insoportable, lo único que quería era que parase. Las lágrimas se deslizaban por su rostro mientras se agarraba el brazo con desesperación. Tenía que acudir a la llamada de su Señor cuanto antes. El Señor Oscuro no era una persona paciente. Como pudo, se levantó, pero sus piernas le fayaban. Temblaba. Aún así tenía que salir de allí como fuese, a tropicones y tambaleándose, logró dar un par de pasos.
- Vamos muchacho.-le instó Colagusano. ¿Desde cuándo estaba allí, con él? No lo sabía, pero le agradaba ver allí a su amigo.-La batalla ha comenzado.
- ¿Quién va ganando?-preguntó Ron, aunque su voz salió más grave de lo normal.
- ¿Quién va a ser?-respondió Colagusano como si fuese algo obvio. El animago alzó una ceja y Weasley sonrió.-Por cierto, tienes que darte prisa, dentro de poco vendrán los refuerzos
En el Gran Salón, los alumnos miraban aterrorizados como el loco director atacaba a los fantasmas. Los cuatro fantasmas, junto con Sirius y Remus, estaban intentando que los estudiantes sobreviviesen. Con un movimiento de varita, Dumbledore abrió las ventanas y el frío no se hizo esperar. Los fantasmas miraron con horror, al igual que los estudiantes, como los Dementores entraban al Gran Salón y se dirigían hacia ellos, buscando sus almas como alimento.
- Si yo caigo, vosotros lo haréis conmigo.-dijo Dumbledore.
- ¡Expecto Patronum!-gritó Fred, secundado por George. El hechizo hizo de barrera entre los dementores y los estudiantes. Pero los fantasmas aún estaban indefensos. Cuando un dementor acorraló a Myrttle, Peeves de dirgió hacia ella y la abrazó con fuerza. No podían moverse, porque estaban rodeados.
- ¡Expecto Patronum!-dijo McGonagall transfigurándose en humana. Los dementores se alejaron de los fantasmas.
- ¿Se puede saber que has echo, Minerva?-preguntó Dumbledore. Como respuesta, Minerva le obsequió con una de sus miradas más frívolas. Fred y George se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia Dumbledore con la varita en la mano.-Da igual cuánto lo intentéis, no sóis rival para mi.
Ante esto, todos los estudiantes, de todas las casas, se levantaron de sus asientos, cogieron la varita y apuntaron con ella al director.
- No estás enfrentándote sólo con los Weasley.-dijo Astoria Greengrass.-También lo estás haciendo con todos nosotros.
En ese momento, se escuchó una explosión. Dumbledore sonrió. Al fin habían llegado sus refuerzos. Se escucharon pasos acercándose, y todos contuvieron la respiración.
- Hola.-dijo Cornelius Fudge.
- Hola, Dumbledore.-dijo Umbridge.
- Buenos días, Cornelius.-dijo Dumbledore.-Me alegro de verte.
- Yo también a ti, Albus.-respondió Cornelius Fudge acercándose a él. Pero cuando estaba a una distancia considerable, le apuntó con la varita y gritó.-¡CRUCIO!
- ¡Movilicorpus levitium!-dijo Dolores Umbridge.
El ataque pilló desprevenido a Dumbledore y, debido a la intensidad, se dirigió hacia la ventana más cercana, atravesándola. La distancia hacia el suelo era considerable y el director estaba cansado y adolorido. Colisionó contra el suelo y sintió como varios de sus huesos se rompieron. Desde la ventana, Dolores Umbridge y Cornelius Fudge sonreían con malicia mientras veían como el anciano director entraba en un estado mucho peor que la muerte, y del que probablemente no despertaría jamás.
- ¿Qué está pasando aquí?-preguntó Minerva McGonagall. Como respuesta, Cornelius y Dolores se remangaron la túnica del brazo izquierdo, luciendo con orgullo su Marca Tenebrosa.
Dos mortífagos acababan de entrar en el castillo.
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