CAPÍTULO 67
Regulus, Antonin, Rodolphus, Rabastan, Macnair, Augustus y Hermione estuvieron sentados cómodamente en el salón.
- Necesito que me ayudéis a derrotar a Dumbledore y a vuestro Señor.-dijo Hermione.
- ¡Cuidado con lo que dices!-dijo Dolohov fulminándola con la mirada.-¿Hace falta que te recuerde con quien estás hablando?
- ¡Oh, vamos! ¿Es que no os dais cuenta de que la única manera de que conservéis vuestras vidas es acabar con Dumbledore y con vuestro señor?-preguntó Hermione con su tono de marisabidilla.-¿Acaso creéis que El Señor Tenebroso, cuando se entere de lo que habéis hecho, os va a perdonar? ¿Acaso creéis que cuando descubra que habéis desobedecido sus órdenes para liberar a Black, Rosier y Lestrange, va a dejaros vivir? La única forma que tenéis de sobrevivir es derrotándole. Porque si cae Vuestro Lord a manos de Harry, Dumbledore no va a dudar ni un sólo instante en mandaros a Azkaban.-se levantó, dispuesta a marcharse.-Pensároslo bien. No creo que tarde mucho en averiguar que le habéis traicionado.
"De traidores de ambos bandos, su ejército estará formado"-recitó Hermione mientras se alejaba.
- No es nuestro problema.-dijo Dolohov cuando escucharon cerrarse la puerta.
- Por desgracia, sí lo es.-dijo Barty levantándose.
- ¿Me estás diciendo que vamos a tener que volver a ver a esa maldita y asquerosa Sangre Sucia?-preguntó Macnair.
- ¡Eso ni hablar!-dijo Rosier.-Prefiero mil veces morir a manos de nuestro señor, que ayudar a una Sangre Sucia inmunda. ¿En qué estás pensando? Es aquello contra lo que hemos luchado siempre.
- Hace tiempo...cuando Rodolphus todavía estaba en la celda.-se explicó Barty.-Theodore y yo oímos como Bellatrix y Colagusano hablaban sobre una profecía. La profecía empezaba diciendo: De traidores de ambos bandos, su ejército estará formado.-hizo una pausa.-La profecía trata de una chica que ha sufrido mucho, es muy inteligente y quiere vengarse de todo aquel que le ha hecho daño...todo el mundo piensa que es...
- Granger.-finalizó Rodolphus. Barty asintió.
- ¿Es qué esa maldita cría tiene que estar involucrada en todo?-preguntó Dolohov exasperado.
- Opino lo mismo que tú, Antonin.-dijo Rabastan.-Sin embargo, opino que primero deberíamos resolver el problema de Dumbledore y Nuestro Señor...y si Granger queda viva después...bueno, ya veremos que hacer con ella.
- Por lo tanto...¿vamos a tener que volver a soportar su presencia?-preguntó Augustus.
- ¿Se te ocurre algo mejor?-preguntó Regulus.
- Sí.-respondió Augustus.-Tomarnos un ligero descanso, fingir nuestra muerte para que no nos busquen y estar de vacaciones perpetuas.
- ¡Oh, tu plan me gusta, Augustus!-dijo Rodolphus.-Excepto porque nuestro lord no es ningún idiota que se trague esa trola.
- Bueno...eso nos lleva de nuevo a aceptar el plan de Granger.-dijo Barty.
- ¿Porqué esa maldita mocosa tiene que estar hasta en la sopa?-preguntó Walden.
- Porque es la única que puede sacarnos de los problemas.-respondió Barty.
- Nuestro lord me ha pedido matar a Brown.-dijo Bellatrix sensualmente. Ron escuchaba con atención.
- Pero...Lavender es mi novia.-dijo Ron.
- Piensa, querido Ron...-incitó Bellatrix.-Que si apartas a esa mosquita muerta del camino, estaré completamente a tu disposición.
Ron levantó la varita.-Será como ordenes, Bella. Hoy, mataré a Lavender.
Bellatrix sonrió complacida.
Mientras tanto, Hermione, transformada en Lavender, se apresuraba para llegar a Hogwarts. ¡Se le había hecho demasiado tarde! Y no le daba tiempo a llegar, por lo que decidió callejear por algunos de las callejuelas de Hogsmeade. Agarró fuertemente su varita. Algo no andaba bien por allí, podía presentirlo.
- Hola Lavender.-saludó una voz tras ella.
Hermione se giró y abrió muchísimo los ojos. ¿Qué hacían Bellatrix y Ronald allí?
- Creo que deberíamos escribir una lechuza a Granger con nuestra respuesta.-dijo Regulus.
- No, yo creo que voy a salir a buscarla.-dijo Barty.-Además...tengo que hablar con ella.
- Como quieras.-dijo Augustus.-Pero no tardes mucho con la sangre sucia o te contagiarás.
Los mortífagos rieron ante ese comentario.
- ¿Ro-ro?-preguntó Lavender.-¿Qué te pasa, cariño?
- Que ya no me sirves.-contestó Ronald.-Me he cansado de ti.-alzó su varita.-Pero sabes demasiado, Lav. Tengo que matarte.
Bellatrix rió.-¡CRUCIO!
Lavender, observó como el hechizo salía de la varita de la mortífaga, intentó coger su varita, pero no la dió tiempo. El hechizo la dió de lleno y soltó un grito desgarrador.
- Totalmente patético.-se rió Bellatrix.
"¿Porqué moriste?" pensaba Myrtle la llorona. "¿Porqué no encuentras la paz? ¿Porqué tienes que vagar por este castillo hasta el final de los tiempos?"
Por él.
Por su culpa.
Maldito Albus Dumbledore.
Maldito sea el día en que todo ocurrió.
- Hola Myrtle.-saludó Peeves.
- Hola Peeves.-saludó Myrtle sonriendo.
Peeves. Su único amigo. Tanto en la vida...como en la muerte.
Peeves. A quien Dumbledore también le atormentó, lo suficiente como para que la siguiese hasta el mundo de los no muertos, de los inmortales y donde el descanso eterno todavía no está al alcance de cualquiera.
Peeves, a quien siempre quiso más que a un amigo.
Él, la causa por la que dejaba de llorar y sonreía.
Historias trágicas, ocultas para el público. Historias en las que Dumbledore, es la pieza principal.
Otra vez viéndose a escondidas, al igual que todos los días. De nuevo, aprovechaban cada segundo en los que sabían, que nadie los vería. De nuevo, frente a los demás, debían fingir indiferencia...pero por el momento, aprovechaban estar juntos.
Como tantas otras veces había hecho, Myrtle se acurrucó en su pecho y se abrazó a él con fuerza mientras flotaban en el aire. Peeves agarró su cintura y la atrajo más hacia sí. Ella hundió la cabeza en el hueco que hay entre el hombro y el cuello, ansiando volver a ser humana, para hacer eso y sentir su corazón latir, sentir su calor.
Y como tantas otras veces, Myrtle intentó reprimir sus lágrimas. Cuando estaba con él, no era tiempo de llorar...porque estaban juntos y es lo único que importaba.
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