CAPÍTULO 66
Tras el reencuentro entre Regulus y Sirius, Theodore y Hermione se dirigieron a Hogwarts. Regulus decidió quedarse en la Mansión Crouch y Sirius regresó a la Honorable Casa de los Black.
Nada más llegar a Grinmund Place, Sirius le contó a Remus que su hermano estaba vivo y que era gracias a Hermione. A Remus le costó creerlo, pero cuando Sirius invocó un pensadero para mostrárselo, no tuvo más que aceptarlo.
Sirius sonrió triunfante ante el suspiro derrotado de Lunático.
Pero ahora venía lo más difícil. Petunia nunca había tenido un carácter agradable y mucho menos hacia los magos. Siempre los había tratado como si fueran escoria. ¡Y ahora, debían quedar con ella!
Es decir, debían prepararse para sus comentarios fuera de lugar, sarcásticos e hirientes.
Y tan sólo faltaba media hora.
El bar muggle donde Petunia, Hermione, Remus y Sirius habían acordado reunirse, estaba abarrotado de gente. El ruido era ensordecedor, las conversaciones se entremezclaban y no podías escuchar nada. ¡El lugar perfecto!
- Me alegro de verte de nuevo, Petunia.-saludó Remus cortesmente. Sirius sonrió y asintió con la cabeza en señal de saludo antes de sentarse.
- Buenos días, señora Dursley.-saludó Hermione.
- Black, Lupin, Granger.-saludó Petunia con una mueca de asco. Después...hubo un silencio incómodo.-Vamos a ver. ¿Para qué queréis que os cuente lo que ocurrió con Dumbledore?
- Necesitamos demostrar quien es.-dijo Hermione.-Que la gente vea que no es una buena persona.
- ¿Quéreis tomar algo?-interrumpió el mesero.
- Tres cafés y un vaso de agua.-pidió Remus. El mesero desapareció tras la barra.
- ¿Y porqué necesitáis mi ayuda?-preguntó Petunia.
- Petunia.-dijo Sirius serio.-Si Dumbledore continúa influyendo sobre Harry, el chico morirá.
Aunque pareciese imposible, el rostro de Petunia empalideció y sus ojos se abrieron completamente.
- Bueno...está bien. Os contaré lo que me pasó con Dumbledore cuando era pequeña, pero con la condición de que nadie más se entere de esto.-dijo Petunia. Los demás asintieron y ella continuó.-Todo empezó el día que Lily recibió su carta de Hogwarts. ¡Ella estaba muy feliz! Pero yo tenía envidia. Desde pequeñitas, soñábamos con tener poderes, por eso tenía celos de ella. Ahora que me doy cuenta, me porté fatal con ella. Cuando estábamos en la estación de King Cross, Lily me prometió que hablaría con el director para que me admitiese en Hogwarts. Yo le respondí que no hacía falta, que era una escuela de bichos raros. Aún así, ella intentó que fuese a Hogwarts...pero al parecer, el director denegó su petición. Lily era una buena estudiante; lo sabía porque cuando íbamos a la escuela muggle, siempre sacaba buenas notas.-hizo una pausa en la que se dedicó a mirar su taza de café.-Pero un día, un hombre llamó a la puerta de casa. Mis padres habían salido; estaba totalmente sola. El hombre se identificó como Albus Dumbledore. Yo reconocí al instante que se trataba del director de Hogwarts, le dije que mis padres se habían marchado y él me dijo que ya lo sabía. Forcejeamos en la puerta, él quería abrirla para entrar, pero yo no le dejaba.-lágrimas empezaron a caer por su rostro.-Finalmente consiguió abrirla, entró y me miró de arriba abajo. Era una mirada...lujuriosa, burlona...no sé, pero se me puso la piel de gallina. Ese hombre me daba mucho miedo. De repente, se dirigió hacia mi. Intenté moverme, pero estaba paralizada. Él dijo que podía intentar gritar, pero que nadie me escucharía. Que podía intentar moverme, pero que no lo conseguiría. Dijo que me había hechizado de forma no verbal. Según él...había utilizado un Silencio y un Petrifico. O algo así.
- ¿Utilizó la magia contra una muggle?-preguntó Sirius asombrado.
- Continúa.-dijo Remus haciendo un gesto a Petunia.
- Bueno...empezó a manosearme...tocarme por todas partes...-hizo una mueca de asco y se quitó algunas lágrimas con sus dedos.-Yo...tan sólo quería largarme de allí. ¡Estaba asqueada! Pero él me dijo, que como se lo contase a alguien, aparte de que no me creerían, se encargaría de hacerle a Lily la vida imposible en Hogwarts. Dijo que él era el director y que tenía poderío. Dijo...que podía borrar la memoria a todo aquel que me conociera...que me encontraría sola.
- Tranquila.-dijo Remus al ver que Petunia había empezado a sollozar.
- Yo...tenía miedo por Lily.-confesó Petunia.-Él dijo que volvería a verme todas las veces que él quisiera y, que si me negaba una sola vez, Lily pagaría las consecuencias. La primera vez que lo hizo, yo tenía once años. ¡Él fue el primer hombre con el que estuve!-se tapó el rostro con las manos.-Venía a verme una vez al mes. Excepto los meses de verano, y Navidades. Lo estuve soportando durante siete años. Después de graduarse, Lily decidió irse a vivir con ese chico, el padre de Harry...¡James! a no sé que valle en el mundo mágico. Yo me alegré muchísimo de que ya no hubiese nada para que tuviese que seguir soportando a Dumbledore. Pero desgraciadamente, una profecía advertía de que el hijo de Lily estaba en peligro.-sonrió tritemente.-Dumbledore vino a verme por esas fechas. Quería que retomáramos "la relación" en el mismo lugar donde la dejamos. Pero, creía que ya no tenía poderío sobre mi hermana. Ella nunca me dijo que pertenecía a La Orden, creo que lo hacía para mantenerme a salvo. El caso es que, me negué, le dije que ya no tenía ningún poder sobre mi hermana, ni tampoco sobre mí. Él se cabreó y me dijo que me arrepentiría de esa decisión por el resto de mi vida...unos días después me enteré de que Lily había sido asesinada y que Harry era el único que quedaba con vida. Dumbledore vino a verme a mi casa. Por aquel entonces, yo estaba saliendo con Vernun. Dumbledore me entregó a Harry y me dijo que ese era el resultado de mis acciones, que gracias a mi, los padres de Harry habían muerto y que ahora me tocaba a mi cuidarlo. Le pregunté por ti.-dijo señalando a Sirius.-Puesto que sabía que eras el padrino. Pero él sonrió con burla y me respondió que estaba en la cárcel por supuesto asesinato. No tuve más remedio que hacerme cargo de Harry.-terminó sollozando.
- ¡Será cabrón!-dijo Sirius dando un golpe a la mesa y derramando algo de su café.-Pudo haber evitado las muertes de Lily y de James...¡y no lo hizo!
- Ahora que os lo he contado todo.-dijo Petunia.-¿Qué va a pasar?
- Que tendremos que hundirle de alguna manera.-respondió Remus.-A saber con cuantas más habrá hecho lo mismo.
- ¿Y cómo lo detenemos?-preguntó Hermione.
- Te va a tocar hacer la mayor parte.-respondió Remus mirándola.-Puesto que eres tú a la que se refiere la profecía. Nosotros podemos pasarte información de La Orden...pero el resto...
- Sirius...¿qué te parecería que involucrásemos en esto a los mortífagos?-preguntó Hermione.
- ¡De ninguna manera!-respondió Sirius.-¡No, nada de eso Hermione!
- Pero Sirius, uno de ellos es tu hermano.-contrarrestó Hermione.
- Pero los demás no son de fiar.-replicó Canuto.
- Canuto ¿te recuerdo la profecía?-preguntó Remus mirando al Merodeador.-"De traidores de ambos bandos, su ejército estará formado." Creo que nosotros somos los traidores del "lado bueno" puesto que no estamos conforme con lo que hace Dumbledore. Y los mortífagos, si han desobedecido las órdenes de Lord Voldemort, son traidores del "lado malvado". Y si analizamos la profecía, Hermione necesitará la ayuda de todos para derrotar a Dumbledore y a Voldemort.-explicó Lupin.
- ¡Ya te entendí, Lunático!-ironizó Sirius.-Está bien. Si no queda más remedio, tendremos que hacer una tregua...pero estaré en estado de alerta...por si acaso.
- Gracias por contárnoslo, señora Dursley.-agradeció Hermione.-¿Puedes hacernos un favor? No le diga a nadie que nos hemos reunido y siga actuando con normalidad.
- Como si pensara contar que me he reunido con una pandilla de bichos raros.-dijo Petunia con indiferencia.
La conversación se dió por terminada y cada uno se marchó por su lado. Petunia se marchó a su casa, Remus y Sirius a Grinmund Place y Hermione...decidió hacer una visita a los mortífagos. Por lo que Sirius la transportó a uno de los pueblos cercanos; Hermione alegaba que podía coger el autobús Nocturno y que estaría bien.
El camino hacia la mansión Crouch no fue nada fácil. El autobús la dejó a unos cuantos kilómetros de distancia por lo que tuvo que ir andando. Tardó varias horas, pero al final consiguió dar con ella.
No sabía como entrar, es más, sabía que no debería estar allí, sola, en una casa llena de mortífagos. Sin embargo, antaño era una leona, y la valentía era un rasgo que no desaparecía por completo. Juntando todas sus agallas, caminó hacia la puerta principal y llamó con sus nudillos.
La puerta se abrió sola. Hermione tomó esto como una invitación y entró. Dio un par de pasos, y la puerta se cerró tras ella. Al instante siguiente, sintió una varita clavarse fuertemente en su espalda.
- ¿No te han enseñado que entrar en las casas donde las puertas se abren solas y en las que viven asesinos puede ser peligroso?-susurró una voz en su oído.
- ¡Dolohov! Si no quitas tu varita de mi espalda...-respondió Hermione.
- ¿Qué me harás, Granger?-respondió Dolohov con una sonrisa sádica.
- Antonin...baja la varita y suéltala.-dijo Regulus apareciendo por el umbral.-Bienvenida, Granger.
- Me quitas toda la diversión, Black.-respondió Antonin bajando la varita y soltando a la chica.-¿Dónde está tu honor mortífago?
- Es la amiga de mi hermano.-respondió Regulus encogiéndose de hombros.
- ¿Dónde está Crouch?-preguntó Hermione interrumpiendo la discusión entre los dos mortífagos.
- Estoy justamente aquí.-dijo Barty con su típico tic de lengua.-¿Necesita algo, señorita Granger?
- Hablar contigo. Tengo algo que proponerte.-respondió Hermione.-En realidad, tengo que proponéroslo a todos.
- Pasemos al salón.-dijo Barty.-Allí estaremos más cómodos.
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