CAPÍTULO 61
El camino hacia la prisión fue silencioso. Cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Gracias a los hechizos que habían implantado en sus capas, podían confundirse con auténticos dementores. Nadie podría darse cuenta de la diferencia, si ellos seguían manteniendo las apariencias y el aura de frivolidad.
Iban a tanta velocidad, que luchaban constantemente contra el viento para que no les desequilibrase. La mayoría no tenía problemas para manejar su escoba, excepto Hermione, que entre el pánico que le tenía a las alturas y que apenas sabía montar, era un gran desafío para ella.
¡Pero debían darse prisa! Por si acaso Ronald regresaba antes que Hermione. No era porque la importase mucho, puesto que Draco se estaba haciendo pasar por Lavender, pero quería evitarle el trauma de tener que acostarse con Weasley.
Sobrevolaban las montañas, los ríos y los mares. Un paisaje precioso que todos, excepto Hermione, admiraban. Ella prefería agarrarse a la escoba con más fuerza. Ahora estaba agradecida de que Viktor la hubiese enseñado a montar en escoba, ya que durante su primer año, sólo sacó un aprobado raspado y con muchísimo esfuerzo. Nunca se lo diría a nadie, pero tuvo que embrujar su escoba para que se manteniese estable.
- ¿Problemas con la escoba, Granger?-preguntó Dolohov burlonamente.-No me digas que les tienes pánico a las alturas.-Hermione no contestó.-¡Tienes pánico a las alturas! Interesante...
- Tranquila Hermione.-la animó Theodore.-Sólo tendremos que estar así un rato más. Pronto llegaremos a la prisión.
Pero mientras tanto, tenía que continuar volando.
Mientras tanto, en Hogwarts, Draco intentaba hacerse pasar por Lavender lo mejor que podía. Aunque no era fácil. Muchos chicos la miraban con tanta lujuria, que le estaban poniendo enfermo.
"Hermione me debe una muy grande por esto".
- Asique tú eres Lavender Brown.-dijo una voz detrás de él. Draco se giró y lo miró. Era un chico más mayor que él, pelirrojo, pecoso, ojos azules...un Weasley.-Soy Percy Weasley.-Draco sonrió con ironía. "Como si no lo hubiese notado".-¿Eres la novia de mi hermano Ron?
- Sí.-respondió Draco ocultando su cara de asco.
- ¿Qué te parece si damos un paseo?-preguntó Percy ofreciéndole su brazo. Draco lo cogió e hizo una mueca de asco, que disimuló con una sonrisa.
Llevaban viendo el mar durante un buen rato, cuando por fin apareció ante ellos una isla. Lúgubre, oscura y rodeada de dementores.
- Esa es la prisión de Azkaban.-informó Barty.
Como si no lo hubieran notado.
La prisión era silenciosa. Como si no hubiese nadie allí. Se quedaron en silencio y continuaron volando, intentando ignorar a los dementores que cada vez parecían más cerca. Ahora era cuando debían mostrar frialdad e indiferencia; cuando el miedo podía traicionarles.
Barty y Antonin se pusieron a la cabeza del grupo, guiándoles hacia donde se encontraban las celdas de Regulus y de Evan. Theodore se colocó al lado de Hermione; y Walden flanqueó a los muchachos por la derecha; Rabastan se colocó a la izquierda y Augustus y Rodolphus detrás de ellos.
Debían protegerse mutuamente, ahora no había sitio para las disputas y las diferencias. Era la única oportunidad que tenían de salir vivos de esa prisión y no iban a desaprovecharla.
Hermione se sintió agradecida con la presencia de los mortífagos. Ese lugar la resultaba tan aterrador, que le era difícil aparentar su papel. Aunque estuviese al lado de Theodore, sólo quería darse media vuelta y regresar a Hogwarts.
El silencio era inquietante.
Parecía que los dementores estaban por todas partes. Pero cuando se cruzaban con ellos, continuaban por su camino para no darles tiempo a sospechar.
De vez en cuando, se escuchaba algún que otro chillido desgarrador. Las puertas de las celdas estaban cerradas, pero eso no impedía que viesen el deplorable estado en el que se encontraban los prisioneros. Delgados hasta parecer anoréxicos, mugrosos y con aspecto enfermizo.
Hermione miró al suelo durante todo el trayecto, incapaz de sostenerles la mirada. Ella siempre se había preocupado por las injusticias, y por mucho que los prisioneros se mereciesen su castigo, esto era horrible incluso para ellos.
Barty y Augustus se detuvieron ante una celda. Walden, Rabastan, Rodolphus y Augustus vigilaban que no hubiesen dementores, mientras Theodore y Hermione intentaban abrir la puerta.
- Alohomora.-susurró Hermione. Pero la puerta no se abrió. Theodore la miró.-Escucharme. Voy a lanzar un Bombarda Máxima puesto que la puerta no se abre. Los dementores van a llegar tan rápido que tendremos que hacer esto en el menos tiempo posible si queremos salir de aquí con vida.-los demás asintieron.-¡Bombarda Máxima!-gritó Hermione. Cuando el hechizo tocó la cerradura, se produjo una gran explosión, seguido de una gran humareda y chispas. Pero cuando la humareda se disipó y las chispas desaparecieron, la cerradura se abrió.
- Están llegando.-informó Augustus.
Los mortífagos y Hermione entraron rápidamente en la celda y enseguida vieron a Evan y a Regulus.
- ¡Minius!-gritaron Theodore y Hermione apuntándoles.
Evan y Regulus disminuyeron considerablemente. Parecían muñequitos, sólo que continuaban con vida, aunque sin alma. Dolohov y Rabastan los cogieron y se los metieron en el bolsillo. De repente, notaron el descenso de la temperatura. Sabían lo que significaba y el terror empezó a invadirles. Se dieron la vuelta para salir por la puerta, pero los dementores los habían acorralado.
No tenían escapatoria.
- ¡Bombarda Máxima!-gritó Dolohov hacia la pared.
- Expecto Patronum.-gritó Hermione hacia los dementores. Una nutria salió de la punta de su varita y se dirigió hacia ellos. Los dementores empezaron a retroceder a medida que Hermione avanzaba.
- ¡Hermione!-gritó Theodore.-Tenemos que irnos.
- ¡Adelantaros vosotros!-chilló Hermione como pudo. El hechizo requería una gran cantidad de concentración que en este momento empezaba a fallarla. Los mortífagos se adelantaron y salieron hacia el exterior. Theodore miró a Hermione. El poder de los dementores la estaba afentando al igual que a todos. Hermione le miró y le sonrió, aunque él no pudiese verla. Theodore se adelantó y salió antes que ella. Hermione le siguió. Al desplazarse, quitó su hechizo y los dementores se acercaron a ella peligrosamente.
Ella chilló y voló un par de metros, pero estaba demasiado asustada. Entre las alturas y ser perseguida por un montón de dementores, perdió el control de su escoba y se empezó a tambalear en el aire. Theodore la vió y se detuvo. Quería ayudar, pero no sabía como. Hermione se negaba a soltar la escoba, pero se caía en picado...y la escoba con ella. Su novio estaba muy preocupado y se dirigió hacia donde ella, pero la castaña le hizo un signo para que continuase su camino.
Hermione se negaba a admitir que la situación la superaba...quería salir sola de ese apuro.
Los mortífagos, al ver la escena, fruncieron el ceño. Barty estaba un poco preocupado por Granger, aunque jamás lo admitiera. Los dementores empezaron a seguir a Hermione, olvidándose completamente de los demás. Al ver esto, los mortífagos y Theodore decidieron continuar su camino. Tal vez fuera una técnica de despiste que estaba utilizando Granger. De cualquier forma, les estaba dando la oportunidad de escapar.
Hermione se acercaba peligrosamente al agua. Pero su fuerza de voluntad pudo más que su miedo, y, colocándose correctamente sobre su escoba, recordó las lecciones que Viktor le había dado.
1. Colócate sobre tu escoba.
2. Agárrate fuerte.-aunque eso no había ni que decirlo.
3. Piensa que puedes lograrlo.
4. Tú mandas sobre la escoba. ¡Dala órdenes!
"Arriba". pensó Hermione. Sorprendentemente, la escoba mantuvo el equilibrio y obedeció las órdenes de Hermione. "Ahora sólo tengo que seguirles". Pensó mirando a los mortífagos y a Theodore. Pero se dió cuenta de lo cerca que estaban los dementores de ella. "Para estos casos, lo mejor es pensar en recuerdos felices". Cerró los ojos y pensó en Theodore, en sus besos, en su voz y en como se sentía cuando se rozaban, lo miraba y estaba junto a ella...su primera vez.
- ¡Expecto Patronum!-gritó Hermione. De su varita, salió una luz cegadora, que adquirió la forma de la nutria. Esta vez, mucho más ágil que antes, se dirigió hacia los dementores, obligándoles a retroceder. Mientras tanto, Hermione alcanzaba a Theodore.-¡Vamos! Démonos prisa. La nutria se desvanecerá en pocos minutos.
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