CAPÍTULO 46
A la mañana siguiente encontraron el cuerpo inerte de Hermione Granger. Era ella, no había ninguna duda. Tenía la ropa semirrota y manchada de sangre, y varias heridas, señales de que se había defendido hasta el final. Sus ojos, abiertos y aterrorizados, la boca ligeramente abierta. Su cabello alborotado y desordenado, y su varita a unos cuantos metros de ella.
Había sufrido mucho, eso era notable debido a su cara descompuesta por el dolor.
Pero no cabía ninguna duda. Era ella. No era ningún truco, ninguna alucinación ni siquiera una ilusión. Tampoco se había utilizado ni hechizos ni pociones para aparentar. Era ella. Simplemente ella.
- Parece que esta chica ha sufrido un ataque demasiado fuerte, Albus.-dijo la profesora Magonagall mirando con horror el cuerpo de su alumna.-Y sería capaz de jurar de que presenta signos de tortura.
- ¿Pero quién ha podido hacer algo así?-preguntó la profesora Sprout.
- No lo sé, pero es mejor que nadie se entere de lo ocurrido.-dijo Albus Dumbledore.
- ¿Y cómo vamos a ocultarlo?-preguntó la profesora Magonagall.-Hermione Granger no es una alumna que pase...como decirlo...desapercibida.
- Podemos decir que fue un suicidio.-dijo Dumbledore.-No sería de extrañar teniendo en cuenta por todo lo que ha pasado estas últimas semanas.
- ¿No piensas abrir una investigación?-preguntó la profesora Magonagall.
- No será necesario, Minerva.-respondió Albus.-No abrimos investigación cuando Myrtle fue asesinada por el basilisco y no abriremos investigación ahora. Vamos a decir que fue un suicidio. El funeral será esta tarde. Informa a los alumnos de lo ocurrido.
- Como ordenes, Albus.-dijo Minerva.
- Un momento, Minerva.-dijo Albus.-Quiero que informes también a la Orden, al Ministro de magia y a alguna periodista.
Durante la comida, se dió la cruel y dolorosa noticia al alumnado. Y los murmullos no se hicieron de esperar. En cuanto el director, Albus Dumbledore, anunció el suicidio de la alumna más brillante e inteligente de Hogwarts, Hermione Granger, todo el mundo comenzó a lanzar rumores sobre el motivo que había provocado que esa chica se suicidase. Mal de amores, decían algunos. Otros decían simplemente que El Señor Tenebroso la había matado.
Theodore Nott en la mesa de Slytherin, parecía algo abatido y deprimido; al igual que Luna Lovegood. Pansy Parkinson, Blaise Zabini y Draco Malfoy mostraban indiferencia.
Hermione Granger no tuvo un minuto de silencio, puesto que la consideraban una traidora. Más de uno se alegró de su muerte.
En la mesa de Gryffindor, prácticamente lo estaban festejando. No estaban tristes, ni siquiera aparentaban estarlo. Estaba claro que nadie la quería, ni siquiera la apreciaban. Sonreían y se comportaban como lo harían normalmente. Ron Weasley sonrió para sus adentros mientras pensaba en el fantástico trabajo que había hecho Barty Crouch Jr. Harry Potter suspiraba, como si la muerte de su ex-amiga, hubiese sido igual de importante que la derrota de Lord Voldemort.
El funeral se hizo por la tarde, en el Gran Comedor. Todos los alumnos tenían que acudir por obligación. Pero sólo Theodore Nott, algunos miembros de la Orden y Luna iban de luto. Pansy, Draco y Blaise vestían con colores oscuros. Sin embargo, ell resto de los alumnos no mostró ni siquiera ese respeto, y se vistió con ropa de calle normal, como si Granger no mereciera el suficiente respeto como para rendirla un entierro digno.
El ataud con el cuerpo de Hermione Granger estaba a la vista de todo el mundo. La repulsión no se hizo esperar y comenzaron los murmullos. Albus Dumbledore se levantó e hizo el amago de querer hablar, ante lo cual, todos se callaron.
- Hoy estamos aquí para despedir a una de nuestras alumnas y compañeras.-empezó Dumbledore.-Hermione Granger, muchos dirán que fue la bruja más brillante de su generación y la más inteligente que ha tenido Hogwarts en mucho tiempo. Estamos aquí para decirla adios. Normalmente contaría algo más, algunas anécdotas o algo por el estilo, pero Granger nunca fue una muchacha por la que debamos sentirnos orgullosos. Si lo hicimos alguna vez, fue porque nos equivocamos. Dice un dicho muggle que todo lo que somos sale a la luz. Eso es lo que ha pasado con esta muchacha en el último tiempo. Si alguien quiere despedirse de ella, acercarse y decirle las últimas palabras, puede hacerlo.
Ron Weasley fue el primero en levantarse de su asiento. Le siguieron Harry, Lavender, Luna, Blaise, Theodore, Pansy y Draco, Remus y Sirius. Todos ellos se colocaron en fila y esperaron su turno para ver los restos de la castaña.
- ¿Ves, cariño? Te dije que no ibas a escapar de mi.-dijo Ronald Weasley mientras la sujetaba la mano y le susurraba estas palabras al oido de la castaña.-No sé como pudiste creer que me detendrías, que serías más fuerte que yo.-la besó en la mejilla.-Estoy satisfecho de saber que por fín he conseguido silenciar a la sabelotodo de Hogwarts, biblioteca parlante. ¿Sabes? Yo mandé la orden para que te matasen. Al parecer Barty Crouch Jr hizo un buen trabajo. Se nota que has sufrido. Voy a comunicarle a Mi Señor lo buen mortífago que es Crouch. ¡Hasta nunca, Granger! No puedo decir que fue un placer conocerte porque estaría mintiendo; pero sí puedo decir que fue un placer follarte, o violarte, como prefieras llamarlo.-la volvió a besar, esta vez en los labios, después se alejó.
- ¿Sabes, Granger?-comenzó Lavender a susurrarla en el oido mientras apretaba la mano de Hermione.-He de darte las gracias. Me has dejado el camino libre con mi Ron-Ron. Ambos sabemos que no fue un suicidio, pero ¿sabes qué? No pienso contárselo a nadie. Será nuestro secreto. Secreto de compañeras.-dicho esto se alejó, y fue el turno de Theodore.
- Hermione, perdóname.-dijo Theodore.-Por todo lo que te he hecho. Tarde me di cuenta de lo mucho que te amaba. Ojalá puedas perdonarme.-dicho esto se alejó. Draco, Pansy y Blaise estuvieron consolando un poco a Theodore y mostrándole su apoyo. Luna se dirigió al ataud.
- Amiga.-dijo Luna.-Perona por dejarte sola cuando más lo necesitabas. Ojalá estuvieras aquí, viva, con nosotros. Yo...te voy a echar mucho de menos.-dicho esto se alejó.
- ¿Ves cómo es inútil unirse a los mortífagos y traicionarme, Granger?-susurró Harry mientras apretaba la mano de su ex-amiga.-Aún no me explico como pudiste cambiarte al bando del mal. Creí que tenías más inteligencia que la que demostraste.-cuando se alejó, Sirius y Remus se acercaron a contemplarla.
- No entiendo como pudiste suicidarte, Hermione.-dijo Sirius.-Creía que eras una chica fuerte e inteligente que luchaba hasta el final. Jamás creí que diría esto, pero...me has decepcionado.
Remus se quedó unos instantes viendo a Hermione. Después se retiró junto con Sirius.
- ¿Alguien más quiere decirla algo?-preguntó Albus Dumbledore.-¿Unas últimas palabras para Hermione Granger?-nadie contestó.
Ante el silencio producido, el director movió su varita y el ataud desapareció.
- Aparecerá en el cementerio de Hogsmeade, en un sitio dedicado para los traidores. Allí la enterrarán.-dijo Dumbledore.-El funeral ya ha acabado, podéis regresar a hacer vuestras actividades.
El Gran Comedor se fue despejando. Entre los últimos que quedaron estaban Lavender, Ron, Harry, Luna, Theodore, Pansy, Draco y Blaise.
Lavender agarró a Ron del brazo y salió del Gran Comedor. Unos instantes después, los demás hicieron lo mismo...salvo Theodore. Que se quedó contemplando el lugar donde había estado el cadáver de Hermione.
En la Mansión Crouch, Barty Crouch Jr sonreía con autosuficiencia. ¡Lo había conseguido! Maldita sabelotodo. Tantos quebraderos de cabeza que le había causado tan sólo el saber que tenía que matarla...pero al fin lo había hecho. Había cumplido con la orden de Ronald Weasley sin ningún problema. Weasley estaría satisfecho y su Señor también. Hermione Granger estaba muerta y enterrada y el mundo mágico era consciente de ello.
Y el causante de su muerte, había sido él.
Pero la pregunta era: ¿Merecería la pena tanto esfuerzo?
Barty decidió disfrutar un poco. ¡Lo había conseguido y eso era lo único que importaba!
Delante de todo el mundo.
Sonrió, rió con alegría.
Delante de todo el mundo y nadie se había dado cuenta.
Cuenta de nada...
Ahora tenía el camino libre.
Definitivamente, él era un genio. Digno de ser mortífago.
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