CAPITULO 32
Ronald Weasley se reía descontroladamente. Minutos antes, su señor había castigado a Rodolphus. ¡Lo tenía merecido! Nadie se metía con él y mucho menos un asqueroso mortífago. ¡Al fin había orden! Todo el mundo le miraba de forma diferente, es cierto que le tenían más odio al joven pelirrojo, pero también le tenían respeto. ¡Como no! Si el mismísimo Señor Tenebroso había castigado a uno de sus más fieles súbditos tras haberle atacado.
Ron se reía. Le hacía gracia la situación. Antes el mejor amigo del niño que vivió, ahora, un traidor, pero con un inmenso poder. Todos los mortífagos arrodillados a sus pies y besando el camino por el que había caminado si lo ordenaba. Era poderoso, mucho más de lo que alguna vez los demás se pudieron haber imaginado; mucho más de lo que él mismo se imaginó que sería un día.
Oportunidades como estas hay pocas, pero haciendo la elección correcta, puedes ser poderoso y conseguir que todos te teman. Él había hecho su elección ¡y lo mejor estaba aún por llegar! Porque todo el mundo le seguía creyendo el mismo niño inocente que, bien es cierto que había atacado a Hermione, ¡pero a quien le importaba! Lo que contaba era que el muy idiota de Harry iba a creer que Hermione era la malvada, la traidora, y la responsable de lo que iba a sucederle y suceder a todos los que estaban a su alrededor.
El joven Weasley sonreía al pensar en el futuro que les esperaba a todos sus compañeros. Él ya había hecho planes, ahora que se había cambiado de bando, había descubierto que la vida y los sentimientos eran como un juego en el que, si él movía bien las cartas, podía llegar a ser el vencedor sin que los demás se diesen cuenta. Pero para jugar, necesitaba otro jugador...sí, Hermione Granger era la candidata perfecta. Ella jugaría con él, aún sabíendolo, porque por mucho que ella ya le hubiese olvidado, él todavía podía manejarla, no por nada había sido su amigo durante seis años.
Pero ahora no valía la pena pensar en esas cosas. El pelirrojo desvió la vista cuando una mujer se acercó a él con movimientos felinos. Ahora que Rodolphus Lestrange había sido encerrado, su mujer Bellatrix quería recuperara a toda costa el honor perdido. Y esta era una forma estupenda de conseguirlo, lástima que a Ron eso no lo conmoviera para nada, aunque debía reconocer que era una muy buena distracción, con ella podía hacer muchas cosas que Lavender nunca le dejaría hacer. El sadomasoquismo, llegando al límite, podía ser verdaderamente estimulante.
El pelirrojo cogió una daga y se la pasó a Bellatrix por los pechos, ella no se movió, ni siquiera respiró, y Ron sonrió cuando miró la mirada de terror que la Lestrange tenía en el rostro. Sí, esto era muchísimo mejor que hacer simplemente el amor. Minutos después, Bellatrix chilló su nombre cuando él la hizo varios cortes en el estómago, cerca de los pechos, cara interna de los muslos cerca de su parte más íntima y brazos cerca de sus venas.
Sabía que a Bellatrix le gustaba la sensación de sentirse impotente, ella quería que la dominasen, y, aunque también la gustaba dominar, él odiaba sentirse dominado, y como él era su amo y maestro, aparte de Voldemort, era él el que mandaba.
La respiración de ambos era cada vez más agitada, el orgasmo estaba por venir. Ron conocía esa sensación, pero quería hacerla más placentera todavía, por lo que cogió su varita y apuntó con ella a Bellatrix.
- ¡Crucio!-gritó Ron. Bellatrix se agitó incontrolablemente, intentando que Ronald saliese de ella, pero fue en vano. Ron sonrió.
Oh, que bueno era ser el amo.
- Y bien, chicos.-dijo Hermione.-¿Qué vamos a hacer hoy?
- ¿Qué os parece si vamos a las Tres Escobas?-preguntó Theodore agarrando a Hermione de la cintura. Ella sonrió y se giró para besarle en la boca, él correspondió al beso encantado.
- Es una buena idea.-dijo Blaise mirando a Luna intensamente a los ojos.
Caminaron todos agarrados de las manos. Pansy y Draco se miraban constantemente a los ojos, y, de vez en cuando, se besaban intensamente. Unos minutos más tarde, llegaron a las Tres escobas, tras pedir a Rosmerta una cerveza de mantequilla para cada uno, comenzaron a charlar animadamente.
- Asique pareja ¿eh?-preguntó Hermione mirando a Blaise y a Luna con una sonrisa.-¿Y qué habéis estado haciendo, parejita?-preguntó guiñando un ojo, mientras Luna enrojecía intensamente y Blaise miraba a Draco y a Theodore.
- Hermione, Hermione.-dijo Blaise pasándola un brazo por encima.-¿Qué es lo que te estás imaginando exactamente?-preguntó con una sonrisa pícara y mirada cómplice.-¿Algo en especial?-Hermione enrojeció intensamente cuando Blaise se humedeció los labios con la lengua.
- Puede ser, Blaise.-dijo Hermione mirándolo intensamente y levantando una ceja.
- Yo creo que estos dos de aquí.-dijo Blaise señalando a Theodore y a Draco.-Te han influenciado demasiado. Te estás convirtiendo en toda una Slytherin, Hemione.
- Me lo tomaré como un halago, Blaise.-dijo Hermione.
De repente, un muérdago apareció encima de las cabezas de Luna y Blaise, quienes se sonrojaron al instante. Los demás comenzaron a decirles que se besaran, mientras Luna enrojecía por momentos. Blaise la miró, sonrió, y, acercándose hacia ella, se quedó a milímetros de sus labios. Fue Luna la que decidió acortar la distancia y darle un tímido beso, que conforme pasaban los segundos, comenzó a volverse más pasional. Ambos olvidaron que estaban con compañía, en un sitio público y que tenían espectadores. De repente, se escuchó un carraspeo, pero ambos decidieron ignorarlo hasta que escucharon tres más. Luna y Blaise se separaron muy a su pesar, y los miraron. Luna tenía las mejillas sonrojadas y los ojos más brillantes que nunca, Blaise estaba en las mismas condiciones, aunque su sonrojo fuese casi imperceptible. Sus amigos los miraron con sonrisas pícaras. Draco se pasó la lengua por los labios y Pansy pestañeó varias veces, intentando imitar la mirada soñadora que tenía Luna en ese momento. Luna se lo estaba pasando de maravilla, pero al ve la mirada de Pansy, no pudo evitar sonreir y apoyarse en el hombro de Blaise, quien le puso un brazo por los hombros, acercándola a él.
Ninguno de ellos se dió cuenta, de que el muérdago había comenzado a rodar por la mesa y ahora estaba encima de Draco y Pansy, quienes, cuando se dieron cuenta, sin pensarlo siquiera, se lanzaron a los labios del otro, dándose el beso más pasional que los demás hubiesen visto nunca. Parecía que no se iban a separar nunca, pero la falta de aire, consiguió que se separasen. Draco tardó un par de segundos en recuperar el aire y empezar a lamer el cuello de Pansy mientras ella subía sus manos por su espalda. Blaise y Luna carraspearon para que parasen de meterse mano.
- Ey, chicos.-dijo Blaise.-Iros a una habitación.
Theodore, Hermione, Luna y Blaise se empezaron a reir, mientras Pansy y Draco los miraban intentando contener una carcajada. Pero Theodore y Hermione dejaron de reir en el momento en el que el muérdago se puso encima de su cabeza. Hermione se sonrojó notablemente y se acercó a él algo tímida, Theodore le sonrió y la miró intensamente a los ojos, observando como ella los cerraba esperando a que él la besara. Theodore sonrió y acortó la distancia. Él podía sentir los labios de ella sonriendo en el beso. Dulzura, amor, cariño y afecto se combinaban perfectamente en el beso. Él la agarraba por la cintura y ella se aferraba fuertemente a su cabello. Sus amigos, veían conmovidos la escena. Ese era un beso romántico, había que reconocerlo, hacían una pareja perfecta. Cuando se separaron por la falta de aire, Hermione y Theodore se quedaron mirándose a los ojos. Él cogió una de sus manos y se la besó en el dorso, Hermione sonrió y le acarició la cara suavemente. Él se acercó a su oído.
- Te quiero.-susurró Theodore.
- Yo también te quiero.-susurró Hermione. El sonido del metal contra el cristal provocó que ambos se separaran y miraran el origen del ruido. Era Draco, quien estaba intentando captar la atención de todos los de la mesa.
- Propongo un brindis.-dijo Draco.-Porque hacemos una pareja perfecta.-dijo mirando a Pansy.
- Y por el amor.-dijo Luna mirando a Blaise con cariño.
- ¡VIVA!-dijeron los demás antes de tomar un trago de su botella de mantequilla.
- Es una pena.-dijo Blaise después del brindis.-Que este sea nuestro último día de vacaciones.
- Así es. Mañana tendremos que regresar a Hogwarts.-dijo Pansy.
Rodolphus paseaba inquieto por la celda. Estaba encerrado por no querer delatar a sus compañeros. Esa había sido su decisión. Pero aún así, el sentimiento de la derrota le estaba desgarrando. Un maldito crío de 17 años había conseguido vencerle. Era algo insólito.
- Ya te advertí que no funcionaría.-dijo Barty Crouch Jr acercándose a él.-Has sido demasiado imprudente al intentar acabar con Weasley. Mira como has acabado, Rodolphus, encerrado en las mazmorras de nuestro Lord. ¿Porqué lo desafiaste? Sabías lo que le hizo a Regulus. Fuiste un completo estúpido.
- Lo sé.-dijo Rodolphus.-Pero ya sabes que no me gusta mucho que me de órdenes alguien que es inferior a mi. ¿Porqué has venido?
- Porque te tengo malas noticias...acerca de Bellatrix.-dijo Barty Crouch Jr.-Ropdolphus...ella ha...pedido el divorcio.-Rodolphus cerró los ojos.-Y se va a volver a casar, con el Lord.-se hizo una pausa incómoda durante unos minutos.-¿Rodolphus? ¿Estás bien?
- Sí.-respondió Rodolphus. Barty lo miró, evaluándolo.
- ¿Ya te has rendido?-preguntó Barty.
- No tengo ninguna oportunidad de escapar, Crouch.-dijo Rodolphus.-Es inútil seguir conservando la esperanza.
- Rodolphus. Te doy mi palabra.-dijo Barty.-Te voy a ayudar a escapar. No se como, pero te aseguro que tu destino no será el mismo que el de Regulus.
Rodolphus lo miró y trató de sonreir, agradeciéndole a su amigo el apoyo que le estaba dando. Barty también lo miró, tenía intención de cumplir su promesa, sólo tenía que encontrar el modo.
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