CAPITULO 29

Hermione caminaba por la calle camino a las Tres Escobas. Miró su reloj, eran las 15:58 tenía que darse prisa, debía encontrarse con Remus y Sirius para explicarles lo que le ocurrió con Ron, su repentino cambio de casa y el constante acoso del pelirrojo.

Estaba harta de callar. Todo el mundo se creía que Ronald Weasley era buena persona por el simple hecho de ser amigo de Harry Potter, pero ella iba a demostrarle al mundo lo herrados que podían estar.

Aceleró el paso, siempre había odiado la impuntualidad. Habría salido unos minutos antes, si no fuera porque su novio estaba demasiado preocupado por ella e insistía constantemente en que no debía marcharse sola porque necesitaba reposo. Aunque ella se sentía bien, no podía evitar tener la sensación de que algo andaba mal, de que su memoria no era la que era y de que había olvidado algo de vital importancia. ¿Pero qué podía ser eso?

Vagando por sus pensamientos, no se dió cuenta que había llegado hasta las Tres Escobas casi mecánicamente. Cuando se dió cuenta, Hermione sonrió cuando vislumbró a los dos animagos saludándola para que se dirigiesen a su mesa. Ella se acercó, gustosa de volver a verlos, y los saludó a ambos. Después, pidió una cerveza de mantequilla.

- Hermione, cuanto tiempo sin verte.-dijo Remus.

- Exactamente desde el verano pasado.-dijo Sirius.

- Es cierto, ha pasado bastante tiempo.-dijo Hermione.-¿Cómo estáis?

- Nosotros estamos bien.-dijo Remus.-Pero últimamente hemos escuchado rumores de que te has cambiado de casa.

- Es cierto.-dijo Hermione.-Pero no es por lo que todo el mundo piensa. Dejadme que os explique.

Sirius y Remus se prepararon para escuchar el relato de Hermione.

Gemidos. Eso era lo único que se escuchaba en parte de los pasillos de la mansión Malfoy.

Rodolphus Lestrange miraba la chimenea de su habitación muy fijamente mientras se perdía en sus pensamientos. No había pasado ni un sólo día, y ese niño vagabundo cuyo apellido era Weasley ya había ascendido al cargo de jefe supremo de todos los mortífagos. ¿Quién se creía que era? Hace una misión bien y ya recibe tamaña recompensa, sin embargo, él que lleva años sirviendo al Señor Tenebroso, y que hasta fue a Azkaban donde pasó más de 19 años encerrado por defender sus ideales y a su maestro a toda costa. Aún así, sigue en la misma posición que cuando todo esto empezó. Es cierto que se había convertido en uno de los favoritos de Su Señor, pero últimamente, su Señor mostraba más interés en su esposa, Bellatrix, que en él. Siempre se le encomendaban misiones arriesgadas, donde podía ser fácil capturarlo, herirlo, aturdirlo o incluso matarlo. Es cierto que el peligro le excitaba y que se sentía dichoso al saber que era uno de los preferidos de su maestro, pero el hecho de que su Señor hubiese escogido a un crío como superior, hacía que se preguntase realmente el buen juicio de su señor. Él sabía, que El Innombrable estaba planeando algo y que el joven Weasley estaba implicado en ellos, pero también se preguntaba que papel jugaría él en esos planes, si sería un simple peón de guerra, una muerte más. O si sería uno de los que tenían probabilidades para salvarse.

Otra vez volvieron a escucharse gemidos.

Rodolphus miró las llamas con profundo odio. Él lo había entregado todo por El que no debe ser nombrado. Había entregado su cordura, años de su vida, sus servicios y voluntad. ¿Y así era cómo se lo pagaba su Lord? Está bien eso de que fuese él quien se acostara con su mujer. A ella le gustaba que Él se fijase en ella de esa manera, y a Rodolphus le gustaba que su mujer fuese la amante preferida de su Señor, porque eso le otorgaba una serie de privilegios de los que los demás carecían. ¿Pero que ahora se acostase el Weasley con Bellatrix? ¡Eso ya era demasiado! Todo tenía ciertos límites y se estaban sobrepasando.

Pensó en Bellatrix. En la falsa de su matrimonio, él siempre se había encargado de que no le faltase nada, de darla todo lo que necesitase, de consentirla. Estaba enamorado de ella, pero ella no lo estaba de él. Bellatrix sólo tenía ojos para su Lord, ella le amaba con toda su alma y corazón. No había espacio para él, a pesar de que fuese su esposo. Lo suyo sólo fue un contrato matrimonial, nada más.

Tiró la copa de Whisky de fuego que estaba bebiendo minutos antes de que los gemidos empezaran, y se levantó de la silla. Hablaría con el resto de sus compañeros, tendrían que marcarle los límites a Weasley cuanto antes. Esto no lo iba a consentir. Bellatrix era su mujer, él era un adulto y Weasley era un crío, él había pasado muchos más años de servicio a las órdenes de su Lord que ese maldito mocoso. Y tenía una cosa clara; ese crío estaba jugando con mortífagos adultos, y eso, era un juego demasiado peligroso para un ingenuo león.

Sirius y Remus escuchaban atentamente el relato de Hermione. Ella les habló de todo lo que había tenido que soportar hasta ahora: el noviazgo que tenía con Ron, su violación, la increible personalidad de Theodore, el inesperado apoyo de todos los Slytherins, su cambio de casa, la casi violación de Pansy por parte de Ron, y su actual alojamiento en la mansión de los Nott.

Estaba tan abrumada al contar su historia, que Remus no pudo evitar pasarla un pañuelo para que se enjuagara las lágrimas. Hermione lo aceptó gustosa, incapaz de contener más el torrente de lágrimas que se esforzaba por ocultar.

- Asique eso es lo que realmente te ocurrió, Hermione.-dijo Sirius una vez que ella hubo terminado de narrar su historia.-No teníamos ni idea, pero sabíamos que tenía que haber ocurrido algo muy grave para que te cambiaras de casa.

- Te apoyaremos en todo Hermione.-dijo Remus.-Estamos para lo que nos necesites.

- Gracias.-contestó Hermione.

- Sólo una cosa, Hermione.-dijo Sirius.-¿Porqué el pelo grasiento de Sevy lo sabía antes que nosotros? Debiste habernos pedido ayuda a nosotros, Hermione, y no a ese nariz respingona, amargado y pelo grasiento de Snape.

- No sabía en quien confiar.-confesó Hermione.

- Mi plan marcha a la perfección, Colagusano.-dijo Voldemort acariciando la cabeza de Nagini.-Muy pronto comprobaré cuales de mis mortífagos me son fieles. Ese chico Weasley ha sido un buen reclutamiento, tienes mis más profundas felicitaciones, Colagusano, ha sido un excelente trabajo. Dentro de poco, Potter caerá en mi trampa.

- Tranquilo, Theo.-dijo Pansy.-Hermione estará bien, no te preocupes tanto.

- ¿Qué no me preocupe, dices?-preguntó Theodore.-¡Se desmayó en plena cena, Pansy! Y no tengo ni idea de lo que la pasa, el medimago insiste en que ella debe descansar, pero la cabezonería de Hermione la impide estarse quieta en una cama durante más de dos minutos. ¡Y para colmo! Ahora está a saber donde, con...ni siquiera yo lo sé, espero seriamente que Merlín si lo sepa. Porque lo único que me ha dicho es que varios amigos suyos querían verla, por lo que a pesar de mis constantes consejos sobre que se quedara en la cama, se ha marchado.

- Han sido sólo dos hora, Theodore.-dijo Pansy.-Deberías tranquilizarte un poco.

- Oh, perdona, ¿he mencionado el hecho de que Ronald-violador en potencia obsesionado por Hermione-podría estar en cualquier parte en estos momentos?-dijo Theodore con sorna.

- Theo, ya es suficiente.-dijo Draco.-Volverá en un par de horas sana y salva, tal y como ha prometido. ¡Ya lo verás!

Bellatrix clavó sus uñas en la espalda de Ron una vez más. El orgasmo estaba cerca, ambos lo presentían. Ella arqueó la espalda mientras un gemido escapaba de sus labios. El pelirrojo soltó un rugido. Sentía esa sensación de poder que tanto le gustaba. Él era el macho dominante, y la fiera, sanguinaria y cruel asesina Bellatrix Lestrange, ahora mismo estaba debajo de él, gimiendo y suplicándole más. En estos momentos, Ron pagaría lo que fuese por ver la cara del marido de Bellatrix, Rodolphus Lestrange, y restregarle lo fuerte que gemía y gritaba su mujer cuando él le hacía el amor. ¡Oh, sí! Como disfrutaría viendo como Rodolphus se contenía para no pegarle, porque él estaba bajo sus órdenes.

Se lo estaba pasando genial. Tenía bajo su dominio a los mortífagos que más problemas les estaba causando al ministerio.

Miró a Bellatrix, pero en vez de verla a ella, vió a una adolescente con el cabello castaño enmarañado, y los ojos marrones sonriéndole coquetamente.

Hermione Granger.

Otra vez fantaseando con ella. ¿Hasta cuándo iba a terminar esto? ¿Porqué estaba tan obsesionado con ella? ¿Porqué no podía sacársela de la cabeza ni tan siquiera cuando estaba follando con mujeres tan espectaculares como Bellatrix Lestrange?

Es cierto, había pasado mucho tiempo desde que había tenido un encuentro pasional con la ex-leona, tal vez iba siendo hora de volver a visitarla. Simplemente para que no se olvidara de él, su queridísimo amigo.

Pero ahora, no valía la pena pensar en esas cosas, porque tenía a Bellatrix Lestrange en su lecho. ¡Tenía que aprovechar el momento! Y lo demás...podía esperar.

Bellatrix sonrió y Ron la besó con pasión, posesión y lujuria.

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