CAPITULO 28
- ¿Qué hacemos con ella ahora?-preguntó Walden viendo como Hermione estaba dormida.
- No os preocupéis, lo tengo todo bajo control.-dijo Barty.
Justo en ese momento, se escucharon voces procedentes del pasillo, una de ellas la reconocieron, porque se trataba de Theodore Nott, la otra era la de un señor que no conocían.
- Tenemos que escondernos.-dijo Antonin.
- Concuerdo contigo.-dijo Barty.-¡Filonmeno!
- ¿Un hechizo de invisibilidad?-preguntó Walden.
- ¿Se te ocurre algo mejor?-preguntó Barty.-Era lo primero que se me ha ocurrido. Pero como os he dicho, no vamos a tener que utilizarlo por mucho tiempo.
- No sé lo que la ha podido ocurrir.-dijo Theodore muy preocupado.-Estábamos comiendo, y de repente, se mareó.
- No se preocupe, déjeme un momento a solas con ella.-dijo el medimago.-Voy a revisarla.
Theodore asintió y salió de la habitación. Seguía preocupado por lo que le había podido suceder a su novia, pero sabía que tenía que hacerle caso al medimago. Cuando el muchacho salió, Barty suspiró con alivio y retiró el hechizo de invisibilidad.
- Ya creí que no se iba a marchar nunca.-dijo Barty.-¿Qué tal estás, Rabastan? Me alegro de verte.
- No sé lo que planeas, Crouch.-dijo el medimago.-Pero a mi no me metas en esto. ¡Un momento! ¿Esa no es Hermione Granger, la chica de Potter?
- Así es, mi viejo amigo.-dijo Barty.-Al parecer la leoncita fue demasiado confiada y se metió de lleno en la boca de la serpiente y cuando quiso darse cuenta, no pudo sacar las garras para defenderse de su veneno.
- ¿Te encuentras bien, Barty?-preguntó el medimago.-Voy a pensar seriamente que estás mal de la cabeza.
- Me encuentro perfectamente, Rabastan.-dijo Barty.-Es sólo que pensar en la recompensa que nos dará nuestro señor por haber hecho esto...
- ¿Alguien puede ponernos al corriente de lo que está pasando aquí?-preguntó Walden.
- Vamos chicos, no me digáis que no reconocéis a Rabastan Lestrange.-dijo Barty.
- Normal que no me reconozcan. Estoy bajo los efectos de la poción multijugos.-dijo Rabastan.-Pero ahora tenéis que explicarme la situación. ¿Qué hace ella aquí?
- Eso te lo explicaremos dentro de un rato.-dijo Antonin.-La hemos echado varios crucius, por lo que cuando despierte, se encontrará adolorida y cansada. Tienes que darla algo para que olvide lo que ha sucedido aquí. No podemos arriesgarnos a lanzarla un Obliviate, porque no sabemos si ha estudiado Ligeremency.
- Bien, en ese caso, voy a darla una poción para que se olvide de lo que la habéis hecho.-dijo Rabastan sacando una poción.-Ahora, os digo que sería mucho mejor llevarla tal cual ante nuestro Lord para que él se encargue de hacerla hablar.
- Bien, bien, que tenemos aquí...-dijo Voldemort.
- Mi señor.-dijo Barty arrodillado.-Hemos venido porque tenemos información sobre la Orden. Al parecer Severus Snape es un traidor.
- Me decepcionas, Crouch.-dijo Voldemort.-Eso ya lo sabía. Me informó mi nuevo infiltrado hace apenas unos minutos. Creo que lo conoces.-El señor Oscuro hizo un gesto para que el pelirrojo se acercara.-Y por si acaso no lo conocéis, os presento a Ronald Weasley.
Barty Crouch Jr, Antonin Dolohov y Walden Macnair miraron como el joven Weasley se acercaba a su maestro y se arrodillaba ante él.
- Este chico me ha sido de mucha utilidad.-explicó Voldemort.-Es por eso que voy a recompensarle como se merece. A partir de ahora, será vuestro superior, vuestro jefe, no responderá ante nadie salvo a mi, estará por encima de todos vosotros, y este cargo se mantendrá hasta que deje de serme útil, que, por su bien, espero que no deje de serlo. ¿Me habéis entendido?
- Sí, mi señor.-respondieron los mortífagos al unísono.
- Bien, levantaros, ya podeis marcharos.-dijo Voldemort. Los mortífagos obedecieron, no sin antes mirar al Weasley una última vez. Esto era inaudito, no se podía permitir. Ellos habían servido al señor Oscuro durante muchísimo tiempo, habían permanecido fieles a pesar de que las condiciones no habían sido fáciles y habían vuelto a su lado nada más enterarse que había regresado. Y ahora, todo eso daba igual porque iban a ser sustituidos por un chaval de apenas 17 años. ¡Totalmente increible!
Mientras tanto, en la Mansión de los Nott, una chica castaña despertaba en la cama de una de las habitaciones totalmente confusa, tenía vagos recuerdos de lo que la había pasado, pero aún así, no podía recordar nada de lo que la había pasado desde que se desmayó en la cena. Aunque tenía una ligera impresión de que se estaba olvidando algo muy importante. Se levantó de la cama, haciendo un sobreesfuerzo, sus cuerpo le dolía demasiado, pero aún así, podía ponerse en pie. ¿Qué la habría pasado?
Escuchó como la puerta de la habitación se abría, y vió como por ella entraba su actual novio, Theodore Nott. Él, al verla despierta, se dirigió hacia ella.
¡Hermione!-dijo Theodore.-¿Estás bien?
- Sí...o al menos eso creo.-contestó Hermione.
- El medimago dijo que necesitabas reposo.-dijo Theodore llevándola hasta la cama y recostándola.
- ¿Qué me ha pasado?-preguntó ella.
- Estabas demasiado cansada, suele pasarte por todo lo que te ha ocurrido hace apenas unos meses.-dijo Theodore.-Tienes que cuidarte más.
- ¿Y Crouch y el resto de mortífagos?-preguntó Hermione agarrándose la cabeza en un vano intento por disminuir el dolor que sentía.
- Se fueron hace tiempo, dijeron que tenían prisa, pero no me dieron más explicaciones.-dijo Theodore.
¡Hermione!-dijo Pansy entrando rápidamente a la habitación, seguida por Draco.-Acabamos de llegar y nos acabamos de enterar. ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo te sientes?
- Tranquila, Pansy.-dijo Hermione.-Estoy bien, no te preocupes, sólo fue un desmayo.
- Me alegro de que no haya sido más que un susto.-dijo Pansy sonriendo.
¡Eh, vosotros!-dijo Ronald. Barty Crouch Jr, Rabastan Lestrange, Rodolphus Lestrange, Walden Macnair y Antonin Dolohov lo miraron.-A partir de ahora, me trataréis con respeto, me llamaréis señor y me obedeceréis en todo lo que os mande. Seré vuestro jefe, vuestro guía. Así que el que me trate como si fuera un inferior, el que me intente humillar o burlarse, será duramente castigado. ¿Entendido?-los mortífagos apretaron los puños y miraron al suelo. No querían obedecer, pero no tenían otra opción, eran órdenes directas de su señor y debían cumplirlas tanto si querían como si no.-¿Entendido?
- Sí, señor.-dijeron al unísono.
- Así me gusta.-dijo Ron sonriendo. Su mirada se posó en una mujer con el pelo medio blanco, medio negro. Ella lo miraba mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro. El pelirrojo se sonrojó, ella era la mujer más codiciada y la más fácil de todos los mortífagos, la amante oficial del Señor Oscuro, una mujer cuya pasión y lujuria intimidarían hasta al hombre más osado. Ella era Bellatrix Lestrange.
Y ella lo había mirado. Sus miradas habían coincidido y ninguno la había retirado, Bellatrix tenía una sonrisa juguetona y una mirada felina. Ron sabía lo que eso significaba; por ser el favorito del Señor Tenebroso, gozaba de ciertos privilegios de los que los demás carecían. ¡Oh, sí! Como iba a disfrutar esto.
Una lechuza picoteaba ferozmente las ventanas de la habitación de Hermione. Quería entrar a toda costa, tenía un mensaje muy importante que entregar. Theodore se acercó a la ventana y no dudó en abrirla. La lechuza se dirigió rápidamente hacia Hermione, quien recostada en la cama, no pudo evitar sobresaltarse. Cogió el sobre que el animal le ofrecía y le acarició tiernamente la cabeza. El animalito ululaba feliz por los mimos.
Hermione:
Hola ¿cómo estás?
No sabemos nada de ti desde que empezaron las navidades, aunque hemos escuchado algunos rumores. Harry y Ron están muy extraños últimamente y no sabemos porqué. Ya no vienes de visita como antes, desconocemos el motivo, pero nos gustaría verte para saber qué tal estás.
Por favor, reúnete con nosotros mañana a las 16:00 en las Tres Escobas.
¡FELIZ NAVIDAD!
Atte.
Canuto y Moony
¿Debería ir? Oh, claro que iría a verles. Eran sólo Sirius y Remus ¿verdad? Esperaba de corazón que así fuese, porque no le gustaría encontrarse con los que consideró sus amigos.
Aunque se hubiese cambiado de casa, seguía siendo una Gryffindor. Estaba decidida a ir. Ya era hora de que alguien más supiera lo que en realidad era Ronald Weasley.
"Tengo que largarme de aquí." pensaba Lavender. "Tengo que salir de aquí y alejarme de él tanto como me sea posible. No quiero que vuelva a tocarme ni a acercarse a mi."
Lavender Brown, intentaba buscar la forma de salir de aquella casa sin que se dieran cuenta de sus intenciones y de lo que había pasado. Pero sería inútil de todos modos, porque tenía que volver a Hogwarts y él acabaría encontrándola.
Ella era una Griffindor, y no se consideraba cobarde, pero Ronald Weasley había sobrepasado el límite. Ahora lo temía más que a cualquiera en el mundo. Ya tenía la maleta hecha, pero estaba indecisa. Si lo hacía podía meterse en muchos problemas con Ronald. Él ya la había dicho que no dudaría en matarla si le desobedecía.
Y ella lo creía.
Aún así, no sabía lo que podía haber provocado ese cambio en el muchacho. ¿Tendría algo que ver su obsesión con Granger? Esa zorra mojigata. Lavender siempre la había envidiado, porque esa chica poseía todo lo que ella quería: inteligencia, amigos de verdad, y una belleza capaz de impresionar a cualquiera. La envidió desde su primer curso y su envidia aumentó cuando la vió en el baile del Torneo de los Tres Magos, al lado del búlgaro Vicktor Krum. ¿Porqué tenía que ser Granger? Ella era muchísimo más guapa que esa comelibros estúpida.
Nunca lo entendió.
Al igual que no entendió el motivo por el que la mayor parte de la población masculina del colegio se dedicaban a observarla. Eso no podía suceder. Tenían que mirarla a ella, porque Granger nunca sería lo suficientemente buena para los hombres, sin embargo, ella sabía lo que ellos necesitaban.
Pero ya estaba harta de que todo a su alrededor girase entorno a Granger. Eso no lo iba a permitir y ya era hora de poner a esa traidora en su lugar.
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