CAPITULO 24

Cuando Ron volvió a la Madriguera después de su encuentro con Voldemort, estaba algo furioso e indeciso porque sabía que estaba traicionando a su familia, pero ¡maldita sea! El Señor Oscuro y Pettegrew tenían razón cuando decían que la escoria Sangre Sucia debía ser castigada. Sentimientos contradictorios oprimían su pecho, necesitaba calmarse y relajarse. Entonces la vió.
Lavender estaba en los jardines, todavía no se había dado cuenta de su presencia. Ron sonrió malévolamente, ¿porqué no enseñarla su lugar? Ahora que él se había cambiado de bando, podía hacer lo que quisiese, nada ni nadie se lo impediría.

- Yo tuve una infancia terrible, señorita Granger.-dijo Barty Crouch Jr.-Muchos se piensan que ser hijo de un miembro del Ministerio con alto poder político es fácil, pero en realidad se equivocan. Mi padre nunca estaba en casa, ni me daba muestras de cariño. Mi madre era la que me mostraba algo de afecto, ella nunca me dijo que me fuera de la habitación donde se encontraba porque molestaba, ni me castigaba con fuertes golpes cuando hacía algo mal. Mi padre...él nunca me quiso, prefería su trabajo antes que estar conmigo.

- ¿Por eso decidiste hacerte mortífago?-preguntó Hermione escuchando atentamente la historia de Barty. Ella nunca se había imaginado que él hubiese sufrido eso. Todo el mundo pensaba que Barty Crouch Sr era un buen hombre.

- Así es.-respondió Barty.-Cuando un amigo mío me propuso entrar a los mortífagos, no lo dudé ni un segundo. Nunca había creído en la Pureza de la Sangre, pero esa era la manera perfecta de rebelarme contra mi padre, hacerle entender que los hilos de mi vida los movía yo, y que el causante de que matase a gente inocente había sido él. Cuando me uní a los mortífagos, mi primera misión fue torturar a los Longbottom. Acompañado de Bellatrix y Rodolphus Lestrange, decidimos tenderles una emboscada. Les hicimos suplicar por su vida y los torturamos hasta el punto que les dejamos en estado de coma. ¡Y me gustó! Nunca había imaginado que hacer algo como eso pudiese ser tan gratificante, tan divertido. Pero era así, y poco a poco descubrí que mi lugar estaba entre las personas más sanguinarias y crueles; que al fin había logrado mi meta, transformarme en lo contrario a lo que quería mi padre y rebelarme contra sus enseñanzas. Por eso, cuando mi señor cayó, me defraudé bastante al comprobar que algunos mortífagos habían quedado libres. Quería castigarlos, torturarlos, hacerles muchísimo daño porque ellos no lo habían dado todo por continuar las enseñanzas del Señor Oscuro.

- ¿Qué pasó cuando su padre se enteró de su traición?-preguntó Hermione sorprendiéndose por las palabras de Barty Jr.

- Siempre supe que no debíamos confiar en Karkaroff, él era débil, no soportaba las lecciones diarias de tortura ni tampoco las misiones. Sólo se unió a nosotros para salvar su pellejo, por eso, cuando me delató en el juicio, me enviaron a Azkaban.-confesó Barty.-Pasé mucho tiempo encerrado, hasta que un día, mi madre vino a verme, decidió cambiarse por mi. Ella me quería de verdad ¿sabes? Y siempre se lo he agradecido. Pero mi madre estaba demasiado enferma, por lo que después de unos días, murió. Entonces estuve completamente bajo el control de mi padre, utilizó una maldición Imperius conmigo y me ví obligado a llevar día y noche una capa de invisibilidad. La única que se preocupaba por mi era mi elfina doméstica, Winky, ella era mi guardián y vigilante, se compadeció de mi y convenció a mi padre para que me visitase de vez en cuando, premiándome así por mi buen comportamiento.

- Lo siento.-dijo Hermione colocando una mano en el hombro de Barty. Él sonrió tristemente.-Debió de haber sido horrible.

- Fue horrible, es cierto, pero no lo sientas.-dijo él.

- Fuiste un buen profesor.-intentó animarle Hermione.

- Gracias.-dijo Barty mirándola a los ojos y comprobando que no mentía.-Su turno, señorita Granger ¿porqué decidió cambiarse de casa?

¿Como demonios había llegado a esa situación? se pregunto mientras corría con todas la fuerzas que le daban las piernas, podía sentir la presencia del otro a escasos metros de su espalda, empuñaba la varita que le iluminaba el camino, pero sabia que solo era cuestión de tiempo para que su enemigo le diera alcance, no sabía quien era el que le estaba persiguiendo, pero tampoco iba a quedarse allí para averiguarlo.

Sentía como la adrenalina le inyectaba fuerza y rapidez, rapidez que en otras circunstancias jamás habría tenido, el corazón le martillaba dolorosamente en el pecho y el maldito, dolor en el costaba empezaba a hacerse presente, pero ella no detenía su ritmo, al contrario tensaba sus músculos al máximo, presa de la desesperación y el terror, y la oscuridad de cernía a su alrededor, ya que la luz de la varita apenas y le era suficiente para ver sin tropezarse, el sudor escurría por su frente, un sudor frió, y el cabello estaba seguro se le había pegado a la frente, de pronto dejo de escuchar el sonido atrás de ella, se detuvo lentamente, agudizando la vista, con la respiración agitada y el miedo apoderándose de su cuerpo, haciéndole estragos en su autocontrol, para su mala suerte en ese preciso momento el cielo emitió un ruido sonoro, señal de que empezaría a llover. Un sonido lo hizo girar hacia su derecha, pero no encontró nada, retrocedió lentamente, con la varita en alto, como una espada, dispuesto a atacar al mínimo movimiento, entonces lo vio, los ojos refulgiendo en la oscuridad.

- Crucio- gritó alguien detrás de ella, la voz se le hacía familiar, pero quien quiera que fuese el que la había estado persiguiendo, había desaparecido, dio un paso atrás, tragando saliva con dificultad, mirando hacia todos lados, todavía estaba ahí, podía sentirlo. Pero no serviría de nada si no podía verla; De pronto el cielo, decidió dificultarle más aun su búsqueda, la lluvia le hacia imposible mirar más haya de un palmo, y la luz de la varita se había vuelto inútil, estaba completamente empapado, pero extrañamente no tenia frió, siguió andando hacia atrás, intentando abrir sus ojos al máximo, para salvarse de aquello que la estaba asustando, que quería terminar con ella, sin embargo simplemente ese día no tenia suerte, por que cayo de espalda, al parecer tropezando con una de las raíces salientes de alguno de los árboles y en la caída, metió la manos, soltando la varita.

Se maldijo en silencio poniéndose en pie, pero inmediatamente se dio cuenta de que alguien estaba justamente sobre su varita, mirándola fijamente, con una sonrisa malévola. Ella tragó saliva con dificultad, por mucho que deseara, sin su varita era simplemente mujer muerto.

- Que susto, Ron, pensé que era otra persona- dijo, pero él no contestó.

El siguiente movimiento fue rápido, pronto, Ron lo había derribado, sentía la respiración en su cara, no era capaz de quitárselo de encima ni se atrevía a forcejear con él porque algo le decía que no conocía a su novio tan bien como creía y la lluvia no parecía querer menguar, él la agarró fuertemente por las manos y lo ponía de pie, conduciéndolo a algún lugar. Lavender se quedó hecha un ovillo en el mugriento suelo, sin quitarle los ojos de encima, a su oponente sabía que en cualquier momento él quedaría vulnerable y seria ese el momento exacto en que tendría que salir de ahí, seria una estupidez pensar que saldría ganador en una lucha cuerpo a cuerpo, teniendo Ron más fuerza que ella. Sin embargo la decisión había sido tomada y no iba a cambiar de idea, por eso la había llevado ahí, donde nadie pudiese molestarlos, donde ella se sintiera indefensa. Cruzó la habitación a paso rápido, posesionando sus labios en la oreja izquierda de la joven, de nada serviría si no podía oír sus gritos.

- Lavender- llamo con voz lasciva mientras su cuerpo se pegaba al de ella.

- Que demonios- grito ella, sin embargo el agarre de él, impedía que se incorporara

- Quédate quietecita y prometo no lastimarte.- dijo él pasando las yemas de los dedos, por los surcos rojos, en la piel pálida de ella-No sabes como disfrutare de esto- dijo en el lóbulo de la oreja de Lavender, el miedo rápidamente se instalo en las orbes de la muchacha, miedo que él fue capaz de reconocer muy bien, Brown intento con todas fuerzas romper aquel repugnante y escalofriante contacto, pero lo único que logro, fue que él lo atara con lazos mágicos de manos y piernas, estaba completamente a merced del de ojos celestes, quiso gritar pidiendo ayuda, pero seria inútil, intentó con todas sus fuerzas, realizar un hechizo insonoro, pero simplemente no podía pensar en nada que no fuera librarse de aquellas manos y su toque lascivo sobre su piel, sintió la dureza del chico contra su trasero e intento luchar con más fuerza, pero lo único que lograba era lastimarse las muñecas, y hacerle jadear aun más.

Las manos de él se abrieron paso rápidamente en la túnica negra que ella utilizaba, haciendo que la Gryffindor respirara con más fuerza, pero lejos de ser de excitación eran de miedo y eso no hacia más que excitarle, quien se repegó aun más al cuerpo, posando sus labios en el cuello de ella, quien ahogo un gemido de impotencia, al sentir, como las manos del pelirrojo recorrían su cuerpo sin miramientos, apretando y lastimando, cerró los ojos intentado pensar en otra cosa, creer que estaba en otro lugar, pero le era imposible.

Las lagrimas salieron de sus ojos, y se mordió el labio inferior para no gritar cuando Ronald se abrió paso en su interior, y se enterró en el, una y otra vez y cada vez con más fuerza y más dolor, Lavender intentaba no emitir sonido, pero le era imposible, detener las lagrimas ente el dolor que la embargaba, ante la humillación, y aquel otro se divertía con su cuerpo y ella no quería pensar en eso, ya lo liberaría, y entonces lo torturaría hasta que el mismísimo Ronald pidiera morir, mientras tenia que soportar, sintió las embestidas con más fuerza cada vez, mientras escuchaba los jadeos del pelirrojo en su oído, y las ganas de vomitar se apoderaban de ella, cuando sintió como el otro terminaba con un grito en su interior.

- Eres exquisita- murmuro Ronald besándola el lóbulo de la oreja, provocándola una arcada, que lo único que quería era que lo dejara de tocar.

- ¿Cómo has podido hacerme esto, Ronald?-preguntó Lavender.

- Para que aprendas tu lugar, puta perra.-respondió Ronald.-Para que aprendas que a mi se me respeta y para que aprendas a cerrar las piernas cuando te corresponde. No me gusta que mires a otros hombres y que los desees. Porque tú eres mía y de nadie más, es cierto, pero tú no eres Hermione. Y créeme, tienes suerte de no serlo.

- Eres un maldito asqueroso, Weasley.-dijo Lavender sollozando.-Creí que te importaba algo.

- Y me importas.-dijo Ronald llevando una mano de la chica hasta su erección.-Esto es lo único que me importas, porque es lo único para lo que sirves, ¡asquerosa! ¿O crees que no me doy cuenta de que sólo me utilizas para creerte superior a Granger? No soy tan estúpido como crees, Brown. Yo necesitaba un juguete con el que poder jugar hasta satisfacerme completamente, pero ya no me sirves, te has vuelto monótona. ¿Acaso crees que alguna vez dejé de pensar en Granger cuándo te follaba? Por supuesto que no pensaba en ti, zorra, sólo que tú eres mejor en la cama que ella y menos santurrona. ¿A cuántos te has follado para tener esa experiencia? Ahora las tornas han cambiado. Ya no jugarás más conmigo, porque yo tengo las riendas de este juego y lo que acabas de vivir no es nada comparado con lo que podría pasar si se te ocurre decir algo a alguien. Puedo hacer que tu vida sea un auténtico infierno, porque puedo hacer lo que quiera contigo. Ahora vas a hacer exactamente lo que te diga, actuarás en todo momento como yo lo ordene aunque sea en contra de tus deseos, por eso, vas a seguir haciendo creer a todo el mundo que sigues siendo mi novia ¿entendido?

Lavender asintió, no podía hacer otra cosa y Ron lo sabía.

- ¿Qué estarán haciendo esos dos ahí sentados?-preguntó Macnair.

- No lo sé.-contestó Dolohov.-Pero espero que el esfuerzo que estemos haciendo todos merezca la pena.

- ¿Qué quieres pedir de recompensa, Antonin?-preguntó Walden.

- No he pensado en eso, aunque tal vez pase a un estatus superior.-dijo Antonin.

Luna estaba pensando en su habitación en un chico que no podía sacarse de la cabeza. Desde que se cruzó con Blaise por accidente en Hogsmeade, se habían echo muy buenos amigos. Pero sólo eso, buenos amigos, porque ella no mantenía esperanzas de que alguien como él pudiese fijarse en ella. No se consideraba ni lo suficientemente bonita ni inteligente como para estar a las espectativas que Blaise pudiese buscar en una chica. Él era el chico más guapo y popular de Hogwarts, y ella sólo la consideraban loca. Deseó profundamente que él se fijase en ella, porque aunque sabía que nunca podría ser así, la encantaba soñar. Desde que conocía a Ron, había estado secretamente enamorada de él, pero sus sentimientos eran fuertes, por lo que había intentado en vano que él se fijase en ella. Pero cuando recordaba todo lo que Ronald había intentado hacerla en el callejón, no podía evitar preguntarse como pudo haberse enamorado de una persona como él.

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