CAPITULO 22

La comida era algo incómoda. Comían en silencio, no sabiendo de los temas que podían hablar. Hermione se ponía cada vez más nerviosa, y la desagradable voz de la histeria volvía a escucharse desde el fondo de su mente: "TE ESTÁS METIENDO EN UN BUEN LÍO ¿DE VERDAD CREES QUE THEO PUEDE ESTAR PENDIENTE DE TI LAS VEINTICUATRO HORAS DEL DÍA? SI PIENSAS ESO ES QUE ERES ESTÚPIDA. VAN A MATARTE Y LO PEOR DE TODO ES QUE LO SABES, PERO NO QUIERES ACEPTAR QUE TODO ESTO ES UNA MALDITA TRAMPA Y CUANDO TE DES CUENTA, SERÁ DEMASIADO TARDE."

- Bueno, Theodore.-dijo su madre iniciando una conversación.-¿Cómo van las cosas por Hogwarts?

¡En el clavo! No preguntó directamente por lo que estaba haciendo Potter, el ED, o Dumbledore, pero la pregunta era muy similar. Theodore tragó saliva disimuladamente. ¿Qué contestaría? Podría darla muchísimos detalles, pero podría incomodar a Hermione. Sintió varias miradas posadas sobre él, ahora era su turno, debía responder.

- Bien.-respondió Theo.-De momento lo estoy sacando, pero no es nada fácil ser un Slytherin en algunos casos.

Todo el mundo rió, esa era buena señal, había quitado algo de hierro al asunto. Por el momento la cena podría soportarse.

- ¿Qué sientes por ella, Blaise?-preguntó Draco.

- No lo sé, Draco.-confesó Blaise.-Lo cierto es que yo siempre he preferido ser un casanova, ya sabes que no me gusta atarme a nadie. Pero desde que conocí a Luna, me he sentido comprendido, no sé si me explico, ella no es como las demás, es...especial. Y me pongo enfermo de pensar que alguien como la comadreja puede dañarla de esa manera y hundirla como lo está consiguiendo. ¿Creéis que deba ir a ver como se encuentra? Me gustaría intentar animarla.

- Blaise, lo que estás, es enamorado.-dijo Pansy sonriendo.-Deberías ir a hablar con ella y decirle lo que sientes.

- No sé, Blaise ¿eso no sería muy Gryffindor?-preguntó Draco.

- Draco, cariño.-razonó Pansy.-Si él no habla con ella, ¿cómo van a hacerse novios?

- Un momento, Pansy.-dijo Blaise tragando saliva.-El noviazgo quita la libertad. Yo no puedo hacer eso, mas que nada, porque yo no soy como Theo, no soy así de fiel, no puedo estar ni siquiera una semana sin sexo. ¿Cómo quieres que me haga novio de Luna?

- ¿Pero no has dicho que te gusta?-preguntó Pansy confundida.

- Sí, pero eso no quiere decir que me vaya a declarar.-dijo Blaise.

- Blaise, necesitas calmarte, porque no estás pensando con claridad.-dijo Draco.-Me estás causando dolor de cabeza y eso es algo que no soporto. Si quieres habla con ella, y si no quieres pues no hables con ella.

- Total, si ella a lo mejor regresa a Hogwarts con novio.-dijo Pansy para enfurecer a Blaise.

- ¿Cómo dices?-preguntó Blaise celoso.-¿Qué te ha contado? ¿Quién es?

- Blaise, por el amor de Merlín.-dijo Pansy.-¡No me ha contado nada! Pero no me extrañaría nada que quisiese olvidar lo ocurrido con la imbécil comadreja. Es más, si me pregunta, le aconsejo eso mismo. Asique tú decides, Blaise, ¿te quedas aquí o te vas a buscarla?

- Es que...no sé.-dijo Blaise.-¿Y si no soy bien recibido? ¿Y si se está divirtiendo y no quiere verme?

- ¿Pero tú te estás escuchando?-preguntó Draco.-¿Estamos hablando de la misma Luna? ¿Luna Lovegood?

- Sí.-respondió Blaise.

- Amigo mío, necesitas una copa.-dijo Draco.-Ahora mismo nos vamos a Hogsmeade a quitarnos las penas.

- ¡De eso nada!-dijo Pansy.-No pienso dejar que os emborrachéis. Primero, porque no me gusta nada estar todo el rato detrás de vosotros mientras cuido de que ninguna tía que se comporte como una golfa intente algo con vosotros. Segundo, porque no quiero tener que llevaros hasta casa yo sola. Tercero, porque el alcohol no es la solución a vuestros problemas. Cuarto, porque me sorprende que os comportéis como críos. ¡Por Merlín! Habéis ligado con un montón de tías que han acabado en vuestra cama.

- ¿Sabes qué te digo, cariño?-preguntó Draco dirigiéndose hacia ella y cogiéndola del brazo para acercarla a él.- Que te vienes con nosotros, te vendrá bien despejarte un rato.

- Pasas demasiado tiempo con Hermione.-dijo Blaise.-A este paso vamos a verte en la biblioteca todos los días y acabarás defendiendo los derechos de los Elfos Domésticos. Pansy, cálmate y relájate.

En Hogwarts, Minerva y Severus intentaban desesperadamente encontrar una solución a su pequeño problema con Ronald.

- Severus, debemos hacer algo.-repetía Minerva.

- Lo sé. Ese chico es peligroso, pero no sé que debemos hacer en estos casos si el único que lo puede expulsar del colegio es Dumbledore y se niega a hacerlo.-dijo Severus.

- Pero no puedo quedarme tranquila sabiendo que la señorita Granger ha sido víctima de...ya sabes.-dijo Minerva.

- Nunca me lo imaginé de él, te lo aseguro.-dijo Severus colocándose delante de Minerva.

Ella sonrió y se acercó a él, rozó sus labios con los suyos, al principio, sin tocarse. Cerraron los ojos poniendo toda su conciencia en sólo ese punto, en sólo esa zona, disfrutando del previo de beso. Después comenzó la lucha entre las lenguas, entre los dientes, así, frente a frente, nariz contra nariz. Minerva pasó las manos por encima de los hombros de Severus. Su boca tenía un sabor a carne, a sangre, su saliva le era un manjar exquisito, un chocolate del que no quería desprenderse por el momento. Se abrazaron, y empezaron a rozarse los cuerpos. Sus bocas se separaron para seguir, ávidos ya no solo de lengua y saliva, también de piel, y de sangre, y de sal. Severus la besó el cuello, y siguió hacia abajo, le bajó la falda a Minerva, para empezar a lamer con su lengua, lo que llevaba años queriendo.

Minerva acarició por la columna, bajando hacia el miembro de Severus. Al ver que esta caricia le causaba placer, continuó acariciando, cada vez más hacia abajo. Entre los escalofríos de placer sintiendo a Severus comenzó a bajar su mano al trasero, masajeándolo, subió la mano a la espalda otra vez, y trató de meter la mano, pero el pantalón estaba demasiado apretado. Él se desbrochó, y Minerva aprovechó de acariciar sus nalgas. Ya casi llegaba, y tocó el ano de Severus, y empezó a masajearlo, e introdujo dos dedos. Viendo el placer que proporcionaba a su compañero, pues este se detenía por el placer, siguió en esa tortura lenta para ambos.

Severus la besó. Fue un beso con lengua muy corto, pues ella se separó, para poner las piernas alrededor de la cintura de él, y sus brazos abrazando su cuello. Severus estaba sentado y apretó un poco la cintura de Minerva hacia sí, abrazándolo, y besándolo. Entonces él puso la punta de su pene en aquella acariciada abertura, y ella subió las rodillas para facilitar las cosas. Él de un empujón fuerte lo penetró, y ella puso sus manos en puños y echó para atrás la cabeza. Se besaron otra vez, y él la empujó para atrás. Ni para qué describir el placer que sintieron, reflejado en sus rostros, en sus ademanes, en sus espaldas que se tensaban al sentirse el uno el otro unidos en tan lujuriosa forma. Minerva, con sus manos libres, acarició el cabello de Severus, y su cara, su pecho. Pero las oleadas de placer lo desconcentraban, exigían su atención exclusivamente hacia ellas. Finalmente se separaron y Severus abrazó a Minerva mientras ella reposaba la cabeza en su pecho.

- Debería darnos verguenza, Severus.-dijo Minerva sonriendo.-A nuestra edad y comportándonos como adolescentes.

- En realidad deberíamos echarles la culpa a Granger y a Nott.-dijo Severus.-Por hacer posible la relación entre una serpiente y un león ¿no crees?

Ronald Weasley reflexionaba en la cama de su habitación. Pensaba en todas las ocasiones que alguna chica lo rechazó, en las veces en las que Hermione Granger se creyó superior a él restregándole su inteligencia por la cara, en el temor y miedo que expresaba su rostro cuando él la poseyó por primera vez. ¡Oh, sí! Como le había gustado que le suplicase que parara, sentirla indefensa, ser él el dominante. Pensando en eso, se evadió de la realidad, por eso no notó cuando una rata se coló en su habitación y se situó a su lado, para, segundos más tarde, transformarse en humano.

- ¿Qué estas haciendo aquí?-preguntó Ron.

- Tranquilo, Ron.-dijo Colagusano.-Sólo quiero hablar.

- Asqueroso traidor, no te me acerques.-dijo Ron saltando de la cama y dirigiéndose hacia la puerta.

- ¿Porqué me temes, muchacho?-preguntó Colagusando haciendo que Ron se detuviese.-No te he echo nada, si quisiera atacarte ya lo habría echo ¿no crees?

- ¿Entonces qué quieres?-preguntó Ron.

- Mi señor te envía un mensaje.-dijo Colagusano.-Quiere que te unas a nosotros.

- ¿Y porqué debería aceptar su petición?-preguntó Ron.

- Porque te gustaría vengarte de tu hermano Percy.-dijo Colagusano. El semblante de Ron se oscureció y el traidor mortífago supo que había dado en el clavo.-Por lo que te hizo cuando eras pequeño.

********Flashback************

Siempre lo odió, y no era una simple expresión. En su modo de actuar cuando su figura se mencionaba se le notaba una fuerte repulsa hacia su persona.

Cuando aún estaba con ellos jamás les hizo el menor caso. Se enfrascaba en sus libros y apenas les dirigía la palabra si no era para gritarles que guardasen silencio o que saliesen del estudio. Cuando hablaba de él se los ponía en un altar, esperando vanamente que lo adorásemos como no se merecía.

Verse obligado a vivir con él era el colmo. En un principio trató de serle indiferente, de enfrascarse tanto en cualquier cosa que le resultase imposible poder pararse a intercambiar palabras con él. Sin embargo, su hermano Percy no hacía más que poner excusas para hablarle y, por mucho que tratase de ignorarlo, no siempre podía salir corriendo de la casa para no tener que escucharlo.

- ¿Por qué me odias, Ron?

- Es evidente. No mereces ser llamado "hermano", ni siquiera que te mire. Eres una basura, un desgraciado bastardo.

- ¿Y acaso tú no eres igual que yo?

La furia nubló su mente y le asestó un puñetazo que lo tumbó en el suelo y le partió el labio inferior. Vio como sonreía mientras las gotas de sangre se escurrían por su barbilla.

- ¡Yo nunca seré un hijo de puta como tú! ¡No te atrevas a volver a repetirlo jamás!

- Lo eres, te pese cuanto te pese. Tenemos la misma sangre...Eres aún incluso peor que yo.

- ¡Cállate!

- ¿Porqué?-preguntó Percy.-Soy mayor que tú, no tienes derecho a ordenarme nada.

- ¡He dicho que te calles!- chilló Ron mientras lanzaba otro puñetazo hacia su hermano.

Pero esta vez, Percy lo esquivó con soltura, sujetándole el brazo con fuerza.

- Así que me odias, .¿no es así?

- Ojalá te pudras y te mueras sufriendo dolorosamente...

- Si ha de ser así, te arrastraré conmigo.

Y casi sin finalizar la última palabra, besó con fiereza los labios del menor, recibiendo un golpe del más joven.

- ¿Qué coño te crees que haces?- gritó al ser liberado.

Pero su hermano pronto se levantó y le sujetó fuertemente los gbrazos, impidiendo que Ron se moviese.

- Lo que me da la gana. Te guste o no soy tu hermano mayor, y debes obedecer.

- Ni de coña... ¡Suéltame!

Pero en lugar de la libertad, recibió otro beso desesperado. Ron cerró con fuerza los labios para impedir que la lengua de Percy se arrastrase en el interior de su boca, cosa que ya era su intención, mientras luchaba por desasirse de él, sin lograrlo. El mayor, al ver que no tenía acceso a la boca del menor, llevó la mano libre hacia su garganta y apretó hasta que Ron se vio obligado a abrirla por la falta de aire. Se introdujo en ella y recorrió cada rincón de su interior. Ron notó el sabor cobrizo de la sangre mezclarse con su saliva mientras sentía nauseas por lo que estaba sucediendo. Necesitaba librarse de él con urgencia y no encontró otra solución: mordió la lengua de su hermano.

Este lo golpeó y lo tiró al suelo mientras se llevaba las manos a la boca por el dolor, y le dirigió una mirada cargada de ira.

- Ya no voy a ser clemente contigo, Ron...

Este trató de levantarse y escapar, pero no fue lo suficientemente rápido. Su hermano lo sujetó por la pierna, impidiéndole huir.

- Y ahora... ¿qué piensas hacer?

Los celestes ojos del menor se llenaron de lágrimas de impotencia cuando su hermano lo tomó en brazos y lo arrojó sobre la cama. Vio horrorizado cómo le arrancó la camisa y lo volteó mientras él se quitaba el cinturón.

- Lo que has hecho merece un castigo ejemplar. Te voy a enseñar a respetar a tu hermano de una vez.

- ¡Eres un cabrón! .¡Un maldito hijo de puta!

Antes de poder acabar la frase con propiedad, recibió el primer latigazo en la espalda. Soltó un grito ahogado, dejándose caer totalmente sobre la cama, sintiéndole hervir la zona golpeada. Apenas recuperándose del shock que esto le había causado, recibió un segundo golpe. Y luego un tercero. A partir de ahí, perdió la cuenta. Cuando se cansó, la espalda le rabiaba y sentía hilos de sangre deslizarse por sus costados. Apenas tenía fuerzas para moverse. Oyó la crispante risa de su hermano detrás de sí. Lo odiaba más que nunca.

- Procura portarte bien a partir de ahora y te gustará.

- Bastardo...

Lo sujetó del brazo y lo obligó a ponerse boca arriba. De nuevo besó sus labios, trazando después un recorrido a base de lametones desde ellos hasta su cuello, el cual mordió a placer mientras Ron gemía de dolor. Continuó sembrando mordiscos por su torso hasta sus pezones, a los que prestó especial atención. Clavaba en ellos sus dientes y luego estiraba, arrancando más quejidos a la garganta del menor. Levantó la mirada un instante para verlo derramar lágrimas.

- Así me gusta... Llora, compórtate como el crío que eres... Así resulta más excitante.

- Basta... No puedes hacerme esto...

- Suplica... suplica más...

- Te odio, grandísimo cabrón...

Alcanzó el máximo grado de repulsión cuando sintió la mano del mayor filtrarse bajo su pantalón, en busca de su más oculto tesoro, y volvió a retorcerse violentamente sobre el colchón. Comenzó a acariciarlo, logrando que se quedase quieto. Lo vio jadear y sonrió de satisfacción.

- Eres un hipócrita, Ron. Te gusta y quieres fingir que no es así.

- ¡El único hipócrita eres tú, que finges inocencia! .¡Suéltame! .¡Déjame en paz!

Pero lo ignoró y continuó con las repugnantes caricias. Ron no podía hacer más que llorar y resistirse como buenamente podía, aunque sabía que no sería suficiente, especialmente cuando sintió uno de los dedos de aquella persona introducirse en su cavidad.

- Me... me estás violando...

Recibió una sonrisa de superioridad como única respuesta, al mismo tiempo que un nuevo dedo en su interior. Cerró los ojos de dolor cuando comenzó a moverlos.

- Estás enfermo...

- El mundo está enfermo.

Un tercer dedo, y un dolor más agudo, sumado al de su espalda. Vio que las sábanas blancas que se arrugaban bajo su cuerpo estaban manchadas de sangre. No podía creer lo que estaba sucediendo. De pronto, Percy salió de él y se sintió aliviado unos instantes, antes de que le quitase a la fuerza los pantalones y la ropa interior. Acobardado y como pudo, se incorporó hasta quedar sentado y se alejó un poco, pero no lo suficiente.

- No sigas... Basta ya... ¡Basta, por favor!

El mayor aprovechó su intento de huida como el tiempo necesario para desnudarse a sí mismo, mientras mantenía una sonrisa de satisfacción al contemplar el miedo en los ojos de su hermano menor. Cuando estuvo preparado, lo sujetó del tobillo y tiró de él hasta tumbarlo de nuevo, lo volteó con brusquedad y, sujetándolo con firmeza de las caderas, lo penetró de golpe. Un grito desgarrador resonó en toda la vivienda. Ron se aferró a las sábanas con fuerza, siendo consciente de que había perdido finalmente, y cerró los ojos esperando más dolor. Lloró en silencio. El mayor comenzó a moverse dentro de él. Le dolía... le dolía tanto... Para él nunca llegó algo similar al placer. Trató de evadir su mente de aquello, de llevarla a algún pensamiento alejado de todo dolor.

Pasaron unos minutos eternos hasta que su hermano lo llenó y lo dejó en paz. Le dolía todo su ser: mente, cuerpo, alma y corazón. El odio llegaba ya a puntos inimaginables. Observó, aún inmóvil, cómo Percy le dejaba caer a su lado la ropa que le había quitado anteriormente. Ron se los colocó sin mirarlo a la cara ni decir nada. No deseaba desencadenar de nuevo lo que acababa de pasar. Luego se vistió y quiso salir de allí, preparar su maleta y largarse cuanto antes.

- Conque yo soy el enfermo... No dejas de ser igual a mí.

- Olvídame.

- Mientras estábamos en la cama, ¿en quién pensabas?

Mantuvo su silencio inicial, tratando de ignorar su veneno.

- No seas tan arrogante de pensar que has sido el primero...

La sangre dejó de fluir por sus venas, sus ojos se contrajeron de furia y angustia. No daba crédito. No podía ni siquiera imaginar algo así.

- ¿Tú...?

Su eterna sonrisa le daba náuseas. Lo anteriormente sucedido le pareció una insignificancia comparado con aquello. Corrió en busca de algo, no sabía qué. Corría por toda la casa hasta que vio lo que quería encontrar: un gran cuchillo de cocina. Volvió a encararse con él.

- ¡Eres un cabrón! .¡Hijo de puta! .¡Maldito bastardo! ¿A cuántos has violado?

La afilada hoja de metal penetró en su pecho una y otra vez. Ron estaba fuera de sí, y no quería volver. Apuñaló el torso de su hermano tantas veces como la rabia se lo permitió. Cuando su cadáver se desplomó en el suelo lo pateó con saña un largo rato. El suelo quedó bañado de sangre. Cuando Ron recuperó el control de sí mismo, no sintió arrepentimiento. Se dejó caer en la pared y se arrastró por ella hasta quedar sentado en el suelo, lloró horrorizado. Él no se merecía aquello...

Cogió su abrigo y salió de la casa, necesitaba pensar. Pero no sabía que su hermano todavía estaba vivo.

******Fin del flashback************

- Te escucho.-dijo Ron. Colagusano sonrió.

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