Charla
Era bien entrada la noche cuando Amelia regresó a casa.
Nathaniel apenas podía mantener sus manos para él mismo y después de lo ocurrido entre ellos le sería imposible disimular ante los demás.
Se separaron en el pasillo y él no se metió en la habitación que ocupaba, antiguamente la de Evan, hasta que ella no cerró la puerta de la suya.
Una vez en la cama, con el olor de ambos todavía en su cuerpo, pensó en lo que hacer a partir de ese momento.
Sin poder dormir, alcanzó su teléfono de la mesita de noche y le escribió, convencido de que no lo leería hasta por la mañana.
No puedo sacarte de mi mente. No quiero sacarte de mi cuerpo. Tu sabor, tu olor... Te amo, Amelia.
Su respuesta llegó pocos minutos después.
Entonces no lo hagas, porque yo tampoco soy capaz. Todavía puedo sentirte dentro de mi. Imágenes de lo ocurrido llenan mi mente y todo lo que quiero es volver allí, contigo.
Sabiendo que era una completa locura, salió de la cama dispuesto a colarse en la habitación de Amelia y sostenerla entre sus brazos toda la noche.
Poco esperaba él que en el pasillo le esperaba una sorpresa.
-¿Podemos hablar?
-Si, por supuesto. Pasa.
Se apartó a un lado y dejó que la madre de Amelia entrase.
-¿Ocurre algo?
Observó mientras ella se acercaba a la estantería que había sobre el escritorio y cogía un marco de fotos en la que aparecían sus tres hijos.
-Amelia está recordando. No creo que ella sea consciente del todo, pero el tenerte aquí, creo que de alguna manera ayuda.
-Me alegra saber eso. Quiero que recuerde con todas mis ganas.
-Lo sé-respondió aun sin mirarle- por eso necesito que me des tu palabra de que no volverás a herirla. Si recuerda, lo hará con todas las consecuencias. Recordará vuestra historia y como sufrió cuando te fuiste. Recordará cada año pasado hasta que volvisteis a veros. Y recordará también el ataque que la llevó a ese hospital.
-No me pidas que me aleje, Aurora. He tardado en darme cuenta y sé que le hice daño, pero no hay nada en el mundo más importante para mi que la felicidad de Amelia. Y sé ahora que depende de mi hacer que nunca pierda la sonrisa. No te pido nada más que una oportunidad para demostrar que soy digno de ella.
Una sonrisa enorme cruzó el rostro de Aurora Stone cuando finalmente le miró.
-Confío en ti y en qué harás lo correcto.
Se fue después de eso.
Nathaniel esperó lo que le pareció una eternidad pero en realidad fueron apenas diez minutos, antes de ir a hurtadillas hasta la habitación de Amelia.
No llamó a la puerta, eso solo habría roto el silencio y llamado la atención a la familia de su chica y eso era lo último que quería.
La segunda sorpresa de la noche fue encontrarla en ropa interior oscura sobre las sábanas blancas.
Podía sonar a tópico pero desde su punto de vista era la tentación personificada. Un maldito ángel caído del cielo.
—¿Vas a quedarte mucho tiempo apoyado en la puerta o vas a venir a mi lado?
De nuevo, sus pies le llevaron hasta ella.
Metiéndose en la cama a su lado, extendió los brazos para dar lugar a que ella se acomodase entre ellos.
—Eres hermosa. He soñado con esto durante tanto tiempo que temo despertar de repente y descubrir que estaba durmiendo.
—Entonces debemos estar compartiendo el mismo sueño de nuevo. He recordado algunas cosas mientras te esperaba.
Se incorporó para poder mirarla a los ojos.
—¿Que recordaste?
—Quien me hirió. O más bien, la persona que salió huyendo con él. No sé si les conocía, pero recuerdo como me miró desde el interior del coche. Creo que debía odiarme y no lo entiendo porque, ¿a quién conocía en Nueva Orleans a parte de a ti?
La imagen de Sierra acudió a su mente y temió que fuese cierto, aunque después de su jugada con la denuncia tampoco le sorprendía.
—Esa persona, ¿era una mujer?
—Si. ¿Sabes quien es?
—Lamentablemente si y tenemos que denunciarla Amelia. La policía tiene que saber lo que hizo.
—Lo sé. Llamaré por la mañana.
—Bien. ¿Que más recordaste?
Su respuesta se vio interrumpida por el sonido de gritos y pasos apresurados tanto dentro como fuera.
Asomándose ambos por la ventana, observaron como la casita del lago ardía en medio de la oscuridad de la noche.
El amanecer llegó como siempre, sin embargo todos estaban rendidos.
Habían organizado una cadena humana para apagar el fuego o controlarlo hasta que los bomberos llegaron, pero este había arrasado por completo la casita. Ahora no era más que un montón de escombros carbonizados y por si fuera poco, el jefe de bomberos y el sheriff del pueblo habían mencionado la posibilidad de que hubiese sido provocado.
Apenas unas horas antes ellos habían estado amándose en aquel lugar.
De haber seguido allí, podrían estar lamentando sus muertes.
Atrajo a Amelia a sus brazos con una sensación de pesar en su corazón.
Si estaban en lo cierto y había sido provocado, tenía una ligera idea de quien estaba tras ello. Sin embargo no podía acusar a nadie sin pruebas.
Tenía que encontrar a Sierra por su cuenta antes de que intentase algo de nuevo.
—Recordé nuestra boda. Eso fue lo que me llevó a subirme a un avión e ir a verte, pero hay otra cosa.
—¿El que?
Atrajo sus manos hacia su vientre y las colocó encima de este.
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Hola!!!
Sé que este es algo más corto que los anteriores, pero me está costando un poco centrarme y por eso también tardo más en subir capítulos.
Espero que os guste y me tengáis paciencia.
Un beso enorme.
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