Ceremonia
Con todo lo ocurrido, sentir ahora el movimiento del bebé era lo más asombroso del mundo.
Las cosas podrían ser muy distintas ahora, pero afortunadamente, podían seguir adelante.
Amelia se despertó temprano, apenas saliendo el sol porque ya no aguantaba más.
El bebé estaba bailando sobre su vejiga y Nathaniel la tenía abrazada en un agarre mortal, por lo que tuvo que pellizcarle uno de los pezones para que la soltase y ella pudiera aliviarse tranquilamente.
Diez minutos después, aliviada y aseada, salió del cuarto de baño mientras peinaba su desordenado cabello con los dedos.
Quizá iba siendo hora de cortarlo un poco.
Dos meses después de lo ocurrido con Sierra, la noche anterior habían dormido por primera vez en la que sería su nuevo hogar.
Nathaniel había tenido que viajar a Nueva Orleans para cerrar un acuerdo con unos clientes y aprovechó también para vaciar su piso y trasladar sus cosas.
Todavía tendría que viajar algunas veces, pero su hogar siempre había estado allí donde estaba Amelia y ella no podía alejarse tanto de su familia.
—Maldita sea, eres hermosa.
Mirando hacia su chico, sonrió al verle aun medio adormilado pero con una tonta sonrisa en los labios.
—Hermosa y redonda.
—Hermosa y mía.
—No puedo creer que incluso medio dormido como estás, tu lado cavernícola salga a la luz.
—Que puedo decirte, quizá no estoy tan medio dormido como crees- meneó cejas arriba y abajo y le lanzó una mirada de lo más caliente.
—¿En serio?¿Estás pensando en sexo?
—Puedes apostar a que si-. Antes de que pudiese reaccionar, apartó la sabana a un lado descubriendo su desnudez y el estado de su miembro y saltó de la cama para ir a por ella. la alzó en brazos y la llevó de nuevo a la cama para demostrarle que realmente le pertenecía.
Cinco horas después, ya vestidos y arreglados se dirigieron hacia la casa principal de los Stone.
En la parte trasera ya estaba todo listo. Hope y Evan se unirían de nuevo ante su familia y amigos y esta vez, Nathaniel podría estar junto a su mejor amigo.
La ceremonia fue hermosa. La pareja compartió sus votos y promesas ante todos y cuando terminó, aprovechando el soleado día que hacia, se sentaron en una enorme mesa a disfrutar de un gran banquete.
Nathaniel miró a su chica mientras ella hablaba con su mejor amiga y acariciaba distraídamente su vientre.
Algún día ellos serían quienes estarían celebrando su boda y esperaba que eso fuese pronto porque deseaba más que nada prometer ante Dios y el mundo entero que esa mujer era solo suya.
—Conozco esa cara.
Nathaniel se volvió hacia Evan quien se dejó caer a su lado con una enorme sonrisa en los labios. Si no supiera que ya estaba casado, pensaría que esta era la primera vez para él.
—Te ves feliz.
—No pienses que no veo que intentas cambiar de tema, pero si. Jodidamente feliz.
—Hope es una gran chica.
—Lo es. Y totalmente mía. De nuevo.
—Tú también tienes ese gen cavernícola por lo que veo.
Evan se encogió de hombros aun sonriendo.
—Es difícil no sacarlo a la luz cuando esa mujer es todo para mi.
—Amelia suele burlarse de mi por eso pero creo que en el fondo le gusta.
—Bueno, no puedo hablar por ella, es mi hermana y todo eso, pero sé que Hope también tiene su modo de marcarme como suyo.
—Creo que prefiero no preguntar.
La sonrisa de Evan se ensanchó y la imaginación de Nathaniel corrió libre.
La idea de que Amelia pudiese marcarle de algún modo le puso completamente duro y no era algo que quisiera que ocurriese delante de la familia de ella, mucho menos al lado de su hermano.
—Me alegra que estés aquí esta vez. Tenerte a mi lado lo hizo aun mejor.
—Fue un placer. Lamento haberme perdido la primera.
Evan se frotó la mandíbula pensativo.
—Bueno, creo que podría gustarme hacer este tipo de ceremonia cada año. Tiene sus ventajas. Este año, por ejemplo, nuestra luna de miel será algo más extensa, así que es un punto a tener en cuenta.
Hope y yo solos lejos de todos. Creo que es una idea genial.
Nathaniel no pudo evitar reír.
—Por cierto, tío—Evan se detuvo antes de ir a por su mujer— si vas a pedírselo, hazlo cuanto antes. Creo que ella empieza a pensar que no lo harás nunca y un anillo en su dedo es otro buen modo de decir a todos los gilipollas que hay ahí fuera que es tuya.
Pensó en eso bastante incluso después de que su amigo se alejase.
Se levantó de su asiento y caminó hacia donde estaba su padre hablando con el padre de Amelia.
—Siento interrumpir, pero necesito hablar contigo papá.
Aquella noche, cuando Amelia se quedó dormida entre sus brazos, Nathaniel extendió su mano libre hacia la mesita de noche y tocó con los dedos la cajita que su padre le había entregado. Dentro, el anillo de compromiso que había llevado su madre hasta el día de su muerte, esperaba al momento oportuno para ser deslizado en el dedo de Amelia.
A la mañana siguiente, Amelia despertó sola en la cama.
Su reloj marcaba más de las siete.
La noche había sido bastante movida. El bebé no se había quedado quieto y solo le permitió dormir tres o cuatro horas como mucho.
Se levantó para vaciar su vejiga y volvió a la cama. Todavía era muy pronto y ella estaba agotada y parecía que finalmente el bebé se había compadecido de ella y estaba dormido.
Tres horas más tarde se despertó de nuevo y Nathaniel seguía sin estar a su lado.
Se incorporó en la cama, apoyada contra el cabecero y cogió su teléfono para llamarle.
No había sonado todavía cuando la puerta de la habitación se abrió.
Nathaniel sujetaba una bandeja con el desayuno y un pequeño jarrón con una rosa azul.
Estas eran realmente difíciles de encontrar, por lo que su padre había logrado que su jardinero las plantase en una zona del rancho algo difícil de acceder.
Si Nathaniel había conseguido una, allí era donde iría a buscarla.
—Buenos días hermosa.
—Buenos días.
—¿Tienes hambre?
—Estoy famélica. ¿A donde fuiste?
—Desperté temprano y fui a hacer unos recados.
—¿Como recoger esa flor?
—Y sobornar a tu padre para que le dijese a su jardinero que plantase algunas en nuestro pequeño jardín.
—¿Como hiciste eso?
Nathaniel colocó la bandeja en su regazo y le entregó la rosa.
—Tuve que prometerle que dirías que si.
—¿Decir si a qué?
Señaló la rosa y ahí, en medio de sus pétalos, se encontraba un hermoso anillo.
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Bueno, pues solo nos queda el epílogo.
Esta historia ya tiene su final y espero poder subirlo pronto.
Espero que hayáis disfrutado la historia de principio a fin.
Un beso enorme y gracias por estar ahí.
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