Acusado

Amelia ni siquiera se lo pensó.
Les siguió hasta que abandonaron el hotel y llamó a un taxi para que la llevase a comisaría.
¿Quien podía acusar a Nathaniel de algo así?
Sin embargo lo sabía. Había sido ella. La mujer con la que salía.

Presionó la mano sobre su vientre y recordó la noche anterior.
Nunca en todo ese tiempo desde que había despertado su don, había podido adentrarse en el sueño de otra persona y hacerlo suyo. Ni mucho menos llegar a algo parecido a lo que sucedió.
No sabía con seguridad lo que eso significaba.
Había heredado ese don de su bisabuela.
Todas las mujeres de su familia materna tenían uno, pero el de Amelia era exactamente el mismo.
Podía ver algunas cosas que sucederían a las personas cercanas, pero ella no vio esto.
¿Lo había estropeado todo al ir en busca de Nathaniel?
Debió dejarlo y olvidar el sueño en el que se casaban, pero nunca podría olvidarlo. No mientras le amase, y lo hacía. Con todo su corazón.

Llegó a comisaría y preguntó por Nathaniel.
El oficial que la atendió le dijo que debía esperar mientras él era interrogado.
Y si la espera no era ya lo bastante frustrante, ver a Sierra paseándose como un alma en pena fingiendo algo que no ocurrió y escondiendo una sonrisa maliciosa, casi la llevó sobre el borde.

Nathaniel permanecía en la sala de interrogatorios negando por centésima vez las acusaciones que caían sobre él.
Él no había golpeado a Sierra.
Ni siquiera la había visto desde que se fue de su piso para encontrarse con Amelia.
Todo lo que sabía era esa llamada y luego el estado en el que se encontraba su habitación y cuarto de baño.
La policía había visto de lo que ella era capaz con sus propios ojos, ¿y ahora ocurría esto?
No mejoró tampoco cuando le mostraron el video de Sierra acusándolo.
Ni las fotografías de su ojo amoratado.

—¡Ya les dije que yo no la golpeé! Denuncié el desastre que hizo en mi casa. Ella estaba perfectamente cuando me fui temprano. Es obvio que miente.
—Será mejor que se tranquilice señor Harris. Esta mujer tiene pruebas de que usted la golpeó.
—¿Que pruebas? Ella pudo caer o golpearse contra una puerta y luego acusarme.
—¿Y por que acusarle? Usted dijo que no existían problemas en su relación.
—¡No lo sé! Quizá estaba resentida. Había decidido terminar con la relación, pero no llegué a decírselo.
—¿Tiene algo que ver la señorita Amelia Stone en todo esto?
—¡No la metan en esto! Ella no tiene nada que ver con lo que yo decidí.
—Señor Harris, le pido que se calme. Solo estamos haciendo nuestro trabajo. Como ya le dije, hay pruebas que le incriminan.
—¿Que clase de pruebas?
Otra fotografía fue puesta frente a él. En ella se veía el golpe de Sierra desde más cerca. Parecía que había algo marcado en el pómulo.
—Eso es...
—La marca de un anillo. El mismo anillo que lleva usted ahora.
Bajo la mirada hacia su mano derecha y ahí estaba.
Se lo regaló su padre el día de su graduación y cuando había recogido sus cosas para ir al hotel, se lo había puesto para no olvidarlo.

Al ver que no decía nada, el policía le levantó de la silla y le esposó las manos a la espalda.
—Queda usted detenido.

Ver a Nathaniel salir de esa habitación la hizo suspirar aliviada. Hasta que vio que se lo llevaban a la parte de atrás.
—¡Nathaniel! ¿A dónde le llevan?
—Señorita, será mejor que se tranquilice o tendré que encerrarla junto a él.
—¿De que está hablando?
—Hay pruebas en su contra. Como le dije antes, si conoce a un buen abogado, llámele.
Y con eso desapareció.
No pudo despedirse de Nathaniel. No la dejaron hablar con él.
Juntando todo el valor del que disponía corrió tras ellos y golpeó la ventanilla haciendo que los tres se volviesen hacia ella y entonces gritó para que Nathaniel la oyese.
—¡Te quiero!
Observó como él le sonreía y asentía hacía ella.
Tenía que hacer algo.
Salió de comisaría con paso apresurado y se alejó dispuesta a encontrar un taxi disponible.

Marcó el teléfono de su padre mientras levantaba el brazo esperando a que algún taxi se detuviese.
Parecía que iba a ser algo imposible, por lo que empezó a caminar dirección al hotel.

—Princesa, ¿que ocurre?
—Papi...— sollozó, lo que puso a Jackson Stone en movimiento. Salió de su oficina y corrió hacia el piso superior para encontrar a su mujer mientras su hija lloraba al otro lado.
Lo que encontró sin embargo casi le hizo caer de rodillas.
Aurora presionaba una mano que empezaba a sangrar debido a una herida en el abdomen mirando hacia él. Al otro lado, su hija gritó de dolor.

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Feliz cumple chichita16!!!
Sé que quizá es pronto allí, pero...😘😘😘😘

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