45 - Atrapada
—Otro de los motivos por los que Dalyth necesitaba guardianas de confianza, era porque no solamente protegemos a la familia real. También somos necesarias para resguardar parte de los secretos de su linaje —expresó Tione con seriedad—. En el pasado, enemigos de la corona tuvieron acceso a parte de esa valiosa información, esto provocó que Dalyth decidiera destruir casi todos los registros históricos existentes en aquel momento. Asegurándose con esto de eliminar cualquier cosa que pudiese ser utilizada para intentar debilitar o atacar al reino —continuó hablando mientras era incapaz de ocultar en su voz una mezcla de satisfacción y admiración—. Ella nombró a un guardián, alguien designado como un registro viviente, capaz de guardar en su mente los secretos más delicados para evitar que cayeran en las manos equivocadas. Si esto sucediera, podría representar una grave brecha de seguridad que podría poner en peligro la paz de la que goza el reino en la actualidad.
—Entonces las doncellas son totalmente fieles al rey y a mí —repasó Aylah pensativa mientras sus ojos viajaban de manera inconsciente hasta el retrato de Ellies
—Nuestro propósito es servir y proteger a la familia real —declaró Tione sin ocultar su orgullo
—Incluso si eso significa eliminar a alguien en el proceso —la voz de Aylah sonaba extrañamente fría mientras entornaba los ojos en dirección a su amiga
—Si es totalmente necesario e inevitable, lo haríamos sin dudarlo por un momento —afirmó Tione con seguridad— pero siempre antes de darnos una orden, debes entender que no somos solo herramientas, tenemos mente y sentimientos propios. No tomaríamos una vida sin motivo. —añadió con cautela.
—Entonces, si yo te ordenara que mataras a alguien, ¿lo harías? —preguntó Aylah con una repentina mirada gélida en sus hermosos ojos violeta
—No puedo desobedecer una orden directa de la princesa heredera, es algo que debe ser acatado de forma absoluta —declaró Tione sin atisbo de vacilación en su voz—. Si el mandato proviene de ti, no lo dudaría ni por un instante. Cumpliría tus deseos sin cuestionar nada, confío en que no tomarías la vida de una persona sin motivo alguno —la certeza en sus palabras era rotunda
—No deberías ponerte tan seria, solo preguntaba por curiosidad —dijo Aylah mientras sonreía de manera amable tratando de relajar el ambiente—. Entonces, ¿en el palacio solo trabajan mujeres? —preguntó volviendo a su conversación original
—Sí. Eso nos permite usar ciertos trucos. —Tione alzó la falda de su uniforme, mostrando sus piernas equipadas con sendos cinturones repletos de dagas en sus fundas.
Aylah no pudo menos que abrir la boca sorprendida al ver algo así. Nadie sería capaz de imaginar lo que estas mujeres ocultaban bajo sus uniformes. Era realmente escalofriante tener a personas a las que no imaginarías sosteniendo un arma, equipadas con un pequeño arsenal oculto en sus piernas de forma tan magnífica. Por otro lado, ¿no se sentirían incómodas haciendo sus tareas diarias con tanto metal encima? Por cómo Tione se movía, supuso que luego de mucho entrenamiento se debió haber adaptado a algo que se veía tan incómodo y peligroso.
Antes de que pudiera preguntar algo más, sintió que eran observadas por alguien más. El mago miraba con un extraño interés hacia las piernas expuestas de Tione mientras alzaba una ceja y sus labios se curvaban en una leve y pícara sonrisa. Al notarlo, la jefa de las doncellas bajó su falda con rapidez, apartando la mirada mientras sus orejas se tenían intensamente de rojo, mostrando de forma breve una expresión de vergüenza totalmente adorable que la hizo lucir indefensa por apenas unos instantes. La cara de Jens no pudo esconder la sorpresa al ver esto, mientras su boca se abría levemente, mostrando asombro.
La mirada de Aylah paso de uno a otro respectivamente, incapaz de comprender sus reacciones. ¿Qué demonios estaba sucediendo aquí?
Tione se aclaró la garganta, rompiendo el incómodo silencio mientras estiraba la falda de su uniforme más de lo necesario.
—Deberías ir con el mago —dijo con innecesaria rigidez mientras lo miraba de reojo—. Él responderá todas tus preguntas
Jens apenas le indicó con un gesto a Aylah que lo siguiera antes de desaparecer, pasando a través del retrato de Shyah. Mientras tomaba una larga bocanada de aire, ella lo siguió, atravesando la pintura. La recibió un enorme despacho, muy diferente al lugar donde habían comprobado sus problemas con el maná al llegar al palacio real. Aquí todo estaba perfectamente ordenado, desde los libros colocados cuidadosamente en los estantes, hasta los pergaminos y unos artefactos sobre una mesa cercana. Este lugar se veía más acorde a la rara personalidad del mago y también se sentía extrañamente familiar.
Lo único que parecía fuera de lugar eran los retratos que adornaban las paredes. En uno pudo reconocer a Dalyth, en el siguiente a una joven Kleria y un poco más allá otro con una sonriente Ghaenia sosteniendo un libro entre sus manos. Una última pintura permanecía oculta a la vista, tras una cortina. Luego de dar un segundo vistazo a su alrededor, comenzó a caminar lentamente por el lugar, explorando de manera educada, ya que el mago permanecía en silencio siguiendo sus movimientos con discreción.
En su cabeza trataba de ordenar la infinidad de preguntas que tenía sin saber por dónde empezar. Soltó un largo suspiro mientras se acercaba a la mesa y de forma inconsciente movía algunos de los artefactos, como si supiera de antemano que estaban mal colocados. Se detuvo de forma repentina mientras sentía la presión de la mirada de Jens.
—Es interesante que recuerdes este lugar y sobre todo cómo van ordenadas correctamente mis pertenencias —la extraña sonrisa que esbozó el mago le puso los pelos de punta
—Es imposible que recuerde un lugar donde jamás he puesto un pie antes —negó Aylah de forma contundente, aunque no pudo evitar que su voz temblara un poco. Por un instante se sintió como un niño que es atrapado luego de mentir, mientras la mirada de Jens se hacía más intensa, poniéndola nerviosa.
—¿En serio quieres seguir jugando este juego? —preguntó el mago con frialdad.
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