Capítulo 7: Presa en mi ciudad.

Valerie Broussard - Killer.

   ════════════ ❖ ════════════

—No puedo creer que estemos repitiendo esto —las palabras salen de mi boca mientras sigo cavando un pozo en el jardín del vecino de Alex.

—¿Y si se enteran? ¿Y si esta vez no tenemos suerte? Mierda... esto no fue una buena idea.

—Cálmate, si el padre de Kate no se enteró de lo que hicimos en su momento, menos lo hará este hombre al que ni siquiera conocemos.

Con eso logré que se tranquilizara un poco y seguimos con nuestra tarea, una tumba improvisada en la que tiramos el cuerpo de Jennifer como si nada. Debo admitir que mis sentimientos siguen encontrados hacia ella, pero lo único que importa es que terminó muerta por mi culpa a manos de alguien que todavía no puedo matar.
Las luces de la casa del hombre en la que entramos seguían pacíficamente apagadas, así que decidimos no pasar ni un segundo más allí. Tomamos las palas que sacamos del garaje de mi hermano y saltamos la cerca con cuidado.

Pero al llegar hasta la casa de Alex, él me toma del brazo y hecha a correr hacia la primera pared que ve, como si quisiera ocultarnos de algo que no logro descifrar hasta que habla.

—¿Qué te ocurre, loco?

—La policía está en casa.

Asomo un poco la cabeza y compruebo que es cierto, desde esa posición podía ver una patrulla estacionada un poco alejada de la entrada.
Mierda, ¿qué pasó ahora?

—¿Cómo se supone que expliquemos qué hacemos en un patio con dos palas a las, casi, cuatro de la mañana?

—No lo sé, pero todo me dice que alguien escuchó los gritos de Kate cuando bajó a ver el desastre montado aquí.

Tenía razón, luego de que él bajara a ver porqué estaba en medio del patio a esa hora, su esposa había llegado hacia nosotros y no pudo evitar soltar un grito que fue amortiguado cuando Alex tapó su boca y la abrazó. De igual manera, ese pequeño instante podía ser suficiente como para levantar sospechas y alertar a los vecinos más cercanos.
En resumen, estábamos jodidos.








Kate

Luego de comprobar que Emma dormía plácidamente, bajo las escaleras con los nervios de punta cuando escucho que suena el timbre. Sabía que Amy y Alex se estaban ocupando del desastre que dejaron en el patio, pero no sé si puedo hablar con quien sea que esté del otro lado sin trabarme o comenzar a temblar sin control.

Y apenas abro la puerta mis ojos dan de lleno con la mirada seria de un agente de policía. Lo primero que se me viene a la cabeza es que estábamos perdidos; todos terminaremos en la cárcel, es algo que acepté en cuanto Alex me confesó su pasado y no me importó una mierda correr el riesgo.

¿Pero qué tan graves serían las consecuencias?

—¿Ocurre algo, oficial? —me animo a preguntar con fingida despreocupación, lo único que importaba era no levantar sospechas.

—Una señora ha llamado porque aseguró escuchar gritos que provenían de este lugar. ¿Todo va bien, señorita?

Por supuesto que me habían escuchado gritar, y me maldigo por eso y por no tener la habilidad de mentir con la que contaban los Plox.
Lo siguiente que hago es poner mi mejor cara de desconcierto y continuar la charla. Mientras antes termine esta agonía, mejor.

—Oh, sí, fui yo. Siento haber causado molestias, pero es una tontería —digo y suelto una pequeña risa—. Mi marido y yo estábamos limpiando la piscina luego de una fiesta que organizamos y en broma me dejó caer al agua. Fue algo tonto, nada más.

Esa fue la mentira más estúpida que salió de mi boca en mucho tiempo, solo espero haber sonado convincente.

—¿Está segura de que fue solo eso? —preguntó, dudando.

—Por supuesto, no fue nada grave.

Se queda unos minutos en silencio, observando el interior de la casa y luego examinando mi cuerpo de pies a cabeza como si quisiera hallar la mentira en alguna parte.

—De acuerdo, confío en su palabra. Buenas noches.

—De nada... y lamento el mal entendido.

Me apresuro a entrar y cerrar la puerta, suelto todo el aire que había contenido y cierro los ojos mientras apoyo la espalda contra ella. Es en estos momentos en el que me gustaría llamar a mi padre para pedirle un consejo, todo en nuestras vidas se está desmoronando, las mentiras cada vez son más profundas y letales. Pero agradezco que haya encontrado el amor en Los Ángeles, fuera de todo peligro.

Porque no solo los Plox tenían enemigos así de peligrosos, todo Nakara Hills parecía ser una bomba de tiempo limitado.

—Bien hecho, hermosa. ¿Quién te enseñó a mentir? —dice Amy, saliendo de debajo de la mesada de la cocina al igual que Alex.

¿En qué momento habían entrado?

—Admito que aprendí de la mejor maestra, pero me falta práctica. Eso fue un desastre colosal —respondo mientras me acerco y me recibe en un abrazo— ¿Qué ocurrió? ¿Está todo bajo control?

—Digamos que Jennifer no volverá a ver la luz del día jamás —contesta mi novio con total normalidad.

—Esto debe parar y lo saben.

—Amor, nosotros también queremos eso, pero no tenemos ninguna pista para acabar con esto antes de que mate a más personas.

—Tú solo mantente a salvo, al igual que Emma, Alex y yo nos encargaremos del resto.

A veces debo admitir que me jode que no me consideren parte del equipo, incluso Evan lo fue por una noche. No soy tan débil ni tienen que ponerme en una caja de cristal para que nadie me toque, puedo tomar un arma y defender a quien sea si es necesario. Pero también entiendo que Alex es el blanco y, si me arriesgo, Emma perdería a dos de sus padres en caso de que todo empeore más de la cuenta.

Me preocupan todos, pero más Amy y Alex por ponerse adelante de cualquier bala sin pensarlo dos veces. Espero que esto termine antes de que nos borren de cualquier mapa.









Amy

Habían pasado dos días de ese horror, dos días de una paz ensordecedora. Dos días desde que decidí volver a casa para asegurarme de que Evan estuviera a salvo y dejarlo al tanto de todo lo que había ocurrido. No podía seguir guardándole rencor, y menos sabiendo que estamos rodeados por la muerte.

Todo está bien entre nosotros, quizás un poco extraño hasta que se disipe con el pasar de los días, pero parece marchar medianamente bien. Fue como volver a la rutina, desayuno juntos, luego un beso antes de que se vaya a continuar con el papelerío de la nueva galería y ya.
Por mi parte, el día fue empeorando. Primero, las pocas amigas que me quedaban vivas decidieron no contestar mis mensajes, tan solo los leían y los dejaban ahí; estoy segura de que fueron lo suficientemente inteligentes como para atar cabos y saber que, al menos, todo este lío tiene que ver conmigo de alguna forma. Segundo, no podía ocupar mi mente en el trabajo porque Adam decidió cerrar la librería por unos días por duelo.

Es por esas razones que cuando mi hermano llama colmado de ilusión para invitarme a ir a un Karaoke esta noche termino aceptando. Mi esposo y Kate tenían la noche libre y ya no recuerdo lo que era salir a divertirme por un rato.
Y ya en el coche de mi hermano mientras la noche caía, intenté mentalizarme con que todo iba a estar bien. Aunque debo admitir que el par de cervezas que nos bebimos también hizo su parte.
El lugar se parecía bastante a un bar, había dos barras en los laterales, mesas distribuidas en lo que restaba de espacio y un escenario bien decorado e iluminado frente a ellas. Era hermoso.
Pasamos un rato más hablando y riéndonos que ya casi nos habíamos olvidado a qué vinimos, hasta que un presentador sale de atrás del telón y todos comienzan a aplaudirlo.

—¡Bienvenidos a esta noche de Karaoke! Mi nombre es John y los estaré acompañando esta noche —se presenta con entusiasmo y logra sacarme una sonrisa—. Con su permiso, comenzaremos la competencia de esta noche, mi ayudante pasará a dejarles un formulario en sus mesas para que se anoten, deberán armas dos grupos entre ustedes y elegir un nombre que los represente. Las mejores interpretaciones se ganan la barra libre el resto de la noche.

Ya me daba vergüenza el hecho de pararme allí arriba, seguramente haga el ridículo. Pero no tuve tiempo de reprochar nada porque Alex tomó el papel y nos apuntó en la competencia. Evan y Kate iban por un lado —teniendo únicamente poder de decisión para elegir el nombre del grupo— y nosotros por el otro.

Ni siquiera veo bien qué escribió Alex, el lugar era bastante oscuro como para descifrarlo. De todas formas, ahora lo único que importaba era ganar, y más cuando Evan me mira con una sonrisa egocéntrica. ¿Qué mejor momento que este para dejar salir mi lado competitivo?

—Doy comienzo a la competencia de Karaoke. Les presento al primer grupo —John aparece de la nada y todos prestamos atención—. Denle la bienvenida a: "Los invencibles".

Nuestras parejas se levantan con alegría y me los quedo mirando hasta que llegan al escenario. Alex es el primero en comenzar a reírse de lo cliché que fue ese nombre, por mi parte solo le doy un leve golpe con el codo, pero termina contagiándome la gracia.

—Los antes mencionados competirán contra "Los caballeros oscuros".

Mi semblante se endurece y fulmino con la mirada al hombre que me acompaña. ¿En qué estaba pensando?

—¿Eres idiota, Alex?

—¿Qué? ¿Acaso querías que ponga "Los caballeros rojos"?

Niego con la cabeza repetidas veces y vuelvo a mirar al presentador, ignorando totalmente a mi hermano.

—A continuación, cantarán dos canciones elegidas por cada uno: So Lonely de The Police y Andromeda de Weyes Blood.

Apenas escucho la última canción, siento como mis ojos se llenan de lágrimas. Aquella canción fue elegida por Evan, y lo sabía porque es especial para nosotros y porque fue la palabra que usó para describirme cuando nos reencontramos.

Ambos se llevaron toda la atención del público, para nosotros no era una sorpresa que cantaran bien, pero, además de eso, la presencia que tenían en el escenario era admirable. Algunos encendieron sus linternas del móvil mientras Evan cantaba, de a ratos aplaudían o gritaban cuando llegaba a una nota alta y yo solo podía admirar su belleza y su talento. Ese hombre me tenía completamente enamorada.

Toda la adrenalina de la competencia se transformó en una bola de ansiedad en cuanto Kate y Evan bajaron, porque eso hizo que el presentador anunciara a los siguientes: o sea, Alex y yo. Mi hermano tomó mi mano con seguridad y casi me arrastró hacia nuestro destino.

—Ellos son hermanos, Amy y Alex Plox— cuando termina de hablar el público comienza a aplaudir y visualizo a mi esposo, quien está sentado en primera fila sonriendo— Debo decir que eligieron dos canciones bastante buenas, ellas son: Pumped Up Kicks de Foster The People y Fine de UPSAHL.

Mi hermano es el primero en tomar el micrófono y lucirse, muy pocas veces lo había escuchado cantar, así que fue como hacerlo por primera vez. Se robaba el show, siempre era bueno en todo lo que hacía.

Y yo... bueno, no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, simplemente dejé de pensar en lo que podrían opinar los demás y me dejé llevar. Al parecer tan mal no me iba porque en cuanto abrí los ojos luego de terminar la canción, todos estaban de pie aplaudiendo. Incluso el presentador.
Ambos volvemos a nuestros asientos para esperar el comunicado final.

—Wow, ambos equipos estuvieron geniales. Pero lamentablemente solo uno pasará de ronda para competir con las siguientes mesas —deja unos breves segundos de suspenso. Yo estaba muriendo por dentro por más de que sea algo estúpido— Y sin más que decir, los ganadores son... —una pausa más y mis nervios explotarían— ¡Los caballeros oscuros!

Al instante abrazo a mi hermano y comenzamos a saltar como dos niños emocionados. Evan y Kate se unen a la alegría por un rato más, olvidando toda competitividad, pero luego nos calmamos porque la noche no terminaba allí.

—Voy al baño, ya vuelvo —le digo a Evan por encima de la música y asiente.

El camino al baño se me hizo eterno y la fila un poco más, pero agradezco que nadie más entrara después de mí. Así tuve tiempo de lavarme la cara y quedarme allí, bajando toda la euforia que había experimentado.

Pero cuando estaba a punto de salir la puerta se abre dándole paso a Evan, lo miro con desconcierto cuando me indica que no hable y nos encierra en el primero cubículo que ve.
No me da tiempo a preguntar nada porque ataca mis labios con necesidad y es ahí cuando comprendo a dónde quiere ir. Lo empujo para que se siente sobre el inodoro y me coloco sobre él sin despegar nuestros labios. Sus manos recorren con delicadeza mi espalda hasta llegar a mi culo y apretarlo con fuerza, provocando que suelte un gemido. La competencia seguía, por lo cual la música sonaba bastante fuerte como para callar lo que pasaba entre nosotros.
Muevo mis caderas, rozando su miembro cubierto por la tela y aumentando su temperatura corporal. Él separa nuestros labios para posicionarlos sobre mi cuello y enloquecerme.

Las luces blancas del baño comienzan a parpadear, pero no nos importa. No hasta que se apagan por completo y debemos parar de mala gana.

—Espera... ¿escuchas eso? —pregunta, con su frente apoyada sobre la mía, intentando regular su respiración.

Me quedo en silencio, encendiendo la linterna, lista para salir de ahí. Había ruidos, pero no parecían ser más que unas cuantas copas rotas, lo cual era de esperarse debido a la oscuridad.

Poco a poco me pongo de pie, y me quedo paralizada por lo que ocurre en ese instante. Unos cuantos disparos suenan a pocos metros, sumado a gritos y corridas de la gente. Mi corazón se acelera pensando solamente en una cosa:

—¡Alex y Kate!

Ambos corremos hacia la salida tomados de la mano mientras ilumino el camino. El caos seguía por todas partes y mi cuerpo comienza a reaccionar: las lágrimas ya inundaban mis ojos y mis manos y pies temblaban sin parar.

Cuando creímos que llegamos a la zona de las mesas las luces se prenden, revelando los daños. Muchas mesas estaban destrozadas, había vidrios rotos por todo el suelo, gente herida debajo de las mesas intentando protegerse y lo peor: John estaba tirado sobre el escenario sobre un charco de sangre, su sangre.

Si esto lo causó quien yo creo, ¿por qué tendría como objetivo a alguien que no tiene nada que ver? A no ser que no le importe.

—¡Amy! ¿Estás bien? —mi hermano sale de atrás de una de las barras con Kate a sus espaldas y siento que mi alma vuelve a habitar mi cuerpo.

Corro hacia ellos y los envuelvo en un abrazo, soltando un sollozo de felicidad mezclado con la anterior desesperación acumulada.

—Había alguien vestido de rojo aquí, ya sabes a lo que me refiero —susurra Alex en mi oído cuando Kate se aleja y asiento, mi semblante se vuelve serio ante eso.

Cuando nos separamos volvemos a observar todo el desastre; alguien debió llamar a la policía, así que lo mejor era salir de ahí.
Evan señala una salida de emergencia y corremos hacia ella mientras los presentes comienzan a tomar sus móviles para pedir ayuda o comunicarse con algún familiar.

Sé que lo sensato es quedarse a ayudar, pero con mucha suerte el policía al mando que llegaría podría ser David y eso implicaba atar cabos y ponernos contra las rejas, bueno, aún más. Ya de por sí era sospechoso estar conectados con las muertes, más lo sería estar en un lugar donde muchos pueden confirmar que vieron a uno de los "caballeros rojos" disparando sin piedad a inocentes.

Y de camino a casa entendí una cosa sobre este misterio: se trataba de un asesino serial. No solo matará a mis amigas, sino que también quitará del camino a quien se le antoje, y más si es para dejarme mal parada frente a las autoridades.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top