Capítulo 6: Venganzas y arrepentimientos.

Fleetwood Mac - The Chain.

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Dicen que siempre hay una primera vez para todo, una primera vez para enamorarse, una primera vez para sentir dolor, una primera vez para tropezar, etc. En mi caso, esta era la primera vez que me tocaba afrontar una pelea con la persona que amo, y entiendo que en las relaciones no es todo color de rosas y se generan desacuerdos, pero no me siento preparada para lo que está a punto de pasar. Menos en el estado en el que estamos.
Evan se mantiene en silencio, apoyado contra la pared mientras se termina la pequeña botella de cerveza que tiene en sus manos. Simplemente lo observo hasta que decida hablar. No sé cómo terminará esto, pero tengo un mal presentimiento.

—¿Vas a seguir bebiendo tu peso en alcohol o comenzamos la charla? —me animo a preguntar, mirándolo seriamente y con los brazos cruzados.

—¿Se puede saber por qué estabas bailando con Nick? —contraataca al instante.

El alcohol ha consumido toda su cordura, cualquiera que se lo cruzara podría confirmarlo. Más porque le cuesta no arrastrar las palabras.
Evan no es ese tipo de persona que me reprocharía algo, jamás, y yo tampoco, pero creo que nuestras inseguridades están saliendo a la luz de una vez por todas. Y no en un lugar indicado.

—Esto es divertido, te podría preguntar lo mismo, ¿sabes? Te vi con Jennifer.

Deja caer la botella de cerveza sobre la mesa de cristal a su derecha y procede a colocar ambas manos en su cabeza, como si tuviera un fuerte dolor de cabeza, aunque también parece estar descargando su frustración de alguna forma.
Soy consciente de que Alex y Kate deben estar escuchándonos desde alguna de las habitaciones del primer piso, pero eso ya no importa. Solo somos nosotros dos en esta habitación, ignorando como la gente sigue caminando hacia la salida.

—¿Sabes, Amy? No es solo eso, es que ya estoy un poco cansado de todo esto.

Mentiría si les dijera que el miedo no me paralizó en el preciso momento en el que terminó de verbalizar esa última frase. Aunque tampoco le tomo la palabra porque no creo que sea tan inmaduro de mandarme a la mierda por esta estupidez y, en todo caso, ambos cometimos pequeños errores esta noche.

—Mejor retomamos la charla cuando se te pasen los efectos de esa mierda, ¿quieres? —sentencio de la mejor manera posible e intento abandonar mi lugar, pero él envuelve su mano en la mía y evita que pueda seguir caminando.

—Hablaba de las muertes, siempre dices que pararás, pero eso no es cierto —continúa con un tono cargado de preocupación y frunzo el ceño—. Demuéstralo, demuestra que quieres que las cosas salgan bien, pero con acciones y así podré creerte.

Esquivo su mirada, pensando bien cómo decir lo siguiente. El giro que le da a todo esto me descoloca por completo.

—Mira, eso no era de lo que quería hablar. Y probablemente esto es lo último que quieras escuchar venir de una persona que amas, pero la venganza es mi motivación, Evan. Matar gente es lo único que conozco, por mucho que intente huir y fingir que soy una mujer casada que no ha roto un plato en su vida. Te casaste con una asesina, aunque a veces se te olvide.

—Pero puedes cambiar...

"Cambio", una palabra tan lejana en mi vida, sí he pasado por esa sensación y es por eso que soy quien soy en el presente.
Las personas que amo ignoran por completo mi verdadera esencia, y a pesar de eso no desaparece. De verdad que me gustaría ser libre, poder acostumbrarme a vivir en la sociedad como cualquier otro ser humano que no hizo nada malo, pero me estaría engañando.
Sé que es difícil, pero es lo único que da un motivo para despertarme por las mañanas. No sirve de nada seguir ocultándolo.

—JAMÁS HE CAMBIADO, ese es el punto. No puedo y no sé si quiero, esto es lo único que conozco y mi forma de lidiar con todo. Me gusta jugar con las autoridades y proteger a mi familia, pero si eso implica vengarme de esa persona pegándole un tiro, mucho mejor.

Hace un gesto como si lo hubieran golpeado justo en el rostro y retrocede, esquivándome la mirada.

—Creo que me quedaré aquí esta noche, ya tuve suficiente de ti por el día de hoy.

Lo observo en silencio por un largo tiempo, casi esperando que cambie de opinión, y me rindo al saber que nada de eso llegará. Asiento con resignación y camino hacia la salida con el enojo y la frustración dominando cada fibra de mi cuerpo. Las emociones me desbordan y nunca supe muy bien cómo controlarlas, es por eso que recurro a mi arma secreta: la venganza.
Una vez de pie en el exterior, visualizo el auto de mi hermano y saco su viejo bate de béisbol del baúl. Luego me dirijo a mi segundo objetivo: el auto de Evan.

Cierro los ojos por unos instantes, repasando en mi mente cada puñal que me clavó en forma de palabra y finalmente acciono. No dudé ni un segundo en destrozar el vidrio de una de las ventanas y mientras todo se desvanecía creo que al fin lograba liberar toda la tensión y lo ocurrido segundos atrás. Ya no importaban los daños, no era consciente al cien por ciento de ello, sé que Evan estará furioso por la mañana y ese sentimiento es el mismo que me recorre ahora mismo. Por último, saco la navaja que llevo dentro de mis botas y pincho cada una de las ruedas como parte del detalle final de esta obra maestra.

Destrucción total, las ventanas ya no existían, el techo estaba casi a la altura del suelo y las ruedas... ya saben. Cuando lo piense fríamente es probable que me arrepienta, pero para eso quedan un par de horas.

Y mi burbuja se pincha en cuando escucho el ruido de una puerta abriéndose a pocos metros, ya me parecía raro que nadie se asomara a inspeccionar qué sucedía con todo el ruido que he montado. Una señora, que vivía al lado de la casa de Alex, me observa en pijamas y completamente anonadada.

—Si un chico le pregunta qué pasó con este auto, dígale que Amy Plox causó este desastre.

La mujer simplemente me mira con la boca abierta debido al shock, y no le doy tiempo a que genere alguna respuesta. Así es como decido ignorarla y caminar con el bate en mano hacia mi casa.

No pensaba rogarle a Evan, mi ego estaba roto y mi corazón un poco más. Ya veremos qué sucederá cuando regrese, si es que se atreve.
















EVAN

Mi cabeza es un desastre, soy consciente de ello apenas abro los ojos y doy de lleno con la luz blanca de la sala. Con cuidado me incorporo al darme cuenta de que por alguna extraña razón me he quedado dormido en el sillón de Alex.
La resaca estalla por cada parte de mi cuerpo y siento la inmensa necesidad de tomar un litro de agua. Al mismo tiempo lucho por reconstruir alguna escena de lo que sea que pasó anoche, todo es borroso cuando me obligo a recordar.

Y, ¿por qué Amy no me despertó para que me vaya con ella? Nada tenía sentido.
Mientras todo era un lío, siento unos pasos acercándose y luego veo como Alex me observa negando con la cabeza repetidas veces.

—¿Qué sucedió a noche? ¿En dónde está Amy? —es lo primo que sale de mi boca, pero él guarda silencio. Luego se acerca para tomar un cojín y lo lanza, con éxito, directo a mi cara— ¡Hey! ¿A qué vino eso?

—Por besar a amigas de tu esposa, ¿acaso eres imbécil?

—¡¿Qué?!

Aún confundido, intento esforzarme para atar cabos. Pero estoy seguro de que yo jamás en mi vida...

Oh, mierda. Sí fui capaz.

La cara de Jennifer muy cerca de la mía aparece en un vago recuerdo, me veo trastabillando en el borde de la piscina y es ahí cuando ella me sostiene en sus brazos y aprovecha para juntar sus labios con los míos. Fue algo breve, sin sentimiento, algo muy pero muy estúpido. Pero no quitaba que eso fuera grave.

Seguido de eso, comienzo a recordar a Amy bailando con Nick y esos mismos celos que sentí se instalan en lo más profundo de mi ser. Aunque esa no era la peor parte porque se me ocurrió la maravillosa idea de desviar una conversación con mi esposa y acusarla de ser una asesina despiadada y sin corazón.
Definitivamente las cosas no pintaban nada bien.
Pienso en decirle algo a Alex, siento el impulso de disculparme también con él, pero cuando iba a hablar me hizo una seña para que me mantenga callado.

—Las explicaciones se las das a ella, pero... si fuera tú... revisaría tu auto —dice con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Es así como se marcha en dirección a la cocina, profundizando su sonrisa y extendiéndola en una risa fuerte. Cierro los ojos, imaginando cualquier cosa porque Amy enojada es incontrolable.
Sin preocuparme por mi estado —y aún un poco confundido—, camino hacia la puerta y me encuentro con el exterior. Todo se veía bastante tranquilo, hasta que encuentro el verdadero caos y comprendo a qué se refería mi amigo minutos atrás.

MI. MALDITO. AUTO. ESTABA. HECHO. MIERDA.

—Amy... —susurré y corrí hacia él. Estaba completamente destruido y dudaba que el seguro cubra este tipo de daños.

Sí, hoy tenía más de un problema por resolver.







AMY

Bajo las escaleras con el mal humor invadiendo cada fibra de mi cuerpo gracias a que alguien decidió interrumpir mi armonioso sueño para dar timbrazos y golpes en la puerta cada cinco segundos. Aun así, abro rápidamente sin preocuparme en ver de quién se trataba.

—¡Amy! ¡¿Qué demonios le sucedió a mi auto?! —grita y no puedo evitar soltar una carcajada— ¿Te parece gracioso?

—¿Te parece gracioso haber besado a mi amiga?

Su expresión enojada y decidida desaparece, pareciendo arrepentido.

—Escucha, todo lo que pasó anoche fue una mierda... —se sincera— Ambos hicimos cosas que no estuvieron bien y yo no tenía por qué hablarte de esa manera.

—¿De verdad piensas que no me importa nada y sigo con este juego para matarlos?

—Claro que no, estaba demasiado borracho como para pensar con claridad. Sé quién eres y cómo eres, yo mismo te he visto sacrificar todo con tal de salvar a los que amas. Es solo que... colapsé.

Y pensándolo con seriedad, ¿quién no lo haría en su lugar? Sí, lo que dijo me quedó dando vueltas en la cabeza toda la noche, pero en cierto punto tenía razón.
Debe ser difícil estar involucrado con alguien que atrae la muerte y el caos constantemente.

Es por eso que decido calmarme, recordar lo que sucedió anoche e intentar recomponer todo de a poco. Es la persona que amo, en quien confío y debo admitir que todos cometemos errores. Y aunque besar a Jennifer era para matarlo, yo también se lo devolví al bailar con Nick como si nada importara.

—Ambos somos estúpidos, y entiendo lo que sientes. Pero créeme cuando te digo que hago todo lo posible porque esto cause el menor daño posible, y para eso hay que jugar con fuego antes —explico y él asiente—. De todas formas, necesito estar al menos veinticuatro horas sola, ¿sí? Estamos bien, pero es algo que de verdad quiero.

—Lamento que todo se haya ido a la mierda, jamás fue mi intención herirte. Te amo, ¿lo sabes? —dice y se acerca para colocar ambas manos a cada lado de mis mejillas.

No sé en qué momento mis ojos se llenaron de lágrimas, pero asentí mientras un par se deslizaban a lo largo de mi rostro.

No contesté, solo planté un pequeño beso en sus labios y me alejé para subir nuevamente a mi habitación y tomar todas las cosas que necesitaría para estar fuera de casa.
Y Evan no protestó, sabía que era mejor así. No nos vendría mal un tiempo a solas para aclarar mejor nuestras ideas, aunque todo parezca estar bajo control.




03:36 a.m.

La cama del cuarto de invitados de Alex era más de lo que podía pedir para pasar la noche. Pero mi mente me jugaba una mala pasada no dejándome dormir hace varias horas, no importa cuántas vueltas haya dado, no había caso. No logra a relajarme de forma total.

Y cuando creía que por fin lo estaba logrando, alguien decidió llamar repetidas veces. Se ve que no era la única que no podía cerrar los ojos.
Intento ignorarlas, pero termino cansándome, así que atiendo de mala gana.

—¿Evan? Es tarde, ya te dije que mañana volveré.

—Solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

—¿A las tres de la mañana?

Una pequeña sonrisa inconsciente se forma en mi cara y lo escucho reír levemente.

—Perdón, soy un idiota. No podía dormir.

—Yo tampoco, pero debemos intentarlo. Mañana todo estará mejor, ¿sí?

—De acuerdo, te dejo tranquila. Buenas noches, te amo.

—Yo igual, buenas noches. Ah, y Evan...

—¿Sí?

—Perdón por lo de tu auto, juro que lo pagaré.

—Eso fue un desastre, pero me lo merecía. Descansa, Amy.

Finalizo la llamada y me quedo mirando hacia el techo, pensando.
Era innegable la conexión que teníamos, era imposible separarnos y a este paso no sé si sea bueno o malo. Solo sé que quiere que las cosas estén bien, se mostró realmente arrepentido por cada cosa que pasó y yo igual, me dejé llevar por esos sentimientos arrolladores y todo se salió de control. Son imposibles de contar las veces que quise volver hacia atrás y cambiar cada mala decisión que tomé en esa fiesta.

Suspiro y decido darme la vuelta para dormir de una vez, pero en ese instante mi móvil vuelve a sonar y no me resistí a no contestar.

—Evan... te mataré si sigues llamando.

—Te equivocas de persona, ¿creías que era tu esposo?

Esa voz distorsionada aparece al otro lado de la línea y me sobresalto.

—¿Qué mierda quieres ahora?

—Hay algo que quiero que veas en el patio.

Ante esas palabras decido ponerme de pie y camino hacia la puerta. Es increíble cómo logra que vaya tras él, seguir cada una de sus peticiones. Y también me odio por eso.

—Basta de juegos, termina con todo esto de una vez.

—Hace un año asesinaste a tus antiguos "amigos", creo que éste es el momento de que sientas lo que has causado. Así que ahora vas, con mucho cuidado, hacia donde te indiqué y verás por última vez a tu querida amiga Jennifer. Que, por cierto, fue una zorra contigo la otra noche. Piénsalo... quizás te hice un favor.

Mi mano se queda sosteniendo el picaporte en medio del shock, pero vuelvo a la realidad y arrojo el dispositivo para salir corriendo hacía allí.
La brisa de verano me recibe en cuanto llego al patio trasero y tardo unos segundos en descubrir lo que pasa.

Ahí se encontraba el cuerpo de otra de mis amigas, con una soga rodeando su cuello, colgada del árbol con toda la ropa manchada de sangre en la zona del estómago. Parece que la habían apuñalado a juzgar por su blusa rota.

Por un segundo me asusto al detectar que Alex y Kate habían encendido la luz de su habitación a mis espaldas. Volteo y observo a Kate horrorizada; y a los pocos segundos veo como mi hermano llega hasta mi posición y se tapa la boca al ver todo.

Otra vez la misma escena, otra vez teníamos que pensar en dónde ocultar el cuerpo.

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