Capítulo 4 (CORREGIDO)

Capítulo dedicado con mucho amor a elevenspace y Dayque :) ¡espero que les guste!

N/A: He estado pensado detenidamente y he decidido cambiar las fechas de publicación, los días serán Miércoles y Sábados.
Asi que este será el último lunes que publicó la historia. ¡Voten mucho, lleguemos a las 15 estrellas y comente mucho!.

Besosss

—Ally, ¿no crees que estás exagerando? —hacía solo eso para tranquilizarnos a las dos porque yo también estaba aterrorizada.

—Puede ser —agachó la cabeza. —Lo siento por no hablarte estos días, pero te he visto con tus amigas y pues como que yo no encajaba.

—Tú encajas perfectamente —la miré. —Conmigo, ellas son unas superficiales —alcé los brazos.

Abrieron la puerta y pudimos ver que era la enfermera.

—Lo siento por la espera, es que he tenido que atender una urgencia, dos chicos se han peleado —nos miramos las dos.

—¿Quiénes? —no faltó que nos respondiera, ya que, nuestros móviles pitaron. Lorem.

Abrí la publicación y vi lo siguiente:

“Vaya, vaya, vaya, ¡hoy si que ha sido un día productivo! Después de que a nuestra querida marginada Ally Morgana le diera uno de sus ataques ha pasado algo asombroso!
¡Matthew West  y Taylor Palm, los mejores amigos, se han peleado!
Por fuentes desconocidas hemos sabido el motivo: Matthew se ha puesto celoso de él. Pronto seguiremos hablando de esto, hasta ese momento, se despide esta servidora.
-Lorem

Maldita sea. Tenía que saber cómo estaba Taylor. Mamá y papá le iban a matar.

—Bueno, te dejo, Ally —ya antes de que pudiera despedirse, salí como una bala.

Pero mi mala suerte me hizo chocar contra alguien. Mierda.

—Lo sien... —paré en seco al saber que era Rose. —Lo siento por no haberte dado más fuerte.

—Deja de acosarme —susurró.

—¿Crees que voy a estar pendiente de tu vida? —me miró desafiante.

—¡No te creas mejor que yo porque no lo eres! —¿pero a ésta qué cojones le había dado? Recogió del suelo su mochila y algo metálico cayó al suelo.

Azul oscuro con una pegatina. Apreté los puños. ¡El inhalador de Ally, ella se lo había quitado!

—¡Hija de perra! —me abalancé sobre ella. Ella chillaba palabras sin sentido, mientras yo descargaba toda mi furia sobre ella.

Por un nanosegundo me dio una bofetada y yo se la devolví con un puñetazo. Yo no peleaba con las uñas, yo peleaba con los puños.

Alguien me agarró de la cintura y me separó de Rose. Intenté de nuevo pegarle, pero me apartó.

—¡Deja de moverte, Barbie, pareces un gusano! —¿Barbie? —miré a quien me estaba sujetando. ¡Chad!

Giré de nuevo mi cabeza y vi como Rose lloraba desconsolada en el suelo. Poco a poco la gente empezó a ayudarla.

—¿Ahora debería llamarte Rocky, Barbie? —susurró en mi oído.

—Puede.

—Scarlett, ¡¿qué cojones le has hecho?! —vi cómo Matt se acercaba asustado a la escena. La verdad, estaba hecha mierda. Su pelo revuelto, un ojo morado y varias zonas rojas de la cara.

—¡Ella tiene la culpa! —la señalé. Corrió a abrazarla.

—Yo no he hecho nada, amor —se acurrucó entre sus brazos.

—¡¿Cómo que no?! —Chad me sujetó con más fuerza.- Entonces, dime cómo cojones tenías el inhalador de Ally.

—¡Lo encontré en la sala música, seguramente se le cayó, solo lo agarré para devolverlo! —de nuevo, como todos los días, empezó a llorar.

—¡Toma y otro día no utilices la violencia! —Matthew me tiró a los pies el dichoso inhalador.

—Lo mismo digo, West —dije con dureza. Éste captó al momento porqué se lo dije. —Suéltame ya, Chad, no soy ningún animal.

—Claro que sí, eres una zorra —susurró Rose.

—Claro que es una zorra, ella cuida de los que necesitan ayuda y sin ninguna duda es fiel —me sorprendió que Chad saliera en mi defensa. —Algo que tú no eres, Rose.

Rose furiosa intentó soltarse de Matthew, pero éste le detuvo.

Suficiente para mí.

—Vámonos —recogí el inhalador y seguí a Chad.

—¿Por qué has saltado en mi defensa, Chad?

—No le creo, es teatro de niña inofensiva.

—Ni yo tampoco, aunque creo que sólo nosotros pensamos eso.

—Después de esto sabes que todo te mirarán como una arpía, ¿verdad?

—Tengo asumido que soy la arpía de los cuentos de hadas, tranquilo —rió por mi frase. —Aunque no creo conveniente que te juntes conmigo, te odiarán a ti también si ven que estás conmigo.

—¿Y qué?, yo no nací expresamente para caer a todo el mundo, Barbie —hizo una pausa. —Además, me caes bien, sabes pelear y no está de mal tener a una guardaespaldas como tú —le di en el brazo.

—Capullo.

Su móvil empezó a sonar.

—¿Diga? Ah vale, estoy con Barbie, voy.

—Vaya, qué conversación más productiva.

—Vaya, qué chismosa —el color rojo de mi pintalabios se subió a mis mejillas mientra él se reía en mi cara.

—Vamos a la cafetería, está Derek —caminamos.

Ya en la cafetería busqué a Derek con la mirada. Lo encontré y también a Ally que bebía un zumo de manzana.

En cuanto llegamos, le di el inhalador a Ally. Ésta lo miró sorprendida. Me senté al lado de ella.

—Pero cómo... —antes de que pudiera decir algo, Chad saltó emocionado contando toda la historia. En cuanto terminó, Ally me abrazó con fuerza.

—Gracias.

—No hay de qué, además, tenía ganas de pegarle desde hace unos días —me fijé en Derek que no había dicho nada.

—¿Te pasa algo? —le pregunté. Ally estaba centrada en Chad que le contaba de nuevo la historia, así que no escucharon ninguno de los dos la pregunta.

—¿Yo? —se señaló a sí mismo. —Estoy perfectamente —se giró para ver el campo de fútbol y fijé mi mirada en su cuello. Dos rasguños en su piel blanca. Wow se notaba demasiado.

—Wow, tu novia es una salvaje —paré de hablar, ya que, me escucharon todos.

Derek enseguida se tapó con la mano el cuello.

—¿Éste? —señaló a Derek. —¡Cómo va a tener pareja si todavía no ha superado a...! —Derek le propinó un codazo en la costilla que casi le deja sin aire. —Vale, vale, lo siento.

Se escuchó un pitido insoportable en la cafetería y después, la voz de la directora.

—Señorita Palm, a mi despacho, ¡ya!

—Uhhh, alguien se ha metido en problemas.

—Cállate, Chad.

A paso lento llegué al despacho de la directora. No me faltó ni abrir la puerta, ya que, Taylor salió colérico del despacho.

—Entre, señorita Palm —me senté en una silla. —Últimamente ha tenido un comportamiento agresivo hacia la señorita Park —rodé los ojos. —La gota que ha colmado el vaso es su comportamiento de hoy. ¿Es en serio? ¿Atacar por tener una camiseta igual a la suya?

No, no lo podía creer. Esa maldita estaba mintiendo. Me hizo callar cuando iba a hablar.

—No se justifique, el señor West me ha contado la misma historia.m —Matthew estaba jugando en mi contra, normal. —Este comportamiento no lo voy a tolerar en mi instituto, pero sabiendo que usted en algunos casos ha sido mi mano derecha, quiero tener compasión con usted y con su hermano —hizo una mueca. —Están castigados una semana completa a limpiar el instituto.

—¡Injusto, son cuatro plantas de instituto! —dio un golpe a su mesa.

—¡Ni una queja, empezarán el viernes limpiando el salón de educación física y no hay nada más que decir! —se ajustó su americana y carraspeó. —Puede marcharse.

Ahora entendía el comportamiento de Taylor.

Estaba sentado en el pasillo, al lado de la puerta de la directora. Sujetaba su cabeza con la manos. Los nudillos tenían manchas de sangre.

—Ay, dios, Taylor. —levantó la cabeza; no tenía nada, solamente el labio partido. —Vamos a la enfermería a que te vean eso —señalé sus nudillos.

—Preferiría ir al baño —se levantó y me dio la mano.

Con vergüenza entré al baño de chicos. Por suerte, no había ni un alma.

—Déjame ver eso —dejó que viera sus nudillos. —Esto es fácil de arreglar.

Me agaché y feliz encontré el botiquín de emergencias que había en cada baño del instituto. Cogí algodón, alcohol y unas vendas. Apliqué todo lo que sabía de las películas de amor, donde un malote se hacía daño y la novia le ayudaba a sanar.

Como si esto fuera una escena de Tessa y Hardin, le limpié la herida y éste gruñó. Por último, le vendé los puños.

Dejé todo en su sitio.

—Gracias, Scarlett —tocó sus puños.

—Solo me preocupo porque no quiero que nuestros padres piensen que hemos cambiado y ahora somos unos salvajes que van pegando a diestro y siniestro.

—¿Y no lo somos? —intentó hacerse el gracioso, pero al ver mi reacción. paró.

—Bueno, yo me tengo que largar que esta semana no sé cómo diablos estoy perdiendo tantas clases —cogió mi mano.

—¿Es cierto lo de tu pelea con Rose? —asentí. —¿Es cierto que fue porque llevaba una camiseta igual que la tuya? —negué.

—¿Tan superficial crees que soy? —negó. —Y tú, ¿por qué te peleaste con Matthew?

—Por cosas de la vida.

—Sois mejores amigos desde que llegaste a la ciudad, o sea, desde hace diez años. ¿Es verdad que fue porque se puso celoso al verte con Rose?

—No —bajó la mirada.

—¿Entonces?

—Por ti —alzó una ceja.

—¿Qué? —se acercó.

—Por ti nos hemos peleado...
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