Capítulo 1: Guerra demoníaca.

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Lilith nunca creyó que el Inframundo era hermoso, claro que no. Siempre lo vio como su lugar de origen, de su poder y grandeza, pero jamás pudo observarlo como su hogar.

Era oscuridad. Era un abismo en el que se sumergía por el más grande de los honores, por el poder que le confería y por lealtad a su especie.

Nada más que la misma traición la haría flaquear ante su deber.

De allí mismo fue donde se alimentó del misma hasta que llegó un punto en el que su poder no dejaba de crecer y su magia pareció mutar con grandeza, haciendo que la oscuridad la consumiera por completo. Oh, que grande se había sentido en ese entonces. No había demonio alguno que pudiera vencerla... a veces, incluso el mismo Rey dudaba si podría derrotarla. ¿Pero cómo dudar de su lealtad cuándo parecía tan ensimismada en cumplir con su deber? Después de todo, él era su creador, su padre, el que le dio la vida a su cuerpo inanimado y decidió hacerla su hija.

Fue así como la guerra entre los clanes demoníacos empezó.

Al principio de todo, cuando Lilith nació, el Rey demonio de su clan le hizo saber la situación de su creación.

Había sido creada por un príncipe demoníaco, uno de los siete príncipes del Inframundo; con el tiempo, estos se habían revelado y desearon reinar su mundo por encima del resto, pero como era de esperar, ninguno decidió arrodillarse ante el otro.

Todos tomaron su propio camino y fue allí cuando la guerra tomó un gran papel entre los de su especie. Los siete clanes se dividieron y la enemistad cobró vida.

Al final, todos cayeron ante la mano de hierro del gran soberano. El único que había sido capaz de crear un ser tan poderoso como ella, su verdugo; la princesa del Inframundo.

Lilith, el demonio original.

Miembro del pequeño y selecto grupo de demonios de élite.

-Serás mi sucesora -había dicho el Rey demonio, quien se hacía llamar su padre-. Nadie merece estar a tu lado, ningún demonio podría llegar a una décima de tu poder. Las demás razas temblarán ante tu furia cuando logremos abrir el portal a los otros Reinos... y sucumbirán bajo nuestra mano.

-Lo harán -murmuró vagamente, observando en la lejanía del Reino. Después de la guerra entre clanes (en donde sirvió como la General de las tropas de su padre), habían logrado hacerse los líderes de todo su mundo. Pero ahora era momento de expandir su reinado-. Estoy lista para eliminarlos a todos y traer honor a nuestra raza.

Era momento de expandir la guerra.

De destruir a las demás razas.

Esa misma noche, los demonios surcaron los cielos demoníacos y cruzaron el velo al otro mundo, donde fueron liberados para causar caos y temor, dolor y sufrimiento.

Todos ellos siendo liderados por su General, Lilith.

-¡Destruyan todo!

El resto de los clanes tembló ante la heredera demoníaca, quien causó pavor y sufrimiento a quienes intentaban resistirse bajo su yugo.

No había mortal o inmortal capaz de vencerla.

Y no había nadie que pudiera igualarla en magnificencia.

«Nadie recuerda una época más dorada para los demonios que cuando la princesa Lilith surcó los cielos, destruyendo y trayendo caos a su paso.

Todos eran hormigas y su conquista parecía ser el legado que otorgaría a los suyos.

Es una lástima que no haya durado para siempre».

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Atte.

Nix Snow.

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