CAPÍTULO 20- "Escape"
CAPÍTULO 20- "Escape"
Ahora que sabía que me gustaba el señor Beck trataba de evitarlo de todas las formas posibles. Se me hacía inevitable ruborizarme cada vez que lo veía en clase, y siempre que intentaba hablarme al finalizar yo salía corriendo. Sé que era muy infantil de mi parte pero era la única manera que encontraba de poder lidiar con mis sentimientos. Al menos ya había dejado las muletas así que correr ya no suponía un problema.
Decidí refugiarme en The Lovely Rose. Sally trabajaba allí por las tardes así que yo aprovechaba para adelantar estudio y tareas. Lenny había empezado con clases de teatro en la escuela, por lo que sus tardes estaban prácticamente ocupadas.
Sin embargo, la que parecía estar pasándolo mejor de las tres era Sally. Siempre que iba a The Lovely Rose la encontraba con una sonrisa de oreja a oreja. No era necesario que le preguntara el por qué, era demasiado obvio. Le gustaba Theo. No nos había comentado nada al respecto pero con Lenny solíamos hablar sobre ello. Cada vez que llegaba la hora en la que tenía que ir a trabajar se ponía más alegre de lo normal. Su cara se transformaba. Era algo particular en ella. Nunca antes la había visto así, pero me gustaba. Su alegría me contagiaba y por momentos me hacía olvidar todo lo malo que pudiera sentir.
Me sentaba en la misma mesa todos los días y comencé a experimentar con cada una de las cosas que ofrecía el menú. Decidí que mi favorito era el capucchino de chocolate acompañado por unos muffins de arándanos.
Uno de los tantos días en The Lovely Rose fue diferente. Esperaba afuera del local a que Sally terminara su turno para irnos a casa. Ella salió completamente colorada y me pidió que siguiera caminando, que no me detuviese. Por un instante temí que la hubiesen despedido de nuevo, hasta que se paró en seco y...
─!Theo me preguntó si me gustaría tener una cita con él! ─Estaba tan emocionada que fue inevitable contagiarme. La abracé tan fuerte como pude y la felicité.
─Me alegro mucho por ti amiga. Quiero suponer que le dijiste que sí.─ Sally se quedó callada y miró al piso─. Oh Sally, por favor no me digas que le dijiste que no.
Levantó la cabeza y me miró.
─De hecho, cuando me invitó... Salí corriendo.
Me quedé con la boca abierta. Definitivamente mi reacción no ayudaba en nada a la situación, pero fue lo primero que me salió. No pude evitarlo.
─Hay cosas peores en la vida. ─Sí, eso fue lo que dije. Y sí, fue la peor respuesta del mundo.
─¿Sabes que no me ayudaste en absolutamente nada verdad? ─me dijo mirándome seria.
─Lo siento Sally. No soy muy buena dando consejos de amor. Lenny es la experta en eso.
─Pues tendrás que aprender rápido porque Lenny no está aquí y yo necesito arreglar el ridículo que hice con Theo.
─Bien. Bien, tienes razón. ¿Y si le mandas un mensaje? Quizás así te sea más fácil.
Sally se quedó pensando.
─Mmm creo que puede ser una buena idea. Está bien, haré eso.
Tomó su celular y abrió el Whatsapp.
─Ok, no tengo idea de qué debo escribir. Soy terriblemente mala para esto.
─Relájate Sal. Respira. Sólo ponle que... Recordaste que debías hacer algo importante y por eso saliste corriendo.
─Es una de las peores excusas que escuché ─respondido mirándome de mala gana.
─Lo sé, pero es lo único que se me ocurrió.
Hubo un pequeño silencio hasta que me animé a hablar nuevamente.
─¿Y si sólo le dices la verdad? A veces es la mejor repuesta.
-Quizás tengas razón. Está bien. Haré eso.
Me pidió que la dejara sola. Quería encontrar el coraje necesario para hacer algo que le costaba mucho. Y la entendía, había pasado por eso. Y últimamente sentía que me faltaba coraje, más que nunca.
Dos horas después Sally ya estaba lista. Le había explicado a Theo lo que le habían sucedido y por suerte él la entendió. Sally se veía radiante. Estaba vestida muy sobria, unos jeans básicos, un sweater verde oscuro y botas. Llevaba poco maquillaje y aun así brillaba. Sally siempre había tenido luz propia y ésta no era la excepción.
La despedí con un abrazo y le deseé buena suerte.
Sally
Él me esperaba en la puerta de la casa. Nevaba demasiado y mi cuerpo se contrajo instantáneamente ante el cambio de temperatura. Me sonrió de una manera que hizo que mi corazón bailara.
─Espero que te hayas abrigado bien. Al parecer la nevada nos va a acompañar el resto del camino.
─Creo que no me vestí bien para la ocasión pero mejor caminemos rápido así no sienta el frío ─dije al tempo que sentía cómo mis dedos se entumecían por el frío.
─No te preocupes por eso, traje mi auto.
─Ohh, está bien. ─Sonreí tímidamente. Su auto era lujoso, demasiado para alguien que trabajaba como empleado en The Lovely Rose, pero decidí tratar de no hacer suposiciones y esperar a que él mismo me contara su historia.
─
Pensé en que fuésemos caminando para poder hablar y conocernos hasta llegar, pero luego comenzó a nevar y decidí sacar el auto.
Me quedé pensando en si debía subirme a su auto. A pesar de trabajar juntos no lo conocía mucho. Él se me quedó mirando, expectante, así que decidí subirme. El viaje resultó un poco incómodo, ninguno de los dos emitió palabra aunque hubo momentos en que percibí que Theo quiso hablar pero no se animó.
Paró el auto frente a un local de comidas rápidas y noté que mi estómago comenzaba a hacer ruidos. Recordé que no había comido nada por los nervios que tenía por mi cita con Theo.
─Espero que tengas hambre. Pensé que te gustaría comer unas hamburguesas.
Me había leído el pensamiento.
─¡Por supuesto! ─respondí más alegre de lo normal─. Muero de hambre.
Abrió la puerta del local para dejarme pasar primero. Había poca gente. Lo normal para una noche con nevada.
─¿Te parece si ordenamos y luego nos sentamos cerca de la ventana? ─me preguntó amablemente. Asentí.
Ambos pedimos hamburguesas dobles con queso y refrescos para tomar. La comida pasó en silencio. Tenía miedo de que quedase algo de comida entre mis dientes así que el silencio me cayó bien, hasta que Theo decidió romper el hielo.
─Me alegra que hayas aceptado salir conmigo.
Casi me atraganté. No me esperaba que dijera eso.
─¿Estás bien? ─preguntó Theo con evidente preocupación.
Tomé un sorbo grande de mi refresco.
─Sí, por supuesto ─contesté tratando de esconder mi sorpresa y fallando miserablemente.
─Por un momento pensé en que te perdería en la primera cita.
Pegué una carcajada.
─Ni en un millón de años. Tienes tiempo de sobra para soportarme. ─Me sorprendió la seguridad con la que respondí, pero en parte me agradaba.
─Me gusta que así sea ─dijo él. Y yo sonreí. Esta vez, sin una pizca de nerviosismo.
A partir de ese momento la conversación fluyó por sí sola, tanto que no nos habíamos percatado que los empleados empezaban a limpiar el local para cerrar.
─Será mejor que nos vayamos ─expresó Theo, y yo asentí.
Abrió la puerta del auto para dejarme subir. Me sonrojé por ese simple acto de caballerosidad, pero nunca antes me había pasado que un chico se comportara así conmigo.
─Bien ─manifestó apenas se subió al auto─, creo que es hora de llevarte a casa.
La verdad es que no quería regresar. Me sentía tan a gusto con él que el tiempo no pasaba. Sin embargo, asentí.
El viaje de regreso a casa se sintió muy corto. Más de lo que me hubiese gustado.
─Espero que la hayas pasado bien. Me gustó haber compartido tiempo contigo fuera del trabajo.
─Sí ─respondí tímidamente, mientras trataba que mi cabello tapara mi rostro sonrojado.
Theo tomó unas mechones de mi cabello y los colocó detrás de mi oreja.
─No deberías tratar de esconder tu rostro, eres demasiado bella como para esconderte.
Sus palabras hicieron que mi corazón perdiera un latido. Nunca antes me habían dicho algo así. Me sentía en las nubes.
Theo se inclinó hacia mí y yo simplemente perdí el control de mi cuerpo. Lo último que recordaba es que salí corriendo y me metí en la casa sin siquiera haberle dicho adiós. Ahora estaba segura, había metido la pata hasta el fondo y me quería morir.
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