⠀⠀Capitulo 18

Desde que hablé con Taehyung hace unos días, después de asegurarme de que estuviera sobrio, no he podido concentrarme en otra cosa que no sea este día. Él ha elegido pasar su cumpleaños conmigo. Ayer celebramos navidad y hoy he tenido que arrastrar a Jia conmigo al mercado para comprarle algún regalo por su cumpleaños. ¿Qué pasa por su mente? Además, dijo que fuera a su apartamento. ¿Es posible que quiera saltarse la charla? Hay tantas cosas en las que pensar que anoche, por ejemplo, no pude dormir nada.

—¿Un bonsái? —sugiere Jia, distrayéndome y señalando un puesto lleno de plantas—. O mira esas peonias, me regalaste unas el año pasado, ¿recuerdas?

Arrugo la nariz, tocándome inconscientemente la pulsera.

—Creo que fue un bambú, Jia.

—¿Sí? Entonces, ¿quién me dio las peonias? —pregunta, torciendo el gesto mientras intenta hacer memoria. Finalmente, hace un ademán con la mano y se termina de subir el cierre de su chaqueta—. No importa, cómprale alguna planta bonita. Dijiste que en su casa no había.

—Dije que no lo recordaba.

—Seamos sinceros, es un hombre adinerado y ocupado, así que... Una planta es buena idea. Cómprale un cactus. No necesita de mucha agua ni sol. Es perfecto.

—Pero el cactus no es tan bonito.

Jia chasquea la lengua y gira los ojos. Ha pasado cerca de una hora desde que llegamos y no he podido comprar nada. En realidad, ningún regalo me parece suficiente para alguien que puede tenerlo todo, y estoy a punto de enloquecer.

—Mira esto: Peperomia obtusifolia —comenta, señalando una maceta con unas hojas pequeñas en forma de corazón. Bajo esta, hay un tarjetón con el nombre y algunos datos—. Dice que su energía es mediadora, ya que infunde sentimientos amorosos en el espacio donde se coloca... necesita buena luz, pero no sol directo. Es genial.

Las hojas son gruesas y resaltan en un bonito color verde. La maceta donde está es pequeña, agradable a la vista. No sé qué tan extraño sea llevarle esto, pero comienzo a sentirme tan aterrado de ir con las manos vacías que, por un momento, considero que es el regalo perfecto.

—Podría ser.

—¡Bien! Es el perfecto, créeme.

Jia no se espera ni un segundo antes de alzar la mano y llamar a la mujer que atiende para que lo arregle, avisándole que se trata de un regalo de cumpleaños. La mujer sonríe y me mira con discreción, seguramente pensando —como todo aquel que nos ven— que Jia y yo somos una pareja joven y feliz.

—¿Quieres comprarle algo más? —pregunta Jia al notarme distraído.

—Creo que eso es suficiente.

—Jungkook —me llama casi como advertencia y giro a verla. Después de su pequeña operación, el color de su piel ha mejorado y sus ojeras son menos visibles. Dice que se siente extraña, pero se esfuerza para no pensarlo demasiado—. ¿Estás seguro de ir? Es decir, sé que debes cumplir con tu parte, pero si no te sientes cómodo, entonces deberías llamarlo y quedar otro día.

Me muerdo el carillo, desviando la mirada hacia la mujer que se encarga de poner un lindo listón azul alrededor de la maceta. ¿Está bien llevarle eso? No nos hemos visto en años, él me odia y... aun así no parece interesarle pasar su cumpleaños conmigo. En serio quisiera saber lo que piensa. ¿Por qué entre...?

—Jungkook.

Exhalo, medio agitando la cabeza para poner mis pensamientos en orden. He estado distraído, un pensamiento se interpone frente a otro y termino en blanco. No me gusta sentirme de esta forma, aquella donde no tengo control sobre mis ideas. Meto las manos en los bolsillos de mi parka negra e inspiro profundo.

—Estaré bien.

No solamente lo digo para convencerla a ella, sino a mí mismo. Y resulta increíblemente motivador.

La mujer me entrega la planta en una bolsa de papel y pago al instante. Jia comienza a caminar hacia la estación de autobuses y me disculpo por undécima vez por hacer que vuelva sola a casa. Al menos pude invitarla a comer algo delicioso. Hacía mucho tiempo que no salíamos juntos.

—Llámame si necesitas algo —dice, empinándose para darme un beso en la mejilla antes de subirse al bus.

Mientras la veo marcharse, pienso en otra cosa, ¿por qué Taehyung quiere que vaya temprano a su casa? Recién serán las once y media y me pidió que estuviera allá al medio día. Se siente como si tirara de mis hilos y me convirtiera en su marioneta, pero no estoy enojado, solo me hace sentir un poco decepcionado de mí mismo.

En lugar de tomar un autobús, opto por un taxi para llegar más rápido. No puedo dejar de mirar el regalo, una linda planta... Una planta. Incorrecto sería no llevarle nada, ¿no? El calor —producto de mis nervios— me abruma y bajo la ventanilla. Es probable que en la noche comience a nevar y temo quedarme atrapado. Le prometí a mi familia, junto con Jia y su madre, que iríamos a comer afuera para ver la primera nevada juntos. El plan me hace tanta ilusión que la idea de siquiera llegar tarde me pone ansioso.

Finalmente, llego al edificio y el guardia me deja pasar sin mayor problema, diciendo que Taehyung ya lo había puesto al tanto de mi llegada, lo que, por un microsegundo, me ha dejado una extraña sensación en el pecho, como una mezcla de felicidad y de ¿qué estamos haciendo?

Mi cuerpo suda, mis manos tiemblan y mi corazón duele.

El reflejo que me devuelve el espejo del ascensor es de un yo que luce agotado e inquieto, mi rostro está rojo y mi piel se ve opaca, aunque con manchas rojas por el frío, especialmente en las mejillas. Tengo la frente cubierta de sudor y me limpio un poco con la manga de mi chaqueta.

Joder, me veo tan patético.

No.

Si lo digo me lo tomaré muy, muy en serio.

Me amo. Sí, Jungkook, eres perfecto.

Tomo aire, saliendo del ascensor. Paso la bolsa de una mano a la otra y me detengo frente a la puerta. Vuelvo a limpiarme la frente, me aclaro la garganta y tomo aire por segunda vez. Entregas el regalo y eso será todo. No significa nada.

Presiono el timbre, seguro de que, desde adentro, presionarán un botón y me verán aquí de pie, luciendo fatal. Espero, hasta que me siento menos tensionado. ¿Acaso no está en casa? De repente, como si el universo conspirara en mi contra, la puerta se abre y una mujer aparece, vistiendo un uniforme pulcro y de colores neutros.

—Adelante —me dice y se hace a un lado. Ella es diferente a la última mujer que vi—. Disculpa la tardanza. Taehyung bajará en un momento ­—anuncia, dejándome solo en el vestíbulo.

Me descalzo y me pongo unas sandalias antes de cruzar la sala, sentándome en el enorme sofá. Sin poder evitarlo, paso a recordar lo que hicimos en este mismo lugar y la vergüenza me golpea el cuerpo. Me incomoda en demasía y por eso me levanto, dejando la bolsa en una mesita mientras me deshago de mi chaqueta.

—Eh —dicen a mi lado. Taehyung termina de bajar las escaleras y se acerca con pasos largos. Viste como alguien que pronto saldrá de casa, además de sostener una gorra de golf en su mano—. Llegaste a tiempo.

—¿Vas a salir?

Frunce el ceño, casi divertido.

—Ah, dije que te escribiría más tarde para avisarte, pero no lo hice. Lo olvidé por completo.

—¿Entonces no tendremos esa cena?

—No. Más o menos. —Abrazo mi chaqueta contra el pecho y frunzo los labios—. Iré a jugar golf con unos amigos y quería invitarte.

—¿A jugar golf?

—Eso dije —contesta son una media sonrisa.

—No sé jugar golf.

—Eso es lo de menos, Jungkook —bufa, haciendo un ademán con su mano—. Hay otra chica que nunca ha ido y le enseñaremos. Podrías aprenderlo también, si quieres. —Se queda en silencio y espera mi respuesta. Lo que pasa es que no logro encontrar las palabras para rechazarlo. Es decir, ¿ir a jugar golf? Se siente tan incorrecto—. Dijimos que intentaríamos llevarnos bien. Ya casi comenzará a nevar y será más difícil salir. Considerando que no hablamos mucho... Esto es sin compromiso, ¿comprendes? Salir, distraerse, eso es todo.

Bajo la mirada y, cuando lo hago, recuerdo la bolsa. Quizás si se la doy ahora caiga en la cuenta de que su día especial solo será incómodo conmigo ahí, aunque él ya debería de saberlo.

—Compré esto... —menciono, levantado la bolsa. La expresión le cambia, confundido y un poco apenado—. Es por tu cumpleaños.

Cuando la recibe, mira el interior y se muerde el labio. Sostiene la bolsa con fuerza y evita mirarme, aunque puedo reconocer que se ha quedado sin palabras. Tal vez esto ha sido peor que una invitación a jugar golf.

—Creí que... —dice, pronto aclarándose la garganta y volviendo la mirada a mí—. No tenías que traerme nada, Jungkook. En realidad hace mucho que no celebro mis cumpleaños —confiesa en voz baja. Tengo el impulso de preguntarle el motivo y, sin embargo, no me atrevo—. Igualmente, gracias. Y si no estabas seguro porque hoy "es un día especial", no tienes de que preocuparte, para mí es un día ordinario.

Deja que lo piense, entrando a la cocina y dejando la planta sobre su mesa. Se mueve de un lado a otro y lo observo como si estuviera en cámara lenta. Sus manos sosteniendo un vaso con agua y luego el sonido ahogado, lejano de su garganta cuando traga. La ropa se le ve tan bien, resaltando una figura preciosa, perfecta.

Cuando lo veo caminando de vuelta hacia mí, parpadeo lento, girándome para simular que no he estado mirándolo muy fijamente todo este tiempo.

—¿Entonces?

Es un día ordinario. Para él este día no significa nada más que otra fecha en el calendario. Hoy cumple veinticuatro años y no significa nada, solo que el tiempo pasa y te haces más mayor...

—Está bien.


─────

—Ella es Choi Jisoo, Park Bogum y Seo Juhyun.

Taehyung me presenta a sus amigos y hago una reverencia, intentando recordar a quién le pertenece cada nombre. Lo primero que pienso es que a Jisoo no la podré olvidar.

—Puedes llamarme Lia —dice la chica de cabello corto y tez pálida, quizás más alta que la Jisoo que yo conozco.

—Lia también aprenderá a jugar golf —menciona Juhyun con una sonrisa burlona y, aunque no quiero dejarme llevar por primeras impresiones, ella me genera un retorcijón en el estómago.

—¿Bromean? Aquí aprendemos todos los días —interviene Bogum en un intento de salvar a la pobre chica. Su sonrisa lo hace lucir tierno y su altura le concede un buen atractivo—. ¿Vamos al campo ahora?

Juhyun, quién me parece es la mayor aquí, se engancha a su brazo de una manera rápida y ágil, casi tomando desprevenido al propio Bogum. Me parece que esa mujer se toma demasiados atrevimientos.

—Juhyun... —menciono vagamente a Taehyung mientras atravesamos un enorme restaurante.

—Juhyun es una colega, neuróloga para ser exactos. Bogum es pediatra y Lia, ella está haciendo su internado con Bogum.

Parece que a Lia le gusta el doctor porque no deja de mirarlo incluso si solo puede hacerlo de reojo, pues la otra mujer lo sostiene con fuerza hasta casi hacer que el brazo de Bogum le roce los senos. Ella en serio me desagrada.

Nada más pasar la puerta me estremezco por el aire frío y Taehyung sisea un poco. Joder, está helado aquí afuera. ¿Cómo piensan jugar así? Los tres se suben rápidamente a un carrito junto con sus palos de golf y Taehyung y yo subimos a otro. Nos quedamos en silencio, el mismo incómodo silencio que pasamos cuando veníamos hacia aquí, en su auto. Solamente cuento los segundos, ayudándome en parte a distraerme. Alrededor, la yerba de los campos se ve ligeramente húmeda y baja. No hay tantas personas, lo que me gusta.

Minutos después, alguien grita desde el carrito de adelante y nos detenemos. Juhyun ha gritado, mostrando su vigor. No deja de sonreír, sobre todo cuando merodea alrededor del doctor Park. Por la expresión de Bogum, me parece que está incómodo o cansado. Quisiera entender por qué no le pone un alto, pero opino que se trata por la diferencia de edad y quiere mostrar su respeto aun cuando ella no lo tenga hacia él.

Taehyung se echa su bolsa de palos de golf al hombro y hago el ademán de ayudarlo, sin embargo, hace un gesto y se adelanta. Descendemos por una colina no muy alta y nos detenemos cerca de un hoyo.

—Es perfecto para practicar. ¿Estás lista, Lia? —curiosea Bogum con una encantadora sonrisa.

—Estoy lista —­responde Lia, enérgica.

—¿Estás seguro de que no quieres participar? —me pregunta Taehyung cerca del oído y me estremezco—. No es tan difícil.

Bogum comienza a explicar el juego por más simple que lo parezca, moviendo sus manos y mirándome de cuando en cuando para verificar que también le estoy prestando atención.

—Podría intentarlo.

—Bien.

Se mueve atrás de mí y, al mirar sobre mi hombro, noto que busca un palo de golf en su bolsa. A mi parecer, todas se ven iguales, quizás diferenciándolas el material.

—Entonces, está es la posición que deberían... —Vuelvo la atención a la explicación, intentando hacer lo mismo en mente, aun cuando sé que mi cuerpo me traicionará y terminará haciendo otra cosa—. ¿Lo entendieron?

Lia asiente y, como lo hace, me veo obligado a asentir también porque no quiero parecer demasiado lento. Lia es la primera en intentarlo y Bogum corrige su postura, poniendo delicadamente su mano sobre el cuerpo de la chica sin ser demasiado atrevido. De hecho, intenta no tocarla demasiado. Lia, finalmente, dispara la bola y se desvía hacia un lado. Suelta una maldición y Bogum sonríe, palmeándole el hombro y diciéndole que a la próxima lo hará mejor.

—¿Quieres intentarlo? —me pregunta Bogum, poniendo una segunda bola en el tee, como lo ha llamado antes.

Todos me observan y me hacen sentir nervioso, sin embargo, es tal presión que, en lugar de retroceder, me veo así mismo caminando hacia adelante.

—Toma —dice Taehyung, dándome un palo. Se siente increíblemente liviano, como si se fuera caer de mi mano.

Intento ponerme en la posición que Bogum me ha dicho, no obstante, lo encuentro demasiado difícil. Para mi suerte, él me corrige, diciéndome que el palo que sostengo es más ligero y por eso debo separar más los pies, pero no sé que tanto. Por el rabillo del ojo alzando a notar Taehyung alargando un pie hacia mí para salvarme, pero Bogum es mucho más rápido y en un parpadeo lo tengo atrás de mí, con la punta de su pie haciendo correr el mío unos centímetros más. Su mano en mi espalda me estremece, más cuando la baja hasta el medio y me hace encorvar un poco.

—Justo así, ahora tira, pero no con mucha fuerza —me informa antes de alejarse.

Cierro los ojos y tomo aire. Me están temblando las piernas y espero que no se note demasiado. Uno, dos, tres... La pelota rebota una vez, pero no se desvía hacia otro lado, sigue en línea recta y me precipito un poco a cantar victoria, porque de repente la bola se queda quieta, a nada de meterse al hoyo.

—La próxima lo harás mejor —me anima Bogum, con las mismas palabras que le ha dicho a Lia.

Por inercia miro a Taehyung y él hace un gesto, como diciéndome que estuvo bien. Juhyun, en cambio, más emocionada, alza la palma de su mano para que yo choque la mía con la suya y lo hago, aun estando incómodo por su cercanía.

—Lo hiciste bien para ser tu primera vez —menciona después y asiento con la cabeza, observando a Taehyung acercarse a Lia para complementar su entrenamiento—. ¿Seguirás practicando?

—Mm... Creo que no.

Si soy sincero conmigo mismo, no es un juego muy emocionante, tal vez porque no sé jugarlo bien y, al mismo tiempo, no me motiva aprender. O quizás cambie de opinión más tarde, no lo sé.

—Entonces, ¿podrías acompañarme de vuelta al carrito de golf? —pregunta con voz empalagosa—. Dejé mi celular allí y estoy preocupada porque espero una llamada importante. No tardaremos.

La miro, notando que tiene un gesto de angustia. No sé si dice la verdad o miente al respecto, pero me veo a mi mismo acorralado y, en lugar de negarme, termino aceptando. La mujer grita para decir que volveremos pronto, haciendo que me duela los oídos. Su voz es demasiado chillona.

—Y... ¿Trabajas con Taehyung? —curiosea, mirándome fijamente. Tener toda su atención me asusta. Entre un grupo de doctores soy quién no tiene ni siquiera un diploma de secundaria y eso me hace sentir avergonzado—. Me refiero a si también eres escort.

Me quedo quieto, enmudecido por unos segundos antes de reanudar la marcha. Ella lo conoce, quizás demasiado bien.

—Ah... No. —Pero lo pienso mejor, porque luego hará más preguntas—. Bueno, sí.

—No tienes de que avergonzarte, a mí me gusta mucho de esos. Es el mejor trabajo que ustedes podrían tener, ¿no crees?

Fuerzo una sonrisa para no decir nada. ¿El mejor trabajo que podríamos tener? ¿Es una broma? Por supuesto que hay mejores trabajos que este. No soy un escort, pero casi me convierto en lo mismo considerando que, lo único que cambia, es que no salgo del club.

—¿Taehyung es tu favorito? —pregunto en un tono grave, seco.

—Lo fue hace un tiempo. Ahora me gusta Bogum.

—¿Él también...?

—Oh, sí. La pobre Lia ni siquiera se ha dado cuenta de eso —se mofa. Llegamos al carrito y Juhyun busca en su pequeña bolsa su celular, sonriendo en cuanto lo tiene en sus manos. De la parte de atrás de la funda, saca una tarjeta y me la ofrece—. No me interesas mucho, pero si me llamas estaré encantada de recibirte —dice y, cuando tomo el papel, sonrío grande y arrugo poquito la tarjeta.

—Claro.

—Haré una llamada, puedes volver con ellos o esperarme, como quieras —dice coqueta.

—Creo que volveré —le respondo, dando media vuelta y bajando la colina a zancadas.

Quiero gritar y lanzar puños al aire. ¡Qué señora tan atrevida! Debería de abrirse el cerebro y revisarse ella misma. Rompo la tarjeta en pedazos, sintiendo que mi cuerpo arde. Luego, para no dejar evidencias, guardo los pedazos en el bolsillo de mi pantalón y me esfuerzo por mostrarme tranquilo y «normal» en lo que queda de la tarde. Cuánta confianza tiene esa mujer.

Dos horas después, luego de movernos a dieciocho hoyos que hay en el campo, volvemos al restaurante y comemos algo ligero. Me siento lejos de la mujer, escapando de su rostro e intentando en un vano intento de no mostrar un gesto de asco cuando habla.

­—Lamento que haya sido una perdida de tiempo para ti —comenta Taehyung cuando entramos a su auto. Los demás se han ido en sus propios transportes mientras nosotros esperábamos ser lo últimos—. ¿Juhyun te hizo sentir incómodo? ¿Al menos más que yo?

Cuando lo dice, suena tan tranquilo que giro a verlo. Tiene una minúscula sonrisa y enciende la radio, dejándolo a un volumen bajo.

—No. No fue aburrido.

—No tienes que mentir —agrega, encendiendo el motor y poniendo el auto en marcha—. Creí que podría llegar a gustarte, así que lamento haberme equivocado en eso.

Me muerdo el labio inferior, ignorando esa pequeña charla.

—¿Desde cuándo eres escort?

Taehyung inspira profundo, mirándome de soslayo. Luego, pone mala cara.

—¿Qué tanto te dijo Juhyun?

—Nada en realidad.

—Claro... —musita—. Comencé hace tres años. Lo dejé por un tiempo y después lo retomé.

Asiento, tocando mi pulsera.

—Por ser tu amigo pensó que también era un escort y me entregó su tarjeta. —Taehyung frunce el ceño y se aguanta una risotada, así que decido contarle todo (aunque me deje en vergüenza) solo para que se ría—. Me la entregó porque no estaba interesada en mí, pero supuso que yo podría necesitarla o desearla en algún momento. Adelante, ríete.

Suelta una carcajada y la piel se le pone roja. Si rio, no es por el mal chiste, sino por su sonrisa cuadrada y escandalosa.

—Perdón —dice, intentando contener la risa—. Eso es algo que ella definitivamente haría. ¿Le dijiste que no te gustaban las chicas?

—No, solo rompí su tarjeta sin que me viera.

Vuelve a reír, negando con la cabeza.

Treinta minutos después, Taehyung se detiene no muy lejos de una parada de autobuses y observamos a los transeúntes.

—Puedo dejarte en la siguiente.

—La siguiente te dejaría más lejos de tu casa —menciono, peinándome nervioso el cabello.

De nuevo hay un silencio, tanto que me asfixia y me da tiempo suficiente para pensar en muchas cosas, más para recordar que hoy es su cumpleaños, aunque no lo haya parecido. Probablemente, sus amigos ni siquiera lo supieran o, sencillamente, lo hayan felicitado antes.

—Envíame el número de tu cuenta —suelta de repente.

—¿Mi número?

—Para consignarte los cuatro mil dólares —me recuerda y evito su mirada al instante. Lo había olvidado—. Y pensé que podrían ser mil por cada vez, ya sabes. Entiendo que puedas tener mucha confianza en ti mismo, pero cuatro mil...

—Lo entiendo. —Me muerdo el carrillo, secándome el sudor de la frente con la manga de mi chaqueta—. Pero ¿por qué me vas a entregar los cuatro mil de golpe?

—Por qué sé que cumplirás con tu parte —dice resuelto y me quedo en silencio, sopesando sus palabras. Si bien ahora me falta comprarle un celular a Taeha, no puedo evitar pensar que ese dinero extra no me vendría mal, sería suficiente para aflojarme el nudo de la garganta—. Si ya no estás seguro, no pasa nada, Jungkook.

Exhalo lento, intentando relajarme.

—Bien —le confirmo, deshaciéndome del cinturón—. Te enviaré el número más tarde.

—De acuerdo.

Si bien ya no tengo nada que me haga quedarme, sigo encanado en la silla, como esperando, queriendo preguntar algo que no me he atrevido decir en voz alta.

—¿Por qué no celebras tu cumpleaños? —Y lo hago, aun cuando estoy hecho un manojo de nervios.

Taehyung rueda los ojos, echando la cabeza hacia atrás.

—¿Te quedaste pensando en eso? —Vuelve la mirada a mí después de notar que no retrocedo—. Papá murió hace cuatro años, un día antes de mi cumpleaños. Eso es todo.

El pecho se me comprime, haciéndose pequeño y más pequeño. El señor Kim podría ser un hombre ocupado, pero siempre estaba sorprendiendo a Taehyung el día de su cumpleaños con un pastel, una enorme sonrisa y algunos regalos. Él se encargaba de reunirlos a todos, incluso a mí, para que estuviéramos junto a Taehyung y celebráramos su día.

Tengo que decirle que...

—No tienes que decir que lo sientes, o lo lamentas —suelta, como si me hubiera leído los pensamientos—. O todas esas cosas que dicen, aunque en realidad no sientan nada de eso. No tienes que decir nada —concluye, hastiado e irritado.

—Lo lamento mucho —le digo, aun así, seguro de que se molestará, pero su expresión se mantiene endeble mientras sus manos sujetan con fuerza el volante—. Nos vemos después, supongo.

Taehyung asiente con la cabeza, sin dirigirme la mirada o una sola palabra. Abro la puerta y, antes de bajarme, vuelvo la mirada a él, siempre a él.

—Feliz cumpleaños, Taehyung.

Gira levemente la cabeza, con un gesto confuso en el rostro. Termino por salir del auto y cierro la puerta. Está helando y apresuro el paso a la estación. Cuando me siento, el auto de Taehyung se mueve y lo veo desaparecer en la siguiente calle. Lo siento por él, por tener que pasar por ese dolor. En cualquier momento podríamos perder a esas personas que amamos y, aun así, nunca nos preparamos para eso. Quiero aprovechar más a mamá, a Taeha, a Ahin, a Jia, a todos los que amo, porque hoy estamos y mañana no sabemos. Mi padre no murió, en cambio, desapareció. Si no fueran por viejas fotografías, ya habría olvidado su aspecto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top