Capítulo Décimo Segundo.

Lance

Aquel sueño había sido bastante real, incluso, aún tenía en mente aquellas palabras frías que hacían estremecer mi cuerpo, pero por alguna extraña razón, pensaba que aquel chico tenía razón, si no era lo suficientemente valiente para hacer feliz a Helery, entonces lo mejor sería alejarme de ella, no era justo que sufriera por mi culpa, yo no era bueno para ella y menos ahora que estaba atado a Mónica, con tal de salvar a la empresa.

El día había empezado mal, estaba entrando a la empresa con Mónica colgada de mi brazo, manteníamos una conversación normal como si fuéramos buenos amantes, pero por dentro, estaba seguro que ambos nos queríamos matar aquí mismo. A lo lejos pude divisar a Helery, la cual llegaba un poco tarde a la empresa, la pobre estaba mojada y su rostro se veía cansado y triste, deseaba poder ir a abrazarla y darle un poco de calor, pero a cambio de eso, decidí empezar mi plan para alejarme de ella.

—¡Señorita Maddox! —grité acercándome a ella—. Esta no es su casa, está prohibido las llegadas tarde.

—Discúlpeme, no volverá a pasar. —respondió evitando mi mirada, al parecer mirar hacia el suelo era su mejor opción.

—No sé porqué tienes a gente tan negligente en tu personal, amor. —comentó Mónica aferrándose más a mí, en ese momento quería decirle muchas cosas, pero preferí seguirle la corriente.

—Solo ignorala. —dije entrando a mi oficina junto con Mónica.

Podía sentir la mirada penetrante de Helery tras de mí, a puesto a que esto le había roto el corazón o al menos la había hecho creer que era un imbécil que solo la había utilizado para complacerme, lastimosamente no era así, ella era la única razón que me hacía venir a esta empresa con ánimo, la que me ayudaba a continuar con todo este maldito infierno, pero todo lo que yo sentía, nadie lo podía saber, la empresa debía continuar, ya que si se llegara a derrumbar, mi familia quedaría en la quiebra y muchos de los empleados se quedaría sin trabajo.

El día estaba a punto de terminar, la mayoría de los empleados ya se habían ido a su casa, así que prácticamente Mónica y yo estábamos solos en la empresa. Yo me encontraba sentado en una silla firmando unos papeles, los actuales debían estar listos para mañana, cuando de repente, Mónica giró la silla sentándose en mi regazo con sus piernas a cada lado de mi cuerpo.

—¿Qué estás haciendo Mónica? —pregunté frotandome la frente.

—Hace mucho que tú y yo no tenemos intimidad. —susurró desabrochando los botones de su camisa— quiero que me hagas el amor.

—Lo siento Mónica, pero no estoy interesado en acostarme contigo. —dije tratando de quitarla de encima, pero ella hizo caso omiso a mis palabras.

Mónica empezó a mover sus caderas tratando de despertar mis deseos, pero las ganas sencillamente no aparecían, luego comenzó a besar mi cuello mientras trataba de poner mis manos en sus pechos, los cuales eran grandes y redondos, pero toda esa belleza, solo era gracias a un cirujano con mucha experiencia. Yo seguía rechazando sus intentos de intimar conmigo, pero ella no se daba por vencida, Mónica termino de quitar su camisa y rápidamente desabrochó su sostén, el cual cayó al suelo dejando a la vista sus grandes senos.

Yo cerré mis ojos y trate de pensar en otra cosa, realmente me molestaba la actitud de Mónica, en ese momento se me vino al pensamiento Helery y su hermoso cuerpo, sin ninguna intervención quirúrgica, en sus labios, su rostro, sencillamente todo ella me gustaba, a veces quería pensar que ella era la que se acostaba conmigo todas las noches, que era ella la persona con la que me iba a casar. Seguí pensamiento en todo eso, cuando una voz familiar me sacó de mis pensamientos.

—L-lo lamento. —dijo Helery mirando hacia otra parte.

—¡Eres una tonta! ¿Nunca te enseñaron a tocar? —exclamó Mónica tapando sus pechos con mis manos.

Helery no dijo nada más y salió rápidamente de la oficina cerrando la puerta con fuerza, en ese momento saqué las fuerzas suficientes para empujar a Mónica hacia a un lado y correr tras ella, pero Mónica rápidamente me detuvo, amenazándome como siempre, pero esta vez no iba a ceder. Salí de la oficina y traté de buscar a Helery con la mirada, pero la empresa ya estaba oscura y no había rastro de que alguna persona estuviera allí, frustrado saqué mi celular para llamarla, pero éste fue arrebatado por Mónica.

—Devuélveme eso. —dije seriamente.

—¿Desde cuándo te importa la opinión de una simple empleada? —preguntó Mónica tirando mi celular al suelo—. Somos pareja, es normal que tengamos sexo.

—No digas estupideces. —murmuré tratando de contener mi ira.

—¿No me digas que ella fue la persona con la que te acostaste en la fiesta? —indagó con su rostro sorprendido.

—¡Ya te dije que no me he acostado con nadie! —exclamé.

Tomé mi celular y salí rápidamente de la empresa, podía escuchar los gritos amenazantes de Mónica, pero no me importaba. Recorría las calles de los Estados Unidos sin rumbo fijo, hasta que encontré un hotel barato en el que decidí hospedarme, ni loco volvería a casa con Mónica y esa chica rara llamada Sammer, llegué al hotel y rápidamente subí a la habitación que me habían otorgado, miré mi celular y quise llamar a Helery, pero el golpe que le había dado Mónica lo había roto.

Empecé a beber el vino que había pedido hace poco, tratando de aliviar mis problemas con cada trago, pero sencillamente estos no se iban, pareciera que estuviera destinado a sufrir un poco más. Sin darme cuenta me quedé dormido entre los pensamientos y el alcohol, deseando que mañana fuera un mejor día.




El 19 de este mes de octubre, completé un año desde que terminé con mi pareja y lastimosamente aún duele.

Él me inspira a escribir, a pesar de que ya no está conmigo.

¿Alguna vez han tenido un rompimiento doloroso? 

Los quiero mucho, gracias por leer 💜

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