Capítulo 8

That's a good point, boy! —Scott se sorprendió por mi respuesta, no supe por qué, pero me alejé de él con cierta indiferencia—.  Y la diferencia con Jessie Jones es que a ella la conozco desde el día en que nací, literalmente, nuestros padres; sí, Zachary Vallaj y el señor Adam Jones, querían que ella y yo estuviéramos en una relación durante muchos años. Incluso hasta querían que formáramos una familia, pero descubrí que soy gay y sus planes se fueron por el inodoro.

—¿Matrimonio arreglado? Eso es terrible —abrí los ojos de par en par—. No te sorprendas, así era antes, y así sigue siendo en alguna parte del mundo, es solo que me resulta curioso que en pleno siglo veintiuno siga habiendo matrimonios arreglados, sobre todo en América del Norte. Me imagino que tu padre y el señor Jones debieron tener sus propios motivos para casi obligar a Jessie y a ti a casarse por obligación y no por mero gusto o interés.

—Tengo que admitir que Jessie fue mi primer amor y la quise muchísimo. En serio la amé como nadie se imagina que lo hice y sí, me dolió separarme de ella —ese era yo, siendo sincero con Scott—. Después busqué a Louis Gerald y, para ese momento, ya no pude separarme u olvidarme de él ni de su risa, sus ojitos, su sexy bigote, su voz. Juro que amé que escribiera sobre mí y sobre nosotros.

—Sé sincero conmigo, por favor, ¿aún hay algo que sientas por él? Responde con la verdad, Richard —no respondí, porque no supe qué decir—. Cuando hablas de él, es como si un ciego viera los colores del mundo por primera vez y no me molesta en absoluto porque yo también hablaba de él de la misma forma que tú lo haces, ya que él simplemente era fabuloso, muy entregado, carismático, risueño: era perfecto.

—Eventualmente, mi cariño por él va a disminuir, será tarde o temprano; sin embargo, no debemos olvidar que los tiempos de Dios son perfectos, mi amor por él no se acabará tan rápido, y así es como debería ser —le cité una vieja frase que sentí que podía ir de acuerdo a la situación—. Te quiero muchísimo, Scott. No te estoy pidiendo nada más que tiempo. Estoy completamente seguro de que, si estuvieras en la misma situación que yo, sí te hubiera pasado lo mismo que a mí me está pasando.

—No estoy seguro de eso, aunque tal vez sí estaría igual si se tratara de él —eso fue un golpe bajo, pero aprendí a tolerarlo, así que lo hice: lo toleré—. Si mi más grande amor hubiera muerto frente a mí y yo hubiera tenido la oportunidad de salvarlo; pero no lo hice, sí, justo estaría igual o incluso peor que tú, Richard.

—Va a pasar y, cuando eso pase, te prometo que voy a ser todo tuyo; en cuerpo y alma —no hablé entre dientes; aunque sí lo pareció—. Lo superaré y espero que tengamos una hermosa relación tú y yo, Scott; aunque tal vez ninguna sea igual a la relación que tuve con él, o eso es lo que creo.

—Tal vez ninguna relación será igual de hermosa como la que tuviste —se acercó a mí y me tomó por el cuello de mi camisa, haciéndome quedar justo frente a él—. Tal vez será muchísimo mejor que la que tuviste; pero no será igual, ¿o tú qué piensas, rubio hermoso?

—Pienso que tienes razón —me regaló un tierno pero delicado beso en mis labios—. Sí, lo voy a superar y sí va a llegar una nueva persona a mi vida. O tal vez ya llegó y eres tú, pequeño Scott Robinson —pero sí lo extrañaba, una parte de mí no quería que fuera Scott la persona que estaba conmigo en ese momento y de vez en cuando me ponía a recordar lo que era tenerlo a él en mi vida; era grandioso, lo tuve y no supe aprovecharlo porque di por hecho que viviríamos muchos años más juntos (sí pensé que viviríamos hasta el último día de nuestras vidas, sin embargo, sí fue hasta su último día de vida. Él me amó y amaba por igual a todas las personas con las que tuvo la dicha de compartir un pedacito, o incluso hasta más, de su vida).

—Todo el asunto de su muerte me pone a pensar muy seriamente en que tú no fuiste el causante. Sobre todo porque realmente te estás comportando como alguien a quien de verdad le quitaron al amor de su vida y eso es algo muy digno de admirarse porque él te sigue importando. Estoy seguro de que lo seguirá haciendo hasta el final de tus días y está bien, ¡no hay ningún problema respecto a eso, Richard! ¿O tú crees que sí lo hay? Porque yo creo que no —nunca me perdoné por eso, aunque sí lo superé porque, como he dicho con bastante anterioridad: no podía permitirme dejar que me siguiera atormentando por mucho tiempo más.

Scott me miró a los ojos; tenía los ojos azules como el mar azul, casi idénticos a los míos (solo que los míos eran un poquito más azules que los ojos de Scott), Scott era Sagitario y yo era Aries (dos signos de fuego, cuatro ojos azules, pensé que era como la canción de Taylor Swift: “State of Grace”, y esa canción tenía una frase que me parecía bastante interesante porque dicha frase era una que decía: “love is a ruthless game unless you play it good and right”, esta frase estaba bien por donde fuera que se viera), Scott pasó sus manos por encima de mi cuello y terminó en un abrazo.

—¿Y tú quieres estar conmigo? Lo entendería si me rechazaras —solté la pregunta inmediatamente después de separarnos—. ¿Me esperarías pase lo que pase o habría algún tipo de inconveniente por ese simple hecho, Scott? Y sí, tengo miedo de tu respuesta —Scott solo rio con un poco de nerviosismo mientras se acomodaba un mechón de cabello rebelde que salía de su lugar en su cabellera castaña, nos miramos directamente a los ojos ¡y ahí estaba! Lo vi, era ese destello travieso que nunca había visto en los ojos de nadie, un destello que me podía hacer sentir que él de verdad estaba enamorado de mí y tal vez yo tenía el mismo destello en mis ojos. Haciendo la referencia de que yo también estaba enamorado de él.

—Yo te esperaré, no importa cuánto tiempo te tome —se separó de mi agarre con cierta delicadeza—. Solo te pido sinceridad, lealtad, cariño, calma y si algo me pasa: yo sí quiero que seas feliz, sin importar qué, cómo, cuándo o dónde. Solo sé feliz y no te detengas por mí —lo sentí, básicamente sentí a mi exnovio decirme que fuera feliz sin importar nada.

Me despedí de Scott y me fui a mi casa; solo, aburrido y sin expectativas de algo que pudiera pasarme. A esas alturas de la vida, ya todo era bastante rutinario e incluso hice algunas cosas sin ganas de hacerlas. Pero ¿por qué? Me atormentaba por algo que no estaba en mis manos y jamás lo estuvo. No pude cambiar nada odiando a todo el mundo o alejándome de todas aquellas personas que más me habían apoyado con la muerte de mi exnovio.

Mi celular sonó tras la notificación de un mensaje de texto, lo tomé y quise ver el remitente; «número desconocido», ¡qué sorpresa! Pensé un instante ya que sí era una grata sorpresa. Por un momento dudé ver el mensaje, aunque algo dentro de mí me decía que lo hiciera porque valdría la pena. ¿Qué podría valer la pena para mí en ese momento? Solo un mensaje de Louis Gerald, pero eso era imposible.

«¿Ya te olvidaste de tu gran amor Louis Gerald? ¿Con el drogadicto de Scott? Creo que te puedes conseguir algo muchísimo mejor que ese pedazo de mierda, I'm just saying y no, no soy el maldito Scott Robinson, pero puedo mandarlo a dormir si tienes alguna duda de lo que soy capaz de hacer». Me quedé pasmado con el teléfono en mis manos, poco me duró, porque lo terminé soltando.

Tuve que volver a levantar el teléfono y verlo ya que volvió a sonar tras la notificación de un nuevo mensaje de texto, le rogaba a Dios que se tratara solo de una mala broma de muy mal gusto hecha por Scott. Pensé en matarlo si era esa opción porque no era justo que me atacara con un tema y tan delicado como lo era Louis Gerald y su muerte.

«Toma el maldito teléfono o te juro que te despides de Scott para siempre, Richard, y no creo que te guste haber perdido a un novio oficial y a tu casi novio en menos de tres años, ¿verdad? La desgracia te persigue y yo me voy a encargar de que te vaya mal si no haces todo lo que yo te pida que hagas; ¿me entendiste bien, pedazo de imbécil?»

¿Cómo podía ser posible este idiota supiera de mí, de mi vida y de Scott? Entré en pánico, fuera como fuere: él, ella o eso que me mandaba mensajes, no tenía ningún derecho a enviarme mensajes amenazándome. A Louis le había pasado casi lo mismo porque Scott le mandaba mensajes anónimos desde un teléfono desechable ¡y me pasaba lo mismo! Salvo que Scott le decía cosas lindas (a veces intentaba chantajearlo y Louis cayó), pero a mí me decía cosas que, realmente, me daban miedo y atentaban contra mí, mi seguridad, la de mi familia y amistades, contra Scott; que no era nada mío, aunque sí había algo.

Tomé el teléfono y marqué el número de Scott. Esperé y esperé que respondiera el teléfono, no lo hizo, así que me preocupé bastante por él, ¿en verdad le había hecho algo malo a Scott? ¿Y en dónde estaba, para empezar? Pensé seriamente en ir a buscarlo a su casa, pero ¿era la hora correcta para hacerlo? Miré mi reloj en mi Apple Watch rose gold, marcaban las once con cuarenta y dos minutos, muy tarde; debían estar durmiendo en casa y probablemente por eso era que Scott no respondió el teléfono cuando lo llamé.

Al día siguiente me levanté bastante temprano y con los nervios de punta, tomé mi teléfono y le di una checada rápidamente solo para darme cuenta de que no había ningún otro mensaje (y los mensajes que me habían enviado la noche anterior, habían desaparecido). Pero elegí llamar a un viejo amigo, Derek Cameron era su nombre, tal vez no le conté toda la situación completa pero sí le hice saber que mi vida era una mierda en ese momento, que perdí al amor de mi vida y me tenían amenazado con mi casi pareja (ahí hablaba de Scott).

—Déjame ver si entendí —repitió todo lo que le dije—. Ahora no sabes nada de Scott y estás preocupado por lo que pudiera pasarle debido a ese imbécil que dijo que te haría pagar solo por verte sufrir y, al parecer, está feliz con tu sufrimiento, ¿me equivoco? Guau, es un poco loco —o tal vez sí le conté toda la historia a Derek.

—Sí, todo lo que tú dijiste —le di la razón a Derek porque sí la tenía, pero el asunto del número desconocido poco duró en la conversación—. Siento una especie de miedo por todo el daño que le pueda provocar a Scott, a mi familia y, sobre todo, a mí porque sí es frustrante hasta cierto punto de todo esto, ¿no te parece que sí? —Derek asintió con la cabeza—. ¿Qué puedo hacer? ¿Con quién puedo, o no, acudir?

—Podrías empezar yendo a la policía, es una opción muy viable—definitivamente no era una buena opción ir a la policía. Negué con la cabeza—. Bien, no sé y no me interesa por qué no quieres ir a la policía; pero me preguntaste y yo te respondí, ¿quieres otra opción? Bien, cuéntale a tu mamá y a tu papá; ella y él podrían saber qué puedes hacer, Richard —volví a negar—. Entonces ¡no sé qué carajos puedas hacer, Richard! ¿Para qué diablos me pediste mi opinión si nada de lo que te digo puede ser útil para ti o siquiera vas a intentarlo?

—Es que lo mismo le pasó a mi ex, conoces a mi exnovio, ¿no? Estoy seguro de que sí —negó, diciendo que no tenía ni idea de lo que pasaba con mi vida desde que dejamos de frecuentar hacía ya un tiempo—. Muy bien, trataré de resumir la historia lo más rápido que pueda hacerlo, ¿está bien? —Derek asintió y yo le conté toda la historia de amor que había entre nosotros dos, Louis Gerald y yo, se quedó asombrado por lo que le contaba, incluso juré que derramó una pequeña lágrima, eso no me quedaba tan claro—. ¿Y qué opinas, guapo?

—No sé qué cosas quieres que diga, Richard, lo que te pasó fue bastante trágico y no me puedo imaginar lo que debiste sentir cuando escuchaste el disparo. Creo que no te he dado mi más sincero pésame —negué, esta vez no me entraron ganas de querer llorar por él, al contrario, me sentí liberado y bastante feliz porque, Derek tenía razón, nunca nadie me había dado el pésame hasta ese momento y tal vez era lo que necesitaba para poder seguir siendo feliz—. Si te soy sincero, creí que te casarías con Jessie Jones porque se veían tan felices y era una relación perfecta; sé que ustedes fueron la envidia de toda la preparatoria.

—De nuevo Jessica —apreté un poco los labios y fruncí el entrecejo—. Sí, sí la amaba; sin embargo, y como se lo digo a todas las personas que me preguntan o me comentan lo mismo, mis gustos evolucionaron y me di cuenta de que en verdad me gustan los hombres —Derek era heterosexual, como el resto de amigos que tenía; Sean, Kevin, Lemus y Graham no contaba porque él sí era gay—. Aunque, ¿te puedo confesar algo? A veces siento que no me gustan los hombres porque busco a las personas que se parezcan a él.

—No conozco a Scott pero ¿sí se parece a él? —negué—. Quizá sí eres gay, Richard, es solo que tal vez estás en una etapa de negación en la que no aceptas que te gustan los hombres porque creciste en este ambiente homofóbico por parte de tu padre; sabemos que tu padre era o es homofóbico, no trates de negarlo, e intentas reprimirlo; aunque no deberías hacerlo puesto que es normal que pase.

—¿Es normal que me gusten los hombres? ¿No es algo raro o anormal para las demás personas? —Derek se rio por mis preguntas, y yo lo hubiera tomado como una ofensa si no hubiera estado seguro del contexto de por qué lo hizo; solo me dijo que la normalidad, o la anormalidad, no tenían una definición cien por ciento certera; aunque en internet decía que “normal: conforming to a standard; usual, typical, or expected (normal: conforme a una norma; habitual, típico o esperado)”.

—Eres tan normal como yo lo soy, si lo que te preocupa es no ser "normal": es muchísimo mejor que no lo seas porque así no eres igual al resto de gente, hablo de quienes se creen superiores solo por ser personas cis género heterosexuales; todas esas personas están igual de jodidas las unas con las otras porque son iguales entre sí en el sentido de que les gusta lo mismo —lo miré extrañado—. Me refiero a que les gusta el sexo opuesto. Don't look at me like that!

—¿Debo sentirme mal por ser diferente?

—Al contrario: no te sientas mal por ser diferente, siéntete mejor, siéntete orgulloso, siéntete tranquilo porque es lo que eres; eres lo que eres, no debería darte vergüenza amar a alguien —Derek se portaba como nunca antes alguien se había portado conmigo; sereno, comprensivo, tranquilo y eso me gustaba mucho—. Mi hermanito, Noah, está empezando a tener dudas acerca de su identidad sexual y ¿sabes lo que le dije? Le dije que se sienta orgulloso de quién es así como yo me siento orgulloso de que me lo haya contado, tuvo el valor de brindarme su confianza porque no es algo que se le cuente a cualquiera; sobre todo cuando no estás seguro porque él sigue dudando.

—O tal vez sí fue un pequeño desliz mental en el que yo juraba ser gay: pero realmente solo fue por Louis que yo creía que era gay, hace un rato que no estoy con alguna mujer y creo que me hace falta estar con una; tal vez llame a Jessica otra vez —olvidé el trato que había entre Jessie y yo: no intentar volver si terminamos, por el bien de ella y el mío; sí, debo admitir que en ese momento lo olvidé por completo—. Tal vez la llame, tengamos sexo de reconciliación y regresemos a ser la maldita pareja perfecta; más envidiada, de todo Itaville.

—Si tu intención es regresar con Jessica, no lo lograrás con ese aspecto —me miró de arriba hacia abajo—. Subiste mucho de peso, no te has cortado el cabello en meses y apestas a sudor —dolió, sobre todo porque sí me había arreglado; tomé una ducha, me peiné, me perfumé y elegí mi mejor ropa informal para tener un reencuentro inolvidable con Derek—. Creo que necesitas un nuevo cambio de imagen porque tu duelo y tu pérdida te han sentado muy mal.

—¿De verdad me veo tan horrible? —me respondió que sí, que no sabía cómo era posible que Scott estuviera saliendo conmigo cuando él podía conseguirse algo más y mejor que mi aspecto—. Debe ser porque el amor es muy ciego y a Scott no le importa un carajo mi aspecto físico; en cuanto sepa que lo adoro muchísimo, ¿no estás seguro de ello?

—O tal vez está contigo porque le das lástima; yo lo haría porque: ex-novio muerto, alejaste a todas las personas que de verdad te quieren, ni siquiera logras tener sexo con alguien sin pensar que es él, sé que su relación era perfecta; pero ya necesitas seguir avanzando, ¿acaso no es lo que Louis Gerald habría querido?

—Sí lo he pensado; es muy difícil lograrlo porque sigo pensando en que no pude salvarlo y creo que no sabes lo difícil que ha sido para mí tratar de analizar la situación, realmente no tienes ni idea de lo mucho que me duele que la vida nos haya separado de esa manera —lo vi a los ojos, esperando un golpe, en cualquier momento, de parte suya.

—No tengo idea de cuántas veces hayas dicho, los últimos tres años, que no pudiste haber salvado a Louis Gerald y ya es tiempo de que le des vuelta a la página porque no es sano ni para ti ni para nadie —tenía razón, siempre la tuvo—. Louis se fue y no hay nada que puedas hacer; recuerda que el pasado no se puede cambiar pero sí que puedes aprender mucho de él —era la misma frase que yo había dicho un par de años atrás; cuando yo juraba que había superado todo y empezaba a salir adelante por él.

—¿Me ayudas a hacerme un cambio radical de imagen? —recibí un «sí» como respuesta, era todo lo que necesitaba para poder empezar—. ¿Empezamos con el pelo largo y enmarañado?; aunque, debo admitir que sí me peiné hoy, me duché y elegí un buen outfit para tener este reencuentro inolvidable contigo, Derek —no tuve intención de reclamarle nada—. Al parecer sí es inolvidable porque no dejo de pensar en otra cosa que no sea yo viéndome como un personaje de una película que le fue muy bien en taquilla; estaba gordo.

—Es que sí te pareces a Thor en Avengers: End Game —tal vez sí fue un insulto con propiedad (porque sí me ofendió; aunque también era verdad que me había descuidado muchísimo debido a que no supe enfrentar bien mi duelo, eso sí era verdad y quizá Derek no lo dijo con el afán de querer ofenderme)—. Y no, no lo digo con el afán de querer ofenderte o querer ridiculizarte; le podría pasar a cualquiera; a mí me pasó cuando dejamos de vernos.

—Tan solo eres un par de años mayor que yo y nos conocimos cuando tu familia y la mía se conocieron en una fiesta típica de gente multimillonaria —me preguntó si alguna vez yo me sentí atraído por él; una total estupidez porque no, nunca fue asi ya que cuando nos conocimos yo era cien por ciento heterosexual (Jessie y yo aún salíamos juntos)—. También recuerdo que nos dejamos de ver en algún punto de la vida, es por eso que hoy es nuestro reencuentro inolvidable.

—Sí a todo lo que me has dicho, Richard, pero mejor cuéntame: ¿crees que tu destino era Louis Gerald? ¿Por qué quieres volver con Jessie Jones? Piensa bien lo que vas a hacer, Richard, y te lo digo como amigo; no me malentiendas —estuve a punto de malentenderlo, pero mejor decidí calmarme y escuchar el resto de su speech—. Te voy a ayudar a tener un mejor aspecto pero no lo voy a hacer para que vuelvas con Jessica Jones; al contrario: te voy a ayudar a que te veas mejor para que puedas estar con Scott o con alguien más.

—Me gustaría estar con Scott —sonreí porque ya estaba decidido que tenía que vivir mi vida de una o de otra manera—. No estoy tan seguro de que él todavía me quiera, tal vez lo he estropeado mucho, aunque sí me gustaría estar con él por el simple hecho de que me ha esperado y soportado todas las lágrimas que he llorado por mi ex-novio.

Whoa-whoah-whoah! —levantó las manos en señal de que detuviera lo que le estaba diciendo—. Hace unos minutos me dijiste que literalmente volverías con Jessie Jones para ser la relación más envidiada que Itaville alguna vez ha presenciado tener —Derek tenía toda la boca llena de razón; sin embargo, no iba a permitir que me ganara en la discusión—. No te entiendo, decídete ya; de una vez por todas, por favor.

—Es que eso solo fue una broma; Jessie no aceptará volver conmigo porque —me interrumpió para decirme lo que yo estaba pensando en decirle: «hicimos la promesa de no volver a intentar estar en una relación de nuevo, por las buenas y por el bien de ella como el mío», eso fue lo que dijo—. Sí, todo lo que dijiste es cierto; aunque ella me amaba y le gustaba estar conmigo. En cierto punto creí que ella solo estaba conmigo por todos los regalos que le brindaba y porque nuestros padres nos estaban obligando a estar en una relación. No negaré que sí hubo sentimientos de por medio, pero a veces siento que fueron obligados.

—Pero ¿y tú qué carajos opinas? —Derek se veía muy entretenido en la conversación, ya que era chisme—. ¿Sí la querías o no? Solo me estás repitiendo lo mismo que ya he escuchado y, de una forma u otra, me está cansando; así que ya basta, por favor, Richard; ¿Jessie Jones o Scott Robinson? —no, no era cierto que me estaba haciendo escoger entre Jessie y Scott.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top