Capítulo 20

Al llegar a casa, presioné el sensor de huella digital, algo nuevo porque mi huella no estaba registrada allí, para que mamá y papá nos permitieran a Louis Gerald y a mí el acceso. Louis parecía nervioso por conocer a mis padres; su lenguaje corporal lo delataba, especialmente con ese ligero tic en el ojo que ambos conocíamos y al que, al menos yo, amaba. También se sujetaba y, en repetidas ocasiones, se tronaba los dedos. Le ofrecí caramelos para calmar su ansiedad, o controlarla un poco más, pero no aceptó ninguno. Sin embargo, quería un cigarrillo para relajarse y aliviar su ansiedad. Pensé que esa adicción ya era suficiente para él, así que no le permití tenerlo, argumentando que era para cuidar sus cuerdas vocales.

—Además... no quieres que la primera impresión con mis padres sea un manojo de nervios con olor a tabaco, ¿o sí? —de repente vi cómo el color de piel en su cara se veía cada vez más pálido, esto fue debido a que ya había olvidado todo y solo pensaba en su adicción. Mamá y papá ya habían tardado mucho en atender la puerta, así que Louis hizo un comentario acerca de querer irse de ahí porque no estaban en casa—. Aunque no estén, traemos nuestro equipaje —Hades maulló, pobre gatito: tan tierno y tan indefenso. No pudimos dejarlo en Nueva York ya que no se sabía a ciencia cierta lo que pasaría y si nos quedaríamos más días en casa con mamá y papá—. Piensa que será como dar un concierto, como la primera vez que te presentaste en París o cuando cantaste en Apple White, será igual. Tal vez ahorita estás nervioso, como en esas ocasiones, pero los nervios son temporales y brillarás como siempre lo has hecho. También tengo que conocer a tus padres. Hablo de en serio conocerlos: platicar, convivir con ellos, salir al supermercado o hasta ayudarles a cocinar algo.

—Está bien, necesito perfume —volvió al auto, lo abrí desde la distancia, abrió el portaequipaje y sacó de ahí su muy costoso perfume, se roció una cantidad considerable en todo su cuerpo; cuello, brazos, pecho y en sus muñecas. Lo cual me parecía ridículo porque ya se había colocado una cantidad considerable de fragancia, pero no se lo dije. La puerta se abrió apenas terminó de guardar la fragancia, Louis corrió, pidiéndome que cerrara el auto a la distancia, lo esperé y me percaté de que tenía los nervios a flote, con el corazón palpitando a mil por hora—. ¡Ahora me siento caliente por correr, ya no me siento nervioso!

—No te pongas caliente en este momento, déjalo para cuando estemos en la habitación —de nuevo yo jugando mis bromas de muy mal gusto, su mirada harta, y de repudio total hacia mi comentario, me lo dijo todo—. Ya, Louis, dejemos de jugar y mejor hay que pasar a la casa —no hizo falta decir más para que, por fin, pudiéramos pasar a la casa de mis padres en Itaville. Era una gran mansión, seguro mamá, papá o algún empleado doméstico vio a Louis corriendo e ir tras la fragancia para poder apantallar a mi familia.

Era un largo y angosto pasillo lleno de flores, el color en los muros había cambiado de repente y ahora se veía como un verde seco, sin luz ni vida; a pesar de que el verde era el color de la vida. Al llegar a la puerta de la entrada principal de la mansión, mamá nos recibió con un fuerte abrazo de cariño; aunque ella abrazó con más fuerzas a mi novio que a mí, esto con la excusa de haberme cuidado y salvado la vida. Sin mencionar el hecho de que casi morimos ambos por intentar salvar nuestras vidas. Me sentí un poco celoso, pero él se merecía ese cariño latente que mamá sentía por él; se merecía todo el amor que pudiera tener.

—Tú debes ser quien tiene el corazón de mi hijo, ¿verdad, cariño? —le soltó la pregunta apenas lo soltó de su abrazo; muy avergonzado, y con las mejillas sonrojadas, él respondió que sí—. Déjame decirte que pensé que Richard nunca volvería a enamorarse de nuevo de alguien más que no fuera la hermosa Jessica Jones —el ambiente se tornaba incómodo por ese comentario tan poco acertado por parte de mamá. Llamé su atención al aclararme la garganta.

—Mamá —hablé en voz lo suficientemente alta para que todo el vecindario escuchara (a pesar de que nuestra mansión estaba localizada en el área más privada y reservada de Itaville), haciéndole entender que era incómodo lo que estaba diciendo—. ¿Nos vas a hacer pasar para ver a papá o hay algo más que gustes decirnos? —fue como un gancho directo al hígado. Nunca lo vio venir y cambió de repente su buena actitud.

—No, Sebastian —Louis no se molestó en inmutarse siquiera porque mamá me había llamado por mi segundo nombre y no por el nombre con el que todo el mundo me conocía: Richard—. Ya pasen, no hagamos esperar a tu padre porque él también está ansioso por verlos a los dos, entren, cariño, por favor —no me quedaba claro si me llamó «cariño» a mí o a mi novio. De igual forma pasamos a la vivienda.

¡Ay, mi hermoso hogar! Habían pasado años desde la última vez que había estado allí; literalmente, porque no cuentan las veces que estuve ahí mientras estuve en coma. Los arreglos eran diferentes, parecía que mamá y papá habían hecho muchos cambios en cuanto al papel tapiz, el orden de los muebles y el lugar donde estaban colgadas nuestras fotos de graduación tanto de Cindy como las mías. ¡Simplemente era maravilloso! Y Louis ya no estaba tan nervioso en absoluto, también estaba maravillado por la casa que teníamos. Le hice un comentario a mamá acerca de que me encantaba la nueva decoración y la nueva versión de lo que era mi casa.

—¿Esto? —ahogó una pequeña risa—. No, no lo hice yo, ni lo hizo tu padre. Pero sí fue idea de ambos decirles a las empleadas y empleados domésticos que redecoraran la casa, fue un trabajo de semanas. Tu padre y yo nos pusimos a trabajar mientras les dijimos su trabajo. También cómo era que lo queríamos, hijo —no era de extrañarse que, tanto mamá como papá, hayan decidido descansar mientras el resto de empleados hacían el trabajo sucio.

—¿No pensaron en que, tal vez, es hora de darles un aumento ? —mamá se puso muy a la defensiva y yo estaba bastante seguro de que las y los empleados nos estaban escuchando. Por lo menos sabían que yo sí estaba de su lado, pero de repente llegó papá a decirnos que ¡sí les subió el salario! Menos mal lo hicieron porque ellos hacían todo el trabajo sucio—. Gracias por en serio darles un, muy merecido, aumento a las y los trabajadores porque, de no haberlo hecho, simplemente hubiera sido muy cruel.

—Ya déjalo en paz, por favor, Alexandra; tengo el ligero presentimiento de que has estado haciendo comentarios indebidos e incómodos —le susurré a papá acerca de lo que dijo mamá sobre Jessica y yo—. ¿Te atreviste a hacer un comentario comparativo hacia la nueva pareja de mi hijo? ¡Por Dios, Alexandra! Ya es el siglo veintiuno, ya supéralo.

—No, no lo hice —Gerald y yo gritamos que sí lo hizo al mencionar mi enamoramiento por Jessie Jones—. Sí lo hice, lo admito, pero en mi defensa fue porque yo realmente sigo en etapa de negación y no quiero admitir que mi hijo es gay. Es un poco retrógrada, pero no me acostumbro a verte con alguien de tu mismo sexo, ¿me entiendes, hijo mío? —lo entendía a la perfección, pero eso era un pensamiento muy arcaico y de antaño. Simplemente no podía seguir permitiendo que mamá siguiera pensando así. Lo hubiera creído más de papá que de mamá (porque él era en serio muy homofóbico), aunque cada familia y cada persona eran diferentes en todos los aspectos.

—Escucha, mamá: no tienes ni la más mínima idea de cuánto quiero a este chico tan lindo que está aquí a mi lado. —lo señalé con ambas manos rodeando su silueta con las mismas—. Sé que tal vez no debería comparar, pero lo voy a hacer de todos modos: ¡lo quiero más de lo que alguna vez quise a Jessica Jones, madre! Él me ha enseñado distintas cosas, como amar y ser correspondido. Me enseñó a confiar, es la primera vez que confío en alguien al cien por ciento. Sí, tal vez sea mi segunda relación, pero es más que suficiente para mí poder entregarle el resto de mi amor a él y solo a él. Ahora no quiero ver a nadie más, ahora que lo he visto, ni quiero pensar en alguien más, ahora que estoy pensando en él.

—¡Guau, hijo! —mamá exclamó bastante sorprendida—. La forma en la que te refieres a él; sin titubear y hablando con seguridad —encogí los hombros—. Me hubiera gustado que alguien se hubiera detenido a pensar eso de mí, porque simplemente nadie lo hizo, ni siquiera tu padre fue capaz de hablar con tanta seguridad acerca de mí al describirme cuando les contaba de mí a sus colegas. Es maravilloso lo que tú opinas de él, aunque no he escuchado hablar a tu novio ni una sola vez. ¿Algo que quieras decir, Louis Gerald?

—La primera vez que volví a tener contacto con Richard fue porque nos reencontramos en París; él me encontró, mejor dicho. No fue el mejor reencuentro debido a un pequeño incidente que tuvimos —«sí, te quemé con mi café de Starbucks», dije para mí mismo—. Pero fue esa pequeña casualidad que me hicieron darme cuenta de lo equivocado que estuve al pensar que estaba enamorado de mi exnovio —se saltó la parte en la que le fue infiel conmigo al pobre Logan—. Estoy tan agradecido con la vida, el universo o lo que sea por juntarme con él de nuevo ya que, en la preparatoria, no tuvimos ningún tipo de contacto y fue tan gratificante haber vuelto a saber de él y también tengo que admitir que me enamoré de él muy lento, como cuando la miel va cayendo. No tenía interés en enamorarme de él al principio, pero simplemente me enamoré de él y las pequeñas cosas que lo hacen tan único a los demás.

—Ahora sí se ganó mi corazón por completo, hijo —mamá volvió a abrazar a Gerald, ya que su discurso fue muy conmovedor tanto para ella como para papá—. Sus palabras me llegaron al corazón, Richard. Lo acepto y tienes mi bendición por si algún día quieren casarse, tener una familia o simplemente estar el uno con el otro por el resto de sus vidas —como ella con mi padre, seguramente—, como tu padre y yo. A decir verdad, Zach me ha hecho bastante feliz, y no he necesitado de nadie más, porque él era y sigue siendo todo lo que necesito en esta vida. Es como en una película romántica en la que yo soy la protagonista; una dulce princesa, y él es mi príncipe encantador que me salvó y me trajo a vivir aquí, a su reino del cual ahora soy la reina. Lo único que no es tan bueno es que no tengo la certeza de que él se haya referido así de mí o haya hablado tan bien de mí con sus padres o colegas del colegio.

—¿Por fin aceptas mis gustos, mamá? ¿Ya no tengo que ocultarme? —¿era una lágrima lo que se asomaba de su ojo derecho? Parecía que estaba a punto de soltar un lloriqueo, ya que apretó los labios levemente—. El día que fuimos a Magic Kingdom, Gerald me presentó como su novio de manera oficial ante su madre y su padre. Fue algo mágico de verdad. Nos divertimos mucho, a pesar de que no pudimos disfrutar plenamente de la experiencia debido a que la gente se detenía a saludarlo, a pedirle fotos o autógrafos. Me sentí mal porque solo me conocían como su novio de manera oficial.

—Estoy segura de que su amor durará por muchos años más y lo sé por cómo se miran cuando hablan —se dirigió a ambos—. Y dicen las cosas sin titubear, porque están seguros de lo que sienten, ustedes dos se aman con muchísima fuerza y eso es algo que realmente es digno de admirarse. Los admiro mucho, Richard —ella tomó mis manos, poniéndolas por encima de las suyas y después volvió a mirar a mi novio, para decirle un par de palabras—. En cuanto a ti, jovencito: ¡bienvenido a la familia Vallaj, Louis Gerald!

Mamá le estaba dando la bienvenida a la familia Vallaj, así como se la dio a Jessica en el momento en que, oficialmente, la presenté como mi novia. Vi su cara, la cual estaba de un tenue rojo por las palabras que mamá le ofreció, definitivamente estábamos emocionados por todo lo que nos había sucedido en ese preciso momento. Él y yo nos respetábanos y nos queríamos de forma tan incondicional y sí: nuestro amor durará para siempre. Lo decreté, lo manifesté y lo autoricé desde la primera vez que me dijo «te amo».

El resto del día transcurrió con normalidad, papá nos sirvió comida como si estuviéramos en un restaurante de alto prestigio; caviar, comimos caviar, que estaba suavemente colocado sobre blinis, que son mini tortitas rusas hechas de trigo sarraceno. Me había olvidado de que, en esa casa, siempre se comía elegante o fino. Louis Gerald nunca había comido caviar y yo no recordaba cuándo había sido la última vez que comí caviar. Con él solo comíamos comida chatarra o algún platillo muy casero tradicional. Los últimos días, antes de ir a casa de mamá y papá, nuestra dieta era a base de pizza, hamburguesas, hotdogs y muchas frituras, además de que casi no bebíamos agua pura porque nuestra dieta estaba compuesta con base en bebidas gaseosas o con azúcar. Sin embargo, parecía que la grasa no nos afectaba directamente ya que seguíamos manteniendo la misma figura y no engordamos o subimos de peso; así era nuestra vida.

La conversación se volvió bastante incómoda cuando papá quiso preguntarnos acerca de nuestra vida sexual: nuestro rol sexual, cada cuánto tiempo teníamos relaciones sexuales y si, para empezar, ya lo habíamos hecho (y sí, las sospechas eran ciertas, lo hicimos desde que nos reencontramos en París). Ni Gerald ni yo respondimos alguna de sus preguntas, eran bastante personales y a él ni siquiera debió haberle importado. Mamá tampoco se quedaba atrás e igual quería saber todo acerca de nuestra vida sexual. Hasta empezó a comparar la vida sexual que llevé con Jessie. ¿A ellos qué les importaba? No les importó en absoluto si mi novio ya estaba bastante incómodo ni que se atragantara cuando hicieron las preguntas.

Recibí un mensaje de parte de mi novio que me decía que se estaba sintiendo realmente incómodo, que no quería ser descortés, pero si no calmaba a los seres que me dieron la vida, iba a tener que optar por retirarse de esa mansión e irse a casa de sus padres. Fantástico, mamá y papá estaban arruinando una de las mejores relaciones que alguna vez había tenido en mi vida. ¿Todo por qué? Por la ideología de ambas partes, les costaba creer que, después de todo, a su querido hijo también le gustaban los hombres. Así como a Cindy, también me gustaban los hombres. Pero, ¿realmente me gustaban o solo era Louis Gerald quien de verdad me traía vuelto loco?

Tuve que pedirles, por favor, que se detuvieran. Era bastante incómodo para todas las partes involucradas, ya que ellos no querían escucharlo y nosotros tampoco queríamos contarlo. Pero estaba claro que nunca les importó en lo más mínimo, porque así eran ellos: solo pensaban en sí mismos en todo momento. A Cindy y a mí siempre nos dejaron de lado y hacían lo que quisieran con ella y conmigo. Tal vez nunca quise estudiar en Apple White, y Cindy tampoco; pero su ambición nos llevó a estudiar allí porque era el colegio más costoso del país. Aunque, insisto, ¿por qué no nos mandaron a estudiar al Colegio Red Moon?  Era igual, o hasta más, importante que Apple White. Además, querían que yo completara mis estudios en ese colegio porque ahí estaba mi novia y ellos la consideraban mi «futura esposa».

Una vez que ambos se callaron, la conversación dio un giro inesperado de 180°, también conocido como un "plot twist". Empezaron a hacer preguntas sobre nuestro futuro, no solo en cuanto a nuestra relación, sino también sobre lo que se suponía que Louis Gerald haría con su vida una vez que yo despertara del coma. Él confesó que aún tenía planes relacionados con la música y la actuación, y que nunca había renunciado a su sueño de ser actor. Además, reveló que interpretó a Peter Pan cuando estudiamos en Apple White. Me enteré de la obra porque Jessie Jones dio vida a Tinker Bell, aunque no pude asistir debido a mis prácticas con el equipo de fútbol, pero me hubiera gustado tanto haber asistido por Jessie.

Pasadas unas horas desde mi llegada, comenzó a llover, y con la lluvia, llegó mi hermana mayor, Cindy Vallaj. En el instante en que llegó, acompañada por el pequeño Mike, me pregunté por qué ella tenía registrada su huella digital en la entrada y yo no. Fue entonces cuando me di cuenta de que era la favorita de la familia, pero eso no me importó. Corrí hacia ella y la abracé con todas mis fuerzas, expresándole cuánto la había extrañado. Ella me apretó aún más fuerte y susurró que el sentimiento era mutuo. Después de unos minutos, se liberó de mi abrazo para no parecer grosera y saludó al resto de la familia. Primero abrazó a mamá, luego a papá y al final a Louis Gerald, quien ya era parte de nuestra familia.

Mamá mencionó que era lindo ver a toda la familia Vallaj reunida, así que eso merecía una foto familiar, según sus palabras, porque había llegado la hora de cambiar la foto de las postales navideñas. La foto actual era la misma, solo con un poco de Photoshop. Louis Gerald se ofreció a tomar la foto de mamá, papá, Cindy, Mike y yo, pero no se lo permití, hubiera sido muy cruel, porque él ya era parte de la familia. Así que le pedí a uno de los empleados domésticos que nos tomara una foto a toda la familia reunida. Nos juntamos en parejas (mamá y papá, Cindy con Mike, Louis Gerald conmigo) y luego nos juntamos todos juntos. Tomé a Louis Gerald por la cintura y lo atraje hacia mí, quedando frente a frente. Mientras tanto, con mi mano derecha, le pedí que no cerrara los ojos, toqué suavemente el lado izquierdo de su cara. No nos dimos cuenta de que el empleado ya había tomado la foto.

La foto familiar para las postales de Navidad fue tomada con Mike encima de los hombros de papá, mamá abrazando a Cindy, ambas sonriendo, y yo sosteniendo la cara de Louis con mi mano derecha, mientras nos mirábamos el uno al otro. ¿Por qué hice eso? Sencillo, quería usar esa foto como fondo de pantalla en mi teléfono celular, pero nadie había tenido la amabilidad de tomarnos una foto similar. Salvo la foto que teníamos en México (pero esa fue más bien una recreación de una fotografía). Entonces, vi la oportunidad y la aproveché. A Louis le gustó mucho cómo salió la foto, al menos eso pensó, porque no pudimos verla de inmediato. Tuvimos que esperar unos minutos después de que el empleado dejara de tomarnos fotos para elegir cuál sería la elegida para las postales navideñas.

Tomé mi posición al decirle a mamá que, al menos para mí, la primera foto era la elegida para las postales navideñas. Esa foto simplemente era perfecta en todo su esplendor. Mamá, papá, Cindy y Mike sonriendo, yo mirando al chico que me ha salvado mi vida, Louis Gerald, con una mirada incrédula. Esa foto mostraba lo felices que éramos todas las personas reunidas en ella. Y esa fue la razón por la que la elegí como la seleccionada para las postales navideñas de ese año. Cindy también estuvo de acuerdo conmigo al elegir esa foto como la principal, pero mamá y papá no estaban del todo convencidos. Mamá quería la foto en la que todos sonreíamos mientras nos dábamos un abrazo muy fuerte que demostraba nuestro amor entre nosotros.

Al final, ganó la foto en la que todos sonreíamos mientras nos abrazábamos con fuerza, ya que, según mamá, así le estábamos dando la bienvenida a la familia Vallaj a  Louis Gerald Train. Fue un bonito gesto por su parte, debo admitirlo, aunque de todas formas le pedí que me permitiera quedarme con la foto que yo quería, para tenerla como un tesoro personal. No quería correr el riesgo de perderlo (otra vez) y no tener una foto que me recordara a él y a toda la historia que compartíamos. Pero ¿cómo ocurrió todo? ¿Cómo me enamoré de él?

Todo ocurrió cuando me separé de Jessica Jones, madre mía. Honestamente, fui yo quien decidió romper la relación tan prestigiada y envidiada por todos en Apple White, y fue porque ya no sentía nada por ella. Todo nuestro dulce amor se desvaneció rápidamente cuando comencé a fijarme más en los chicos de la escuela que en las chicas. Me encantaba ser tan cotizado, porque todo el mundo me deseaba, pero mi corazón le pertenecía a una persona: Jessica Jones. Vi a Louis Gerald dudando sobre si era o no gay, lo abracé cuando Lemus lo humilló a través de Instagram y, cuando él se preocupó más por Jessie que yo; lo cual estuvo nefasto, ese mismo día, supe que no lo quería solo como mi amigo.

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