Capitulo 38

Pues aquí nosencontramos todos de nuevo, tanto aquellos que me leen porfanfiction, como por Wattpad. En ambas cuentas, la historia a tenidoun buen recibimiento y, como escritora de la misma, no sabéis lo queeso me ha emocionado, por lo que os quería agradecer a los lectoresde ambas paginas vuestro apoyo y que sigáis ahí, capitulo trascapitulo, esperando por saber como va a ser el final de estahistoria.


Pero como ya os dijeque en este capitulo sería el capi el que usaría el aceite conTony, seguramente estas palabras no os interesen en este momento ysolo queráis poneros con la historia pasar saber que es lo que Stevetiene pensando hacerle a Tony. Normal, a mi me pasaría lo mismo, asíque dejo de daros el coñazo y hablamos luego. Disfrutadlo.


CAPITULO 38


.................


Pero, a pesar de que había dado su consentimiento tácito para queSteve pudiera hacer lo que quisiera llegados a aquel punto, no semovió después de decir esas palabras. Aún con el rostro escondidoen el cuello de Steve, no se movió ni un milímetro y continuóaferrado a él, disfrutando de la tranquilidad que quedaba tras susencuentros.


Tuvo que ser el propio Rogers el que saliera de debajo del cuerpo deTony.


Este hizo la intención de volverse boca arriba cuando Steve sealejó, pero una mano sobre sus omoplatos lo mantuvo inmóvil comoestaba sobre la cama.


-No te muevas- le pidió el capi.-Quedate en esa postura.


-¿Quieres ponerme el aceite así?- preguntó Tony.-Si lo que quiereses hacerme un masaje en la espalda, por mí bine. No seré yo el queponga pegas a eso.


Y, con esas palabras, colocó los brazos bajo su cabeza y se acomodósobre la cama, con las piernas semiabiertas y dejando una buena vistaal bueno del capitán Rogers.


Por unos instantes, este solo pudo observarlo, embobado, disfrutandode la libertad de contemplarlo a placer. Pero, poco después, serecordó que no solo podía observarlo, si no que se le habíaconcedido el derecho de tocarlo y hacer con él lo que quisiera y nopensaba desaprovechar aquella oportunidad.


Tomando la botella que había quedado olvidada sobre la mesilla, secolocó entre las piernas de Tony, de rodillas, contemplando todaaquella extensión de piel y la buena visión que tenía de sutrasero. Hecho que Tony, en su tranquilo descanso parecía haberpasado por alto.


Sin embargo, en vez de aplicarse el aceite sobre las manos como habíahecho este, Steve inclinó la botella y dejó que las gotas delambarino aceite cayeran lentamente sobre aquella espalda, viendo comoTony siseaba y se retorció un poco cuando el líquido cayó sobreél.


-¡Eh!- le dijo.-Ten cuidado con eso. Está frío.


-Creí entender que ahora era mi turno y que podía hacer lo quequisiera.


Lo dijo con un tono inocente, como si no hubiera hecho aquelloadrede.


-Qué poco amable- murmuró Stark, haciendo un puchero.-Encima que yohe procurado calentarlo con mis manos, tú eres tan poco delicadoconmigo.


-Deja de quejarte. Pronto se pondrá caliente.


-¿De qué estamos hablando exactamente?


-De todo un poco- le respondió Steve tras unos instantes dereflexión.


-Te he convertido en un hombre pervertido, capi- ronroneó Tony,pareciendo satisfecho con ello.


Pero, a pesar de que sus palabras arrancaron una risa breve en Steve,este se concentró en lo que iba a hacer y, como antes había hechoTony con él, comenzó a extender el aceite por su piel, tras dejarla botella de nuevo sobre la mesilla.


De una manera mágica, con una simple pasada de su mano, la piel deTony se volvía brillante y comestible, obligándose a sí mismo acontenerse un poco antes de inclinarse sobre él y morderle comoestaba deseando hacer.


Extendió el aceite por todas partes con bastante mimo, disfrutandode los suspiros de placer que arrancaba a Tony de vez en cuando.Incluso metió sus manos bajo el cuerpo de este para jugar un pococon sus pezones como este había hecho previamente con él,disfrutando al ver como el mayor apretaba su rostro contra losbrazos.


Quería esconder su expresión de él y eso solo significaba que legustaba lo que le estaba haciendo.


Continuó con el masaje, alegrándose la vista con la visión de sucuerpo, pasándose la lengua por los labios, sabiendo que después demasajear su espalda, sus manos bajarían y tocarían cada porción deél. Ya solo la mera idea estaba haciendo que la boca se le quedaraseca.


Cuando ya estaba descendiendo sus manos hacía sus glúteos, oyendocomo Tony trataba de contener unos gemidos contra sus brazos, alguientrató de abrir la puerta de su dormitorio. Y, tras no lograrlo, tocóa la puerta.


-¡¿Quién es?!- exclamó el capitán, irritado por la interrupciónen un momento como aquel.


Tony, en parte relajado y excitado por el masaje, solo volvió lacabeza hacía la puerta, sin demasiado interés en quién fuera.


-Parece enfadado, capitán- comentó Natasha al otro lado de lapuerta.-Encima que los he traído a todos al complejo para celebrarvuestro compromiso.


-¿Todos?- murmuró Steve, temiendo lo que eso podía significar.


-Sí. ¿Qué entiende usted por todos?- siguió diciendo Romanoff,como si no pareciera importarle hablar a través de una puertacerrada.-Este es un momento histórico. Dos de los superhéroes másimportantes van a salir del armario y decirles al mundo entero quevan a casarse.


-Viuda, nos estás estropeando un buen momento- le soltó Tony.


-¡Oh! ¡Vaya! ¿Os he pillado haciéndolo?- preguntó esta, nopareciendo para nada arrepentida de su interrupción.


Hasta casi parecía como si lo estuviera disfrutando.


-Steve me está dando un masaje- le soltó Tony de nuevo.


-¿Solo eso?-. Pareció decepcionada.-Si es así, dejadlo para otromomento y salid ya. Están todos esperando en el salón para daros suenhorabuena.


-Ahora mismo salimos- aseguró Tony.


Y, con eso, Viuda pareció retirarse, satisfecha.


-¿Qué?- se quejó Steve.-Yo todavía no había terminado.


-He dicho que ahora salimos, pero no le he indicado en cuantosminutos será eso.


-Da igual. Si no salimos en un rato, alguien volverá a venir abuscarnos- se lamentó Steve, con las manos apoyadas en las caderasde Tony, a punto de llegar a su destino.


-Si vuelven a venir, colocaré unos proyectiles sobre el marco de lapuerta para que disparen a quién se atreva a volver a llamar a lapuerta. Pero, ahora mismo, sigue.


Esas palabras hicieron que Steve bajara la vista hacía el rostro deTony.


Este estaba ligeramente sonrojado y, a pesar de parecer relajado, enrealidad parecía estar expectante, deseando que aquel masajecontinuara y llegara hasta el final.


Con una ligera sonrisa de satisfacción, Steve se dijo que teníarazón. Tenían que seguir. Incluso aunque les interrumpieron, no sesentiría satisfecho hasta que él también llegara hasta el final.Y, desde luego, no podía salir de aquel cuarto en su estado actual.No si no quera asustar a alguien.


Si alguien se atrevía a volver a acercarse a aquella puerta despuésde haberlos llamado, seguramente siendo Romanoff de nuevo, solotendrían que ignorarla y punto.


Sí, eso sería lo que harían.


Retomando el masaje, descendió las manos por las caderas de Tonyhasta que finalmente tuvo las nalgas de este entre sus manos,masajeándolos a placer entre sus manos, oyendo como este volvía asuspirar con placer. Solo por oírle hacer aquellos sonidos, valíala pena que los volvieran a interrumpir.


Con esa idea en mente, se inclinó sobre la nuca de Tony, dejando uncamino de pequeños mordiscos en la delicada piel de esa área,disfrutando al notar como el todopoderoso. Ironman se echaba atemblar bajo él, tratando de contener la voz. Así que, solo paraaumentar la apuesta, como este mismo había hecho, empezó a lamerlotambién. Los gemidos de Tony aumentaron de volumen sin que estepudiera controlarlo y Steve empezó a descender.


Descendió por aquella espalda, alagando interiormente a quiénhubiera sido el genio que hubiera creando los aceites comestibles.Notaba como el cuerpo de Tony se estremecía ante cada nueva pasadade su lengua, pensando de manera vaga si él había reaccionado igualcuando se lo había hecho.


Pero dejó esas ideas de lado. Sobretodo cuando sus labios llegaron ala parte baja de la espalda de Tony, oyendo como este parecía quererretener el aliento cuando llego a aquella parte. Solo por el meroplacer de hacerlo, mordió una de aquellas nalgas, oyendo como Tonysoltaba un gemido lastimero. Pero si fue realmente porque le dolió oporque no se lo había esperado, no habría sabido decirlo.


Aún mordisqueando y lamiendo, se encontró en aquella parte de élpara prepararlo, notando como Stark era incapaz de dejar de temblarmientras lo atendía.


-No.....no hagas eso- le pidió Tony, tratando de apartarlo cuandoconsiguió sacar un poco de fuerza.-Usa el aceite si quieres. Pero notienes que usar la lengua.


Steve alzó la vista, recordando la botella. Y, tomando esta, vertióde lo que quedaba de la botella sobre el trasero de Tony y siguiólamiendo, preparándolo, notando como este ya no era incapaz dehablar.


Cuando dió por sentado que estaba preparado para él, asegurándoseque sus dedos habían hecho el trabajo adecuado sobre Tony, rectópor su cuerpo apoyándose en sus brazo, separándole las piernas aúnmás con las rodillas para poder colocarse cómodamente contra sucuerpo.


Una vez que estuvo posicionado en su entrada, con este aferrado entresus brazos, aún tratando de retomar el aliento, Steve se hundió enél, dejando escapar un profundo gemido junto al oído de Tony, quesolo sirvió para que este se calentara aún más y se aferrara conmás fuerzas a las sábanas que tenía bajo él.


Debería estar ya acostumbrado a esa sensación. El cuerpo de Stevetomando el suyo. Pero daba igual cuantas veces lo hicieran. Dabaigual quién estuviera tomando a quién. Sin importar quién era elactivo y quién el pasivo, la sensación era arrolladora. Abrasaba supiel y espesaba su sangre. Su mente, una de las más brillantes delmundo, se convertía en una materia gris inservible y solo podíajadear y gemir contra Steve ya fuera dentro de él o debido a suscaricias.


Cuando este se retiró y volvió a hundirse en él, susurró sunombre junto a su oído.


-Tony.


El jadeo casi parecía una especie de rezo. Y, como si tuviera algúnpoder mágico, hacía que su columna se transformara en gelatina y uncosquilleo entre sus muslos le avisaba que, de seguir así acabaríaantes de que Steve empezara de verdad.


-Tony- volvió a murmurar Steve junto a su oído.


Era como una especie de plegaría, como si quisiera asegurarse de queestaba allí con él, que estaba asintiendo lo mismo, que lasensación estaba calcinando su interior de la misma placenteramanera que a él. No soportaría saber que él había alcanzado aquellugar que sol parecía poder acariciar con la punta de los dedos yTony no.


Este se encogió más sobre sí mismo, atrapado entre los brazos deSteve. Aunque hubiera querido apartarse, alejarse de aquellacondenada boca que gemía su nombre una y otra vez, no podía. Stevelo tenía bien aferrado contra él, de tal manera que le impedíamoverse por completo. Era una muñeca en sus brazos, solo capaz desentir el placer que despertaba en él, en el que lo dejaba sumido.


Y, aún así, llegados al punto de no retorno, ni siquiera eso leimportó.


Se perdió tonto en su voz teñida por el deseo, en la forma quetenía de moverse contra su cuerpo encontrando su propio punto deplacer, que poco le importaba ya no poder moverse.


Lo único que sí le molestaba era no llegar a sus labios. Queríabesarle, ver su cara cuando su final lo arrastrara.


Steve contuvo el aliento un instante y se quedó inmóvil contra él,a pesar de que todo su cuerpo estaba temblando, con lo que Tony supoque este había estado a punto de dejarse ir y se había detenidopara contenerlo. No había querido que aquello acabara aún.


-Steve- lo llamó Tony, tratando de girarse un poco entra sus brazos.


Este le permitió moverse, apoyando el peso de su cuerpo sobre suscodos. Y, cuando pensó que Tony se estaba volviendo hacía él paradecirle algo, este aferró su rostro con una mano y le hizoinclinarse de nuevo sobre él, besándolo.


Aquello fue demasiado para el bueno de Rogers en aquellos momentos.


Aferrándose de nuevo a Tony con todas las fuerzas a las que pudorecurrir en aquellos momentos, se meció contra él, viendo comoninguno podía silenciar los gemidos que escapaban de sus gargantasmientras la fuerza del momento, la pasión que parecía acariciarlespor debajo de su propia piel, les arrasaba a ambos.


Más fuerte que la vez anterior, ambos tardaron varios minutos comopara que sus respiraciones volvieron a normalizarse y Steve, sabiendoque era demasiado para Tony, se hizo a un lado para que este notuviera que soportar por más tiempo su peso. Del modo en el que lohabía abrazado mientras lo hacían, lo que le extrañaba era queeste no hubiera acabado hundido en el colchón.


-Creo.....que ahora deberíamos salir- comentó Rogers, contemplandoel techo de su cuarto, con cero ganas de abandonar aquella cama ni alcuerpo que descansaba a su lado.


-Lo que....me extraña es que....Romanoff no haya vuelto aun- murmuróTony, aún tratando de recuperarse del momento.


En aquellos instantes, Steve parecía capaz de ponerse en pie ycorrer unos kilometros alrededor del complejo si hiciera falta. Pero,¿él? En aquellos momentos dudaba de poder mantenerse en pie si selevantaba de la cama.


-¿Se habrá dado por vencida?- le preguntó Rogers, volviendo lacabeza hacía él.


-Lo dudo. El día en que Viuda dejé de molestarnos por su propio yextraño placer personal será cuando su andador de anciana nosostenga sus viejos huesos.¿Por qué no te adelantas tú y latranquilizas?


-¿Y tú?- le preguntó este.


-Bueno....yo creo que.....necesito unos minutos.


Aquellas palabras hicieron que apareciera una sonrisa de satisfacciónen el rostro de Steve.


-¿A qué viene esa sonrisa?- le preguntó Tony, frunciendo el ceñocon disgusto.


-Pues.....es que me he tomado eso como un alago.


-¿Qué me hayas dejado sin la posibilidad de caminar en este momentote parece un alago?


-¿A tí no te lo parecería?


Tony no podía decir rotundamente que no, así que solo volvió lacabeza hacía el otro lado.


-Ve con los demás antes de que esa pesada venga otra vez.


-Pero....tú vendrás enseguida, ¿verdad? Recuerda que nos hemoscomprometido los dos. No solo yo. Y los chicos querrán felicitarnosa ambos.


-Que sí. Ya te he dicho que iré. Cuando consiga levantarme de lacama.


-Está bien- aceptó Steve, besando la nuca de Tony, ya que esteseguía mirando hacía otro lado, y el propio anillo de compromisoque le había puesto, sonriendo al verlo luciendo en su dedo,poniéndose en pie en la cama con una facilidad pasmosa.


Era como si lo que acababa de pasar en aquel cuarto no hubiera idocon él.


Aún ligeramente irritado con eso, Tony no pudo contenerse a miraraquel cuerpo que caminaba alrededor de la cama, buscando su ropa yvistiéndose a medias.


Se colocó su ropa interior y los pantalones así como también lacamisa. Pero dejó en el suelo la chaqueta y la corbata, ya que, alparecer, no pensaba volver a ponerse ninguna de las dos cosas enaquella noche.


-No tardes en unirte a nosotros- le pidió Steve, pensándoselo mejory cogiendo la chaqueta del suelo.


Tony ya se había quejado en ocasiones anteriores que no eran lobastante ordenados, a pesar de que Steve había pasado una temporadaen el ejercito y eso le habría tenido que enseñar algo de orden.Así que, cogiendo la chaqueta, la sacudió un momento en el aireantes de dejarla colgando en una silla.


-Ya te he dicho que iré. Deja de insistir. Solo necesito un momento.Nada más. Pero.....si oís un golpe proveniente de esta dirección,ven enseguida. Seguramente seré yo, cuando intente levantarme de lacama y me fallen las piernas.


-Mira que llegas a ser exagerado- comentó Steve, sonriendo, abriendola puerta para salir del cuarto.


Sin embargo, no pudo hacerlo. El cuerpo inmóvil que había en elpasillo se lo impedía.


Tras la pequeña impresión de encontrársela allí de golpe, observócomo Wanda aparecía con el puño en alto, como si hubiera estado apunto de llamar a la puerta en cualquier momento y algo se lo hubieraimpedido.


Por el sonrojo de su rostro, la forma en la que se mordía el labioinferior y viendo que esta era incapaz de mirarle a los ojos, Stevepodría imaginar lo que habría oído.


-¿Des....desde cuando estás ahí?- preguntó, bajando el tono devoz mientras cerraba la puerta a su espalda.


Lo que menos necesitaba Tony en aquellos momentos era saber que lapequeña de los Vengadores les había oído y se había quedadoparalizada ante su puerta, incapaz de llamar.


-Cre....creo que desde que empezó a.....decir el nombre de.....elseñor Stark- admitió Wanda, haciendo que Steve viera como el rostrode esta se sonrojaba aún más al recordarlo.


-Bueno....no hablaremos de eso con los demás. No es un detalle quenecesiten saber- comentó Rogers, carraspeando, incomodo, tratando deque su propia voz no le traicionara por la vergüenza.


Wanda se apresuró a asentir, aunque, desde luego, fue incapaz demirarlo.


-Venga. Será mejor que vayamos con los otros- le indicó Steve,haciendo que esta se diera media vuelta y empezaran a alejarse deallí, echando un ultimo vistazo a aquella puerta cerrada.


Lo que Steve debería saber era que, si Wanda los había oído desdefuera y, después de haber tenido la conversación con Romanoff conla puerta cerrada, era que desde dentro también se oíaperfectamente lo que se hablaba fuera y Tony, sintiendo como unaintensa vergüenza le atacaba en aquellos momentos, escondiendo elrostro en una almohada, se dijo que tendría que hacer como si nohubiera oído aquella conversación y actuar con Wanda como siempre,a pesar de que esta los había oído en mitad de un momento intimo.


Estaba decidido.


Pensaba insonorizar su dichosa habitación.


Con tanta gente pululando por el complejo, era la única solución.


Findel capitulo 38


Pobrecitos.Después de lo que había disfrutado de sus momentos juntos, tanto elde TonyxSteve como el de StevexTony, se encuentran que la pobre Wandalo ha escuchado todo, sin atreverse a llamar a la puerta.Encontrándoselos en un momento como ese, a ver quién sería elguapo que se atrevería a interrumpirlos.


Amí me pasa eso y yo soy Tony y no vuelvo a salir de mi cuarto. Wandaes discreta, así que si dice que no va a decir nada, no lo va ahacer. Pero, aún así......Si hubiera llegado a ser Romanoff, me laveo corriendo por los pasillos, diciéndoles a todos que lo estabanhaciendo. La veo con esa graciosa maldad. De verdad que pienso quedisfruta de lo lindo atormentando a Tony. Tienen una especie deguerrilla animada entre ambos que parecen disfrutar o, como mínimo,que les hace gracia.


Pero.....enfin. Espero que os haya gustado estos dos nuevos capítulos Stony queos he podido dedicar. De verdad que lamento muchísimo el hecho que,debido al argumento, no haya podido daros los que me hubierangustado. Así que, en cierta manera, me alegra que, ahora, sinEzekiel o las Dalias para torturar a nuestros superhéroes, podréhacer un poco más de esto.


Como ahora mismo no se me ocurre qué más deciros, solo os dejaréaquí en este momento. Como, siempre, manteneos sanos (yo me heresfriado. Sí, impresionante. Me he resfriado en verano. Telamarinera) y nos seguimos leyendo. Besos.

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