Capitulo 21
Buenas a todos de nuevocon este capitulo 21. Confesaré que tuve unos días que no sabíacomo continuar después de ver como había dejado las cosas. Empecéel capitulo pero no tenía nada que escribir, no sabía qué contarni como. Se ve que reflejar el dolor de Tony me afectó de algunamanera o que llevar 21 episodios escribiendo me está pasando facturay mi cabeza dice que necesita descanso, así que estoy escribiendouna novela romántica contemporánea al mismo tiempo (¿o ahora sellama new adult? ¿cuantos años tenían que tener los protas de esegénero? Madre mía, ahora hay mil categorías cuando antes solo era''Romántica'')
En fin, con esto deestar escribiendo dos historias diferentes al mismo tiempo parece quemi mente ha vuelto a activarse de nuevo y se me van ocurriendo cosas.Y, por cierto, os recomiendo la peli de Chris Evans ''Dime concuantos''. Nos muestra cuerpazo, su magnifica actuación, te ríesy hay romance. ¿Qué más se le puede pedir? A mi me encantó y estáen favoritos de cabeza.
Ahora, os dejo con lahistoria, que me he explayado mucho al principio. Bye.
CAPITULO 21
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Volver a casa después de semejante ataque no ayudó a Tony atranquilizarse. Sobretodo recordando que le había prometido alpúblico que Ezekiel no sería una amenaza; que ellos, los buenos,tenían los medios necesarios para dar con este y alejar a la gentedel peligro que representaba. Lo había dicho en la rueda de prensaque habia hecho llamar cuando la doctora Cho lo había puesto denuevo en funcionamiento, cuando las Dalias Negras habían tratado devolarle la cabeza y casi lograron partir a Falcon contra un árbol.
Y, ¿de qué habían servido sus palabras? ¡De nada!¡Vacíaspor completo! Porque Zeke había vuelto a atacar y había estado apunto de matar a cinco personas inocentes sin que él pudiera haceralgo para evitarlo.
Quiso golpear la mesa de su escritorio para dejar salir parte dela frustración que aún seguía removiéndolo por dentro, haciendohervir su sangre, pero algo sobre esta le llamó la atención ydetuvo su mano.
Prestando atención, se dio cuenta de que se trataban dehormigas. Había hormigas sobre su mesa.
No era que el lugar estuviera a prueba de insectos, teniendo encuenta que se encontraban en mitad de la naturaleza, a las afueras deNueva York, pero no era algo común. Tenían sus modos para no tenerplagas allí dentro. Por algo el lugar estaba siendo financiado consu dinero.
Y, de pronto, recordó a uno de los compañeros más recientes delcapi; Antman. A pesar de que se había hecho el loco con Scott Langcuando se habían encontrado en la cárcel flotante, sabía de quiénse trataba. Ya tenía todo un expediente con todos los datos de esteen su base.
Aquello no podia ser casualidad.
Le pareció ver algo sobre la espalda de estas, pero no podíasaber qué era a simple vista, así que las llevó a su taller,colocándolas a todas en una pequeña cajita, no dándoles laoportunidad de huir de él, poniéndolas pocos segundos más tardebajo una lupa y comprobando que llevaban algún tipo de localizadorsobre sus pequeñas espaldas.
Supo en seguida que aquello era cosa del capi.
¿Quién otro iba a mostrar semejante interés por su seguridad,arriesgándose a que pudieran dar con las hormigas?
Menos mal que Rhodes no se encontraba en el complejo en aquellosmomentos. Aquella misma mañana, antes de que las noticias informarandel ataque de Ezekiel, este había salido hacia la base, ya quequería dejar claro, en persona, que se encontraba en perfectascondiciones para volver al trabajo, encontrándose con su nota cuandovolvió al complejo. Había salido con tanta prisa del lugar hacíala industria Stark en llamas que ni siquiera había reparado en elpapel.
-Pero, ¿a quién queréis localizar? Ya sabéis donde estoy- lemurmuró a las hormigas, que solo caminaban arriba y abajo por sumesa, como si no se hubieran esperado a que este fuera adescubrirlas.
Por supuesto, las hormigas no podían contestarle, pero, allí, en lasoledad del complejo, con un silencio sepulcral envolviendo el lugar,después de lo que había pasado, de lo que había vivido, no podíaestar solo. No se sentía con las fuerzas necesarias para ello.
Cogió el teléfono que Steve le había dado, necesitando hablar conalguien que lo entendiera, con alguien quien podría darle elconsuelo que necesitaba en aquellos momentos. Y esa persona solopodía ser Steve.
Este no tardó ni dos tonos en cogerlo.
-Tony, ¿estás bien?- le preguntó el capi en cuanto tomó lallamada.
Stark sonrió en el acto al notar su preocupación. Era una sensaciónagradable, como una llama que se encendía en su pecho y calentaba elfrío glacial que había estado sintiendo hasta aquellos instantes,congelando su interior, logrando que pudiera volver a respirar connormalidad.
-Sí, capi. Yo estoy bien. Pero me estaba preguntando qué hacíanunas hormigas con localizadores encima de la mesa de mi despacho.
-Scott las ha mandado para que vayan contigo, por si Stane seacercaba de nuevo a tí. Queremos que las hormigas se aferren a él ynos digan donde se encuentra escondido.
-Vaya. No es un mal plan- comentó, sentándose en la silla delcuarto, aún mirando a las hormigas que correteaban sobre la mesa, alas cuales ya había dejado salir de la caja, alzando sus cabezashacía él de vez en cuando.
Después de eso, se hizo un silencio donde Tony no supo qué decir,pero tampoco quería colgar. Quería seguir hablando con él, inclusosolo escuchando su respiración al otro lado de la linea. Solo coneso, se sentía más tranquilo, como si pudiera relajarse, volver aser él mismo.
-Tony- murmuró Steve.-¿De verdad que estás bien?
-Te necesito- le susurró él a su vez, después de reflexionar sidebía decírselo o no.
Y no fue como la vez anterior. No lo decía cargado de pasión, si nocomo una mera necesidad, el anhelo de tenerlo cerca, de poderabrazarlo y refugiarse entre sus brazos, llegando a creer que elresto del mundo iba bien permaneciendo contra él.
Steve pareció quedarse en silencio un momento, como si no se hubieraesperado que este le dijera esas palabras, haciendo que Tony sesintiera un poco hundido ante su silencio. A lo mejor no era el mejormomento para ello, a lo mejor Steve y los demás estaban ocupadosbuscando a Stane por todas partes y él solo quería cumplir uno desus deseos egoístas. Era a lo que estaba acostumbrado desde siempre.Tener lo que quería a cada momento.
-¿Aún está transitable la entrada de emergencia al complejo?- lepreguntó este.
En realidad, a parte de ellos dos y el propio Visión, nadie sabíade aquella entrada. Tony había querido que se mantuviera en secreto.Nunca se sabía cuando el mal podía hacer de las suyas ni en quienesconfiar llegado el momento.
-La abriré para que no tengas problemas para entrar- le contestóStark en el acto.
-De acuerdo. Voy para allá.
Tony no pudo evitar que una pequeña sonrisa se abriera paso en surostro, pero observó como las hormigas que habían sobre su mesavolvieron la cabeza hacía él.
-¿Qué?-les espetó a estas, sintiéndose un tanto avergonzadomientras ellas seguían mirándole.-Oh. ¡Dejadme en paz!- les dijo,caminando fuera del cuarto y dirigiéndose al sótano del complejo,buscando la puerta de la entrada secreta.
Lo malo de esta era que, desde fuera, era bastante difícil deencontrar. Incluso para él, quién había colocado allí la puerta,podía olvidar con facilidad donde esta se encontraba si permanecíamucho tiempo sin utilizarla. Sobretodo porque no podía dejar ningunaclase de marca distintiva para localizarla.
Había inventado un sistema de pasos desde la puerta que había queseguir para localizarla, así que, volviendo a la entrada del sótano,cerró los ojos para concentrarse y dió los pasos adecuados; 12 alfrente, 3 a la izquierda, 5 más al frente, 1 a la derecha, dos alfrente y 3 más a la izquierda, abriendo los ojos cuando terminó,contemplando la pared que tenía ante sí, idéntica a todas lasparedes que le rodeaban allí abajo.
El truco estaba en presionar en el lugar correcto, por eso eraimportante recordar bien los pasos. Si no activaba el controlcorrecto, podría activar las medidas de seguridad de aquella entraday Steve podría verse esquivando proyectiles o enfrentarse alanzallamas antes de darse cuenta de lo que estaba pasando. Y, unavez activado, el sistema no se apagaba hasta que no quedaba rastro devida en el túnel.
Ahora que lo pensaba bien, a lo mejor hubiera sido preferibleinstalarle un sistema de abortaje, para poder detenerlo si loactivaba por error.
Abriendo la puerta, que se deslizó hacía su derecha sin hacer elmenor ruido, observó la escalera de mano que descendía en laoscuridad, hasta la profundidad del túnel. Había utilizado uno delos planos de su padre sobre túneles para esconder ''juguetes''demasiado peligrosos para hacer aquella ruta de escape y allípermaneció, esperando ver aparecer a Steve en cualquier momento.
Ahora que sabía que este venía, sentía que le faltaba el aliento,como si los sentimientos que había tenido antes de llamarle seagravaran aún más, necesitándolo allí ya sí o sí. Necesitabaverle, contemplar la sonrisa tranquila de este, que le decía quetodo estaba bien, aquellos ojos azules como un cielo despejado. Ynecesitaba abrazarlo. Así, sin más. Necesitaba su contacto, sucalor. Que una voz, que sería la de Steve, le susurra al oído quehabía hecho las cosas bien, que Stane era el loco, que no habíahabido muertos, que no tenía más nombres que apuntar en su lista.
Se aferró al quicio de la entrada abierta hasta que los nudillos sele pusieron blancos, aún asomado al túnel que se hundía en laoscuridad, sabiendo que, aunque Steve estuviera abajo en aquellosmomentos, no podría verlo hasta que no empezara a subir lasescaleras hacía él.
Se llevó la mano libre al pecho, sintiendo como si su corazón sehubiera ido encogiendo de los nervios, notando que su pulso sedisparaba ante el menor ruido que procediera de allí abajo, sabiendode sobra que el lugar estaría plagado de insectos y otros pequeñosanimales que habrían conseguido colarse a aquel lugar oscuro yhúmedo, haciéndolo su hogar.
Sin embargo, cuando oyó unos pasos subiendo por la escalera,sabiendo que ningún animal que pudiera haber ahí abajo podríahacer ese ruido, se asomó aún más, viendo como la figura del capise iba definiendo conforme salia a la luz, observando sus cabellosrubios, esos sedosos cabellos donde tanto le encantaba hacerdesaparecer sus dedos, y el resto del cuerpo de este, que iba vestidocon una simple camiseta blanca, una chaqueta marrón y unos vaqueros.
Cuando Steve llegó a su altura, Tony le tendió la mano y este,alzando la vista hacía él, lo tomó por el antebrazo y se apoyó enél para terminar de subir, encontrándose con este entre sus brazoscuando consiguió salir del túnel y el pequeño Stark se aferró aél con fuerza, enterrando la cara en su pecho.
Rogers supo entonces que Tony no le había mentido cuando le habíadicho que le necesitaba. En verdad necesitaba a alguien allí con él,alguien con quién podría mostrarse vulnerable en momentos comoaquel, cuando había temido perder a más gente por su culpa, cuandoel peso sobre sus hombros se había incrementado por unos momentos,haciendo que el corazón de este se encogiera un poquito más por elmiedo.
En respuesta, Steve se aferró a él con un gran abrazo de oso,enterrando el rostro en aquellos cabellos oscuros, sintiendo su calorcontra él, sabiendo que se trataba de Tony y no de cualquier otrapersona. Lo tenía allí para él, con sus escudos bajados, dejándolever el Tony asustado y temeroso que había al otro lado, ese queescondía detrás de comentarios sarcásticos y burlas, de todaaquella excentricidad que solía rodearle.
Amó aquel Tony y, al mismo tiempo, deseaba protegerle de todo,decirle que nadie más tendría que sufrir, que todo saldría bien,que él se ocuparía de todo. Pero aquello sería mentira. No podíaprometer nada de eso. No cuando Ezekiel Stane y sus Dalias Negrassiguieran sueltos por el mundo, sin conocer sus planes, a parte delsimple hecho de saber que querían hacer daño a Tony.
Cuando notó como este temblaba contra su cuerpo, Steve bajó lacabeza, tratando de ver su rostro, realmente preocupándose por verleen aquel estado, pero Tony se encargó de que no pudiera mirarlo,escondiendo aún más el rostro en su pecho, aferrándose a suespalda hasta que tuvo la camiseta de este en dos montones en suspuños cerrados.
Todo lo que pudo hacer Steve por él fue besarle a un lado delrostro, necesitando demostrarle su cariño y consuelo de una maneramás directa, dejándole un beso tras otro allí donde podía,notando como Tony, poco a poco, iba volviendo la cabeza hacía él,buscando aquel contacto.
Era casi como un cachorrito, un cachorrito que se moría por un pocode cariño, refugiarse en alguien que supiera darle lo que quería yeso solo hacía que Steve tuviera aún más deseos de aferrarlofuertemente contra él y no soltarlo nunca, continuando con su caminode besos. Y, en cierta manera, sabía que era lo que Tony tambiénquería, ya que alzó el rostro hacía él y dejó ante él aquellosojazos color chocolate que tanto había llegado a amar, mirándolefijamente, diciéndole sin palabras que estaba esperando algo más.
Como si algo se hubiera desatado dentro de él ante aquella mirada,Steve pegó a Tony contra la pared del sótano, abalanzándose sobresus labios, mordiendo estos y disfrutando con los gruñidoslastimeros que hizo este cuando lo hizo, colocando una mano sobre sunuca, aferrándose a su cabello, mientras su otra mano oscilaba entresu espalda y su cintura, queriendo hacer la camisa negra de Tony a unlado.
Este quería que tomara el control en aquellos momentos, que asumierala voz cantante en aquella ocasión, que aliviara el dolor que habíaestado padeciendo para que, después, pudiera volver a colocar susdefensas en su sitio y ser el mismo Anthony Stark que todo el mundoconocía, sin saber jamás que había alguien vulnerable allídetrás. Y él estuvo encantado de tomar esa responsabilidad, queconfiara en él de esa manera.
Aún aferrado a su espalda, agarrando su camiseta, Tony se dejóbesar, notando la dureza de la pared a su espalda y el pecho bienmoldeado del capi contra su propio pecho por delante, elevando sucalor corporal, el fluir de su sangre dentro de sus venas, evaporandocualquier pensamiento que hubiera en su mente que no estuvieraenfocado en Steve o en lo que le estaba haciendo, el modo en el quemordisqueaba sus labios o se internaba en su boca, robándole elaliento.
Como un niño, gimió contra sus labios, sin importarle si parecíapoco masculino o no, necesitándole aquel día más que nunca,sabiéndose solos en aquel lugar desierto, mientras el capi tomabasus cabellos en una mano y le obligaba a mover la cabeza hacíaatrás, dejándole aún más acceso a sus propios labios,enterrándose en él, gruñendo en su interior, haciéndoleestremecerse ante su fuerza, esa que sabía que poseía y que, apesar de ello, siempre trataba de tener bajo control.
Sin embargo, en aquellos momentos, mientras temblaba contra la pared,era como si Steve le hubiera pasado algo al encontrarle de aquelmodo, como si él automáticamente reaccionara en consecuencia de suvulnerabilidad, acoplándose el uno al otro de manera casitelequinética, como si pudieran leer el uno en el otro lo quenecesitaban o como si sus cuerpos vibraran en sintonía.
Porque, en parte, era lo que Tony estaba sintiendo en aquellosinstantes. Era como si sus cuerpos vibraran mientras Steve tomaba suboca una y otra vez, acariciándole con su lengua hasta tal punto quesentía que, en cualquier momento, sus piernas le fallarían anteaquel torrente de pasión que se había desatado de pronto y caeríaal suelo sin fuerza alguna en su cuerpo.
Abrió sus ojos, contemplándole por un instante cuando notó como elcapi conseguía introducir una de sus manos bajo su camisa, mientrasla otra aún permanecía aferrada a su cabello, inmovilizándole. Veraquel rostro oscurecido por el deseo solo le hizo soltar un nuevogemido lastimero mientras la mano de Steve que estaba en su espaldale quemaba.
No era algo literal. Realmente sentía como si aquella enorme manoposeyera algún tipo de calor, dejando un rastro incendiario por supropia piel, arrasándolo, eliminando su vulnerabilidad, dejándolecompletamente en sus manos, haciendo que se estremeciera cuandosintió como aquella mano subía hasta sus omoplatos y luegodescendía hasta el borde de sus pantalones, exigiendo paso.
-Tony- jadeó Steve contra sus labios cuando ambos se separaron unmomento en busca de aire.
En realidad, Tony se habría ahogado sin darse cuenta si no hubierasido porque Rogers había apartado la cabeza, sintiendo como un nuevoestremecimiento lo recorría por entero al oír escuchar de loslabios del capi su nombre susurrado de aquella manera, como si fueratodo en lo que pudiera pensar, todo lo que pudiera desear.
Fue algo que lo emocionó, ya que él se sentía de igual manera enaquellos instantes.
Con las manos temblorosas, con ambos brazos de Steve a cada lado desu cabeza, tratando de poner algo de distancia antes de que todoaquello se les fuera de las manos, empezó a desbotonarse la camisanegra ante la vista de Rogers, sintiendo que, en aquellos momentos,hasta aquellos ojos azules quemaban mientras recorrían el camino queestaba dejando expuesto al hacer la camisa a un lado.
Steve, de manera consciente o inconsciente, se pasó la lengua porlos labios cuando lo vio hacer aquello. Y Tony, que lo contemplaba aél a su vez, sintió como su miembro saltó ante aquella imagen,sabiendo que su propio autocontrol pendía de un hilo muy fino.
-No hagas eso- le pidió.
-¿Qué no haga qué?- le preguntó Steve, inclinándose hacía él ybesandole un lado del cuello cuando Tony terminó de sacarse lacamisa.
-Pasarte la lengua por los labios de ese modo. No querrás ver lo queprovocas cuando haces eso.
Steve se volvió a mirarlo, nariz contra nariz, mezclando susalientos, y luego bajó la vista por el cuerpo de Tony, como siaquella mirada fuera una nueva caricia, hacía la bragueta de este,que se marcaba claramente por el contenido de sus pantalones.
-Tú hiciste algo conmigo en tu casa cuando eso pasó- comentóSteve.-Y me he informado sobre ese tema.
-¿Te has informado?- repitió Tony, dejando salir una sonrisillanerviosa a sus labios.
-Sí. Después de lo que habíamos hecho, quería saber qué era todolo que podíamos hacer juntos, si es que podíamos volver aencontrarnos.
-¿Seguro que Visión no es hijo nuestro?- comentó elmultimillonario.
Pero, o Steve no lo escuchó, o hizo como que no le había escuchado,ya que llevó sus manos hacía los pantalones de Tony, abriendo estosy haciendo que él soltara un siseo peligroso cuando notó las manosde Steve en aquella parte de su anatomía.
-¿Qué estás haciendo?
-Experimentando- le contestó Rogers, mirándole a los ojos momentosantes de agacharse ante él.
Tony ni siquiera pudo creerse que estuviera haciendo aquello deverdad. ¿Quién era aquel hombre y que había hecho con el SteveRogers que conocía?
Sin embargo, no pudo pensar mucho más cuando notó como Steve hacíasu ropa interior a un lado y notaba su aliento contra su miembro.Aquel simple acto ya estaba haciendo que Tony tuviera que apretar lamandíbula y apretar la cabeza contra la pared, sabiendo que, enaquellos momentos, apenas podría durar.
Y fue aún más grave cuando sintió la lengua de este recorriéndoleantes de introducirlo en su boca, haciéndole saltar y aferrarse a sucabello con las dos manos al mismo tiempo, dejando que los gemidosque Steve le estaba arrancando emergieran de sus labios sin quepudiera evitarlo. O siquiera deseara evitarlo.
Con el lugar completamente vacío, los gemidos hacían ecos en lasparedes y hacían que se escuchara a sí mismo, lo que solo hacíaque se elevara todo aún más. No podría durar. No así, no de esemodo, no con la boca de Steve trabajando sobre él, mientras notabaque sus manos iban hacía su trasero, apretando su carne y trabajandosobre él.
¡¿Cuando se había hecho un jodido experto en ese tema?! Tony habíatenido que pasar meses practicando para tener una relaciónsatisfactoria de ese tipo. Y, sin embargo, este era como si supieracuando tenía que tocar, en donde, durante cuanto tiempo, cuandopodía jugar con él o cuando bajar el ritmo para que aquello noacabara antes de tiempo.
¿Era seguro que el buen Capitán América no tenía experienciaprevia con hombres? Pues lo disimulaba muy mal.
Tony tuvo que morderse los labios cuando los dedos de Steve empezarona tantearle, notando una cierta presión que, cuando desaparecía,hacía que deseara sentirla de nuevo. El muy maldito estaba haciendoque el gran Tony Stark deseara que un hombre lo tomara allí, contrauna pared del sótano de su propio complejo, cuando prácticamente nohabía dejado a nadie tocar esa zona.
Gruñó cuando la boca de Steve lo llevó al limite, sintiendo quedos de los dedos de este se internaban dentro de él y tocaba algúnpunto bueno en su interior, no consiguiendo controlar su propiocuerpo por ningún medio posible, abandonándose en la boca de estecon un gemido lastimero que salió desde el fondo de su garganta,aferrándose con más fuerza a aquellos rubios mechones, contemplandocomo este parecía haberse sorprendido por lo que notó en su boca.Y, a pesar de ello, no se apartó de Tony, notando la lengua de Stevesobre incluso cuando había culminado.
Después, comenzó a ascender por él besando su cintura, su cadera,jugueteó con su ombligo con la lengua, besó los músculos no tanbien definidos de Tony y mordisqueó sus pezones antes de llegar a sucuello y mandíbula, haciendo que este le esperara con los labiosentreabiertos, deseando volver a sentir sus besos, perderse en elinterior de su boca, que sus lenguas volvieran a unirse.
Se aferró al rostro de Steve cuando pudo volver a tenerlo dondequería, notando como este lo mantenía preso contra la pared con lascaderas. Sentía el miembro de este contra su propia erección, queno había tardado en volver a crecer con aquel camino de besos quehabía dejado sobre su piel, y se hundió en su boca, tratando deaferrarlo más cerca, más adentro, que llegara hasta el mismo rincónde su alma.
Steve cogió una pierna de Tony, que acabó dándose cuenta en eseinstante que este le había quitado la ropa, y la colocó contra sucadera, necesitándolo aún más cerca tanto como él. Solo con elmovimiento de sus caderas contra él, como si lo estuviera haciendosin pensar, le indicaba que estaba más perdido que el mismo Tony enaquellos momentos.
Haciendo la chaqueta de Steve a un lado, Tony se apresuró a abrirlelos vaqueros mientras este solo se dejaba hacer, contemplándole a élde arriba a bajo de aquel modo oscuro, como si una sombra se hubieraposado sobre su semblante, casi haciéndole parecer otra persona y,al mismo tiempo, de una sexy forma, seguía siendo él mismo, perodesatado.
Cuando este le alzó, buscándolo, Tony no puso el menorinconveniente e incluso se deshizo en un gemido cuando sintió elprimer intento de Steve de entrar en él, haciéndole temblar contrasus brazos cuando se percató que era demasiado grande. Estaba claroque el capi estaba proporcionado por todas partes y él, que no habíasido mucho de usar su parte trasera, aún no estaba preparado paraél. Al menos, no para alguien de su tamaño.
Steve gimió contra su cuello, dándole un ligero mordisco, cuando sepercató de ello también, casi como si se regañara a sí mismo porser demasiado impaciente, pero Tony buscó su rostro y se perdió ensus besos mientras seguían balanceándose el uno contra el otro,haciendo que el multimillonario buscara aquel vaivén, notando como,poco a poco, con una pequeña presión tras otra, su cuerpo ibacediendo, abriéndose para él, deseándolo de igual modo.
Cuando finalmente pudo entrar en él, Tony sintió como perdía elaliento. Fue increíble la sensación de sentirse lleno de aquelmodo, sabiendo que se trataba de Steve, de aquel Steve extraño ysexy que parecía haber perdido cualquier control sobre sí mismo.Aunque lo dejaba todo su cuerpo en sus manos, no temió por su propiaseguridad en ningún momento y, tras notar como el capi trataba demoverse por primera vez dentro de él, envolvió su cabeza con losbrazos y se hundió en él del mismo modo que este se estabahundiendo en su cuerpo en aquellos momentos, arrancándole el pocoaliento que en aquellos momentos le quedaba.
¿Cómo se había podido alzar, aún más, el calor volcánico queparecía haber estado consumiendo a Tony hasta aquellos momentos?¡Pues lo había hecho! Aferrándose a los hombres de Steve, tuvo quesujetase a él de algún modo para evitar salir despedido cuando esteentraba y salia de él. Apenas tocaba el suelo con la pierna que notenía sobre la cadera de Steve y, con aquel desequilibrio, era esteel que estaba teniendo completo control sobre aquel acto.
Tal vez, por primera vez en su vida, Tony Stark estaba dejando todo,su cuerpo y su alma incluidos, en manos de una única persona,sabiendo que, a pesar de sus diferentes puntos de vista, de susdiscusiones, de que tuvieran que perderse de vista de vez en cuando,de....a pesar de todo eso, aún así podía dejar su plena confianzaen él, que Steve la atesoraría.
Gimió en el interior de la boca de este cuando el capi encontró denuevo su punto bueno, mirando aquellos ojos de cielo, que parecíanhaberse nublado en aquellos instantes, mientras lo contemplaba a suvez, dejándole clavado en el lugar, obligándolo a mirarlo soloporque él lo estaba haciendo a su vez, notando como su cuerpoempezaba a deshacerse. Era como si sus músculos y sus huesos sederritieran, como si todo lo sólido dejara de serlo y una bola decalor, más ardiente que cualquier otra cosa que hubiera sentido ensu vida, empezara a crecer en su bajo estómago, extendiéndose portodas partes, por todas sus terminaciones, hasta llegar a la punta delos últimos cabellos de su cuerpo.
Mordió el labio inferior de Steve hasta que casi lo hizo sangrarcuando sintió como perdía el control de sí mismo, temblando contraél sin control, abandonándose sin más a lo que le estaba haciendosentir mientras aún seguía mirándole, pareciendo tan perdido comoél, notando como Rogers también había empezado a temblardébilmente bajo sus manos.
Cuando liberó sus labios, refugió el rostro en su cuello,necesitando retomar el control de su cuerpo, necesitando sentir quevolvía a estar dentro de su propia piel y no en el lugar al queSteve había conseguido teletransportarlo con aquel acto.
Steve se abrazó a su vez, dejándole bajar la pierna al suelo,mientras parecía retomar el control de sí mismo de nuevo,pareciendo sorprendido con su propio comportamiento, sintiendo que sesonrojaba débilmente cuando se daba cuenta de lo que acababa deocurrir en aquel cuarto vacío, contra la misma pared, como si nohubieran podido encontrar un lugar mejor.
-Este capi también me gusta- comentó Tony por lo bajo,susurrándoselo contra la piel del cuello, aún tratando derecomponerse tras aquella experiencia.
Y Steve solo pudo reírse brevemente, abandonando los nervios que lehabían dado cuando se había dado cuenta de lo que había hecho,abrazando a Tony aún más fuerte contra él, amándole tal y comoera, incluso cuando volvía a subir sus defensas y dejaba escondidoal Tony vulnerable para sustituirle por aquel engreído chistoso.
Findel capitulo 21
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Esaha sido mi cara cuando he visto lo que estaba escribiendo en esteepisodio. Creo recordar que, por el 15 o por el 16, comenté quesería algo bastante difícil que me vierais escribiendo un capitulodonde fuera Steve el que le diera a Tony porque me veía a esteprimero como un gran oso de peluche y que a Tony solo podía darlealguien que lo empotrara duro contra un muro. Pues ¡¡¡¡¡Toma!!!!A tomar por c*lo el oso de peluche. Se ha transformado en un lobo, unlobo sexy que se ha comido a Tony contra una pared.
Enrealidad, mi intención inicial, viendo como estaba haciendo que Tonyse encontrara en estos momentos tan vulnerable, había sido que elcapi llegara y le diera unos cuantos mimos y poco más y, tal vez,solo tal vez, que volvieran a acostarse para consolarle del todo.Pero en ningún momento que fuera Steve el que le diera a Tony.Sinceramente, no me gustan las imágenes donde pasa eso que he visto.A mis ojos Tony es el seme,¿Vale? Es Ironman. ¿Quién tendríanarices de someter de ese modo a Ironman? Pero......salido de lanada, he empezado a escribir esto, horrorizándome y emocionándome aun mismo tiempo mientras veía lo que estaba haciendo.
Talvez a sido porque Tony estaba tan blandito en este momento, cuando elpeso del mundo había bajado sus defensas hasta ese punto,necesitando mimos. Pero.....no sé quién me ha poseído. No sé sies que mi mente en verdad va por una ruta diferente a la que yo mismame impongo o qué. A lo mejor, a la musa que tengo en la cabeza síle guste ese rol aunque a mí no. No tengo ni idea.
Loúnico que sé, y espero, es que os haya gustado. Me fastidia, enparte, que, por el ritmo del fic, no pueda meter tanto Stony como megustaría, así que os regalo una perla de mi mente pervertida paraque podáis soportar los momentos en los que estos dos tienen queestar alejados. Aunque sea por obligación. Tengo que empezar a quehaya más encuentros directos con las Dalias, que haya peleas,heridos (aunque no sean muy graves) y más cosas. La historia que hecreado lo exige, así que resistid y aguantadme un poco más.
Comosiempre, despedirme de vosotros deseándoos que os mantengáis sanosy nos seguimos leyendo. ^^ Nos encontraremos en el próximo capitulo,donde aún no sé qué escribir exactamente. Bye!!!
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