8 | Verdad
Layla.
El viento de la noche pega con furia en mi rostro, estoy segura que debe de estar muy frío.
Lo que no daría por sentirlo aunque sea una vez más...
Desde que mi corazón dejó de latir y mis pulmones de tomar aire, he vivido una vida tranquila. Ya la oscuridad no me da miedo y el fuego no puede hacerme daño.
Mucho menos un ser vivo.
Droit no apareció esta noche a dormir en la tumba de Mary Kate, y no estoy para nada sorprendida.
—¿Tienes un plan o solo actuaste a la ligera?
Me doy media vuelta y observo a la muerte acercarse mientras oculta la mitad de su rostro en una gran capa de oscuridad.
—¿Me está preguntando si quería besarlo?
No sonríe, tampoco me dice que confía en lo que estoy haciendo, mucho menos me felicita por salirme de los planes como la última vez.
Al parecer confirmando mis palabras.
—¿En serio está dudando de mí? —me pongo de pie—. ¿Acaso no le he demostrado lo mucho que quiero ayudar en esto?
Asiente, mas no dice nada.
—Sé lo que hice, y es justo lo que tenía planeado.
—¿Ah sí? Dígame entonces.
—Usted dígame, ¿confía en mí?
Por un momento creo que no dirá más y solo se marchará, pero cuando da un paso al frente y asiente una sola vez, sé que he ganado.
—Confío en ti.
—Mañana todo acabará, ya lo verá.
...
Está ahí, lo veo. Pone unas margaritas amarillas sobre la tumba de Mary Kate y observa en ella unos segundos.
Es mi oportunidad, me hago visible justo frente a él. Cuando nota mi presencia alza la cabeza y me observa por cierto tiempo.
—Hola. —me esfuerzo por sonreír, por hacer como si todo estuviera bien.
Él me examina unos pocos segundos más hasta que vuelve a observar la lápida.
—Oye... siento lo de ayer...
—No, discúlpame a mí. —me interrumpe. Cuando alza las comisuras de sus labios yo también lo hago, dándome cuenta de que las había bajado—. Fui un grosero, a pesar de todo, debí de haberte tratado con más respeto.
Niego, pero antes de poder decir algo, él me interrumpe.
—Quería disculparme —se pone de pie, ahora estando más alto que yo, tengo que alzar un poco la cabeza—. ¿Podríamos ir a casa y tomar algo? En serio me siento fatal, a veces suelo comportarme como un idiota.
Asiento con entendimiento, reconozco la actitud.
—Claro que sí. Está bien.
Ladea la cabeza, pidiéndome seguirlo y avanza. Yo voy a su espalda mientras observo varias personas a la distancia, algunos lloran, otros recogen flores para sus difuntos...
Solo puedo recordar cómo a mi tumba no va nadie especial, nadie que me ame, y tengo que buscar la calma para no dejarme ver afectada frente a Droit.
Subimos a su auto, él habla de cómo le ha costado buscar las palabras adecuadas para convencerme de esto y que está sorprendido de haber aceptado sin tantas faltas. Yo solo río, oculto lo que en realidad quiero hacer; llorar.
Tengo muchas ganas de llorar.
Tal vez mi cuerpo esté muerto, pero mi alma... ella está más viva que nunca.
...
Llegamos a su hogar, una pequeña casa a varios kilómetros del cementerio, pintada de blanco y lineas verdes. Bastante acogedora.
Bajo antes que él, detallo el lugar con bastante atención, sin querer perderme de nada. Empiezo a caminar cuando él pasa por mi lado.
Abre la puerta y me permite la entrada, yo sonrío y doy el primer paso. Observo el piso de cerámica, los muebles azules y la cocina en una esquina a unos cuantos metros. Hay varias puertas alrededor que deben llevar a habitaciones, baños y demás...
Y un cachorro que, en cuanto aparece, nota mi presencia sin tan siquiera yo quererlo.
Empieza a ladrar con astucia sin apartarse de mí, yo trato de sonreír pero solo observo a Droit, quien ve al cachorro con una pequeña sonrisa.
—Se llama Pooff, es un poco celoso con los extraños, tranquila que no muerde.
¿Celoso con los extraños o temeroso con los muertos?
—No te preocupes, en cualquier momento me amará —trato de hacer un chiste, pero niego con la cabeza cuando entiendo lo tonto que ha sonado—. Olvida eso.
—No, tranquila. Tienes razón. —asiente con una sonrisa y se dirige a Pooff—. Vamos, amigo. Te daré algo de comer.
Droit lo carga antes de desaparecer por una de las puertas, dejándome sola por segundos. Sigo detallando cada espacio a mi alrededor, pensando...
No pasa mucho cuando vuelve, me ofrece asiento en su mueble y se escabulle a la cocina, diciendo que preparará el café.
—Dime, ¿dónde vives? —me pregunta, dejándome por sorpresa.
—En el cementerio. —soy sincera, pero él empieza a reír, obviamente sin creerme.
—Sí, yo también lo parezco, pero mira —señala el lugar—. Tengo una casa.
Me obligo a soltar una leve carcajada. Él también se ríe, pero no dice nada más.
Tarda un tiempo ahí, está tras un gran armario haciendo quién sabe qué. Yo me dispongo a pensar mis próximas palabras.
—Sabes, cuando me besaste ayer... —de pronto escucho su voz, siento mi cuerpo tensarse por su cambio repentino—. Sentí que lo hiciste a propósito. Tal vez para despertar mi furia.
—Oye... sobre eso, lo siento muchísimo, ¿sabes? No sé qué pasaba por mi cabeza cuando...
—Querías alimentar mi furia. —me interrumpe, repitiendo sus palabras—. Felicitaciones, lo lograste.
Cuando siento la aguja inyectarse en mi brazo y el sedante entrar a mi sistema con furia, estoy preparada.
Ya que es imposible hacerme desmayar por esto, necesito que se lo crea por lo que me obligo a poner resistencia por unos segundos. No puedo gritar, su otra mano ha viajado a mi boca, impidiendo que está pueda abrirse. Con una actuación espléndida, tras un par de segundos caigo al suelo, desmayada.
Y así, el asesino de Mary Kate me ha mostrado sus garras.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top