6 | Sentido

Layla.

—¿Crees que esto está bien?

Su voz llega como un susurro, parece lejano, pero sé lo cerca que se encuentra.

—Mejor imposible.

Peino mi cabello con constancia, los nervios se han apoderado de mí y no puedo hacer nada para cambiarlos.

Camino a su lado mientras traspasamos el cementerio, hay muchas personas aquí, como de costumbre en pleno día. De noche... solo he conocido un valiente con tal atrevimiento.

—Recuerda; que no puedan verte no significa que no puedan sentirte.

—Lo entiendo.

—No uses mucha energía porque podrías tener tacto...

—Lo sé, ya lo sé. No es la primera vez que salgo de aquí.

Él sonríe, asiente de acuerdo y hace una pequeña y tonta reverencia.

—Confío en ti.

Asiento, satisfecha con sus palabras y dispuesta a dar lo mejor de mí para esta misión.

Me alejo de él y empiezo mi camino. El lugar no está tan lejos, pero tampoco lo suficientemente cerca, así que necesito varios minutos para llegar.

Estoy aquí, está poblado de personas, trato de caminar lo más alejada de todas ellas y no chocar con nada. Me siento victoriosa al lograrlo, no es tarea complicada llegar hasta donde se me asignó.

Menos ponerme a un lado de ellos para escuchar lo mejor posible, haciendo todo para que mi energía no sea lo suficiente fuerte y obvien mi presencia.

La sala de investigación no es nada distinta a las películas. Llena de vidrios polarizados y un solo lado de concreto, hay una enorme mesa en medio con varias sillas a su alrededor. Frente a esto, un pizarrón con muchas imágenes y puntos de conexión.

—El mismo modus operandi —dice una mujer, colocando una foto en la pizarra.

En ella observo a una chica con sus manos y pies amarrados en una cuerda igual a Mary Kate Killtom cuando la encontraron. En la orilla del lado y todo su cuerpo sin una gota de sangre, ya que el lugar en el que le habían enterrado el cuchillo había sido cocido y limpiado, todo después de su muerte.

—¿De nuevo sin huellas ni sangre que no pertenezca a la víctima? ¿Ningún rastro de ADN o alguna anomalía?

—El forense está en ello, pero a primera vista no hubo nada, igual que con la señorita Killtom.

Un hombre de cabello canoso descansa la cabeza sobre su mano, parece frustrado.

—Tal vez en esta ocasión sí consigamos algo.

—No quiero ser pesimista, pero está muy difícil.

—Sin duda, hay que atraparlo antes de que vuelva a atacar.

Me quedo quieta mientras los observo y escucho, aunque me encuentro impaciente, trato de grabar todas las palabras posibles en mi mente.

También trato de no moverme, por más que quiera lanzarle todos esos papeles en la cara y gritarles lo tanto que se están tardando, las tantas mujeres que deben de estar en peligro en este momento de ser asesinadas de esa manera tan horrible.

Él me dijo que no podía intervenir, ¿pero por qué no lo haría? No llegarán a ningún lado sin mi ayuda.

¿Y si esta es mi verdadera misión? ¿Abrirles los ojos para que vean lo obvio?

Me acerco a ellos despacio, no quisiera que sintieran mi presencia y me temieran. Así que busco entre toda la información que tiene en la mesa y encuentro la indicada.

Hago todo el esfuerzo que hice hace unos días y muevo la imagen hasta que se caiga. Espero que haya sido suficiente cuando la mujer la toma y se queda observándola por cierto tiempo.

Siento un hilo nervioso en mí cuando veo que no la suelta, ¿en serio les he ayudado? ¿Abrirá la mente y verá más allá de lo que solo parece poder ver?

—¿Se te ocurre algo, Wyatt?

—Creo que sí.

...

—Cada vez están más cerca.

He tenido que contarle mi participación. Creí que se pondría furioso, que volvería el lugar un infierno o eliminaría mi existencia, puesto que me ordenó ser una sombra y no cumplí con su exigencia.

Pero en vez de ello, parece orgulloso.

Él asiente, no me observa, solo al paraíso de tumbas que tiene al frente.

Aún recuerdo cuando morí y mi cuerpo fue enterrado en algún lugar de este territorio. Él me dijo que sería mi nuevo hogar a partir de ahora.

Él, la muerte.

Me he adaptado de maravilla, tal vez porque estar muerta era lo que necesitaba. Viva estaba segura que la vida era asombrosa, ahora, me doy cuenta de lo patética y vergonzosa que fue.

—Mira quién viene allá.

Cuando me doy media vuelta observo a Droit Keller caminar a pasos pesados a la tumba de Mary Kate. Cada día parece a punto de caer despavorido y morir de un ataque al corazón.

Es un zombie.

—Creo que tu siguiente trabajo empieza ahora.

Observo a la muerte, a su calaverico rostro casi sin piel, pero con unos intensos ojos grises que son capaces de remover todo en ti si se lo propone.

—¿Está seguro de que no se dará cuenta de que... no tengo un corazón que funcione dentro de mí?

—Solo tiene que creer que eres una persona común hasta que todo salga a la luz. —no aleja sus ojos de él—. Quiere morir, pero aún no es su hora. Tú tienes que convencerlo de eso.

Asiento, dispuesta a todo para cumplir con la misión.

—Cuente conmigo.

—Nos veremos más tarde. —levanta su sombrero a señal de saludo antes de desaparecer.

Tengo que prepararme unos segundos antes de dar media vuelta y hacerme visible ante sus ojos.

Parece muy concentrado en la lápida con el nombre de su novia, hasta que escucha mis pasos y alza la vista.

Me examina unos segundos mientras yo sonrío, no quiero que vea mis nervios a ser descubierta.

—Hola Droit Keller. —finjo una pequeña reverencia que él acepta con una sonrisa.

—Hola, Layla... lo siento, no recuerdo tu apellido.

—Willis. —alzo más las comisuras de mis labios sin pavor—. Pero solo dime Layla.

Asiente unos segundos antes de volver a la tumba, acaricia donde aparece el "Mary Kate Killtom" al suspirar.

—Has venido temprano.

Son las cuatro de la tarde, por lo general su hora de llegada data a partir de las seis.

—Sí, creo que no tenía mucho que hacer.

Dejo escapar un pequeño «vaya» de mis labios y me acerco.

Cuando doy media vuelta puedo notar las flores en sus manos, las acomoda mientras acaricia sus pétalos. Parece tan ido... como si solo tuviera atención para ellas.

—A Mary Kate le encantaban las margaritas. —dice, aunque creo que no particularmente a mí—. Las amarillas, siendo más específico. Decía que atraían la felicidad. Y a ella le encantaba ser feliz.

Trago en seco. Se mira tan débil en este momento, tan cansado, que hasta puedo sentir su dolor.

Gracioso, ¿no?

—Parece que la extrañas.

—Como no te haces la menor idea.

Tardo un segundo en volver a hablar, quiero armarme de valor antes de salir huyendo.

—Oye, ya que has venido tan pronto, ¿qué te parece dar un paseo? —cuando voltea a verme tengo que sonreír—. Estarás devuelta para tu siesta, no te preocupes.

Son largos segundos en el que el ruido del viento es lo único que acapara la escena. Hay una lucha dentro de él, pero veo cuando tiene una respuesta.

Sonrío mucho antes de escuchar el "está bien" salir de sus labios.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top