CAPÍTULO 5- "Black River"

CAPÍTULO 5

"Black River"

Esa noche ya no pude dormir. En mi cabeza trataba de repasar una y otra vez lo que había pasado, quería convencerme de que todo había sido producto de mi imaginación, que lo que vi no podía ser real. Probablemente la historia que me contó Johnny había provocado en mí una especie de alucinación debido a la sugestión por el simple hecho de escucharla. Toda esa noche me quedé en estado de alerta. Cualquier ruido insignificante era motivo suficiente para hacerme saltar de la cama. Contaba los minutos, impacientemente, para que Johnny se despertara y me llevara con él al pub o al menos que me hiciera compañía antes de irse. Lo cierto es que aún si Johnny me llevaba con él o no, no estaba dispuesta a quedarme sola en esa casa, al menos hasta que me sacara la duda de qué era exactamente lo que había visto.

Cuando por fin escuché el despertador de Johnny en el silencio atroz de la noche que se iba, mi corazón se aceleró escandalosamente. No dudé en salir corriendo y adentrarme en esa oscuridad hasta que llegué al cuarto de Johnny, y por poco nos chocamos cuando él estaba saliendo del mismo.

─Hey, ¿dónde es el incendio? ─preguntó Johnny con obvia sorpresa, mientras se ponía una bata encima de su pijama.

─Lo siento mucho Johnny...es que... ─dudé en contarle lo que me había pasado. No quería que piense que me estaba volviendo completamente loca, pero algo debía decirle o quizás preguntarle qué otras cosas sucedían en la casa. ─Es que quería preguntarte... o mejor dicho, consultarte sobre esa historia que me contaste el día que llegamos ¿recuerdas?

Todo el tiempo quise aparentar como si tan sólo se tratara de un rapto de curiosidad y nada más, pero en realidad di la impresión contraria, porque Johnny notó rápidamente que estaba exaltada, pero lo que no sabía era la experiencia sobrenatural que había vivido recientemente.

─Es muy temprano Lya, y no estoy de humor para hablar de eso. Cuando regrese del pub podremos hablar más tranquilos. ─Ante la negativa de Johnny no pude hacer nada, él estaba en lo correcto.

Había cometido un grave error al preguntarle con tanto énfasis a esa hora del día cuando recién se estaba despertando, tendría que buscar otra oportunidad más conveniente para hacer mi cuestionario. De lo que sí estaba segura, era que Johnny no iba a llevarme con él al pub, por lo que tendría que ingeniármelas para salir de la casa sí o sí.

Lo primero que hice antes de que se fuera Johnny, fue preparar un desayuno sumamente nutritivo para ambos. Me costó un poco encontrar los utensilios necesarios para empezar la tarea porque en esa cocina, que tenía el tamaño de dos ambientes de mi antiguo hogar, era como si literalmente buscara una aguja en un pajar. También pude apreciar que, si bien la heladera estaba provista de víveres, la cocina en sí no había sido utilizada en bastante tiempo, quizás porque Johnny tuvo que viajar a Atlanta para ocuparse de mí y no dejó a nadie para que se encargara de mantener la casa en condiciones. En fin, preparé dos tazas de café con leche, varias tostadas para acompañar con mermelada de arándano, hice jugo de naranja, y en cuanto Johnny salió de ducharse nos sentamos a desayunar en la cocina, que al ser tan grande tenía una mesa en la cual podían sentarse, al menos, cuatro personas más.

─Gracias por el desayuno Lya, no era necesario que te molestaras en cocinar ─dijo Johnny mientras le daba un mordisco a una de sus tostadas.

─No fue ninguna molestia Johnny, ayer me vi en el espejo que me regalaste y no pude reconocerme en él, fue demasiado verme así.

─Pequeña, es normal que hayas perdido peso. La situación que viviste es difícil de asimilar para cualquier ser humano, y... tú eres fuerte, sé que podrás recuperarte pero debes darte el tiempo necesario para sanar las heridas- escuchaba atentamente lo que Johnny me decía. Tenía razón, me sorprendía que hubiese notado mi repentina y preocupante pérdida de peso, pero tal vez lo que más me sorprendía era que no me hubiese mencionado nada al respecto.

─¿Por qué no me dijiste nada cuando empezaste a notar que estaba mucho más flaca de lo normal? Creo que hubiese sido bueno para mí.

─Galya, no sé si recuerdas exactamente cómo viviste el último tiempo, pero de acuerdo a lo que me estás planteando me parece que no recuerdas del todo tus actitudes. ─Johnny tomó un sorbo de su café con leche mientras que esperaba que, ¿quizás que yo hiciera memoria?. Pero lo que más resonaba en mi cabeza era justamente eso, la falta de memoria, de recuerdos. Era como si hubiese vivido en piloto automático, como una zombie más.

─Trato con todas mis fuerzas de hacer memoria, pero es como si me la hubiesen borrado, estoy en blanco- comencé a preocuparme, a desesperarme. No comprendía cómo a la parte de mi vida que me había marcado para siempre le faltaban fragmentos, pedazos que me impedían estar completa. Por suerte, antes de que entrara en un trance del que seguramente se me haría difícil salir, Johnny me abrazó fuertemente para traerme de nuevo a la realidad.

─Tranquila pequeña, tranquila. No te esfuerces, pronto empezarás a recordar, y si no recuerdas tal vez sea para mejor.

Rompí en llanto. La tragedia continuaba acechándome, sigilosa y demencial me seguía a donde iba, sin importar si estuviese en la otra parte del mundo o del universo. Johnny me abrazó hasta que lentamente me fui tranquilizando. Él me miraba tratando de hacer contacto conmigo para saber si ya estaba bien. Yo también lo miré y con sólo eso, él supo que ya me sentía mejor.

─Escucha pequeña, creo que será mejor si hoy también vas conmigo al pub. No quiero que te quedes sola. ─Mi respuesta fue instantánea, le dije que sí.

Nuevamente hicimos el mismo recorrido de ocho cuadras. Por suerte para mí, hoy no hacía tanto frío como el día anterior, pero en esta ocasión fui precavida porque llevé el abrigo que me había prestado Joshua, y lo llevé puesto más que nada con la intención de devolvérselo. Mi cumpleaños no había empezado de la mejor manera, en realidad lo único bueno que podía sacar de eso era que, por fin, había comido como se debía, aunque luego el desayuno se vio arruinado por uno de mis tantos desequilibrios emocionales.

Cuando llegamos al pub, las luces ya estaban encendidas por lo que supuse que Joshua ya estaba allí. Entramos, y él estaba limpiando las mesas. Se lo veía radiante. Radiante a pesar del frío estremecedor, que si bien no era tan demoledor como el día anterior, a él no le producía el efecto contrario que a cualquier otro ser humano común, a él se lo veía con un brillo arrollador que me enloquecía.

Quise saludarlo con la mano, pero él se acercó y me dio un beso en la mejilla que me hizo sonrojar como una manzana que ha llegado a su punto de maduración. Sentí sus labios en mis pómulos huesudos con el aturdimiento que a cualquier chica de mi edad pudiera provocarle un chico de la talla de Joshua.

─Veo que te gustó mi campera y te la pusiste de nuevo. ─Sonrió delatando su broma, que por cierto también hizo que yo riera.

─Es que es lo único abrigado que tengo. Debo comprar ropa porque Johnny nunca me dijo que veníamos hasta aquí, y de todos modos tampoco tenía demasiada ropa de abrigo.

─En el negocio de Lou vas a conseguir todo lo que necesitas para soportar este clima. Hoy es mi día libre, así que puedo acompañarte y mostrarte la ciudad.

Me pregunté si Joshua tenía tantas atenciones hacia mí simplemente porque le agradaba o porque tenía alguna otra intención oculta.

─Seguramente tienes otros planes y no quiero importunarte. ─Realmente quería compartir tiempo con él y así poder conocerlo, pero a la vez me incomodaba debido a mi aspecto físico. Me preocupaba que me viese tan flaca, tan desmejorada. Y quizás lo que más me preocupaba era que él supiera de mi reciente cercanía con la muerte, tema que ni siquiera quería tocar.

-No, en realidad no tenía ningún plan hasta ahora- lo miré sin entender a dónde iba con eso- Pero si tú aceptas, entonces puedo decir que tengo planes- reí nerviosamente y nuevamente me sonrojé. No me quedó otra que aceptar su oferta, pero a decir verdad no fue nada difícil decir que sí.

Antes de ir a recorrer la ciudad le pedí dinero a Johnny, me dio una buena cantidad que sólo tendría que gastar en aquello que fuese absolutamente indispensable durante mi estadía en Black River. Joshua tenía que ir a su casa a buscar otro abrigo, así que caminamos hasta su casa y yo lo esperé en la entrada mientras él traía su abrigo. Luego volvimos al pub para hacer hora gasta que los negocios abrieran dentro de una hora, de modo que tomamos café y comimos unas medialunas, que dicho sea de paso sabían riquísimas.

Cuando el reloj dio las ocho y treinta de la mañana partimos hacia el centro de la ciudad. Mientras caminábamos por Line Street ya empecé a ver negocios de toda clase. Había una gran cantidad de negocios relacionados con la pesca, otros tantos de ropa, varios restaurantes de diferentes tipos de comidas. Mientras íbamos caminando vi una farmacia a la cual entré de inmediato y me subí en la balanza para verificar mi peso actual. La balanza marcó 40 kilos exactos, que para mis 1.55 centímetros de altura estaban muy por debajo de mi peso normal y que era lo que podía considerarse sano. De ahora en adelante tendría que preocuparme por subir de peso y tratar de hacerlo de la manera más saludable posible.

─No creí que te preocupara tanto tú peso ─dijo Joshua cuando salía de la farmacia. ─Entraste con tanta desesperación que por poco pensé que nos estaban atacando extraterrestres.

─No es así. Tú no me conocías ante de... ─Me detuve en cuanto me di cuenta de lo que estaba por decir, estaba a punto de mencionar el tema que quería evadir con todas mis fuerzas, pero sin importar cuánto me esforzara me perseguía a donde sea que fuera.

─¿Antes de qué? ─preguntó Joshua con la curiosidad que provocaría en cualquiera que la otra persona de repente se callara en la mitad de una frase que podía revelar demasiado de tú vida pasada, algo que casi siempre solía ser tema de interés.

─No, no es importante. ─Simplemente quería evadir el tema, no quería dar a conocer a un perfecto desconocido, que si bien me atraía, los detalle morbosos del accidente que dejó marcas incurables en mi ser.

─Está bien. Entonces... ¿qué necesitabas comprar? Hay todo tipo de tiendas, así que debes darme algo de información.

─En realidad, necesito de todo, pero sobre todo mucha ropa.

─¿Cómo pudiste venir tan poco preparada? ¿Acaso Johnny no te dijo que el invierno aquí es extremadamente crudo?

─No, ni siquiera me dijo que veníamos a aquí. Supongo que para él fue como una especie de sorpresa, sé que esa debe haber sido su intención. Créeme que cuando llegué me di una gran sorpresa cuando bajé del avión. ─En ese momento recordé cuando papá me contó sobre su viaje de fin de curso a Aspen, recordé que me dijo que fue uno de las experiencias más divertidas de toda su vida, sobre todo porque era la primera vez que veía la nieve. Fue toda una aventura- ¿Cuándo empieza a nevar por aquí?

─Por lo general nieva mucho, pero la lluvia no es muy frecuente. Tendrás que comprar un paraguas de todos modos. Y no te haría nada mal tener un par de botas de nieve en tu armario, las vas a necesitar.

Parece que en algún momento de nuestra conversación entré en uno de mis trances, porque lo siguiente que recuerdo era la imagen de Joshua frente a mí haciendo todo tipo de señas, seguramente con la intención de llamar mi atención y también moviendo su boca, probablemente pronunciando palabras que yo no comprendía producto de mi abstracción.

─¿Me estabas hablando?─S í, me estaba hablando, eso era más que obvio, pero fue lo único que atiné a decir.

─Sí, hace como quince minutos, luego empezaste a contestarme con monosílabos y cuando comencé a hacerte algunas preguntas ya no respondías. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Te sientes bien? ─Su preocupación hizo que me sintiera culpable. Yo no era buena compañía para nadie, no lo era ni para mí misma. Me avergonzaba decirle que eso era algo que formaba parte de mi vida desde hacía un par de semanas, me avergonzaba que supiera en lo que me había convertido, una zombie. De modo que tuve que hacer aquello en lo que no era tan buena, pero ahora tendría que parecerlo, tendría que parecer una estupenda mentirosa.

─Lo siento mucho Joshua, es que me quedé pensando en algo que me contó Johnny el día que llegamos. Seguramente fue una especie de broma que quiso jugarme, sí, seguramente fue eso. ─Mientras mis pensamientos cambiaban de ruta para dirigirse en esa línea, y sobre todo para autoconvencerme de que lo que había visto ayer no había sido nada, Joshua me interrumpió.

─Espera un poco, sé que nos conocemos hace un día, y eso no es mucho, lo sé, pero te aseguro que puedes confiar en mí. Puedes contarme lo que sea, yo no diré nada, lo prometo.

Al principio dudé un poco, pero más que nunca necesitaba un confidente, así que tendría que confiar en Joshua.

─Está bien te contaré todo, pero ¿podemos ir a algún lugar más alejado? No sé, tal vez a una plaza. Allí te contaré todo.

Desde Line Street caminamos cinco cuadras hasta Fairbank Square. Allí nos sentamos en unos bancos de madera y nos quedamos en silencio durante varios minutos hasta que me decidí a hablar.

─El día que llegamos a Black River, Johnny me contó una historia un tanto extraña. Me dijo que la casa en donde vivimos estaba embrujada y que esa era la razón por la cual estaba en tan buen precio. En el momento me reí, no le creí, pero... ─No sabía hasta qué punto debía contarle todo a Joshua, se lo había prometido pero ahora no estaba tan segura de que fuera lo correcto. No quería que empezaran a considerarme "la nueva loca de la ciudad".

─No importa lo que sea, recuerda, puedes confiar en mí. ─La sinceridad de sus ojos terminó por convencerme y simplemente conté mi verdad.

─Ayer, antes de acostarme, me estaba mirando en el espejo... ─Hice una pausa decidiendo si debía seguir o no. Decidí continuar─ ... y cuando me di cuenta la figura de un hombre estaba parada a mis espaldas. No sé por qué no grité, tan sólo me paralicé, quedé hecha un témpano del susto que me recorrió todo el cuerpo. Fue espantoso. Lo peor de todo es que todavía me pregunto si lo que vi fue real o... ya no sé qué pensar. Quizás me tranquilizaría si supiera algo más de la historia de esa casa. ¿Tú sabes algo? ─Había dado un monólogo, pero al menos me sirvió para descargar parte de la angustia que llevaba encima. Había algo de lo que sí estaba segura, Joshua nunca dejó de escucharme, y eso significaba algo... que yo no estaba loca.

─Cuando era niño, mi abuelo solía contarme que hacía unos treinta años atrás, en la casa que ahora le pertenece a tú tío, vivía una familia muy adinerada: un matrimonio y su hijo. Mi abuelo me contó que su hijo, que si mal no recuerdo tenía nuestra misma edad, falleció en un accidente casero. Después de eso sus padres se mudaron, y nadie supo más nada de ellos.

─Pero ¿qué fue lo que le pasó al chico? ¿Tu abuelo te contó? ─Mi curiosidad se acrecentaba cada vez más. Necesitaba saber si esa casa estaba efectivamente embrujaba o si sólo se trataba de un cuento chino.

─Pasaron muchos años desde que mi abuelo me contó esto, ya no recuerdo. Y a papá no le gustaba que me contara estas historias, decía que eran una parva de mentiras. Lo que sí puedo decirte es que pasaron muchos años hasta que la casa pudo ser vendida, pero tú ya sabes eso, tú tío fue quien la compró. ─Hice una mueca asintiendo. Había algo que no terminaba de convencerme. De seguro había una trama secreta, debía haberla. De otra manera no sería posible que en la casa sucedieran episodios fuera de lo que podría considerarse "normal".

Una vez que Joshua me contó lo que quería saber, me acompañó a comprar ropa para soportar el intenso e insoportable clima de la ciudad. Entramos en el primer local que vi (a pesar de que Joshua insistió en que vayamos al negocio de Lou, a lo cual no accedí), decía "Jenni's Wardrove". Compré tres jeans, dos abrigos, un piloto para los días de lluvia, sietes suéteres (uno para cada día de la semana), tres bufandas, dos gorros, dos pares de botas, un paraguas (consejo de Joshua), y como no tenían botas de nieve eso tendría que comprarlo en otra ocasión, debido a que ya había gastado todo el dinero que Johnny me había dado. En mis manos tenía onces bolsas. Por suerte Joshua me ayudó con la mayoría, por lo que no tuve que cargar prácticamente nada. Para poder continuar con el recorrido por la ciudad, dejamos las compras que hice en el pub de Johnny.

A continuación le pedí a Joshua que me llevara a alguna biblioteca, y esa petición resultó bastante peculiar, debido a que estaban en período de vacaciones, y Joshua me miró un tanto extrañado, como si estuviese enferma o algo por el estilo. En fin, caminamos un par de cuadras más hasta que llegamos a la Biblioteca Rasmusson. Particularmente yo me encontraba exhausta, sentía como si hubiese corrido una maratón de 30 kilómetros, y las malditas muletas no eran mis aliadas en este caso.

En el recibidor de la biblioteca había una mujer robusta, de cabello corto rubio, de aproximadamente unos 50 años, y la credencial que llevaba en su pecho decía que se llamaba Celeste Carlson.

─Buen día señorita, ¿en qué puedo ayudarla hoy? ─Me impresionó su risueña amabilidad, quizás porque no había tenido una buena experiencia con la antipática que trabajaba en la biblioteca de mi antigua escuela.

─Buen día señora. Estaba buscando algún tipo de archivo de hace unos treinta años.

─¿Qué suceso buscas específicamente? No es que sea curiosa, es que si me lo dices podrás encontrar lo que necesitas mucho más rápido. ─Todo el mundo sabe que cuando alguien niega algo como cuando dices "yo no lo hice" o "no fue mi culpa", es cuando estás diciendo exactamente lo contrario. Y sí, la señora Carlson tenía la apariencia de alguien a la cual le gustaba entrometerse en los asuntos de los demás. Aunque en esta oportunidad tendría que permitírselo, ya que no me quedaba otra opción.

─Quiero saber sobre un accidente que sucedió en la casona que se encuentra en Maine Street hace aproximadamente 30 años atrás, pero ahora le pertenece al señor Hart.

La expresión de su rostro fue violenta. La dulce señora que había conocido ya no estaba, y no entendía por qué. ¿Acaso había preguntado algo prohibido? No lo sabía.

─No, no tenemos información sobre esa época. ─Sentenció la señora─. En cinco minutos cerraremos la biblioteca, así que será mejor que se vayan- No era sólo el hecho de que haya cambiado su actitud de un segundo al otro, sino que ahora se veía perturbada, como si le hubiese mencionado algún acontecimiento que estaba enterrado en el pozo más profundo del planeta. Por lo menos sabía algo, la biblioteca no era el lugar para encontrar la respuesta a mis preguntas, por lo menos no ahora.

Con la primera de mis batallas perdida, regresamos a donde habíamos comenzado. Eran las once de la mañana.

Joshua me preguntó si quería volver a Fairbank Square, así podríamos hablar un poco. Cuando estábamos allí, una insípida llovizna empezaba a caer sobre nosotros, pero eso no representaba molestia alguna para ninguna de nosotros, por lo que Josh tomó la iniciativa y empezó a responder mis preguntas:

─Cuéntame algo de tú vida, ¿siempre viviste aquí?

─Sí, toda mi vida. Mi familia es de Black River. Los Taylor hemos vivido aquí por generaciones.

─Debo decirte que te admiro, no sé cómo soportas este clima. He estado aquí por tres días y ya siento que muero.

─Es que estoy acostumbrado, ya ni siquiera lo siento. Lo que para ti es un clima cálido de verano en Atlanta es este frío para mí, es mi verano. ─Joshua hizo una pausa corta─. Quiero pedirte que ya no me llames Joshua, sólo dime Josh. Mis amigos, mi familia, todos los que conozco me llaman así.

─Está bien Josh. ─De mi boca salió una risita nerviosa, sentía demasiada cercanía, demasiada confianza con esa persona que hace un día conocía. Me resultaba difícil de entender mi repentino cambio de actitud, por momentos no me reconocía en absoluto.

─¿Sabes qué? Te llevaré a recorrer la ciudad como te lo había prometido anteriormente. Te va a gustar. ─Josh estaba emocionado con la idea, a diferencia de mí que sólo quería regresar ansiosamente a casa, pero no a esta casa, sino a aquella que era mi hogar, mi verdadero lugar en el mundo. Para no quedar mal con Josh tuve que hacer el tremendo y sacrificado esfuerzo de decirle que sí, pero con una pequeña condición, sólo iría a un lugar. ─Entonces te llevaré a mi lugar favorito de toda la ciudad.

Y así emprendimos viaje en la camioneta roja de su padre. Durante el camino por la ruta el silencio se adueñó del viaje. La timidez que siempre me había caracterizado había vuelto una vez más para arruinar la salida. Quince minutos de viaje y de agobiante silencio habían pasado cuando por fin Josh inició una conversación, pero luego me iba a arrepentir del entusiasmo de mi frase, porque que en lugar de conversación se sentía como un interrogatorio policial:

─Johnny nunca mencionó que tenía una sobrina, por eso me asombré un poco cuando te vi en el pub. El día que se fue de la ciudad dijo que tenía un problema que resolver y que trataría de regresar lo más pronto posible, pero eso no pasó, y los otros empleados y yo tuvimos que hacernos cargo del lugar. ─Mientras Josh hablaba, yo miraba por la ventana de la camioneta cómo pequeñas e insípidas gotas de lluvia comenzaban a caer lentamente.

─Sí, bueno, es que el problema era mucho más grave de lo que él pensaba. Tuvo que quedarse más tiempo de lo planeado. ─Trataba de evadir su mirada, porque si sólo me miraba una vez sabría que había algo más que no quería contar.

─Supimos que su hermano falleció en un accidente y su esposa también. ─Lo miré como si me hubiesen clavado un cuchillo en la espalda. No podía creer que todos sabían de mi sufrimiento, y que yo era la única que no estaba enterada de la traición de Johnny.

─No sé por qué Johnny tenía que hacer pública mi situación. En cuanto llegue tendré que hablar seriamente con él. ─Seguramente el odio que sentía se me hizo carne, porque Josh reaccionó de una forma que no esperaba.

─Espera un poco, Johnny no te traicionó. Él sólo nos contó sobre la pérdida que había tenido, nada más que eso. No lo culpes de nada, él estaba muy compungido por cómo estabas tú. Me dijo que necesitabas a un amigo, alguien con quién hablar.

─¿Entonces estás conmigo por lástima? ¿Es eso? No necesito de la lástima de nadie, y mucho menos la tuya. Ahora quiero bajarme. Detén la camioneta. ─Estaba decidida a salir de la ciudad, quería irme de allí y regresar a Atlanta, quería ir a donde me sentía segura.

─¿Estás loca? No puedes bajarte, estamos en el medio de la nada, no voy a dejarte bajar.

─Sí, estoy completamente loca por haber venido a este lugar. Nunca debí haber venido. ─Y fue así como en un rapto de locura total abrí la puerta de la camioneta e intenté tirarme. Josh me impidió que lo hiciera porque me tomó con tanta fuerza que tuve que desistir de mi actitud infantil, o mejor dicho, de la actitud que sólo alguien en un fuerte estado de inconsciencia podía tomar.

─¿Por qué hiciste eso? Podrías haberte matado. ─Josh estaba enojado, y no podía culparlo por ello. Me había comportado como una estúpida, y no era él a quien debía culpar por mi enojo, no era él el objeto de mi odio.

─Llévame a casa, quiero ir a casa ¡ya! ─Otra de mis características era mi testarudez, no iba a ceder ni un milímetro, aún cuando sabía que había cometido un tremendo error con Josh.

─Al menos podrías agradecerme que no haya permitido que cometas la gran estupidez que pretendías.

Me limité a no contestarle, y mantuve la misma actitud durante todo el viaje de vuelta que se me hizo infinito. Cuando llegamos a la casa era la una del mediodía. Bajé con cuidado para no dañar mi pierna lastimada, y luego Josh me acercó las muletas. Ensayé una pequeña disculpa, pero evidentemente no tuvo el efecto esperado porque Josh se subió a su camioneta, tomó su teléfono celular ¿para enviar un mensaje de texto quizá?, y salió volando como las ráfagas de viento que anteceden a una tormenta. Desde una de las ventanas de la casa que daban a la calle Johnny me miraba, pero su rostro no era el mismo de siempre, sí, estaba enojado

La puerta de entrada de la casa estaba entreabierta, clara señal de que me habían estado esperando. Cerré la puerta con mucho cuidado, como una niña que sabe que cometió una travesura y está a la expectativa del reto de su padre. Al ser una casa tan sombría, tan escalofriante, la oscuridad del living hizo que me espantara un poco, y mucho más después de que Johnny encendiera la lámpara y lo viera sentado en el sillón, con cara de pocos amigos. Me hizo una seña para que entrara y me sentara junto a él.

─¿Dónde has estado? ─Preguntó sumamente irritado.

─Estuve recorriendo la ciudad. Joshua me acompañó. También compré ropa, tal como me dijiste que hiciera.

─Sí, eso es verdad. Dejé las bolsas en tu habitación. Pero lo que en verdad quiero saber es ¿qué pudiste estar haciendo desde las ocho y media de la mañana hasta la una del mediodía? ¡Son casi 5 horas Galya! Además ¿te diste cuenta en el estado en el que estás? ¡Tienes una pierna fracturada, usas muletas! ─No sólo estaba irritado, estaba enfurecido conmigo. Nunca lo había visto actuar de esa manera con nadie, ni siquiera con mi padre.

─Por favor no te enojes Johnny, no fue mi intención preocuparte así. Tendría que haberte avisado que iba a tardar más de lo previsto, pero me distraje. Lo siento mucho.

Pero lo peor aún no llegaba.

─¡Encima tengo que enterarme que intentaste tirarte de una camioneta en movimiento! ¿Perdiste la razón Galya? No sólo eres un peligro para ti misma, sino para los demás. ¿Cómo pudiste hacerle eso al pobre de Joshua? ¿Qué hubiese pasado si él no podía evitar que te arrojaras? Ahora estarías muerta ¿es eso lo que quieres? ─Eran demasiadas acusaciones al mismo tiempo. Mi cabeza daba vueltas al compás de la interminable sonata de cuestionamientos y reproches.

─Supongo que no. ─Contesté sin pensar demasiado.

─¿Me quieres decir que no estás segura de querer vivir? Por favor Galya, tienes toda una vida por delante, no te rindas. La vida te ha golpeado muy pequeña, pero debes sacar algo positivo de la experiencia que te toca vivir.

Hice caso omiso al monólogo de Johnny. Sólo me limité a poner cara seria y asentir con la cabeza para que pensara que lo escuchaba. Cuando al fin terminó de hablar, subí a mi habitación. En ese momento odiaba a todo el mundo, odiaba a Johnny por tratarme como si fuese mi padre, a Joshua por haberme delatado en uno de mis ataques de locura, a mis padres por haberme dejado sola, odiaba a la ciudad que ni siquiera conocía, y más que a nadie, me odiaba a mí misma.





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