CAPÍTULO 11- "Los dos"
CAPÍTULO 11
"Los dos"
Salí espantada de la habitación, con el cuerpo absolutamente helado. Bajé las escaleras tan rápido como pude, quería escapar. Pero cuando estaba a punto de abrir la puerta de la casa, me detuve. Me di cuenta de que cualquiera fuera la razón por la que Lucas estaba actuando así de raro, debía averiguarla. No podía permitir que me sacara de la que ahora era mi casa. Sabía que los dos podíamos convivir perfectamente si tan sólo lográramos llevarnos mejor, ahora sólo tenía que convencerlo de eso.
Aún así, en mi mente no dejaba de dar vueltas lo último que me dijo, y aquello por lo cual salí corriendo despavorida. Él no podía dejar de pensar en mí. Nunca en mi vida había visto o sentido la presencia de un espíritu, pero después del accidente algo había cambiado. Definitivamente yo ya no era la misma. El hecho de que pudiera ver a Lucas, pero no pudiera ver a mis padres definitivamente era algo que rondaba mis pensamientos en los últimos meses, era algo que no podía dejar pasar por alto. Quizás él también sentía lo mismo, porque yo era la única que podía verlo, y ciertamente, eso creaba demasiada confusión en ambos.
Subí las escaleras nuevamente. Pasé por el pasillo y entré en la habitación. Él no estaba. Pero de todas formas, él siempre estaba.
No pasaron ni cinco minutos cuando, después de estar mirando por el ventanal de la habitación, los vellos de mis brazos comenzaron a erizarse, y un ya conocido frio me recorrió la nuca, haciendo que deseara haberme puesto una bufanda que lo cubriera.
─Volviste.
─A estas alturas creo que ya te habrás dado cuenta de que siempre lo hago─ contesté con una sonrisa pícara, y levantando mi ceja derecha de forma altanera.
Él no respondió de inmediato. Sin embargo, dejé de sentir el frío atronador en mi espalda. Él se había alejado, así que me di vuelta. Lucas estaba apoyado sobre la pequeña cómoda donde tenía algunas cosas como mi cepillo para el pelo, mi perfume y algunos maquillajes. Pero él no iba a tirar nada, nunca podría derramar mi perfume, o romper el espejo que estaba encima de la cómoda, él nunca dejaría de ser tan etéreo como lo era ahora.
─Lamento que cada vez que me acerco estés a punto de entrar en un estado de hipotermia. ─Me quedé mirándolo, sin palabras. Parecía que siempre encontraba la forma de sorprenderme─. O muda. Al parecer también tengo la capacidad de dejarte muda ─. Él sonrió, pero esta vez era una sonrisa distinta, una que nunca antes había visto. Definitivamente me estaba haciendo una broma. Estaba segura.
─Es la primera vez que te escucho haciendo una broma que no contiene ni un gramo de ironía ─cerró sus labios pero seguía sonriendo.
Estábamos teniendo nuestra primera conversación honesta desde que nos conocimos, si es que "conocerse" entraba entre los términos que podían aplicarse a un espíritu.
─No sé cómo continuar con la conversación que estábamos teniendo antes de que huyeras de la habitación. Simplemente... simplemente hay cosas que me provocas que no puedo explicar. ─Me miraba tan serio, pero tan honesto. Su mirada... de alguna forma lograba traspasarme. Me hacía sentir desnuda. Él podía ver dentro de mí.
─Tal vez... ─dudé en cómo debía continuar la frase─. Tal vez sólo debes decir lo que tengas que decir. Hazlo como sea que te salga, deja que las palabras fluyan. ─Mírenme. Yo dando consejos. Esto era algo que no conocía en mí.
─Tienes razón. Sólo lo diré ─Fue la pausa más larga de toda mi vida. Bueno, no de toda mi vida, pero definitivamente se sintió bastante larga. Hasta que habló─. El primer día que noté que me viste... Supe... Supe que había algo diferente en ti. Y no era algo diferente como que mides exactamente lo mismo que un duende, o que roncas al dormir. ─Lo miré con cara de pocos amigos─. Ok, era sólo una broma. Quería bajar un poco la tensión. Continuaré.
─Creo que sería lo más apropiado─ contesté, aún con mi cara de pocos amigos.
Él dio un suspiro tan profundo que casi sentí como si su aliento frío pudiese tocarme, a pesar de la distancia que nos separaba.
─Apenas te vi, supe que había algo diferente. No fue sólo porque eras la primera persona que podía verme y sentirme desde el día en que morí. No. No fue solo eso. ─Bajó la mirada, parecía que intentaba encontrar las palabras adecuadas─. Sentí algo. ─Mi cara de sorpresa era extrema.
»Después de treinta años, sentí algo. Y no sé qué fue, y creo que aún no lo sé, pero sé que me hizo sentir vivo. Sentí como si tuviese un corazón otra vez, y que ese corazón latía. Y sé que nada de esto tiene sentido, y por qué habría de tenerlo, estás hablando con un muerto, pero si yo sentí algo fue porque tú llegaste hasta aquí. Y en ese momento en parte te odié y en parte... En parte no sé qué sentí, pero sé que fue algo importante. Lo sé. Y cuando te eché de la habitación, rogué por que volvieras, porque al parecer sólo puedes verme dentro de estas cuatro paredes, aun cuando yo puedo verte en todos los lugares de esta casa.
A medida que se iba acercando a sus últimas palabras fue bajando el tono de su voz, como si decir lo que estaba diciendo fuese difícil de confesar. Me di cuenta de que así era. Antes había pensado que me odiaba, y ahora... ahora no sabía muy bien qué pensar.
─Supongo que ahora tendría que decir algo ─dije tímidamente.
─Generalmente es lo que se espera en una conversación, pero no te preocupes, tómate tu tiempo ─su comentario hizo que de mis labios saliera una sonrisa, tímida, pero sonrisa al fin.
Él, él se veía distinto. Creo que, creo que esa era su verdadera naturaleza y no la del chico odioso que me había mostrado anteriormente.
─Entonces, todo lo que dijiste es... es... bastante revelador, pero... no sé qué decir al respecto, es demasiado. Un día me odiabas y ahora no puedes dejar de pensar en mí porque... ¿por que te hice sentir? Permíteme que dude un poco.
Quizás mis palabras eran duras, pero no me importaba. A pesar de que sentía que él estaba siendo honesto conmigo, tenía que marcar una posición. O me odiaba, o no. Pero si él no sabía qué era lo que sentía hacia mí, ¿cómo podía saberlo yo? Ciertamente, ahora no me provocaba miedo. Al menos eso, era cierto.
─Es completamente entendible que dudes de mí. No te he dado razones para que no lo hagas, pero... te pido que intentes encontrar la forma de hacerlo, de confiar en mí. Por favor. ─Él se había acercado unos pasos, pero el frío que solía acompañarlo ya no se sentía tanto, era como si la temperatura que irradiaba estuviese subiendo, transformándose poco a poco en calor. Y tal vez, sólo tal vez, era la señal que necesitaba para saber que podía confiar en él.
─Mis padres siempre me dijeron que todo el mundo merece una segunda oportunidad, supongo que los espíritus también. ─Una pequeña broma salió y era justo lo que el momento requería. Él me miró y lo supe. Supe que podía confiar.
Cuando llegó el lunes, Johnny ya había regresado. Él seguía durmiendo cuando me levanté para ir a clases, pero no lo desperté, debía de estar cansado por el largo viaje. Como me había despertado unos minutos más tarde de lo normal, decidí que sólo tomaría una taza de café y comería unas galletas. Comí lo más rápido que pude, y salí hacia la escuela.
Hacía tanto frío como cualquier otro día, y yo estaba en las primeras etapas de un resfrío, pero de cierta forma el clima resultaba refrescante, me ayudaba a pensar.
Lucas había cambiado su actitud para conmigo, y estaba agradecida por ello, pero todavía no sabía qué era lo que sentía por mí, porque él tampoco lo sabía. En parte me daba miedo averiguarlo, él era un espíritu, no debía olvidarlo. Nunca.
También me preocupaba el hecho de que tendría que ver a Joshua en clases después de lo que le había contado y después de que literalmente salió corriendo de la casa, dejándome sola ante todo lo que me estaba pasando.
Debo haber estado demasiado ensimismada en mis pensamientos, porque no me di cuenta de que había llegado a la escuela hasta que escuché las voces y gritos de los estudiantes que estaban en la entrada. Ya habían pasado varios meses desde que comencé las clases en la nueva escuela, pero no lograba hacer amigos, a excepción de Joshua, aunque ahora no estaba segura si seguiríamos siéndolo o terminaría ignorándome por considerarme una loca de remate.
Cuando entré en el salón, Josh ya estaba ocupando su asiento. Había comenzado a sentarse a mi lado apenas nos conocimos, lo cual fue extremadamente bueno de su parte pues cuando llegué a Black River fue muy difícil adaptarme, y él lo hice todo más fácil, sin duda alguna.
Me senté en mi asiento, sin saber si debía saludarlo o ignorarlo, o... bueno, la realidad es que nunca me había pasado nada parecido con Sally, así que no tenía la menor idea de lo debía hacer. Justo cuando me había decidido a hablarle, él me sorprendió.
─Galya, me gustaría, si puedes, que hablemos después de clases ─su voz era un susurro, pero firme. Lo sabía porque a pesar del corto tiempo que nos conocíamos, había llegado a interpretar gestos, actitudes, e incluso saber cosas por su tono de voz. A veces me sorprendía a mí misma cuánto lo conocía.
─Claro, después de clases.
Joshua tenía la intención de continuar con la conversación, pero fue interrumpido por el maestro Peters, que recién entraba al salón. Matemáticas. La primera clase de los lunes. Como si el hecho de haberme cambiado de ciudad, haber dejado a mis amigos y vivir con un espíritu no fuera suficiente, tenía que soportar clases de matemáticas los lunes. Mi cabeza definitivamente no estaba cableada para ese tipo de cosas, yo era más de las letras, me gustaba escribir y leer, sí, era una chica a la que gustaba la literatura, y no me avergüenzo de ello. Sin embargo, a algún maldito se le ocurrió que para pasar de curso tenía que aprobar esta materia, para la cual simplemente apestaba.
El tema que estábamos viendo ahora eran relaciones binarias, y sentía como si el profesor Peters hablara en chino. Me sentía una tonta. Teníamos un examen la semana próxima y no tenía idea de cómo iba a hacer para aprobar. Era sofocante.
El tiempo pasó tan lento durante la clase de matemáticas que casi muero. Por suerte, el resto del día fue mucho mejor, y pasó tan rápido que lo agradecía, y mucho. Cuando salí de la escuela Josh ya estaba esperándome afuera. No sé en qué momento salió del curso, pero se me adelantó y ahora esperaba una conversación.
─Hola. ─su voz parecía ansiosa. Totalmente distinta de la última vez que nos vimos.
─Hola. ─contesté. ¿Se suponía que debía decir algo más? Quizás debía decir algo más. Sinceramente debería haber dicho algo, pero no sabía qué. Era mejor esperar a que Josh hablara, ya que era él quien me había pedido que habláramos después de clases.
─¿Te molesta si te acompaño hasta tu casa? ─parecía expectante ante mi respuesta. Quizás pensaba que iba a decirle que no, pero la compañía no me venía mal, sobre todo cuando se trataba de Joshua.
─No─ una respuesta concisa a una pregunta concisa. Bien Galya. Lo estás haciendo bien. ─Vamos.
Las primeras dos cuadras fueron un silencio sepulcral. Josh ni siquiera abría la boca para decir alguna estupidez o lo que fuera, tan sólo se limitaba a suspirar. Probablemente no sabía cómo comenzar a decirme lo que fuera que tenía que decirme.
─No sé cómo comenzar a decir esto, así que sólo lo diré. Lamento mi comportamiento del otro día Galya. Lamento haber salido corriendo como un niño miedoso. Y más que nada lamento el haber dudado de ti. Y lo que más lamento es haber dudado de todo lo que te conté. Te creo Galya. Te creo.
Lo miré con un gesto entre pícaro y divertido. No podía perder a Josh, simplemente no podía. Lo necesitaba, era mi amigo. El único que tenía en este lugar. Y además, teníamos una conexión un tanto particular, una conexión que todavía no podía descifrar pero que aún así me agradaba.
─¿Sabes algo? El sólo hecho de pensar que te había perdido de verdad me afectó. Por favor, no vuelvas a dejarme otra vez. Te lo ruego.
Nos miramos un instante y lo próximo fue hundirnos en un abrazo que se sintió eterno. Sus brazos se sentían tan bien. Me sentía segura en ellos, protegida. Me preguntaba cómo se sentiría estar en los brazos de Lucas. Quizás se sentirían igual de bien. Espera un momento Galya. ¿Qué estás pensando? Estás hablando de un espíritu. ¡No tiene cuerpo! O por Dios, olvídate de este estúpido pensamiento. Fue sólo un lapsus. Recuerda que estás en los brazos de Josh. Y esos brazos sí son reales".
El abrazo se fue deshaciendo, y en un segundo estábamos mirándonos a los ojos. Había algo en ellos, algo distinto que no había visto hasta ahora, pero no quería llenarme de extrañas teorías, era mejor disfrutar de este momento.
Caminamos las últimas cuadras hasta mi casa a paso lento. Disfrutábamos de una hermosa conversación, tanto que no nos dimos cuenta cuando habíamos llegado.
─Llegamos. ─dije, sin querer que el momento terminara.
─Llegamos ─repitió Josh. Bajó la mirada y estaba un poco nervioso. Hasta creí ver una gota de sudor en su frente, pero quizás no fue así. ─Galya, todo lo que comencé a sentir por ti la primera vez que te vi no ha hecho nada más que acrecentarse y haber salido corriendo de tu casa el otro día me hizo sentir como el imbécil cobarde más grande de todos. Debería haberme quedado, protegerte, porque eso es lo único que quiero hacer. Quiero protegerte y estar a tu lado, de la manera en la que me lo permitas.
¿Por qué todo mundo tenía que acorralarme con sus confesiones? ¿Por qué tenía que ser el blanco preferido de dos chicos a los que conocía tan poco tiempo? Esto nunca me había pasado en mi vida anterior, y no tenía idea de cómo debía sentir, o pensar, o siquiera actuar. No quería lastimar a nadie, pero más que nada, no quería lastimarme a mí misma.
─Josh, sigo manteniendo lo mismo que te dije anteriormente. No puedo ofrecerte nada más que mi amistad. Al menos no ahora. ─esperaba que mis palabras no lo hubiesen lastimado, lo quería demasiado, aunque todavía no sabía de qué manera lo quería. Pero eso, era algo que debía mantener guardado hasta que lo descubriese.
─Lya, tu amistad es todo lo que quiero. Y sin importar qué pueda pasar más adelante, lo único que quiero es estar a tu lado. ─tomó mi mano derecha y la acercó a sus labios.
─Tienes la mano helada. ─le dio un gentil beso que hizo un calor reconfortante me recorriera. Rápidamente saqué mi mano de su alcance.
─Josh, por favor, no. No quiero que vuelvas a hacer eso. Quiero que tengas una relación de amigos, sin muestras excesivas de cariño. ¿Puedes aceptar eso? ─sus ojos perdieron un poco de brillo cuando dije lo que quería de él, pero no podía arriesgarme a lastimarlo ni a lastimarme. Aunque quizás, a pesar de mis esfuerzos, terminara logrando exactamente lo contrario.
─Perdóname. Prometo que me esforzaré en no pasar la línea de la amistad. ─su media sonrisa era hermosa, tan hermosa como él. Y aquí iba yo otra vez, cruzando el límite que un minuto antes le pedía a Josh que no cruzara. ─¿Quieres que te acompañe hasta tu casa.
─Johnny ya llegó de su viaje y todavía recuerdo lo que...─evité pronunciar la palabra "beso" en la conversación─ Lo que pasó la última vez que nos vio juntos. Lo mejor será que vengas cuando él no esté, ¿de acuerdo?
─Claro. No hay problema. Entonces... te veré mañana ¿verdad? ─ su voz se notaba llena de ansias, y en parte yo también la sentía.
─Por supuesto ─contesté, esperando verdaderamente que el día siguiente llegara más pronto de lo que debiera.
Josh se despidió y esperé hasta que entró en su casa. Cuando me di la vuelta para cruzar la calle, lo vi. Estaba mirándome desde el ventanal de mi habitación. Tenía una expresión sombría, parecía dolido, casi herido. Me pregunté qué había hecho en esta oportunidad que pudiera ofenderlo. Aunque quizás, muy en el fondo, ya lo sabía.
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