Después de la lluvia
DESPUÉS DE LA LLUVIA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel MCU / Universo de John Wick
Pareja: Ironwick
Derechos: a que un día Marvel me contrate.
Advertencias: Es un crossover Omegaverse, así que veremos cosas mezcladas porque es un crossover Omegaverse. Sobre aviso no hay engaño. Una historia por encargo.
Gracias por leerme.
*****
"Ni las torres de piedra, ni los muros de bronce forjado, ni la presión subterránea, ni los fuertes anillos de hierro, pueden reprimir las fuerzas del alma; porque la vida cansada de estas barreras del mundo jamás pierde el poder de libertarse a sí misma. Y pues se esto, sepa además todo el mundo, que de la parte de tiranía que sufro me puedo sustraer cuando quiera."
Julio César, William Shakespeare.
Ese año parecía que la madre naturaleza quería hundir Nueva York, casi todo los días estaba lloviendo y no una llovizna de esas ligeras que a las parejas les encantaba para sus momentos románticos en Central Park, sino de aquellas que obligaban a buscar refugio mientras se era testigo del caos vial ocasionado por la mala cabeza de los conductores y un tanto el mal funcionamiento de los semáforos que tomaban esas condiciones climáticas como el pretexto para crear confusión entre peatones y autos. Ya hacía frío por la constante humedad, lo que se sumaba al mal tiempo, invitando a quedarse en casa con una taza de chocolate caliente mirando una fogata hogareña.
—Hey, John, te invito la cena.
Winston sonrió a su amigo a veces protegido John Wick ahora que se alojaba en El Continental pues su antiguo hogar estaba destruido y el famoso asesino tampoco estaba de humor para volver. No había cosa más triste que un Alfa que ha perdido a su pareja, ¿dónde se podía guardar tanta rabia y dolor? Al menos los Omegas lloraban o invadían sus nidos con ese aroma de tristeza que reclamaba mimos y consuelo por parte de su Manada. Los Alfas no, ellos no tenían como dar salida a su sufrimiento cuando se les arrancaba la mitad de la vida como a Wick, quien había enviudado por el cáncer y luego caído en una loca venganza por ese dulce cachorrito gracias al cual la Orden Suprema tenía de vuelta a su mejor elemento.
—Si continua lloviendo así, Nueva York se convertirá en una isla.
—¿Qué no lo es ya?
El dueño del Continental rio, sirviendo una copa de vino a John en su mesa especial, rodeados por más asesinos que murmuraban discretos sobre la presencia de un Alfa tan dominante como Wick.
—Necesitas compañía, John. Déjame enviarte un par de...
—No.
—Vamos, eres un Alfa en todo su vigor.
—No.
—Bueno, si cambias de opinión solo llama a Charon.
—Gracias por preocuparte por mí, pero no lo necesito.
—¿Simplemente vas a tomar tantas misiones puedas para evadir la soledad?
—Es el plan.
—John...
—Me gusta que llueva tanto. Hace que me sienta mejor.
El viejo Winston estaba enterado de los deseos de la Orden Suprema para Wick, lo querían tan activo como se pudiera ahora que regresaba con tanta fuerza. Los mejores asesinos solían ser Alfas, había pocos Betas y apenas uno que otro Omega. No era un trabajo sencillo, tanta presión como experiencias nada gratas requerían de temperamentos peculiares. John Wick era uno de ellos aunque ahora pareciera más un robot que otra cosa, reaccionaba por costumbre, con la mirada perdida cuando no era rabiosa. Un empleado del hotel se aproximó a su jefe con una charolita trayendo un mensaje que leyó suspirando.
—Hay un adjudicador en el lobby, te busca.
—Hora de trabajar. Gracias por la cena.
—Apenas si la probaste...
Wick se levantó, caminando resuelto entre las mesas donde hubo muchos ojos siguiendo su andar. Se rumoraba que su linaje era especial, de esos que se remontaba a los antiguos cazadores cambia pieles cuyas presas jamás se les escapaban. Nadie estaba seguro de ello al no saber de dónde provenía, el círculo de matones había echado de menos semejante espécimen cuando se retiró por su matrimonio con esa Beta que luego murió. El tipo de Alfa como John Wick era de los que encontraban una pareja destinada, como ya casi no existían con tanta sangre mezclada. La esposa de John no fue ese tipo de pareja, más la había amado como una y sufrido como una al punto de barrer con una rama de la mafia rusa por haber insultado su nombre.
—John Wick —saludó un hombre con entradas blancas en sus sienes y una barba de candado— La Orden Suprema te entrega un trabajo especial.
—Todos son especiales.
—Este más, es un pedido especial —el adjudicador levantó una ceja— La orden viene de nuestro amado The Elder.
John tomó la tableta, viendo la fotografía y los datos de su objetivo que leyó con calma antes de devolverle el aparato al hombre, recibiendo las conocidas monedas como un sobre con más indicaciones.
—Será sencillo desde que es Omega.
—¿Es todo?
—Es todo, buena suerte, John Wick.
Fue momento de visitar al sastre, preparándose para la caza. Un millonario de Manhattan, Omega que había recibido una herencia sin igual al ser el hijo único. El motivo de la Orden Suprema para su limpieza era su reciente negativa para seguir produciendo las armas que daban ganancias a la orden. Cosas de gente poderosa que a John Wick le tenía sin cuidado, alistando todas sus armas para su salida a medianoche, despidiéndose de Winston quien le regaló uno de sus pañuelos, colocándolo en el bolsillo vacío de su traje.
—Te veré después.
Aquel Omega estaría en una cena de gala con fines caritativos en el Museo de Historia Natural de Nueva York entre celebridades, deportistas y gente de rostros conocidos aportando millones de dólares para la preservación de especies en peligro de extinción. Entró por la parte trasera, donde se instalaron los meseros y guardaespaldas, todos ellos haciéndose a un lado a su paso, así era su dominio Alfa por naturaleza. El salón donde estaban todos los invitados estaba decorado con graciosos dibujos de todos esos animalitos que los ricos pretendían salvar, usando antifaces con iguales motivos entre risas que acompañaban sus copas llenas de champagne y otros vinos cuyo precio también salvaría más animales.
Los ojos depredadores de Wick buscaron a su presa, no encontrándola a primera vista. Tomó una copa de una charola que pasó a su lado, comenzando a dar vueltas por el salón olfateando los aromas, un Omega como ese debía ser fácil de rastrear. No falló en sus cálculos, detectando una sutil esencia de manzana, canela y café. Bastante adictiva por cierto, el asesino se quedó quieto por unos segundos sintiendo que su naturaleza Alfa reaccionaba, dándose cuenta de que ese idiota seguramente estaba coqueteando con alguien que dejaba sus feromonas salir así. Saliendo por un pasillo más vacío que daba hacia los baños, escuchó una charla suave que prometía cambiar pronto a otros sonidos.
John preparó el arma, caminando despacio apagando su propia esencia al aproximarse a la puerta de los baños. Cuando se hizo el silencio seguido de jadeos cortos, empujó la puerta entrando con la punta de la automática apuntando a la cabeza de ese Beta encima de su objetivo. Un roce que lo dejó inconsciente, moviendo su mano a la frente del Omega quien abrió sus ojos castaños de par en par, aferrándose a la orilla de los lavabos. Su aroma le fue más claro a Wick, quien frunció su ceño porque su mano no respondió ni tampoco su cuerpo.
Un latigazo recorriendo su espalda fue la revelación.
Un Alfa como él simplemente no podía desobedecer su naturaleza menos cuando el aroma a pocos pasos de él reclamaba algo que había estado esperando toda su vida. El arma de Wick bajó, tirándola dentro de unos lavabos antes de sujetar la nuca del también estupefacto Omega quien se tensó al verse envuelto entre sus brazos, apenas si golpeando su pecho cuando una mano del asesino tiró del cuello de su camisa, rompiendo el fino moño de seda negra para hincar sus colmillos en la piel descubierta hinchada por la reacción inevitable ante el encuentro de su pareja destinada.
El sabor metálico de aquella sangre Omega trajo una satisfacción que John jamás había experimentado en su vida. Como si de repente el mundo fuese otro, perdiéndose en ese vínculo creándose entre ambos con una fuerza que lo hizo perder la noción del tiempo hasta que los puños del Omega contra sus costados lo trajeron de vuelta a la realidad. Su Omega. Wick se despegó como si el otro tuviera la peste, jadeando sin poder creer lo que había hecho así sin más. Su mirada bajó a sus manos temblorosas antes de atreverse a ver al otro hombre frente a él, pálido, respirando agitado con una Marca en su cuello. La forma de un rosario envolviendo una cruz rusa.
—... t-tú... —tartamudeó el Omega con ojos húmedos, llevándose una mano al cuello— N-No...
Los dos respingaron al sonido de unas pisadas aproximándose a los baños. Había un Beta herido en el suelo y ellos dos recién enlazados, sin mencionar que Wick no había cumplido su misión, aquel Omega llamado Anthony Edward Stark seguía bien vivo porque ahora le pertenecía. No hubo tiempo para mucho, el asesino tomó al millonario por un codo, haciéndolo saltar por el súbito gesto sin poder rebelarse ahora.
—Ven conmigo si deseas vivir.
John no esperó la respuesta, tirando de su Omega con el arma de vuelta en su mano para salir de ahí a toda prisa, evadiendo apenas a tiempo el grupo de guardaespaldas que ya buscaban al herido Beta en el baño. Habiendo estudiado el mapa del museo, Wick llevó al millonario hasta las escaleras de emergencia, bajando a toda prisa hasta rodear las carpas en el callejón y salir a la avenida donde silbó con fuerza por un taxi. El Omega lo miró con ojos desorbitados, comenzando a empaparse por la lluvia que comenzó a caer tímidamente.
—¿Acabas de llamar un taxi con arma en mano?
—Esto es Nueva York, sube.
La cabeza le daba vueltas al asesino y estaba bien seguro de que lo mismo le pasaba a su Omega, los vínculos de parejas destinadas eran tan fuertes que tomaba días adaptarse. Ese no fue su principal problema, el aroma de Anthony Stark estaba cambiando, pronto entraría en Celo como era natural al haber sido reclamado por su Alfa. Tenían que llegar a un lugar seguro antes de que media ciudad se diera cuenta de ello. Ordenando la dirección con una de sus monedas, Wick gruñó con la vista en las calles ahora que volvía a llover a cántaros.
—¿Quién carajos eres tú? —reclamó el millonario con voz adolorida.
—¿No lo sabes todavía?
—Luego de haberme mordido, al menos merezco que me mires a la cara y digas tu nombre.
—John Wick —se presentó, volviendo el rostro a la ventanilla.
—Ah. Yo...
—Anthony Edward Stark.
—Tony, en realidad —suspiró el Omega— Escucha, tengo que...
—No.
—¿A dónde me llevas? ¿Eh? ¿John Wick?
Este se había perdido en sus pensamientos. ¿Cómo carajos se había dejado llevar? Todo había sucedido muy rápido, sin tiempo para controlar su naturaleza Alfa. Dejaron Nueva York para ir a Nueva Jersey a un barrio semi abandonado frente a una casucha con mala pinta.
—Oh, no, yo no voy a entrar ahí... ¡No...!
Tirando de su Omega, John lo jaló al interior de la casa, un buen espacio sin intrusos ni mirones. Activando el sistema de seguridad escondido tras un cuadro que apestaba a droga echada a perder, llevó a Stark hasta una sala donde solamente había un enorme tapete viejo.
—Si esto es un secuestro...
—Quítate la ropa.
—¡¿Qué?!
—A menos que busques que te compre algo menos elegante.
Las manos del millonario se movieron aprisa, tallándose en pausas su frente comenzando a jadear con las mejillas cada vez más rojizas. Se aproximaba su Celo, John lo olfateó, sus ojos se tornaron carmesí. No había nada qué pensar de momento, primero había que arreglar eso antes de huir por sus vidas. Anthony tembló al quedarse desnudo no por el frío de la habitación sino porque el Celo cobró fuerzas, justo a tiempo. Wick lo sujetó, ambos cayendo sobre la vieja alfombra. Una vez más tuvo esa incontrolable sensación al olfatear la humedad en su Omega, acomodándose entre sus piernas.
El castaño se arqueó al penetrarlo, clavando sus uñas en su espalda, enredando sus piernas alrededor de sus caderas en acto reflejo. Mordió esa Marca, reclamando de nuevo a su Omega con un vaivén cada vez más feroz hasta que al final su Nudo quedó perfectamente dentro llenando ese vientre con su semilla. No habría cachorro porque ya había olfateado los supresores en Anthony, su mente de Alfa le dijo que más adelante tendría oportunidad de ver ese vientre con uno de sus cachorros. La lluvia cesó y volvió a la madrugada mientras John tomaba al castaño una y otra vez hasta que finalmente no hubo más de ese aroma enloquecedor del Celo ni fuerzas para moverse.
—¿Por qué ibas a matarme? —preguntó Tony cuando volvieron en sí.
—... era una orden.
—¿De quién? ¿De los mismos que te dieron esas monedas raras?
—Eres demasiado observador.
—¿Qué pasará ahora? —el Omega se giró para verlo, quejándose un poco por el dolor en sus caderas— Si tenías que asesinarme y en lugar de eso me has follado como si no hubiera un mañana haciéndome tu Omega, creo que estás en graves aprietos. Y yo contigo.
—No te harán daño.
—Ja, sí claro como no, Alfa.
—Pensaré en algo.
—¿Es demasiado malo que no hayas cumplido tu misión?
—Sí.
Anthony se mordió un labio. —Quizá pueda aportar algo a la causa, es decir, todavía quieren matarme.
—¿Qué estás pensando hacer?
—Bueno... no quiero presumir, pero tengo uno que otro invento que nos puede sacar de aquí.
—No.
—En serio, tú eres un...
—Si te expones van a olfatearte, sabrán que ahora eres mi Omega.
—John Wick de Ningún Lado, Estados Unidos, te tengo una gran noticia. ¡De todos modos se van a dar cuenta! Yo sé que está de moda esto de dormirse en lugares así sobre alfombras que tienen demasiadas historias encima, pero en serio quisiera estar más cómodo y sin esa sensación de que van a volar esta casa en cualquier momento.
—¿Por qué hablas tanto?
—Son los nervios. Un idiota entró a un baño del museo, me mordió y luego me secuestró para anudarme hasta atiborrarme de su semen, compréndeme.
Permanecieron en silencio por unos largos minutos, no porque no quisieran hablar más, al contrario. Era por ese Vínculo que ahora parecían entender lo que el otro sentía. Wick gruñó al aceptar que alguien como Tony Stark podría tener los medios para salir vivos de ahí antes de que fuera demasiado tarde, así que accedió al improvisado plan de su Omega al buscar la primera tienda de ropa barata que hallaron para cambiarse e ir en busca de un avión particular que los llevara del otro lado del país.
—¿Por qué San Francisco?
—¿No has escuchado la canción "if you come to San Francisco" ...?
John rodó sus ojos. —Esto no es un viaje de placer.
—Pues debería porque todavía me duele el trasero —el castaño sonrió al escuchar otro gruñido de su nuevo Alfa— Aquí hay muchas parejas, varias destinadas. El caso es que hay un montón de aromas por doquier que ni el sabueso más adiestrado puede distinguir a la primera. Servirá en lo que puedo llamar a mis mejores juguetes.
—¿Juguetes?
—Sí, cariño, ¿no sabes quién soy?
—Anthony Stark.
—Ese es mi nombre, pero además de eso... oh, no, espera —Tony se carcajeó— Siempre me pasa lo mismo, aunque a ti no te lo puedo ocultar, ya debes estar presintiéndolo.
—¿Qué escondes algo?
—Am, bueno, sí digamos que es algo oculto.
—Habla ya.
—Por las canas de Faraday, sí que eres impaciente. Bueno, ¿has visto en el cielo una hermosísima armadura que todos llaman Ironman?
John parpadeó un poco, mirándolo sorprendido. —¿Eres...?
—Cuidado con esa expresión, no porque sea Omega no puedo ponerme un traje metálico para hacer cosas buenas por el mundo.
—Jamás dije que por ser Omega no puedas tener semejante identidad.
—Pues lo soy.
—¿Entonces lo que harás es llamar a tu armadura?
—Mis armaduras, una para ti.
—...
—¡Ah, vamos, Alfa! —este arrugó su nariz al llamado de su Omega— Tienes que darme la razón en que no habrá aeropuerto, puerto o cualquier punto de despegue en donde no estén buscándonos tu dichosa orden de asesinos.
—Es verdad.
—Bien, entonces iremos por el único medio en donde no pueden alcanzarnos y de paso olfatearnos: por aire.
—Será peligroso.
—No si hackeo los satélites de rastreo. Déjame sorprenderte, John Wick.
Vestidos con ropa florida, usando lentes extravagantes y una colonia barata, anduvieron por las calles de San Francisco hasta dar con un bar donde conocían al millonario. Una vez que le permitieron acceso a una computadora, sus manos se movieron tan veloces como las de John Wick cuando cargaba sus automáticas en pleno fuego cruzado. Mientras el millonario obraba su magia, el asesino miró alrededor como el buen Alfa protector que era, cerciorándose de que nadie estaba siguiéndolos. San Francisco no estaba libre de miembros de la Orden Suprema, más su excéntrica apariencia estaba ayudándolos a pasar desapercibidos lo suficiente hasta que un par de armaduras aparecieron solas encima del techo de ese edificio.
—¡Tarán!
—Impresionante.
—Ahora, entra.
—Si estas cosas están hechas a tu medida...
Tony gruñó, apuntándole con el dedo. —¡Se ajustan! ¡Adentro!
Quien se llevó la siguiente sorpresa fue el propio Tony Stark, porque una vez que su Alfa superó su recelo y dominó el control de la armadura, se dio cuenta que había convertido a un asesino en una máquina imparable. John sugirió el sitio donde esconderse, una isla perdida en Oceanía desde donde podrían ver las noticias e incluso comunicarse con el dueño del hotel Continental sin que pudieran dar con su ubicación.
—Jarvis, mi Alfa John Wick, luego te cuento. Johnny, Jarvis.
—"Señor Wick."
—¿Está lista la llamada?
—De nada, Alfa.
—¡John! ¿Qué rayos ha pasado? ¡Te están buscando por todos lados! —tronó la voz de Winston por el comunicador— Pensé que vendrías aquí a refugiarte, no negaré que me estaba preparando.
—¿Me ayudarías?
—Claro, no es como que la Orden Suprema me caiga muy bien, lo sabes. ¿Qué pasó?
Wick miró a un curioso Tony, tomando aire. —Encontré a mi pareja destinada, era mi objetivo, Anthony Edward Stark.
—Espera, espera, espera... ¡¿qué?! ¿T-Tienes ahora...?
—Mi Omega.
—John... ¡qué demonios! La verdad no sé qué decir al respecto... aunque eso explica mucho. ¿Están bien? ¿Puedo ayudarlos?
—Necesito refuerzos.
—Veré a quién puedo conseguir. Este lío es gordo, John, si la Orden se entera...
—Confío en ti. Debo irme.
—Supongo que una felicitación no está de más, John. Disfrútalo.
—Estaremos en contacto.
—No lo creo.
Stark jaló aire, con manos en su cintura luego de escuchar la conversación, mirando al asesino.
—Si tu orden esa se entera ¿me matarían para castigarte?
—Peor —John desvió su mirada— Te forzarían a estar con uno de sus Alfas.
—Auch.
—Luego de cortarte un dedo.
—Doble auch.
—Y asegurarse de que les darás una nueva generación de asesinos.
—¡Whoa! ¿Cómo puedes trabajar para gente así?
El silencio de Wick fue una pista para Tony, podía sentir un hueco, una herida en su esencia Alfa. Para aliviar esa tensión, buscaron qué comer en los contenedores que previamente el millonario había enviado por medio de drones mientras se paseaban por los aires enseñando cómo operar la armadura. Casi cuando terminaban de comer, otra idea vino a la mente del Omega.
—¿Y si fingimos nuestra muerte?
—Eso es imposible.
—Claro que no, podemos hacerlo.
—Suponiendo que te hiciera caso ¿en dónde crees que viviríamos?
—Me gusta que te incluyas en una vida junto a mí —Tony negó a ese nuevo gruñido— Ya sé que no podríamos andar tranquilamente. Es un plan inacabado.
—Tengo un solo camino.
—Creo que no me gustará lo que estoy a punto de escuchar.
John se quedó mortalmente serio. —Destruir la Orden Suprema.
—Sabía que no iba a gustarme porque tendré que unirme a tu loca cruzada.
—No.
—Sí.
—NO.
—SÍ.
—... no puedo... —el asesino apretó los labios, era increíble que en cuestión de horas ese lazo hubiera calado tan hondo que se le ocurrían esas frases.
—¿Perderme? Yo tampoco, así funciona esto de pareja destinada Alfa Omega. Y como no me gusta sufrir mucho, tendré que sacar el resto de mis juguetes.
—¿Más armaduras?
—¿Sabes? Estaba pensando en otra cosa. Tengo una armadura que jamás usé, se me hizo demasiada... belicosa. Pero a ti te va como anillo al dedo, con ella no necesitarás refuerzos.
—Llámala.
—Jarvis, por favor.
—"Enseguida, Señor Stark."
—Si Ironman me ayuda, ellos no tardarán en saber quién se esconde debajo de la armadura si no es que ya lo saben a estas alturas.
—¿Tanto así? —el castaño bufó— Son peor que HYDRA.
—¿HYDRA? —John arqueó una ceja.
—Oh, por favor, no me digas que no los conoces.
—Escuché algo, es lo que llamamos "distractores".
—¿Distractores? Santa Hipatia de Alejandría, no quiero saber lo que es el show principal.
—Sería mejor que no.
—Tu sobreprotección Alfa me comienza a perturbar.
—Tu rebeldía Omega me desespera.
—Ja.
—Hm.
La nueva armadura era de nanotecnología que respondía a la sangre de su portador. Stark silbó con fuerza al admirar el despliegue de esa coraza cuando su Alfa tomó el control, lo cierto es que no estaba costándole trabajo desde que estaba unido a él, simplemente era como una extensión por decirlo de alguna manera. John probó las armas como el cambio en la armadura conforme pensaba en las diferentes situaciones a las que iba a enfrentarse.
—Funciona bien.
—Hey —Tony jaló aire— Creo que no deseas tomarte un descanso.
—Ellos no lo harán. Quédate aquí.
—¿Eh? Claro que... ¡eso sí que no!
Persiguiendo al asesino, el millonario tomó su armadura con vuelo directo hacia Nueva York. Cuando divisaron el paisaje urbano Jarvis les advirtió de todo el despliegue que les esperaba, nada que Ironman no hubiera enfrentado antes. De la misma forma en que John Wick sentía que debía protegerlo a toda costa, Tony también lo sentía y así reaccionó, cuidando la espalda de aquel mientras entraban al espacio de la ciudad con francotiradores entre otros expertos disparándoles de todos lados. Parecía que Wick conocía la ubicación de su orden, evadiendo los bazucazos al ir directo a un edificio viejo que atacó con tanta furia como era capaz.
La forma de aquella armadura no mostró todo su potencial sino hasta que Ironman fue herido, alcanzado por un disparo preciso de uno de los asesinos en lo alto de un rascacielos. Tony se estremeció cuando el aroma de su sangre provocó la reacción innata de su Alfa con la armadura transformándose para borrar aquella punta sin misericordia. Todos los demás alrededor sufrieron la misma suerte, los movimientos de Wick eran veloces, aumentados por el poder de aquella invención. No había mentido, aquel asesino era imparable en esos momentos, más que furioso por olfatear una herida en su Omega. Uno que tuvo que detenerlo cuando las calles comenzaron a sufrir los estragos de esos ataques.
—¡John! —le llamó por el comunicador— Tranquilo, tranquilo, estoy bien.
Tuvo que sujetarlo hasta que se calmó, la armadura volviendo a su forma normal y ellos volando entonces al Continental. Winston estaba boquiabierto junto a Charon, incluso le pareció que la lluvia había cesado por miedo a provocar a semejante Alfa. Al verlos aterrizar, hizo una expresión de total asombro mirando a uno y otro. No solo eran una pareja destinada, eran una pareja peligrosa que acababa de amedrentar a una parte de la Orden Suprema. John salió de su armadura, esperando por Tony para revisarle ese rasguño en su hombro con expresión de angustia.
—He estado en situaciones peores —comentó el millonario sonriéndole y luego observando a Winston detrás saludándolo— Hola, soy Tony.
—Debí grabar esto —respondió el dueño del Continental antes de echarse a reír.
En todos los medios se hizo el caos, porque de pronto juraban que había dos Ironman peleando contra gente desconocida en las calles de Nueva York. Tal como lo advirtiera John, la Orden Suprema no iba a quedarse quieta viendo como habían aplastado su sede en esa ciudad. Con el control de varios círculos de poder, usaron algo más que pudiera separar esa pareja. Al día siguiente estaría en conferencia de prensa una presentación rápida de una nueva fuerza de protección que respondiera a esa clase de peligros para los cuales nadie estaba preparado.
SHIELD.
Y con ellos vino una pieza de ajedrez que habían ayudado a rescatar, manteniéndolo oculto hasta que fuese momento de usarlo. Ahora era ese momento. Mientras John Wick y Tony Stark descansaban disfrazados en Las Bahamas, un Alfa Prime ya los buscaba.
El Capitán América.
F I N
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