Capítulo 19. Picada
Tres días después del atentado
En el departamento de Harry
-Esto es tan raro. Estamos tú y yo conversando en este sitio -comentó C aún sonriendo tras la partida del agente del CDA.
-Es una situación anómala. Por fortuna, el comandante no cocina mal -replicó Di Maggio.
-Ningún Alfa se me ha parado enfrente, eso también habla bien de él -afirmó ella.
-¿Aún lo...? -inquirió el heredero.
Esa pregunta le borró a C la sonrisa del rostro.
-Lo lamento, yo di pie a que nos desviáramos de lo que me trajo aquí. Te decía que ya sabemos quiénes son los que agredieron la empresa y cómo consiguieron los explosivos. Se trata de una célula de eugenetistas radicales compuesta por menos de veinte personas. La mujer que pagó las fianzas de los hombres que te siguieron es parte del grupo, trabaja en una ONG de conservación biológica afiliada a la OINDAH. Recibió el dinero de un intermediario, que lo obtuvo de quien realmente tiene deseos de dañar tu compañía. ¿Te suenan los laboratorios Körtig?
-Es una empresa muy importante a nivel mundial, hacen medicamentos de alta especialidad e insumos para investigación, entre otras cosas. ¿No me dirás que ellos pagaron para que...?
-No sé si te quieren muerto, pero seguro sí te quieren fuera del mercado.
-¿Cómo pudieron saber los informáticos y tú algo así? -musitó el hombre.
-La técnica se llama "seguir las migajas". Espera, apenas empiezo. La mujer que te conté tiene un novio. Él tenía en su casa la caja en la que transportó la bomba y el dinero que le pagaron para ponerla. Recibió en efectivo el dinero de la chica, que fue a recogerlo a la organización. Yo no entré ahí, por supuesto, pero los billetes olían a la OINDAH y también a medicinas.
»Por su trabajo, ella debió visitar la sede de Körtig hace algunas semanas, en otra ciudad. Ahí se entrevistó con altos funcionarios de la empresa en secreto y vio a uno de sus enviados hace unos días en la OINDAH. Eso lo supieron los chicos al revisar cámaras de vigilancia y celulares. No existe una sola grabación, ha sido un trabajo de rescatar pedazos aquí y allá. No servirá para levantar una denuncia penal desafortunadamente, pero se puede realizar un seguimiento puntual de quienes financiaron, en espera de que hagan otro movimiento en el futuro.
»En cuanto a los eugenetistas, este grupo en particular tiene la convicción de que la supervivencia de la especie humana depende de que no se interfiera con la muerte natural. Y lo que hace el suero DGDA específicamente es darle más oportunidades a las personas de librarse de ella. Así que tienen un motivo y una persona infiltrada en tu empresa, que por cierto, hizo prácticas profesionales en Körtig.
-Pedro -susurró Di Maggio, que parecía genuinamente sorprendido.
-Sí. Tu asistente personal.
-No comprendo qué tienen que ver los locos con la farmacéutica.
-Los chicos y yo hemos hablado sobre eso. Pensamos que se unieron dos grupos con motivos distintos, pero que se encontraron con el mismo problema. El suero. Las ventas de dicha empresa, y de todo el rubro, han descendido en la misma medida en la que las del suero han ido en aumento. Era de esperarse.
-Es increíble lo que han investigado esa pareja de nerds y tú.
-Espera, todavía no termino, se pone mejor. Encontré rastros del aroma de los explosivos en la casa y el auto de tu Pedro. También olían a un individuo en particular. Se llama Felipe Néstor, le dicen el Nexo -explicó C.
-El hombre de Alex De Lois -sentenció Di Maggio.
-El mismo. Él debió darles los explosivos. Obviamente, va a obtener algo a cambio.
-¿Cómo es posible que puedas reconocer el aroma de ese hombre? ¿Recuerdas el de toda la gente?
-No. Sin embargo, tú debes saber bien que es inevitable recordar lo que pasa durante algunos momentos traumáticos. No podría olvidar su olor aunque quisiera.
Ella se puso de pie y comenzó a pasear un poco por el lugar. Giorgio sabía que eso significaba que estaba nerviosa. C se detuvo y lo observó de soslayo.
-Juré que nunca le hablaría a nadie sobre esto. ¿Recuerdas cuando... cuando trataron de detenerte los hombres de las fuerzas especiales por el asunto de la bodega del muelle, y que di pie a que me llevaran a mí en vez de a ti? -preguntó ella casi susurrando.
Permanecía serio y estático, una sombra cubría su consciencia.
-Me obligaron a despojarme del traje y a entrar en un sitio conocido como el foso.
La mirada del hombre le confirmó lo que ella sospechaba, pero no pensaba echarle en cara la parte que había sido auspiciada por él.
-Como seguramente recuerdas, estuve ahí varios días. Desnuda, sin comer ni beber prácticamente nada. Era un lugar vacío y helado. Me acostaba en el piso y me hacía un ovillo para retener calor, pero fue difícil conservar la energía sin recibir alimento.
Di Maggio tragó grueso. Ella prosiguió.
-Antes de que Gabriel me sacara de ahí, el Nexo bajó al foso. Se acercó a mí de una forma que no podré olvidar nunca, ¿sabes?
-Él... él te... -preguntó él, con gravedad. Ella negó.
-No me tocó. Pero estuvo muy cerca de hacerlo. Tenía un arma de electrochoques. La verdad no sé qué habría sucedido. En condiciones normales le hubiera partido la cara, pero como estaba no sé si... -prosiguió, negándose a dejar que se le escapara alguna lágrima, pero tuvo que voltear a ver al hombre, sorprendida. Él sí lloraba. En silencio, sin mover ni un solo músculo facial. Eso sí no podía soportarlo. Negó otra vez y desvió la mirada para seguir con el otro asunto-. En fin. Aún estamos explorando las relaciones entre De Lois, Néstor, Pedro y su novia, así que mientras estamos en eso, debes...
-No -aseveró Di Maggio.
-¿No qué?
-Ya no más. Voy a darte la información sobre el virus que obtuvieron Andrea y Juan José y te pagaré lo que me digas. Ha sido suficiente.
-No te reconozco, Di Maggio -musitó ella con una pálida y melancólica sonrisa en los labios.
-Tengo algo que decirte, C. Yo... -comenzó a hablar cuando la puerta del departamento se abrió de forma repentina. Harry entró con rapidez y cerró tras de sí con fuerza, despojándose de la chamarra de cuero negro mientras explicaba con gran preocupación.
-Tenemos una emergencia. Giorgio, voy a dejarte en manos de un equipo del CDA, llegarán en unos minutos, lleva contigo lo que consideres esencial -exclamó Harry mientras entraba a su recámara. Di Maggio vio a C un momento y ella fue detrás del comandante.
-¿Qué está pasando, Harry? -le preguntó C mientras él se cambiaba la ropa de civil por el uniforme gris del comando lo más rápido que podía. Él le respondió mientras se ataviaba.
-Un comando armado se llevó a un elemento de inteligencia, eso pasó -afirmó él con profunda y profesional consternación.
-¿A quién?
-A Helena -replicó el comandante, calzándose las negras botas de tipo militar.
-¿¡Qué!? ¿¡Y mi esposa!? -clamó Di Maggio aterrado, desde la sala.
-Está segura, te llevaremos con ella, iban solo por Helena -replicó Harry respirando hondo antes de ajustarse el chaleco antibalas con las tiras de velcro sobre el pecho.
Minutos más tarde
En los techos de la ciudad
C se encontraba de pie sobre la cima de un edificio cercano, viendo hacia la calle, mientras un muy custodiado Di Maggio era escoltado al ingresar en una de las camionetas blindadas del CDA que ella conocía muy bien. Detrás de él, salió Harry que se subió en otra similar. Ambas arrancaron a una velocidad solo permitida a los vehículos de emergencia. Se sentía impotente al no poder ser parte de la acción, al no poder hacer nada. Al menos, quería enterarse de qué rayos estaba pasando. Hizo una llamada a Adnil que no tuvo respuesta. Después marcó a Hipólito con idénticos resultados. Eso era muy extraño.
Entonces, recibió una llamada de un tercer número que no conocía. Nadie podía hacerlo a ese móvil. La mujer respondió.
-Deja esto ya -dijo una voz digital que ella conocía demasiado bien y que no había escuchado en varios años.
-Qué simpáticos, con la voz de Tanaka. ¿Quién es?
-Eso no importa. Debes dejarlo todo e irte en este momento -replicó.
-No es gracioso, ¿qué está pasando?
-No puedo decírtelo.
-¿Por qué?
Quien estaba del otro lado de la línea permaneció en silencio.
-¿¡Por qué debo irme!? -exclamó ella exasperada, siguiendo las camionetas desde las alturas.
-Recuerda lo que el lobo te acaba de decir.
C estaba contrariada. Trataba de recordar la conversación mientras corría con desesperación, como siempre.
-¿Cómo sabe eso de una pareja de nerds? -inquirió la voz de Tanaka, citando al heredero.
-Debo habérselo comentado, siempre digo "nosotros", o "los chicos" -afirmó C.
-¿Estás segura? -preguntó Tanaka. Jamás había sonado tan humano.
La mujer se detuvo. Aún alcanzaba a ver los vehículos del CDA desde su posición. Su rostro expresaba toda su contrariedad.
-¿Qué está pasando? -susurró ella. La comunicación se cortó.
En ese momento, entró otra llamada.
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