Capítulo 18. La esperanza
En la OINDAH
Tres meses después
La organización estaba de luto otra vez. A diferencia del discreto funeral de Helena acontecido un año y medio atrás, las exequias que se llevarían a cabo en esa ocasión se realizarían con gran pompa.
Giorgio estaba obligado a asistir, pero no se sentía en condiciones para hacerlo. Toda su vida se había derrumbado en poco tiempo.
Para los Alfa aquella había sido una pérdida agridulce. Versus, que finalmente había sido vencida por el cáncer, sería recordada como una funcionaria tenaz, como una mujer exitosa, como una gran maestra. Sin embargo, la inteligencia sabía que su acto temerario de ocultar y manipular en la sede el virus de la desaparecida Contacto habría podido resultar en una gran crisis institucional.
De no haber sido por la entrega de Contacto, de quien no se sabía nada desde la noche en que se la llevaron, aquello pudo ser una catástrofe para la organización.
Eris Niezgoda hizo guardia de honor unos minutos junto al féretro de su mentora con el personal de las Fuerzas Especiales a las que comandaba. Hubiera deseado que Helena estuviera ahí. Después del funeral habrían hablado por horas hasta el amanecer.
Por su parte, Gabriel había entregado al heredero tres meses atrás lo que Calia le pidió.
Giorgio había observado el pañuelo en su mano con la dorada cruz en la cadena, quedándose callado. Elec se retiró, dejando a aquel al que los Tanakas llamaban "el lobo" en un contemplativo y profundo silencio. Di Maggio había comprendido muy bien el mensaje.
"Llora si lo necesitas, pero no pierdas la fe".
El heredero ya no contaba con chofer, ya no vivía con él en la propiedad. Como parte del acuerdo del divorcio que seguía en proceso, Giorgio había pedido que se le otorgara a Aurelio el departamento en el mismo edificio del pent house en el que habitaba, como compensación por media vida de sus servicios de los que iba a prescindir, además de una generosa cantidad como finiquito y uno de los autos que más le gustaban.
En la demanda de divorcio presentada por los abogados de Di Maggio, se plasmó que la causa del mismo había sido "Abandono injustificado del hogar conyugal por más de dos años acumulados". Ese motivo sustituyó al de "Conducta deshonrosa que hiciera imposible la vida en común" que Giorgio hubiera deseado usar, aunque en el fondo, y él lo sabía, nadie había tenido una conducta más deshonrosa que él. Debió dejar que Laura se fuera al África cuando lo dejó por primera vez. Ahora él se encargaría de que conservara suficiente dinero para que pudiera viajar por el resto de su vida en primera clase.
Giorgio había recibido desde las compras del supermercado hasta al peluquero en casa, no había salido durante semanas. Aguardaba por algo.
Una noche, el heredero recibió la llamada que había estado esperando. Hacía más de una década que Di Maggio no conducía un auto, mucho menos una motocicleta; tenía en casa una nueva, la cual repuso el seguro. Giorgio moría de ansias y tenía urgencia de moverse como nunca antes, así que sin pensarlo demasiado, fue al garaje y sacó la Diavel a la que Aurelio le había puesto gasolina al recibirla, sin saber que sería su última tarea al servicio de Di Maggio.
El hombre tenía mucha prisa, pero lo que menos deseaba era matarse en el camino, así que se moderaba. Tenía que llegar a como diera lugar. Sin embargo, una vez que estuvo en la carretera, se olvidó de todo y el vehículo se convirtió en una extensión de su cuerpo como cuando era un joven universitario, cuando aún confiaba en la vida, cuando aún tenía esperanzas de que el futuro sería mejor.
Once meses atrás
En casa de Mary
-¿Qué te preocupa tanto, hijo?
-No quiero tener más problemas con Laura -respondió el hombre casi acostado en un rústico sillón de jardín.
-A veces, hacemos más daño al negar la naturaleza de quienes nos rodean -comentó la señora Mary sentándose en otra silla igual tras servir agua de frutas en dos vasos sobre una pequeña mesa. Estaban bajo un corpulento roble que cubría parte importante del patio del frente de la casa. Hacía calor, el sol se colaba hacia el pasto entre las ramas.
-¿A qué te refieres? -gruñó Giorgio encandilado por el brillante y bucólico paisaje de casas de dos aguas regadas por la arbolada campiña, como si en verdad fuera un pueblo nórdico en vez de una colonia de librepensadores jubilados. Mary era una persona apreciada en la comunidad por su forma de pensar.
-Las aves tienen alas, nacieron para volar. Debes saber si estás dispuesto a seguirlas o dejarlas ir, porque mantenerlas en una jaula va contra su naturaleza -dijo la mujer. Di Maggio pensó que Mary convivía demasiado con los hippies que vivían ahí, pero entendió muy bien lo que trataba de decirle.
-Hay otra cosa que no me deja en paz. He estado... he estado pensando... en Calia -dijo apesadumbrado.
Mary sonrió con amplitud.
-Siento que estoy cometiendo una falta contra mi esposa.
-No puedes evitar faltarle a otros cuando te faltas a ti mismo, hijo.
-No quiero hacer más daño.
-Debes ser sincero contigo para poder ser sincero con el mundo. Has pensado en ella desde que la conoces. Creo que debes preguntarte por qué -afirmó Mary acomodándose un mechón de cabello con el que el viento fresco circulante entre los árboles jugaba.
-¿De qué servirá eso? -dijo él frunciendo el ceño, apartando un insecto volador con la mano.
-Solo así podrás saber qué es lo que esperas de la vida.
Y a pesar del oscuro caos que solía ocultarse en su ser, al fin Giorgio Di Maggio había aceptado cuál era su esperanza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top